Habla el hijo del asesinado general René Schneider: “Un comandante en jefe debe ser probo y además parecerlo”
23/05/2016 |
Por Mario López M.
Víctor Schneider trata de cuidar sus palabras. Se desempeña en una institución pública relacionada con el Ejército. Sin embargo siente que, como víctima de un crimen de lesa humanidad debe dar un testimonio, ser un aporte en materia de reconciliación al país. No escabulle temas a pesar de no sentirse grato en ellos, sobre todo cuando su institución está en el ojo del huracán. Su diálogo con Cambio21
-¿Cómo era su padre, el comandante en jefe?
-Era sumamente austero, exageradamente austero, probo. Incluso como autoridad máxima del Ejército mantuvo esa actitud. Recuerdo que al asumir le asignaron una casa enorme (la de los comandantes en jefe de calle Presidente Errázuriz). De inmediato dijo "a esta casa no me vengo", porque era muy grande y optó por seguir viviendo en su casa de Sebastián Elcano. Al llegar de vuelta lo esperaban el mayordomo y cinco mozos, asignados por el Ejército. Lo consideró una exageración y rechazó tal número quedándose con un par de colaboradores, entre ellos choferes que se turnaban.
Así era mi padre, jamás ostentó, ni fiestas ni nada. El puesto de comandante en jefe tiene que ser y también parecer. Es triste ver a un comandante en jefe o a una persona dando explicaciones; ya dar explicaciones es un tema que complica. Mi papá era súper estricto consigo mismo, él decía que era un hombre público, por lo que se debía a la ciudadanía y no tenía nada que ocultar, incluso en su patrimonio.
-Una persona austera como él, con una evidente capacidad de ahorro, ¿podría haber juntado tres mil millones de pesos o mil millones producto de sus ingresos del cargo?
-Imposible. Es imposible. Ahora, desde hace un tiempo a esta parte la corrupción ha afectado al país y las FFAA somos absolutamente permeables a lo que sucede en la sociedad. Todas las medidas que podamos tomar para protegernos de la corrupción son poco, porque somos permeables de todos los vicios que últimamente hemos conocido. Hoy se está más preocupado de tener que de ser y en las FFAA no están ajenos a ello.
También tenemos otro problema. Soy militar en retiro y participé del gobierno militar, al cual yo apoyé y defiendo, cuando se puede defender, pues hubo cosas buenas y malas. Una de ellas es que amnistió a los asesinos de mi padre, por lo que no puedo estar muy de acuerdo con aquella medida. Sin embargo, en materia económica el gobierno militar hizo cosas buenas, muy buenas. Pero lamentablemente para las FFAA fue nefasto, pues retrocedió en lo que estamos conversando (vicios), sobre todo porque no había control sino que autocontrol; pasaron problemas y hoy nos acostumbramos a vicios y a cosas que a lo mejor no estaban presentes antes. Lo que entonces era normal hacerlo, hoy día ya no es normal.
Esto sucede en la Iglesia Católica, los partidos políticos. ¿Dónde están los líderes hoy?, nadie mete las manos al fuego por ellos...
-No crea, hubo un parlamentario (Gustavo Hasbún) que las metió por el señor Longueira...
-(risas) Mira, sin ser de derecha yo apostaba a Longueira, sin tener ningún partido o color político, sino que militar cien por ciento. Sigo principios y valores, miro a personas... Pero en fin, mira en lo que está.
Hay otro problema no menor: la opinión pública hoy frente a los primeros rasgos de corrupción no perdona, va directo sobre las instituciones y no las personas. Y a veces se comete una injusticia y no esperamos el resultado de los juicios para condenar...
-Hace un momento afirmó que el comandante en jefe no solo debe serlo sino que parecerlo, pero ahora parece que denunciar corrupción es malo. Basta ver el mal uso de los fondos reservados del cobre, estamos hablando de miles de millones. ¿No es acaso legítimo que la gente se altere?
-Claro que sí. Nosotros (FFAA) le debemos a la sociedad total transparencia y la ciudadanía está en pleno derecho a juzgar, pero como seres humanos tenemos el defecto que al primer indicio prejuzgamos a personas y en eso nos equivocamos y después de mucho tiempo, cuando el tema se aclara, ya no interesa la inocencia, no vende.
La ciudadanía está en todo su derecho de colocar los instrumentos de control, pues invierte en seguridad y debe controlar en lo que está invirtiendo. Pero me preocupa la credibilidad de las instituciones, entre ella la del Ejército, al que quiero mucho. Pero por los pecados de uno o dos se afecta a todos. Es cierto que hubo un descontrol, nos relajamos un poquito y por otro lado hubo gente que se nos infiltró, lamentablemente. Baste ver lo que hizo el cabo en el tema (Milicogate). Pero por otro lado es bueno que pasen estas cosas.
-¿La corrupción al interior de la institución nace a partir de la dictadura por la falta de control, como señala, o era también un signo presente antes?
-La corrupción nace junto con la independencia. Los ladrones van a existir siempre y en todas partes, el tema es que estos hechos aislados de grandes cantidades de recursos que se han desviado, no tengo antecedentes que haya existido antes, menos un acto de corrupción como el que estamos viendo...
-¿Pero solo de ahora? Recuerde que en el caso Riggs el general Pinochet apareció ligado a millones de dólares defraudados... El caso Fuente-Alba...
-Pero eso no fue como comandante en jefe, eso es aparte, el caso Riggs es político... más allá de ese caso los comandantes en jefe del Ejército en la historia de Chile han sido probos, gente muy honesta, aunque pueden haber excepciones. Al caso actual (Fuente-Alba) no me voy a referir, porque está en tribunales. Pero en general los comandantes en jefe de la oficina se iban a su casa en su autito...
Me alegra que se sepan y pasen estas cosas. Ojalá que pase rápido, salga y se sepa todo, estamos a tiempo de subsanar las cosas. Es momento de transparentar, que los tribunales actúen y salgan estos malos personajes; el cáncer hay que erradicarlo de frentón. Tengo fe en mi Ejército.
-¿Qué tanto afectó el gobierno de Pinochet a las FFAA?
-Yo creo que eso ya es historia; los capitanes o tenientes de hoy lo toman como historia, un referente. No cabe duda que las FFAA tomaron el año 1973 una responsabilidad que no les correspondía, pues estoy convencido que -como decía mi padre-, las FFAA no son alternativas de poder, pero lamentablemente se vieron en la obligación de asumir. El año 70 mi padre no buscó enfrentar a la prensa para decir que las FFAA no eran alternativa, eso debía hacerlo otra persona, pero lo dejaron solo, vinieron las presiones y había que respetar lo que la elección popular dispusiera.
-Un poco de ficción: si su padre hubiera estado la noche del 10 de septiembre de 1973 en su cargo, ¿qué cree usted que hubiera hecho?
-Es difícil decirlo, hay que recordar que él generó la doctrina de prescindencia del Ejército, denominada doctrina Schneider, pero es probable que hubiera hecho lo mismo... Como lo hizo el 70 al afirmar que se respetaría la voz del pueblo...
-Pero cuidado, una cosa es creer que las FFAA debían intervenir en un país polarizado y otra muy distinta era hacer lo que hizo Pinochet, buscar exterminar a una parte de la sociedad...
-Sí, tiene razón, estoy en contra, total y absolutamente, de las violaciones de los DDHH, y eso con mayúscula. Ahí hay otro problema. Las FFAA fueron un instrumento de una política en ese minuto; cuesta explicar esto pero debe decirse. Estábamos engañados, se nos decía: allá están los malos y aquí los buenos. Había mucho odio, el MIR, Patria y Libertad, este país estaba polarizado en bandos extremos. Las FFAA aparecían como grandes salvadores y se decía que los marxistas iban a asaltar las poblaciones, etc. Estábamos convencidos de que iba a ser así, que tenían grandes armamentos, que los cordones industriales estaban armados... Bueno, sabemos lo que pasó.
Después del 11 de septiembre hubo excesos, con los que no estoy de acuerdo desde el minuto uno. Yo tenía 19 años, era subteniente, pero estábamos insertos en esa estructura de guerra, de odiosidad, de que había que hacer algo por el país. Hay que estar en ese momento para entender ese contexto histórico que es difícil de explicar especialmente a jóvenes, a quienes perdieron familiares, es difícil que lo entiendan...
-¿Cómo podría entenderlo una mujer como Anita González, a quien le arrebataron a cinco de sus familiares y hasta hoy están desparecidos? ¿Cómo pueden perdonar o entender?
-Ni yo ni mis hermanos ni mis hijos o familia nunca hemos sentido odio, hemos andado por la vida tranquilos, nos hemos desarrollado buscando salir adelante. A esa persona que perdió su marido, su hijo, quien sea, es muy difícil explicarle: "tienes que reconciliarte, perdona al otro"... Yo me siento en sus zapatos y plenamente los entiendo, pero lo que no entiendo es el rencor.
Si los que mataron a mi padre estuvieran en la cárcel estaría tranquilo, pero si uno de sus asesinos estuviera muriéndose preso a los 87 años, yo estaría de acuerdo en que se vaya a su domicilio. La justicia no es venganza. Ojalá la justicia sea para todos igual, pero una persona que está pagando por crímenes que cometió pero que ya no se acuerda por qué crímenes está pagando, porque está con Alzheimer, ¿qué hace en la cárcel esa persona?
Yo no voy a perdonar a los asesinos de mi padre, no los voy a perdonar nunca, por qué los voy a perdonar si no han pagado ni un minuto, están todos impunes, salvo uno que disparó (Melgosa) y un señor Viaux que estuvo preso dos años y luego exiliado, pero reitero, hemos mirado para adelante, no es bueno quedarse mirando para atrás.
-Disculpe, pero ¿usted va a ver a su padre al cementerio?
-Sí, claro, sí, sí...
-¿No les gustaría a los miles de chilenos que siguen sin saber dónde están los suyos, también visitarlos en un cementerio? ¿Cómo podrían no mirar hacia atrás?
-Sí, por supuesto.
Cada caso es un caso, a lo que me he referido es que miramos la vida sin afán de venganza, sin rencor. Yo entiendo a las personas que tienen desaparecidos, no cabe duda que es distinto al caso mío, pero otra cosa es apuntar con el dedo a una institución o a los militares. Yo no puedo decir hoy que los que eran del Partido Nacional (militancia de varios de los asesinos del general Schneider), derecha el año 70, son todos asesinos; habrán sido unos 30 o 50 los que conspiraron. ¿Con qué derecho puedo juzgar a todos por crímenes que cometieron unos pocos?
Entonces qué más puedo hacer que no sea denunciarlos por la prensa cada cierto tiempo o mandarles un recado con fuentes comunes. Como opción de vida he optado por mirar hacia delante, como familia, construir paz, este país debe mirar hacia delante, no puede estar mirando hacia atrás permanentemente.
-Álvaro Corbalán por medio de su abogado afirmó a Cambio21 que existía esa información, pero que se cambiaba por beneficios. Muchos de los violadores de DDHH tienen información de qué hicieron con los desaparecidos, de dónde están, qué pasó con ellos. ¿No sería un aporte a esa reconciliación partir por entregar la verdad?
-Como institución, y se ha dicho siempre, no se maneja información, menos los actuales mandos. Si el personaje (Corbalán) sabe algo, que lo diga, pero no existen archivos institucionales sobre la materia. Hay que recordar que existía la CNI y no era organismo del Ejército, sino que del gobierno, donde las cosas se hacían muy compartimentadas, la institución como tal no tenía antecedentes de lo que hacían esos organismos.
Claro que tengo la duda de que si existiera esa información, alguien supiera y se dijera, si esa persona que lo diga va a quedar muy exculpado de todo; yo creo que no y a su vez las familias que reciban esa información tampoco van a quedar muy tranquilas después de tantos años. De hecho pueden decir que se entrega ahora solo para exculparse.
-Como víctima, ¿qué le diría a las demás víctimas, al país?
-Diría como víctima de un crimen de DDHH -el primero después del asesinato de Diego Portales, y aunque no convenza a nadie-, que miremos hacia delante. El atentado a mi padre ha sido lo más impresionante que me ha pasado en la vida, se nos cayó el mundo... La vida nos cambió y al país a partir de allí también le cambio la vida.
Es difícil ponerse en los zapatos de los demás, pero si algo puedo aportar sería con un espíritu conciliador a esta sociedad chilena que está tan complicada. Este país es tan lindo que debemos tratar de sacarlo adelante. Entre todos. Tener fe en nuestras autoridades, tener fe en lo que estamos haciendo, es importante tener una visión futurista... Podemos salir adelante.
*Cómo murió René Schneider
René Schneider comandaba el Ejército al momento de la elección presidencial de 1970. Su apego a la legalidad y respeto de la elección popular "hasta las últimas consecuencias", como señaló, le costó la vida.
Un grupo de ultraderecha, durante una tentativa de secuestro -que buscaba la intervención de las FFAA para evitar que asumiera Allende-, disparó en su contra el 22 de octubre de 1970.
Los conjurados crearon la pantalla de ser un grupo extremista y ejecutaron múltiples atentados antes del crimen del general, del que culparon a la izquierda.
Schneider murió tres días después del atentado y sin lograr los criminales el objetivo por el que fue asesinado: Allende asumiría la presidencia. Los asesinos fueron luego indultados por el general Augusto Pinochet.
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