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viernes, 12 de diciembre de 2025

El día de después

 

COLUMNISTAS


Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 38 segundos

¿En qué momento los partidos del actual gobierno se dieron cuenta de que la derecha es un ente siniestro, que no reniega de sus métodos inhumanos, que utiliza la mentira en todos sus formas y envases como legítima arma política, que no oculta su aversión a todo lo que huela a pueblo y que reivindica con orgullo y nostalgia a la dictadura y a sus más sanguinarios ejecutores?

De ganar la ultraderecha, el legado más trascendente que dejará el actual gobierno será la entronización de un sector de la sociedad que en breve derrumbará todo aquello que Boric y su gente relevaron como insuperables políticas públicas que pusieron justicia ahí donde no la hubo en treinta años.

Al parecer, los beneficiados no lo han entendido de esa manera.

El actual escenario está definido por una alta expectativa ultraderechista y un pesimismo oficialista casi imposible de ocultar en funcionarios y dirigentes políticos, además de lo elocuentemente subjetiva opinión de la gente común en las calles y en el Uber. La cosa no es muy auspiciosa.


¿Cómo será el día después de la actual coalición de verificarse la tragedia que significa la ultraderecha pinochetista, genocida, corrupta y profundamente enemiga mortal de todo lo popular si llega al gobierno?

La lógica lineal diría que luego de fracaso del gobierno y su derrota electoral los restos del naufragio tenderían a reagruparse en busca de una nueva arquitectura que pusiera en el centro una estrategia política correctiva y autocrítica para los siguientes cuatro años.

Pero en la lógica de la política autoinmune las cosas tenderán a ir por otro lado, luego del silencio que siempre cubre el campo de batalla del lado de los perdedores.

Algunos dirán que es una derrota política transitoria, que no se supo relevar los logros de la gestión, que fue un problema comunicacional, que los casos de corrupción jugaron lo suyo, que no siempre se trabajó de consuno en el gobierno y, por cierto, que la gente es una chusma malagradecida que no vio todo lo que se avanzó en este lapso.

Lo cierto es que este fracaso comenzó mucho antes de las ofertas de cosa nueva y joven y de las amenazas de muerte al neoliberalismo.

Los orígenes de las causas que nos llevan al borde de una restauración autoritaria, represiva, antipopular y corrupta, nos retrotraen al año 1990, cuando la izquierda que se jugó la vida de sus mejores militantes para terminar con la dictadura renunció a sus principios, cultura e historia y permitió el proceso del cual ésta que se verificaría el domingo 14, es su mejor expresión, su más alta perfección, su triunfo más soñado: la dictadura de la ultraderecha por medios en los que no cree.

Pero el egocentrismo de la pequeña burguesía que se animó a disputar el gobierno sin saber lo que es poder, no va a entrar en discusiones respecto de lo cual no tiene una opinión formada y con fundamento. La autocrítica será formal, superficial y evitará a toda costa asumir responsabilidades de fondo.

En el caso del Partido Comunista quizás la cosa sea algo más espinuda si se considera que en el evento de que gane un ultraderechista, como resulta lógico, pierde una comunista, con las consecuencias objetivas que aquel evento traería consigo: o asume la tendencia a neoliberalizarse o se pone comunista para sus cosas.

Si resulta cierto que una gran mayoría del pueblo vota por el candidato ultraderechista, ¿cómo se lograría retomar la confianza de esa gente luego de la debacle?

En este lapso de treinta años, los rudimentos de organización social que la falsa transición logró desmovilizar prácticamente no existen como herramienta de los trabajadores para luchar por mejores condiciones de trabajo y de vida.

Las otrora poderosas federaciones estudiantiles transitan entre la nada y la cosa ninguna mientras las universidades públicas son cada vez más privadas. La CUT es un edificio vetusto que mira hacia La Moneda. Las confederaciones, federaciones y sindicatos nacionales desparecieron. La ANEF es una oficina de gobierno de turno. Los profesores dejaron la carnicería de su gremio en manos de un gato de campo. Y así hasta el infinito.

Entonces, ¿dónde está el pueblo?

No se sabe muy bien aunque algunos dicen que en el mall, pero sí podemos especular donde no va a estar: en el día de después cuando los restos náufragos del proyecto transicional que termina con este gobierno, intente el arte del birlibirloque para obtener una buena interpretación que deje tranquilas las conciencias en aquel platónico topos uranus de las comunas inmunes a las molestias del neoliberalismo que sigue gozando de buena salud luego de haber sido condenado a muerte.

 

Ricardo Candia Cares

La elección del domingo: democracia neoliberal o neoliberalismo autoritario

 

PODER Y POLÍTICA PORTADA


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A dos días de la segunda vuelta presidencial, Chile vuelve a situarse ante una encrucijada que, salvando las distancias, recuerda otras elecciones decisivas de su historia reciente. El politólogo Juan Carlos Gómez Leyton propone una lectura que desborda la coyuntura inmediata y sitúa el momento actual dentro de un ciclo largo, iniciado en 1990, cuando el país recuperó la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet. Su tesis es clara: lo que se define este domingo no es un cambio de modelo económico, sino la forma política que gobernará la sociedad neoliberal chilena.

Desde 1990 hasta aproximadamente 2020, sostiene Gómez Leyton, Chile no conoció un proyecto de izquierda en sentido estricto. Lo que existió fue una alternancia entre una centroizquierda y una centroderecha, ambas contenidas por una Constitución heredada de la dictadura y por un sistema electoral —el binominal— diseñado para impedir la emergencia de fuerzas políticas que cuestionaran de manera sustantiva el orden existente. En ese marco, los gobiernos de la Concertación primero y de la Nueva Mayoría después administraron el modelo económico neoliberal instalado en dictadura, introduciendo correcciones sociales, pero sin alterar sus bases estructurales.

La elección del año 2000, entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, fue quizás el primer gran momento de tensión de ese ciclo. Lagos representaba la continuidad de una democracia protegida, neoliberal en lo económico, pero democrática en lo político; Lavín encarnaba una derecha con fuertes rasgos autoritarios, aún muy cercana al legado pinochetista. La victoria de Lagos permitió prolongar el modelo de gobernabilidad inaugurado en 1990, profundizando el neoliberalismo —al punto de que el propio empresariado lo consideró uno de los mejores presidentes para sus intereses— y postergando conflictos sociales que fueron quedando, como dice Gómez Leyton, “bajo la alfombra”.

Durante dos décadas, la sociedad chilena se habituó a esta lógica: votar por opciones que, más allá de sus diferencias retóricas, prometían esencialmente lo mismo. La ausencia de una izquierda con capacidad real de disputar el modelo fue evidente. Ni siquiera el Partido Comunista, integrado gradualmente al sistema institucional, logró articular un proyecto claramente antineoliberal. Así, la política chilena quedó atrapada en un duopolio que ofrecía estabilidad, crecimiento y gobernabilidad, pero a costa de una democracia limitada, poco participativa y crecientemente desconectada de amplios sectores sociales.


Lo significativo —y aquí aparece el quiebre— es que la crítica más radical a este orden no emergió desde la izquierda, sino desde la derecha. La renuncia de José Antonio Kast a la UDI marca un punto de inflexión: no pone fin a la alternancia entre centroizquierda y centroderecha, que continuará incluso hasta el gobierno de Gabriel Boric, pero introduce un actor nuevo que rompe el consenso implícito del período. Con la fundación del Partido Republicano, Kast ofrece representación política a un pinochetismo sociológico que había permanecido largo tiempo sin expresión directa en el sistema.

Ese pinochetismo —silencioso, persistente, culturalmente arraigado— encuentra en Kast un liderazgo claro y una narrativa coherente: la idea de que Chile se desvió del camino correcto en 1988–1990 y que es necesario retomar un orden autoritario para garantizar seguridad, propiedad y disciplina social. No se trata de abandonar el neoliberalismo, sino de gobernarlo sin mediaciones democráticas incómodas.

La paradoja, subraya Gómez Leyton, es que el gran catalizador de este proyecto no fue la derecha tradicional, sino el estallido social de octubre de 2019. Las barricadas, los incendios, la violencia —independientemente de sus múltiples orígenes— permitieron a la derecha extrema construir una narrativa poderosa: el caos como resultado inevitable de la protesta social, la izquierda como sinónimo de desorden, y el autoritarismo como única respuesta eficaz. La izquierda, en cambio, no logró convertir esa explosión social en un proyecto político transformador. La oportunidad histórica se perdió.

Muchos votaron por Gabriel Boric esperando un quiebre con el ciclo neoliberal, pero el gobierno terminó administrando, con otro tono y otros énfasis, la misma estructura económica y política. En ese vacío, el Partido Republicano consolidó su crecimiento, articulando miedo, orden y autoridad como respuestas simples a problemas complejos.

Así, el escenario actual no enfrenta dos modelos económicos antagónicos. Chile seguirá siendo una sociedad neoliberal cualquiera sea el resultado. Lo que está en disputa es quién y cómo gobierna ese neoliberalismo. Por un lado, una opción democrática-neoliberal, representada por Jeannette Jara: un proyecto progresista, institucional, que promete correcciones sociales sin alterar el orden de fondo. Por otro, un neoliberalismo autoritario, encarnado por Kast, que propone reducir las mediaciones democráticas en nombre de la seguridad y el orden.

Para Gómez Leyton, esta elección también es un juicio histórico a los últimos 35 años. La posibilidad de un gobierno autoritario no surge de la nada: es el resultado de una democracia que nunca se volvió plenamente sustantiva, que no amplió su base social, que no generó entusiasmo ni sentido de pertenencia. La responsabilidad, advierte, es transversal: desde Aylwin hasta Boric, pasando por Lagos, Bachelet y Piñera.

El dilema que enfrenta Chile este domingo es antiguo en América Latina: democracia o autoritarismo. En este caso, ambos bajo el paraguas del neoliberalismo. Puede parecer una elección pobre, pero no es menor. Optar por una democracia neoliberal implica preservar espacios de conflicto, derechos y libertades; optar por un neoliberalismo autoritario supone clausurarlos.

Eso —y no otra cosa— es lo que se decide el 14 de diciembre.

Vea el VIDEO COMPLETO. "Kast es impensable”: Cantantes Pablo Chill-E y Anita Tijoux lanzan explosivo rap político contra candidato de ultra derecha a días de la segunda vuelta. Lleva más de 5 millones de visualizaciones

 12 December 2025

EL CIUDADANO.

Los artistas chilenos Pablo Chill-E y Anita Tijoux acaban de estrenar su más reciente hit.

A cuatro días de la segunda vuelta presidencial, Chill-E y Tijoux lanzaron un tema en conjunto contra José Antonio Kast.

Se trata de "Joven de Pobla", un rap consciente que mezcla crítica social y un claro mensaje político.

De hecho, uno de los aspectos más llamativos del video musical de Pablo Chill-E es el uso de la Inteligencia Artificial para hacer explotar el Congreso Nacional.

Además, el video muestra la realidad de la pobreza en Chile y hace un claro llamado a no votar por el candidato republicano. 

''Kast es impensable'' 

No pasó mucho para que las redes sociales reaccionaran al nuevo tema de Pablo Chill-E, que hizo recordar a otros ''Facts''. 

Dentro de los versos que más generaron reacciones en las redes se encuentran: "Un gobierno fascista no es lo que Chile necesita", aludiendo al programa de José Antonio Kast.

"La Jara no me gusta, pero Kast es impensable'', fue otro de los versos de Pablo Chill-E más comentados.

De igual manera, el videoclip se apoya con imágenes generadas con IA en las que se muestra a José Antonio Kast con simbología asociada al nazismo jugando con la figura de Adolf Hitler y del dictador Augusto Pinochet.

Además, Pablo Chill-E también se dio el tiempo de arremeter contra figuras como Joaquín Lavín Jr., Andrés Chadwick, Johannes Kaiser y Carlos Larraín, a quienes tildó como "cafiches del Estado".

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Los cuestionamientos de hijos de víctima de Krassnoff a Kast por no descartar indulto: “Su falta de humanidad es impresionante”

 En el debate, Jara mencionó a Cecilia Bottai, una de las víctimas de Krassnoff, luego de que Kast no descartara indultar a condenados por violaciones a los DD.HH.

Los hijos de Cecilia Bottai, una de las víctimas de las torturas de Miguel Krassnoff, reaccionaron a la mención a su madre que hizo Jeannette Jara en el debate presidencial de Anatel y emplazaron duramente a José Antonio Kast por no descartar indultas a condenados por crímenes de lesa humanidad.

Durante el último cara a cara de los aspirantes a La Moneda previo al balotaje de este domingo 14 de diciembre, se refirieron a los posibles indultos que podrían otorgar en caso de que lleguen al poder. En este contexto, el republicano rechazó una eventual conmutación de penas a condenados por delitos sexuales a niños, pero no descartó indultar a presos por violaciones a los derechos humanos.

Fue allí cuando la carta oficialista recordó a Cecilia Bottai: “Cuando se plantea indultar a alguien por razones humanitarias como Krassnoff, no puedo dejar de acordarme del caso de una mujer que le sobrevivió y que comentó a través de una carta en el diario La Segunda cómo el mismo Krassnoff le ponía en su vagina corriente y le decía para tu guagüita“.

El emplazamiento de los hijos de una de las víctimas de Krassnoff a José Antonio Kast

Tras ello, Valentina Bustos Bottai y Rodrigo Bustos Bottai se refirieron la mención a su madre en el debate a través de una publicación en Instagram.

“En este video hablan de nuestra madre, Cecilia Bottai. Gracias por visibilizar, y que estos crímenes cometidos no queden en el olvido ni en la impunidad“, expusieron.

A lo que agregaron: “Como hijos, y como familia, nos parece impresentable que el candidato Kast no haya sido capaz durante toda la campaña de descartar un indulto a Krassnoff, el peor criminal de la historia de Chile. Su incoherencia y falta de humanidad son impresionantes“.

Libro "Aferrada a mi balsa"

Krassnoff vuelve al debate: Testimonio de Gladys Díaz revela la crudeza detrás de las propuestas de Kast 

EL CIUDADANO

Quizás lo más perturbador del retrato es su doble vida. Después de dirigir sesiones de tortura, Krassnoff puede contestar el teléfono con voz dulce para hablar con su esposa, como si nada de lo ocurrido fuese incompatible con la vida doméstica. La autora muestra esa dualidad no para humanizarlo, sino para revelar la banalidad del mal que encarnaba: la capacidad de convivir con el horror como si fuera parte de una rutina profesional. 

La propuesta del candidato presidencial José Antonio Kast de revisar la situación penitenciaria de condenados por crímenes de lesa humanidad volvió a instalar en el centro del debate público a uno de los nombres más siniestros de la represión dictatorial: Miguel Krassnoff Martchenko, criminal condenado en más de 80 causas por delitos de lesa humanidad y cuya pena total asciende a más de mil años de prisión. 

En medio de esta discusión, el libro «Aferrada a mi balsa», de la periodista y sobreviviente a la prisión política, Gladys Díaz Armijo, vuelve a iluminar con crudeza lo que realmente está en juego cuando se habla de beneficios carcelarios para violadores de derechos humanos. Su testimonio retrata a Krassnoff no como un funcionario más del aparato represivo, sino como la encarnación del horror, la crueldad y la bestialidad que marcaron los años más oscuros de la dictadura.

Díaz presenta al oficial como un eje narrativo del terror, una presencia que irrumpe una y otra vez para recordar el carácter brutal y absurdo de la maquinaria represiva de la dictadura. En sus primeras apariciones, Krassnoff entra golpeando las botas contra el piso, descargando insultos con un tono teatral y desbordado. En una de las escenas más estremecedoras, apunta una pistola a la sien de la autora mientras se burla de su palidez, simulando una ejecución frustrada solo por una llamada telefónica.

Su violencia no es solo física: es un espectáculo cuidadosamente calculado para quebrar a los detenidos. 

El libro revela también su fanatismo ideológico, expresado en monólogos donde reivindica el nacional socialismo, justifica la eliminación de opositores e incluso fantasea con destruir a los empresarios que apoyaron el golpe, a quienes considera “apátridas”. Esa lógica delirante se mezcla con la burocracia represiva de los organigramas partidarios que el militar obsesivamente completaba.

Pero quizás lo más perturbador del retrato es su doble vida. Después de dirigir sesiones de tortura, Krassnoff puede contestar el teléfono con voz dulce para hablar con su esposa, como si nada de lo ocurrido fuese incompatible con la vida doméstica. La autora muestra esa dualidad no para humanizarlo, sino para revelar la banalidad del mal que encarnaba: la capacidad de convivir con el horror como si fuera parte de una rutina profesional.

Incluso cuando intenta mostrar cortesía —extendiendo la mano para despedirse o preguntando sobre el futuro de su prisionera— cada gesto está cargado de manipulación. Ninguna amabilidad falsa puede disimular la violencia estructural que representa.

Décadas después, ya en democracia, los careos judiciales muestran a un Krassnoff que intenta reinventarse como “simple analista de inteligencia”. Pero los sobrevivientes lo reconocen sin titubeos. No hay relato alternativo que pueda borrar su historial.

«Aferrada a mi balsa recuerda», con una potencia que trasciende lo testimonial, que la memoria no es un ejercicio abstracto: es un acto de justicia. Y en momentos en que voces políticas plantean revisar beneficios para criminales de lesa humanidad, el libro se vuelve una advertencia contundente.

Leerlo es entender por qué la sociedad chilena no puede darse el lujo de olvidar.


 

Fiscalía afirma que disparos que dejaron ciego al entonces estudiante universitario Gustavo Gatica provinieron del comandante (R) de carabineros Claudio Crespo y no de otro funcionario policial

 10 December 2025

Este miércoles continuaron los alegatos de clausura del juicio contra el comandante (R) de carabineros Claudio Crespo, acusado por la Fiscalía Centro Norte de lesionar gravemente al ahora diputado electo Gustavo Gatica, entonces estdiante de sicología, en el marco de una protesta en plaza Baquedano en el estallido social de 2019.

En esa protesta, los disparos de Crespo fueron lanzados a la cabeza de manifestantes y esos disparos llegaron a los ojos del hoy sicológo y diputado electo Gustavo Gatica, que lo dejaron herido y con una ceguera para toda la vida.

En su intervención, el fiscal Francisco Ledesma profundizó en el análisis de los disparos que hirieron a Gatica, afirmando que estos provinieron del arma de Crespo y no del funcionario de carabineros José Cárdenas, como sostiene la defensa.

Según expresó el fiscal, “don José Cárdenas Morgado puede ser descartado plenamente de acuerdo a tres grandes ítems", la temporalidad, la presencia de objetos en la supuesta trayectoria de los proyectiles y la dispersión característica de los cartuchos antidisturbios.

Al momento de abordar el primero de los puntos, el fiscal detalló que la secuencia de cuatro disparos que efectuó Cárdenas es claramente distinguible de la serie de tres disparos atribuida a jefe del piquete de fuerzas especiales de carabineros, teniente coronel (R) Claudio Crespo en los registros presentados, esto a partir de una bomba lacrimógena que se dispara tras el tercer disparo de Crespo.

De acuerdo a lo que añadió, “si quisiéramos vincular el último disparo del señor Cárdenas con la lesión de don Gustavo Gatica, necesariamente deberíamos escuchar el cuarto y quinto impulso sonoro que se escucha en el 812 luego de los disparos del señor Cárdenas, cuestión que no ocurre”.

El fiscal además argumenta que al inicio del registro, Gustavo Gatica está bien, sin embargo mientras suena el segundo y tercer disparo de la serie atribuida a Crespo, es que este se agacha y se cubre la cara.

Citando al perito de la defensa, radiólogo Jaime Verdugo, es que menciona “el movimiento de agacharse y llevar su mano a la cara es un acto reflejo de la víctima y califica tales movimientos como movimientos reflejos de protección. Estos movimientos reflejos de protección suceden mientras suena el segundo y tercer impulso sonoro que son los disparos que la Fiscalía atribuye a don Claudio Crespo”.

En la ocasión, desde la Fiscalía, también señalaron que desde el lugar donde se encontraba Cárdenas era imposible el disparo dado que tendría que traspasar dos estructuras.

“Si nosotros quisiéramos utilizar esta línea como una línea que pudiera indicar trayectoria que hubiese podido seguir un proyectil en una trayectoria tensa, habría tenido que, como vemos en esta imagen, traspasar dos estructuras”, explicó, agregando “cualquier posta que haya seguido esa orientación debió haber dejado alguna marca o impresión si es que atravesó las estructuras”.

“Si seguimos la lógica de la defensa, en que este es el disparo, el cuarto de los disparos fue el que lesionó a Gustavo Gatica, y que pueden seguir esa trayectoria, entonces deberíamos tener más de dos proyectiles que hayan podido seguir esa trayectoria, que hayan podido impactar en la estructura”, argumentó el Fiscal.

“Del análisis de cada una de las caras de la estructura y cada una de las imágenes de la estructura, en conjunto con la ubicación que tuvo que haber tenido José Cárdenas Morgado y el trayecto que tuvo que haber seguido alguna de las postas que impactaron en Don Gustavo Gatica, necesariamente tuvieron que haber tenido un efecto en las superficies. No pudo sino haber traspasado alguna de las superficies de la estructura”, mencionó.

“De acuerdo a como lo concluyeron los profesores, que era un millón de billones de posibilidades que una posta, simplemente una posta, desde la posición de José Cárdenas Morgado haya podido arribar en Gustavo Gatica”, cerró.

Los alegatos de clausura que comenzaron el pasado 2 de diciembre, continuarán este jueves 11 de diciembre, mientras que se espera que el tribunal de a conocer su veredicto el próximo 9 de enero.

Reforma que limita indultos presidenciales por crimenes de lesa humanidad se tramita en el Congreso

 

Reforma que limita indultos presidenciales por crimenes de lesa humanidad se tramita en el CongresoPAÍSCréditos de imagen: El Mostrador


La reforma constitucional impulsada por parlamentarios oficialistas avanza en la comisión de Constitución. Esta transformación busca limitar la facultad que tiene el presidente de Chile, sobre todo para los próximos mandatarios, para otorgar indultos a presos por crímenes de lesa humanidad.


Resumen

La reforma constitucional que limita los indultos presidenciales, presentada por parlamentarios del oficialismo, ya se encuentra en la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados.

La iniciativa busca restringir la libertad que poseen los presidentes de indultar a personas condenadas por delitos de lesa humanidad. Esta reforma va más allá de coartar al actual Gobierno, lo que pretende es limitar a futuros mandatarios.

En esa misma línea, el diputado Héctor Ulloa (PPD), uno de los parlamentarios que impulsó el proyecto, manifestó que “esta reforma tiene como objetivo, naturalmente, evitar que el presidente de la República pueda indultar a condenados por delitos de lesa humanidad”.

Profundizó en que “lo que nosotros buscamos es proteger estos mínimos civilizatorios, es decir, no solo basta con el respeto a los derechos humanos, por tanto, el deber de no repetición en nuestra sociedad”.

Por otro lado, desde el mundo de la oposición, el diputado Andrés Longton (RN), que es integrante de la comisión de Constitución, señaló que es “una estrategia político-electoral frente a las elecciones que vienen porque hay una reforma que está avanzada a la ley en el Senado”.

La postura del Gobierno sobre limitar los indultos presidenciales

El Gobierno indicó que analizarán esta reforma debido a su valor, pues las modificaciones sobre este tema tienen el objetivo de resguardar estándares en materia de derechos humanos.

Por su parte, la ministra Camila Vallejo estableció que la postura del Ejecutivo es no darles beneficios a responsables de delitos de lesa humanidad, pues en política pública es algo “irrenunciable” en relación con la memoria y justicia.

“Este Gobierno no va a apoyar jamás un indulto a criminales de lesa humanidad ni tampoco a violadores de menores de edad o nada que pueda dejar libres de manera anticipada a quienes cometen delitos tan graves contra las personas”, declaró la ministra.

De paso, la ministra Vallejo invitó al candidato José Antonio Kast a aclarar su postura en esta materia. Según la vocera, “no hay espacio para medias tintas” y cualquier acción que beneficie la conmutación de torturadores o violadores de menores “sería inaceptable”.

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