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jueves, 12 de diciembre de 2019

Los coletazos políticos del réquiem de Chadwick

por  12 diciembre, 2019
Los coletazos políticos del réquiem de Chadwick
La aprobación de la acusación contra Chadwick es una pésima noticia para La Moneda, no solo porque era una pieza clave y estratégica del piñerismo, sino además porque marca un precedente que en el Ejecutivo no gustó nada y que trataron de evitar a toda costa: ahora queda en la mira el actual ministro del Interior, Gonzalo Blumel, y además está expuesta la figura del propio Presidente. Pero tras la imagen del otrora hombre más fuerte de Palacio flanqueado por ministros y parlamentarios, había una serie de resquemores y facturas internas en el seno de Chile Vamos, entre los partidos y con el propio Gobierno. Desde la UDI consideraron tardío y forzado el despliegue ministerial para acompañar a Chadwick y, a medida que se acercaba la votación, se escucharon con mayor intensidad las críticas por un débil desempeño de La Moneda por salvar, efectivamente, al "coronel".

Su rictus al momento de la votación lo dijo todo. Ninguna llamada, ninguna gestión política del Gobierno ni el oficialismo pudo salvarlo. “No se está condenando a alguien por un crimen, ese no es el papel del Senado y eso no ha pedido nadie aquí. Lo que se está haciendo efectiva es la responsabilidad política de un Gobierno y sus principales autoridades que perdieron de vista lo que estaba ocurriendo en las calles de su país y equivocaron plenamente la respuesta a esos hechos. Este es un juicio político y es la única oportunidad que tenemos de decirle al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera que, antes, durante y después de la crisis, ha hecho un pésimo trabajo, que con su ineficacia e insensibilidad ha perdido la confianza de las chilenas y chilenos”, dijo ayer en el hemiciclo el senador PS José Miguel Insulza, palabras con las que sentenció el destino del exministro del Interior Andrés Chadwick.
Así, el umbral de votos para sacar adelante la acusación ya estaba asegurado y, con ello, una de las estocadas políticas más grandes que ha recibido la derecha en las últimas décadas. Después de las palabras de Insulza –y luego del senador PS Juan Pablo Letelier, de quien también había dudas– en las bancadas de oposición respiraron más aliviados, la sesión transcurrió por casi siete horas más, mientras uno a uno los senadores fundamentaban su voto a favor y en contra. Minutos antes de las 21:00 horas, el Senado acusó a Chadwick –por 23 votos a favor– de haber omitido acciones para evitar violaciones de los Derechos Humanos en los diez primeros días del estallido social y haber infringido la Constitución y las leyes durante el estado de emergencia.
La aprobación de la acusación contra Chadwick es una pésima noticia para La Moneda, no solo porque era una pieza clave y estratégica del piñerismo, sino además porque marca un precedente que en Palacio no gustó nada y que trataron de evitar a toda costa: ahora queda en la mira el actual ministro del Interior, Gonzalo Blumel, y además está expuesta la figura del propio Presidente.
La teoría del "cordero de Dios" –de sacrificar a Chadwick para neutralizar la acusación contra Piñera que hoy se debe discutir en la Sala de la Cámara de Diputados– es efectiva, ya que el libelo contra el Mandatario tiene casi nulas opciones de prosperar. El punto es que si Chadwick –tal como lo sentenció anoche el Senado– omitió acciones para evitar violaciones de los DDHH en esta crisis social y, además, infringió la Constitución y las leyes durante el estado de emergencia, no se mandaba solo.
Una estrategia que, a la luz del resultado de la votación de ayer, no prosperó. Unos en la derecha apuntaron a la falta de calibre político de los negociadores, la poca experiencia en estas lides de los equipos desplegados, una crítica que está dirigida directamente a Blumel y su par de la Segpres, Felipe Ward. Una segunda lectura en la derecha es la desconfianza, respecto a que quizás nunca hubo una “intención” real por salvar a Chadwick, ya que el beneficio de su caída no solo es para el Presidente Piñera al desactivarse así la acusación en su contra, sino que además –agregaron– baja la temperatura de la calle. Sea una, la otra o ambas, lo que se sabe es que la UDI le reprochó al Gobierno no haber realizado todos los esfuerzos necesarios y así se lo hicieron saber al ministro Blumel.
Así lo dejó claro el propio abogado defensor del extitular de la cartera del Interior, Luis Hermosilla, quien en su argumentación ante la Cámara de Diputados del 28 de noviembre dijo textual: “Acusan a mi defendido como si él fuera el que preside el Gobierno”. La frase no pasó inadvertida en ese instante, ni en el oficialismo ni en Palacio, y anoche volvió a rondar.

Facturas internas

Con la aprobación de la acusación, Chadwick tendrá prohibido ejercer cargos públicos por cinco años. Así, para la UDI la jornada de ayer marcó simbólicamente el fin de una era. Es la salida forzada de uno de sus últimos "coroneles" en la primera fila política. Con Jovino Novoa y Pablo Longueira relegados de la coyuntura y los cargos públicos, era Chadwick quien –se lamentaron en la colectividad– sostenía el espíritu de los fundadores del gremialismo, y si bien el senador Juan Antonio Coloma mantiene un alto grado de respeto interno, reconocieron en el partido que tiene un estilo y sobre todo un peso político distinto al del exministro.
Es cierto que en la UDI desde hace casi una década que internamente consideraban a Chadwick más un piñerista que uno de los suyos, que su prioridad era siempre el Mandatario por sobre los intereses de la colectividad: “Mano derecha del Presidente en su primer mandato, mano derecha como ex-Presidente, y mano derecha nuevamente en el poder”, afirmaron en el gremialismo ayer.
Sin embargo, eso no le quita un ápice a lo emblemático de la figura de Chadwick en el gremialismo, en su historia desde su fundación y en los últimos 30 años. Y con su piñerismo y todo, gracias a él la UDI tuvo un acceso privilegiado a la toma de decisiones más exclusivas de la primera administración piñerista y de lo que va corrido de esta. De ahí lo doloroso que fue para la UDI la jornada de ayer.
A diferencia de lo sucedido en la Cámara Baja y el martes en el Senado, ayer Chadwick no estuvo solo, fue flanquedo por varios ministros –desde la vocera Karla Rubilar, Blumel, hasta la titular de Educación, Marcela Cubillos– y los parlamentarios de Chile Vamos, tanto en la Sala como en el punto de prensa que dio una vez terminada la sesión, donde dijo que esta era una acusación "injusta y politizada".
Pero tras esa imagen, había una serie de resquemores y facturas internas en el seno de Chile Vamos, entre los partidos y con el propio Gobierno. Desde la UDI consideraron tardío y forzado el despliegue ministerial de ayer para acompañar a Chadwick y., a medida que se acercaba la votación, se escucharon con mayor intensidad las críticas por un débil desempeño de La Moneda por salvar, efectivamente, al "coronel".
Desde el seno del gremialismo señalaron que durante la semana pasada se había abierto un espacio para que el Gobierno enviara su mejor contingente político a negociar con Insulza, Letelier y el senador PS Rabindranath Quinteros. “Insulza era quien tenía que dar el paso para que los otros dos lo siguieran”, confesaron.
Una estrategia que, a la luz del resultado de la votación de ayer, no prosperó. Unos en la derecha apuntaron a la falta de calibre político de los negociadores, la poca experiencia en estas lides de los equipos desplegados, una crítica que está dirigida directamente a Blumel y su par de la Segpres, Felipe Ward. Una segunda lectura en la derecha es la desconfianza, respecto a que quizás nunca hubo una “intención” real por salvar a Chadwick, ya que el beneficio de su caída no solo es para el Presidente Piñera al desactivarse así la acusación en su contra, sino que además –agregaron– baja la temperatura de la calle. Sea una, la otra o ambas, lo que se sabe es que la UDI le reprochó al Gobierno no haber realizado todos los esfuerzos necesarios y así se lo hicieron saber al ministro Blumel.
No es un buen momento para La Moneda que la UDI esté "dolida". El Gobierno vive un momento de extrema fragilidad, Piñera es el Presidente con la aprobación más baja en la historia desde el retorno a la democracia, además del recelo interno que genera en Chile Vamos el empoderamiento de Evópoli y el hecho cierto de que RN tiene libreto político propio, al ser el único partido de derecha en dar con el tono y propuestas más acertadas durante la crisis social.
En el Gobierno se sabe que cualquier movimiento equívoco puede presionar una tecla de extrema sensibilidad. Ya cometió el error con RN, al dejarlos fuera del comité político, y ahora se abrió un nuevo flanco con el partido que se supone sostendría la estantería, al menos por un período más largo. Declaraciones como la de la diputada María José Hoffmann -“el alto precio que está pagando la UDI por su lealtad nos hace replantearnos muchos temas”– sonaron bastante a una advertencia.

Andrés Pío Bernardino 

Cuando se inició este segundo Gobierno de Piñera, el diseño político del equipo del búnker de Apoquindo 3000 prometía ser infalible y el flamante ministro del Interior era "intocable", pero se resquebrajó irremediablemente con el asesinato de Catrillanca. Dicho episodio dejó a Chadwick con el ala rota, jamás pudo recuperarse y nunca se dejó de hablar en el oficialismo que ese comité político –junto a Blumel y Cecilia Pérez como vocera– ya no funcionaba como anillo protector ni fusible de las crisis políticas que enfrentó La Moneda en los meses siguientes.
Pero ya era tarde, el caso golpeó muy fuerte en su persona y, luego de haber sido sumergido para recuperarse, Piñera le lanzó un salvavidas con el que pretendió situarlo nuevamente en la primera plana: puso a Chadwick como encargado de llevar adelante una serie de reformas a las instituciones públicas. Sin embargo, rápidamente la propia derecha olió la debilidad política del entonces ministro y le bajó el telón a la iniciativa, le puso paños fríos al tema y acusó que el trabajo en el Parlamento ya era demasiado complejo como para distraer la atención en otras materias.
Su actuar desde entonces fue cargado a la agenda de seguridad, un sello que, en medio de un estallido social, terminó por ser la lápida a una carrera política que conoció de luces y sombras, pero sobre todo de mucho poder. Anoche se cerró el capítulo más amargo de Andrés Pío Bernardino Chadwick Piñera.

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