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viernes, 13 de diciembre de 2019

Opinión

Piñera no tendrá una estatua

Por: Pablo Varas Pérez / Publicado: 13.12.2019
piñera / Foto: Agencia Uno
Quedará marcado a fuego que en el periodo 2018-2022, gobierno de Sebastián Piñera se violaron Derechos Humanos, un periodo donde muchos chilenos quedaron MUTILADOS por las acciones de los aparatos represivos ordenados por Piñera/Chadwick. Durante semanas la policía y los militares agredieron a ciudadanos que de forma democrática y pacífica se manifestaron para intentar alterar un injusto modelo que por años ocasionaba una agresión a la vida y los derechos fundamentales de millones de hombres y mujeres.
Hay asuntos de la historia donde las matemáticas no cuadran, hacen imposible que por las negociaciones, herencia vigente de la vieja política se dejan pasar cuestiones fundamentales y en este caso las graves violaciones a los Derechos Humanos.
Quedará marcado a fuego que en el periodo 2018-2022, gobierno de Sebastián Piñera se violaron Derechos Humanos, un periodo donde muchos chilenos quedaron MUTILADOS por las acciones de los aparatos represivos ordenados por Piñera/Chadwick. Durante semanas la policía y los militares agredieron a ciudadanos que de forma democrática y pacífica se manifestaron para intentar alterar un injusto modelo que por años ocasionaba una agresión a la vida y los derechos fundamentales de millones de hombres y mujeres.
El problema es el modelo.
Chile, un país donde los adultos mayores escuchan regularmente cifras de millonarias ganancias y ellos pueden constatar que el desarrollo del que hablan no deja nada en su sector, donde la vida sigue siendo una zozobra constante. De forma cotidiana ven menguadas sus precarias pensiones en la compra de medicamentos que son patrimonio de tres cadenas farmacéuticas que controlan el mercado nacional de medicamentos, donde el mejor negocio lo constituye pagar las multas para seguir practicando con descaro la colusión y el aprovechamiento de las necesidades de millones que necesitan de medicamentos para seguir viviendo.
Entonces todo es válido en la calle.
No es creíble que se haya tenido que llegar a estas condiciones para que la clase política, ese pequeño segmento corrupto y entregado a los grupos económicos, se hubieran dado cuenta de la violenta realidad que se vive entre la pobreza, la miseria, la exclusión y la marginalidad que existe en Chile. En estas condiciones no ha existido entonces una relación entre los actores de un poder del Estado con la ciudadanía. Los parlamentarios abandonaron a sus votantes, los utilizaron, les mintieron y nunca los escucharon.
Larga son las historias de cómo estos elegidos fueron comprados por los grupos económicos y los adquirieron a bajo precio, dado que siempre estuvieron en liquidación dispuestos incluso a vender la soberanía para mantener esa miserable cuota de poder que se les entrega a los elegidos.
Pero en esta cruda realidad chile no es una tabla en la mitad del mar, está encargado para que un presidente ordene en la medida de sus capacidades algún rumbo que sea capaz de interpretar la luz al final del eterno túnel del subdesarrollo, la desigualdad, y la inequidad con la que se viste la patria.
Culpables hay: UDI/RN/EVOPOLI/PIÑERA.
Siguiendo las políticas de la Nueva Mayoría el modelo es administrado como si de un almacén se tratara. Todos y por años en una larga procesión para sostener la pobreza, la desigualdad y el lucro que llegó a todas las esquinas de las necesidades de millones de chilenos. Todo se compra, o al contado o en cuotas, así se vive la vida en Chile.
Se debe saber que una mujer que nace en el sector pobre de Santiago vive 18 años menos que otra que nació en el sector más acomodado, en el sector más rico, y que mayores privilegios en todo sentido tiene. Es por aquello que las calles reciben alegres los pasos justos y los gritos consecuentes para hacer girar diferentes las ruedas de las historia.
La calle ya condenó a Piñera. El congreso llegó una vez más atrasado y rendido.
Los gobiernos precarios, los que no logran anticiparse a las urgencias, los que no escuchan la calle ni a sus organizaciones están condenados a sentir la vergüenza universal a la patética foto de ser actores de segunda en la miserable obra donde se cae todo el escenario. Somos testigos porque así lo escribió la calle, al inicio de la transición a la democracia post dictadura. Acá no queda espacio para nuevas componendas, Chile de hoy no es el Madrid donde los concertacionistas aceptaron bajar la cerviz a los militares para ocupar La Moneda, allá por los noventa.
Hay números buenos y malos. Siete de cada cien chilenos NO quiere a Piñera, la inmensa mayoría tiene esta vez razón, algo así como los traicionados por esa cáfila de encantadores de serpientes.
Entonces no es asunto de matemáticas quien determina el norte y coloca precio a las cabezas de los que gobiernan, es la calle, sus hombres y mujeres, nada más justo q ue marchar sabiendo que tienes la razón sencillamente porque así y con esos asuntos se vive.
Que el actual Congreso haya salvado a Piñera de un juicio con algún tipo de valor mercurial constituye una salida en puerta falsa. Nada se le debe a esos enanos que visten gorros de opositores de papel. Es en estos tiempos quedarse con la calle, no abandonarla y estar cierto que de allí nacerá en país democrático y real.
El gobierno de Piñera es un gobierno MUTILADOR.
Y hay que insistir una y otra vez, hasta que los derechos indispensables para vivir se hagan ley, y motivo para levantarse cada mañana feliz, nada más pero tampoco nada menos, y si así no fuera, habrá que hacer nacer nuevamente la vida de algún violento amor, de amor. sin duda.
Pablo Varas Pérez

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