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martes, 30 de junio de 2020

Ministro Enrique Paris le puso la «lápida» a Piñera por su salida a comprar vinos

Ministro Enrique Paris le puso la «lápida» a Piñera por su salida a comprar vinos

Se mostró molesto el doctor con la actitud del Presidente en medio de la pandemia, debido a que no está siendo un ejemplo para el resto de los chilenos.
El ministro de Salud, Enrique Paris, fue entrevistado por Radio Futuro en el que analizó los diversos comportamientos erráticos del presidente Piñera, quien este sábado salió a comprar vinos a un local en Vitacura.
El secretario de Estado no tuvo piedad para criticar la forma y fondo del mandatario, y aseguró que «la prudencia es una de las características de cada persona. A lo mejor el Presidente se va a molestar, pero bueno, lo voy a decir: creo que hay que medir las consecuencias de los actos que uno lleva a cabo como autoridad».
«Yo sé que ha dicho que ‘no lo volvería a hacer’, pero tiene todo el derecho de comprar un queso, un baguette y una botella de vino. Si eso no es un pecado», agregó.
“Él tiene la posibilidad o autorización de circular, porque es la máxima autoridad del país. La Constitución lo autoriza, incluso en Estado de Excepción. Pero también piensa en la gente que cómo no va a tener derecho de comprar un poco de queso, de pan o de vino”, añadió.
Sin embargo, Paris destacó que «como se dice, el rey o la máxima autoridad en este caso, debe dar el ejemplo. Se lo decía Julio César a su mujer: no solo hay que serlo, sino que parecerlo».
Este lunes, en su vocería diaria, el ministro de Salud comentó que Piñera “no contravino ninguna norma (…) su desplazamiento no está limitado a un estado de excepción”.

Compra de cámaras para Carabineros desata investigación por corrupción contra Katherine Martorell

Compra de cámaras para Carabineros desata investigación por corrupción contra Katherine Martorell
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  • martes 30 junio de 2020 | Publicado a las 04:00
    La Subsecretaría de Prevención del Delito convocó a una licitación para adquirir cámaras corporales a Carabineros y ganó la multinacional Motorola con poco más de 378 millones de pesos. Las bases del concurso establecían que el aparato debía contar obligatoriamente con la función de “pre y post grabado”. Si carecía de este último sistema, el oferente quedaba excluido. Pero no ocurrió así y una de las empresas que no llegó a la final se querelló por delitos de corrupción en contra de la subsecretaria Katherine Martorell (RN), acusando un entramado criminal -señala la acción legal- para favorecer a Motorola. Aún cuando la autoridad asegura que todo se ejecutó bajo las normas de probidad, hay hechos que parecen no coincidir. Uno de ellos, es que los archivos subidos por la multinacional a Mercado Público cuando se valoró su oferta, no mencionan al mecanismo digital requerido. Por el contario, aparecieron dos PDF’s creados con posterioridad a la revisión de la propuesta donde se establecía que las cámaras sí contaban con “pre y post grabado”. Martorell aseguró que se trata de un problema “semántico y no real”. El caso puede llegar al Consejo de Defensa del Estado, organismo que podría evaluar una querella por fraude al fisco. La trama, repleta de recovecos técnicos y administrativos, fue revisada de punta a cabo y la revela la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.
    El pasado 11 de marzo la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell (RN), adjudicó una licitación a la empresa Motorola por más de $378 millones adquiriendo así 300 cámaras corporales para Carabineros.
    Sin embargo, lo que pudo ser un concurso más, se convirtió en un dolor de cabeza para Martorell, luego que la firma Pegasus -uno de los oferentes excluidos- interpusiera una querella en su contra por delitos de corrupción en el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago y que incluye a los cinco miembros de la Comisión Evaluadora. El libelo ya fue admitido a tramitación y enviado a la Fiscalía Centro Norte.
    La firma -representante de la multinacional Hytera– acusó que hubo un verdadero entramado criminal de falsificaciones, prevaricación y fraude al fisco en la entidad, con el único fin de favorecer a Motorola.

    Lea la querella

    Y es que a juicio de los querellantes las captadoras de imágenes vendidas por la multinacional, poseen solo “pre grabado”, en circunstancias que las bases de licitación establecían, además de este último requisito, el “post grabado”.
    El sistema opera así: un funcionario de carabineros calza la cámara en el chaleco antibalas y una vez encendida, comienza el sistema de pre-grabado de 120 segundos que se almacenan en una memoria temporal. Si activa la grabación normal los 120 segundos anteriores se adosarán al video. El post grabado, en tanto, implica que una vez que el efectivo presiona el botón para terminar el registro, de forma automática corren otros 120 segundos, que se agregan al final de la captación, convirtiéndolo en un solo archivo. Ahí, nuevamente el pregrabado se reinicia.
    Básicamente la fórmula permite obtener mayor cantidad imágenes para presentarlas en investigaciones judiciales, ya sea en casos de delincuencia o violencia policial.
    El pregrabado sí lo posee la cámara Motorola, de acuerdo a la información publicada por la propia empresa en su sitio web de noticias y en los documentos que subió el portal Mercado Público como participante de la licitación, pero el post grabado no aparece por ninguna parte.
    Los hechos descritos en la querella, podrían tratarse del típico caso: la empresa que no ganó inicia acciones legales inclinen la balanza a su favor y ganar el concurso . No obstante hay detalles llamativos. La misma Pegasus presentó un recurso de reclamación a Martorell el 16 de marzo, argumentando anomalías en la adjudicación, toda vez que su propuesta era $131 millones más barata que Motorola. Y que por cierto cumplía con todos los requisitos, agregó en la presentación.
    La respuesta de la subsecretaria -el pasado 28 de abril- fue rechazar las alegaciones formuladas por la firma y aseguró que las cámaras contaban con pre y post recording. Y agregó que para mayor abundamiento los funcionarios evaluadores de las ofertas buscaron en internet información técnica, para confirmar que el sistema tecnológico ofertado por Motorola era real.
    Para justificar el razonamiento, entregó direcciones web, donde supuestamente los revisores encontraron la información el 6 de marzo. Tal como lo comprobó este medio, al buscar los folletos digitales efectivamente aparece que la cámara cuenta con el requisito, lo que se contrapone a la información que entregó Motorola para la licitación. En otras palabras, se trata de un mismo modelo de cámara con dos fichas técnicas contrarias entre sí.
    Sin embargo, un detalle informático derivó en que las sospechas de Pegasus cobraran mayor peso, porque al revisar los “metadatos” de los dos PDF’s, descubrieron que la creación de ambos mantenía data del 25 de marzo y el 16 de abril de este año. Es decir, cuando la reclamación de la recurrente estaba en plena redacción para ser respondida.

    Semántica

    La subsecretaria Martorell al ser consultada por el hecho aludió a que Motorola entregó un certificado que exponía con claridad que la cámara adquirida tenía instalado el sistema requerido en las bases de licitación
    El documento que mencionó Martorell fue enviado a este medio por el coordinador tecnológico de la entidad, Nelson Donoso, pero se trata un informe que revelaba una prueba de resistencia a la cámara, conocido como post drop (post caída) y no el “post grabado”.
    Como sea, Martorell insistió en que todo el procedimiento se apegó íntegramente a los principios de probidad administrativa y que el problema de que exista o no post recording en los folletos del producto comprado y en las bases del concurso, es un problema de carácter “semántico y no real”.
    “(…) en mi opinión si es que el certificado que entregan demuestra el post grabado, no lo dice literal y en eso estoy de acuerdo con usted. No está escrito función de pre y post grabado, pero sí tiene la función. Si se escribieran literalmente las expresiones utilizadas en las bases sería el mejor de los mundos, pero eso no pasa en la generalidad de las licitaciones”, reflexionó.
    Pese a los dichos de la funcionaria, hay un elemento adicional: en el sitio de noticias de la propia Motorola, el 18 de junio pasado, se publicó una crónica, donde se detalla que el dispositivo tiene solo una ventana de “pregrabación”.
    La siguiente es una trama plagada de complejos recovecos técnicos y administrativos propio de las compras públicas y que al menos hasta ahora parece indicar dos cosas.
    La primera: se pagó por algo que tenía menos capacidades que los requerimientos de las bases de licitación y los funcionarios de Carabineros registrarán y detendrán la grabación sin preocuparse por esos 120 segundos restantes que podrían cambiar más de alguna historia judicial para bien o para mal.
    La segunda: es que el gran perdedor de este concurso fue Smart Partners, representante de Axon, la misma empresa que a principios de año vendió también a la policía uniformada otras 300 cámaras -vía trato directo- por más de $463 millones y, al menos dentro de la subsecretaría, era un secreto a voces que se quedaría con el premio. Pero no fue así porque su oferta económica se pasó apenas unos cuantos pesos.
    La complicación para Martorell es que el Ministerio Público está obligado a enviar los antecedentes al Consejo de Defensa del Estado (CDE) para que evalúe los antecedentes y una eventual querella por fraude el fisco. Y ello porque no está claro si las cámaras con “pre recording” -y no con “post recording”- eran más baratas por las que el fisco pagó $378 millones o si, eventualmente, eligió esta última opción por alguna decisión hasta ahora hasta ahora desconocida.
    La historia, los documentos y la revisión íntegra del proceso de licitación -de punta a cabo- la revela la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.

    De punta a cabo

    Todo ocurre en un período de tres meses. El 29 de enero de 2020 la Subsecretaría de Prevención del Delito, dirigida por Katherine Martorell (RN) convocó a una licitación para adquirir 300 cámaras corporales para Carabineros.
    Las bases de este concurso fueron publicadas en el portal Mercado Público, al que postularon ocho empresas: Entel, Pegasus, Motorola, Raylex, CTS Global, DRV Ingeniería, Incotel y Smart Partners que representa a la firma Axon, cuyos productos ya son utilizados por la policía uniformada desde principios de año.

    Lea las bases

    Las compañías entregaron sus propuestas técnicas y económicas para que la Comisión de Evaluación resolviera, en primera instancia, si cumplían con los requisitos formales establecidos. Ese era un primer filtro. Si lo sorteaban, recién serían revisados como oferentes, lo que les permitiría entrar a la recta final donde la autoridad superior decidiría.
    El grupo de profesionales que integraron la instancia fueron Constanza Benvenuto, jefa del Departamento de Gestión Territorial, con estudios como trabajadora social; Miriam Muñoz, jefa del Departamento de Planificación Control y Gestión Institucional y trabajadora social y Camilo González, ingeniero civil industrial. Se suman Cristián Fonseca Zagal y a la abogada Constanza Pualuan.
    La revisión de los antecedentes comenzó el 6 de marzo pasado y los evaluadores debían guiarse por las bases de licitación que contiene normas estrictas para excluir a cualquier participante que incumpliera con alguno de los requisitos.
    Uno de los principales requerimientos técnicos -entre otros- era que las cámaras contaran -obligatoriamente- con un sistema de “pre y post grabado” de 120 segundos, respectivamente.
    Explicado en simple, la cámara siempre está grabando, pero archiva sólo los últimos 120 segundos en una memoria de almacenamiento temporal (buffer) y lo anterior es borrado a medida que avanza el tiempo, dando inicio a otros 120 segundos y así sucesivamente.
    Por ejemplo, cuando un carabinero decide que es momento de registrar un procedimiento cualquiera, puede activar el aparato presionando el botón central de la cámara, dando inicio a un tipo de grabación distinto y que se archiva en la memoria interna. Si detiene este tipo de registro, y grabó por un lapso de 5 minutos, con los 120 segundos previamente captados, el video final durará 7 minutos.
    El post recording, en tanto, significa que la cámara, una vez que dejó de grabar y archivar en la memoria interna, graba dos minutos más de forma automática. De esta manera la extensión del video alcanzará a 9 minutos.
    Y lo que ocurrirá nuevamente, es que la función pre-recording volverá a operar. Como se trata de una cámara segura, resistente a las caídas, agua, es muy difícil alterar el archivo de video, lo que permite mejores evidencias para una investigación del Ministerio Público, ya sea se trate de delincuencia o violencia policial.
    De hecho, la misma Subsecretaría de Prevención del Delito -en las preguntas aclaratorias del concurso alojado en Mercado Público- lo definió así: “(la cámara) Debe tener la capacidad de almacenar audio y vídeo con una duración de al menos 120 segundos antes y después de la activación/finalización de la grabación”, tal como puede verse en la imagen siguiente.
    La utilidad del método digital puede graficarse con el crimen del comunero mapuche Marcelo Catrillanca, ocurrido el 14 de noviembre de 2018 en La Araucanía. En esa oportunidad uno de los carabineros involucrados borró el contenido de la cámara Go-Pro que portaba para eliminar evidencia.
    En concreto, la situación pudo ocurrir así: el autor de los tiros que terminaron con la vida de Catrillanca comenzó a grabar la escena, pero momentos antes decidió detener el registro para disparar y no dejar registro, pero esos 120 segundos de post recording, pudieron cambiar la historia.
    El problema con las cámaras adquiridas por la Subsecretaría de Prevención del Delito, es que Carabineros podrá tener en un video 120 segundos grabados después que termine un operativo. Es decir, una vez detenido el registro, los otros 120 segundos automáticos estos no existirán, sino que deberá reiniciar otro video para fijarlo en la memoria material del aparato. De esta manera el alcance de esta nueva tecnología requerida por la autoridad operará a medias.
    Por unos pesos demás
    El mismo 6 de marzo de 2020, la Comisión de Evaluación entregó su informe, tal como consta en el documento al que accedió este medio. De los ocho participantes, seis quedaron excluidos, fundamentalmente por supuestas falencias en la oferta técnica y la instancia optó por dejar solo a dos licitantes en carrera.
    De acuerdo al acta firmada por los cinco supuestos expertos, las mejores alternativas eran Smart Partner -que alcanzó un ponderado de 92,87 puntos- a diferencia de los 62,20 de Motorola, que en los documentos comerciales almacenados en la plataforma de compras pública.s no detalla en ninguna parte que la cámara ofrecida cuenta con “post recording”.
    Entre ambas compañías seleccionadas, eso sí, había una diferencia: el precio. Incluyendo impuestos, Smart partners ofertó poco más de $463 millones, mientras que la Motorola ofreció una cifra levemente superior a los $378 millones.
    Con los datos en mano, la subsecretaria Martorell se vio obligada a elegir a Motorola, ya que solo contaba con $440 millones de la billetera fiscal, tal como establece el Certificado de Disponibilidad Presupuestaria, fechado el 9 de marzo pasado.
    La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío cruzó información de esta licitación y descubrió varios hechos irregulares.
    Por ejemplo, el punto 5.3 de las bases del concurso indica expresamente que cualquier oferta económica que “excediera el presupuesto disponible” sería excluida por la Subsecretaría, apenas ocurrida la apertura electrónica.
    Pues bien, el Acta de Evaluación está fechada el 6 de marzo de 2020 y el certificado presupuestario el 9 del mismo mes. En otras palabras, se colige que la comisión revisora conocía de antemano el dinero disponible.
    Se suma a ello un elemento adicional. En el mismo documento, el comité de expertos cita la resolución exenta Nº2494 del 30 de diciembre de 2019, en la cual se detalla que el presupuesto máximo para la licitación que ganó Motorola era precisamente de $440 millones.
    Debido a lo anterior, Smart Partners (Axon) nunca debió ser evaluada desde el punto vista técnico ni menos quedar en la final del concurso, ni incluido en el cuadro de honor de los oferentes seleccionados. En otras palabras, se le permitió superar esa evaluación pasando por alto las bases de la licitación.
    Con los datos entregados por los especialistas, la única chance que tenía Martorell de que Carabineros contara con cámaras de última generación, era elegir a Motorola. Y así ocurrió el 11 de marzo de 2020, a través de la resolución adjudicatoria Nº 493.
    El gerente general y representante legal de la favorecida, Alberto Valdivieso, de seguro estaba feliz. En lo estrictamente formal conoció a Martorell el 8 de agosto de 2018 a las 16.10 horas.
    De acuerdo al resumen de la audiencia que consta en el portal Info Lobby del Consejo para la Transparencia, Valdivieso le explicó que la compañía contaba “con tecnología para combatir la delincuencia, prevenirla incorporando (…) cámaras (…)”.
    La adjudicación a Motorola fue un balde de agua fría para los representantes de Axon. Y esto porque era un secreto a voces que esta última sería la ganadora de la licitación, luego que a principios de 2020 vendiera 300 cámaras de última generación a Carabineros por poco más de $464 millones de pesos vía trato directo. Es decir, un valor “casi” igual a lo ofertado en la Subsecretaría de Prevención del Delito.
    La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío revisó el portal de Mercado Público con el RUT de la multinacional para conocer su experiencia en la venta de cámaras con entidades del Estado. La búsqueda arrojó como resultado que era la primera vez.
    En la plataforma también aparece que la compañía -en abril pasado- firmó un contrato por más $459 millones, con la Jefatura Nacional de Inteligencia de la PDI proveyendo radiocomunicadores.
    Sin duda, el hecho fue un triunfo para Alberto Valdivieso, quien mostró las bondades de sus productos el 30 de diciembre de 2019, en una reunión que sostuvo junto al prefecto Daniel Moraga, a cargo de la Jefatura Nacional de Innovación y Tecnologías de la Información de la PDI. En el encuentro abordaron “temas relacionados a (…) telecomunicaciones”, como se lee en el portal donde quedan registradas las audiencias con funcionarios públicos.

    Detalle y respaldo

    De las seis empresas que la Comisión Evaluación que la subsecretaría excluyó del concurso, cinco no cumplían los requisitos de los 120 segundos para el “pre y post recording”, salvo Pegasus que en ese aspecto estaba en regla.
    La firma ofertó $202 millones de pesos para ganar el concurso -es decir $131 millones menos que Motorola-, pero quedó fuera de carrera por dos supuestas inobservancias en la oferta técnica que subió a Mercado Público.
    La primera de ellas porque “no detalló ni respaldó” que las cámaras compartieran imágenes “en ciertos períodos con entidades externas”, como lo establecían las bases.
    Y segundo, porque “no detalló ni respaldó” contar con funciones para difuminar rostros (por ejemplo, si en las grabaciones hay menores de edad) o áreas específicas del video. Todo ello, debía estar completo en el anexo AT3.1. Esta afirmación de los expertos no da cuenta si son las cámaras las que debían contar con el bottadom de caras o bien el software que se utiliza para editar los videos.
    La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío revisó punto por punto esta decisión y halló nuevas inconsistencias.
    Sobre Pegasus la Comisión de Evaluación dijo que la firma fue consultada sobre los supuestos incumplimientos, en un área conocida en el mundo de las compras públicas como el “foro inverso”, donde se inquiere sobre aspectos que pudieran requerir aclaración. A Motorola, en tanto, le pidió confirmar el plazo en que pondría a disposición los productos si es que ganaba, ya que en el “Anexo de Entrega Total” que ingresó a Mercado Público, la respuesta no existía.
    Volviendo a Pegasus, los revisores le pidieron detallar todas las características del producto, pese en esta fase solo debía “declarar” que sí cumplía los requisitos.
    De todas formas, la firma respondió y agregó -aun cuando no era obligatorio- un certificado de la multinacional Hytera, a la que representaba.
    Este medio también revisó si el anexo AT3.1 estaba incompleto o no detallaba las características íntegras del producto. El resultado es que tiene 14 páginas con una puntillosa descripción de la cámara y que coinciden con los requerimientos de las bases de licitación.
    Desde la subsecretaría -se explicó- que a Pegasus se le requirió un sitio web donde Hytera mantuviera la información completa de los productos, pero no lo hizo. Y que solo presentó una declaración jurada simple, en la que señalaba que los productos ofertados constaban de las características solicitadas en la licitación.

    El contrato cero

    Luego que el 11 de marzo la subsecretaria Katherine Martorell adjudicó la licitación a Motorola, cinco de los seis oferentes excluidos en primera instancia (sin contar a Smart and Partners) comprendieron que la decisión estaba tomada y no había vuelta atrás.
    Sin embargo, el 16 de marzo Pegasus ingresó un recurso de reposición ante la Subsecretaría, en el que argumentaba que hubo anomalías graves en el proceso, solicitando que se revocara la decisión ya que por precio y cumplimiento de las bases, debió ser la elegida.
    Básicamente, arguyó que el producto de Motorola carecía del post recording, tal como establecían los folletos comerciales subidos a Mercado Público.
    Mientras un equipo de la Subsecretaría de Prevención del Delito preparaba la respuesta a Pegasus, Katherine Martorell firmó el decreto exento Nº 406 aprobando el contrato con Motorola.
    El acuerdo de voluntades consta de 96 páginas donde se describen los alcances y responsabilidades de ambas partes y también las características que deben tener las 300 cámaras en “los términos contenidos en la propuesta entregada por la empresa”.
    A renglón seguido, agrega cuáles son las características obligatorias de los aparatos adquiridos y “que al menos debe ajustarse a los mínimos siguientes”.
    En el listado que sigue en la página 5, uno de los requisitos inevitables era precisamente “pre and post recording”.
    Al contrato mencionado se le adosó la propuesta técnica presentada por Motorola en la licitación, fechado el 28 de febrero de 2020. De su lectura se colige que el requisito exigido tampoco aparece.

    El PDF sorpresa

    La subsecretaria Martorell respondió formalmente al recurso de Pegasus el 28 de abril mediante la resolución 731. En ella rechazó las alegaciones de la firma, señalando que la revisión de antecedentes se apegó íntegramente a las bases y la legalidad vigente.
    Para justificar el razonamiento administrativo, la autoridad explicó que las cámaras Motorola sí contaban con el sistema “post recording”, ya que los evaluadores -el 6 de marzo de 2020- googlearon en internet y visitaron el sitio de la empresa donde supuestamente hallaron dos documentos. El primero una ficha técnica (o datasheet) y un folleto (o brochure), para confirmar y cerciorarse que todo era cierto. Esta búsqueda no quedó refrendada en el acta.
    En el documento firmado y visado por Martorell citó una frase que contendría el folleto. Sigue así: “Full-shift pre/post-record, with up to minute pre/post-recording buffer.”
    Al buscar el Internet lo anterior, lleva a una página de Motorola del mismo producto ofertado por la multinacional que -a diferencia de los papeles subidos para la licitación- sí aparece impreso que la cámara cumple con el “post recording”.
    El dictamen de Martorell agregó además una dirección web, en que también Motorola detalla la característica ya señalada.
    En este último documento digital, se lee que el “post grabado” está integrado como tecnología.
    Este medio buscó información en la red sobre las cámaras que Motorola ofertó y vendió al Estado.
    Por ejemplo, en el sitio de noticias de la empresa hay una crónica redactada por su departamento de comunicaciones, fechada el pasado 18 de junio. En ella, valora la adquisición de la Subsecretaría de Prevención del Delito y los alcances de esta innovación para el trabajo de Carabineros.
    La nota periodística detalla así las bondades del producto: “Las cámaras tienen una ventana de pre grabación de hasta dos minutos. Esto significa que están permanentemente registrando imágenes, y, cuando se activa el botón de grabación, guarda las imágenes que se registraron hasta dos minutos antes”.
    Incluso aparece, en otra web de la misma compañía, información sobre la ya mentada cámara con el mismo modelo y nuevamente carece del “post recording”.

    ADN digital

    La Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, indagó los metadatos de los archivos que aparecen citados en la resolución firmada por Martorell y el primero de ellos fue creado el 25 de marzo pasado y el segundo el 16 de abril.
    En otras palabras, no son los mismos que tuvo a la vista Comisión de Evaluación -el 6 de marzo de 2020- y aparecen creados por primera vez entre el reclamo de la empresa del 16 de marzo, la firma del contrato y la resolución rubricada por Martorell el 28 de abril que rechazó el reclamo de Pegasus.
    Este medio también revisó los metadatos de los archivos que Motorola subió al portal de Mercado Público, y supuestamente el panel de expertos analizó. Su creación es del 25 de febrero de 2020, es decir, poco días que se cerrará la recepción de antecedentes para participar en la licitación.
    En resumen: a distintas fechas, distintos documentos sobre un mismo modelo de producto.

    Delitos de corrupción

    La resolución 731 llegó a manos de Pegasus el 1 de junio pasado y recién ahí sus ejecutivos tomaron conocimiento que los evaluadores habían revisado en internet para corroborar y sumar mayores detalles a la presentación de Motorola, sin que en el Acta de Evaluación quedara establecido. La firma también revisó los metadatos de los archivos y viró de inmediato hacia una estrategia judicial.
    El hecho derivó en una querella en contra de Martorell y los evaluadores por delitos de corrupción ante el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago.
    Los ilícitos que invoca la acción legal -que ya fue acogida a tramitación- son fraude al fisco, falsificación de instrumento público y prevaricación administrativa.
    En el libelo la abogada Monserrat Rodríguez, patrocinante de Pegasus, explica que al interior de la Subsecretaría de Prevención del Delito se usaron artimañas delictuales de variada índole para dejar fuera a su cliente.
    “Este proceso licitatorio, absolutamente viciado, sólo buscaba esconder un trato directo, en perjuicio del erario nacional, disfrazando o simulando una licitación pública. La referida resolución exenta N°731 contiene una falsedad en sus dichos, con el objeto de entregar una apariencia de legalidad a un proceso encubierto de trato directo, a un costo mayor para el Estado, con el sólo ánimo de defraudarlo”, se lee en la presentación.

    Una cuestión semántica

    En conversación con la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, Martorell descartó que existieran anomalías en el actuar de la comisión y que la decisión de comprar las 300 cámaras a Motorola fue acertada.
    “Tengo la absoluta certeza de que aquí no ha existido la intención de defraudar. Confío plenamente en los funcionarios que han trabajado en esta licitación. Confío también en las decisiones que se han adoptado porque para mí la probidad es clave”, aseguró.
    Martorell reconoció que las bases de licitación dicen claramente “pre y post grabado” como requerimiento exclusorio. Asimismo, indicó que Motorola, agregó un certificado que -a su juicio- clarificar que los aparatos contaban el sistema de registro digital solicitado.
    El documento al que hace mención Martorell fue enviado a este medio por el coordinador de tecnología de la entidad, Nelson Donoso. Sin embargo, en él no se confirma que la cámara tenga la variante tecnológica. Por el contrario, se trata de dos hojas donde se explica que el aparato fue sometido a un test de estándar militar estadounidense (MIL-STD-810, Environmental Engineering Considerations and Laboratory Tests) donde se expuso al equipamiento, para acreditar la durabilidad y resistencia del mismo en condiciones extremas.
    Al revisar el contenido del certificado la única palabra “post” está relacionada con “drop” y no “recording”. Post Drop, para efectos de la licitación de la Subsecretaría, significa que la cámara fue evaluada luego de someterla a una caída y siguió grabando después del golpe.
    Martorell insistió en que el documento acredita que los productos de Motorola están en regla: “(…) en mi opinión si es que el certificado que entregan demuestra el post grabado, no lo dice literal y en eso estoy de acuerdo con usted. No está escrito función de pre y post grabado, pero sí tiene la función. Si se escribieran literalmente las expresiones utilizadas en las bases sería el mejor de los mundos, pero eso no pasa en la generalidad de las licitaciones”.
    ¿El problema es semántico y no real, subsecretaría?
    – Yo estoy convencida que es de tipo semántico y no real. La cámara tiene, tuvo y presentó (con un certificado) la función de post grabado.
    Respecto del libelo en su contra por delitos de corrupción, Martorell dijo que evalúa acciones legales en contra de la empresa Pegasus.
    “Me parece indignante. Nunca he tenido ningún acto cercano a la corrupción. La probidad es parte de la forma en cómo he desarrollado mi función pública, siempre. Y en el servicio público la probidad es el desde. Estoy evaluando acciones criminales y también civiles, porque el daño a la honra que se está haciendo a las personas que trabajan en la Subsecretaría de Prevención del Delito y a mí, no las voy tolerar porque no tienen ningún tipo de asidero”, concluyó.
    Este medio envió 30 preguntas a Motorola requiriendo información sobre las características de las cámaras que entregaron a Carabineros, pero hasta el cierre de esta edición seguían evaluando las consultas.

    Lea las preguntas a Motorola

    lunes, 29 de junio de 2020

    Para entender el entramado de escuchas y aprietes de la era Macri

    Cómo funcionaba la red de espionaje macrista

    Las operaciones de inteligencia están siendo investigadas en doce causas judiciales distintas. Aquí, el detalle de los personajes, los organismos y la mecánica puesta en juego para espiar a opositores, aliados y periodistas.
    El juez Federico Villena, a cargo de la investigación principal del entramado de espionaje.
    El juez Federico Villena, a cargo de la investigación principal del entramado de espionaje. 
    El grupo de espionaje ilegal Super Mario Bros reportaba, por una vía, al director de Operaciones Especiales de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), y por otro lado, a través del secretario personal, directamente a Mauricio Macri. El falso abogado Marcelo D'Alessio, que espiaba y armaba causas judiciales, también reportaba a través de dos comisarios a la AFI y se manejaba con el aparato judicial y mediático. Las cámaras y micrófonos colocados en el penal de Ezeiza para espiar ilegalmente a los detenidos, sus abogados y familiares, reunían material que recolectaba el Servicio Penitenciario Federal y lo mandaba a la AFI, que a su vez lo distribuía en programas de periodistas amigos. El espionaje al Instituto Patria y al domicilio de Cristina Fernández de Kirchner lo hacía directamente la AFI; los mails de políticos opositores se hackeaban desde la AFI; los periodistas que cubrirían la cumbre del G-20 fueron investigados por la AFI; mientras que al juez Luis Carzoglio dos funcionarios de alto rango de la AFI le exigieron que detuviera a Hugo y Pablo Moyano. Todo este entramado está siendo investigado en doce causas judiciales distintas y demuestra que no hubo maxiquioscos ni patrullas perdidas que hacían operaciones, sino una política instrumentada por el gobierno de Mauricio Macri. La estrategia consistió en tapar la feroz política económica, la fuga de divisas, el endeudamiento, el aumento de tarifas, la inflación. Y cubrir todo con el producto de operaciones de inteligencia, denuncias explosivas, armado de causas judiciales y show mediático.

    Primeros

    El primer detenido --el ex director de Operaciones Especiales de la AFI, Alan Ruiz-- y el primer arrepentido --uno de los agentes que supo del espionaje al instituto Patria y el domicilio de CFK-- se produjeron en la causa que instruye el juez Juan Pablo Augé y los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide.
    El expediente se inició de manera escandalosa. Un agente de la AFI dijo que escuchó a dos personas en la plaza de Avellaneda. En el diálogo, los desconocidos dijeron que se venía la cumbre del G-20 (noviembre de 2018), que por lo tanto las fuerzas de seguridad estaban ocupadas y que era buen momento para atentar con CFK.
    Dado que los individuos --que nunca se supo quiénes eran ni en qué fuerza "anarquista" militaban-- mantuvieron el supuesto diálogo en Avellaneda, "correspondía" hacer la denuncia en Lomas de Zamora. El magistrado interviniente, Federico Villena, autorizó que se protegiera a CFK, claro que nadie le avisó a la expresidenta y todo se hizo de manera clandestina. O sea que el diálogo de la plaza no existió, la denuncia fue trucha y todo consistió en una burda maniobra para espiar a CFK y determinar con quién se reunía y con quién hablaba. Villena dice que fue engañado por la AFI, se excusó en la causa y será testigo.

    Trotyl I

    En el juzgado de Villena, mientras tanto, se investigaba una banda de narcotraficantes que, entre otros, manejaba un tal Sergio Verdura Rodríguez. El individuo terminó detenido y contó que un abogado lo había reclutado para hacer "trabajitos" para la AFI. Por ejemplo, colocar una caja con trotyl en la puerta de un edificio de la avenida Callao, donde había vivido un secretario del Ministerio de Defensa, José Luis Vila.
    El seguimiento a Melo confirmó que visitaba varios puntos de venta de droga, pero no resultaba fácil constatar que participó de la amenaza --el trotyl no estaba preparado para explotar-- contra Vila. Sin embargo, en el celular del abogado se encontró un archivo llamado susto.ar sobre la amenaza al exfuncionario. Ante la Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia, cuyo titular es Leopoldo Moreau, Melo admitió que trabajaba para la AFI y para un grupo de espías que se autodenominaba Super Mario Bros, aunque negó su participación en lo del trotyl. Lo encontrado en su celular le jugará en contra.

    Trotyl II

    La operación contra Vila tiene su propia causa judicial, que instruye el juez Sebastián Ramos, en Comodoro Py. El magistrado entendió que debía seguir investigando el juzgado de Lomas porque detrás de la amenaza hubo una organización más vasta integrada por narcos y agentes de la AFI y las operaciones empezaron antes.
    Pero el aparato de Comodoro Py, siempre del lado de Cambiemos, jugó sus fichas. El fiscal Guillermo Marijuán apeló la decisión de Ramos y el camarista Rafael Llorens le dio la razón: dijo que el expediente debía quedar en Py. Ahora parece que Marijuán pide toda la causa de Lomas: el edificio de Retiro no quiere que nadie investigue sus vínculos con la AFI y el show mediático.

    Super Mario Bros

    La trama narco-inteligencia de Verdura y Melo llevó al análisis de los teléfonos de este último y la actuación del grupo de la AFI denominado, como su grupo de whatsapp, Super Mario Bros. En escena aparecieron entonces otros dos integrantes principales de la banda, los policías Leandro Araque y Jorge “El Turco” Sáez, este último con paso por el Servicio Penitenciario.
    En el celular de Araque, que llevaba seis meses secuestrado en un juzgado, se encontraron unos 2500 archivos de seguimientos y escuchas a políticos macristas, opositores, periodistas, dirigentes gremiales y hasta el obispo Jorge Lugones, amigo del papa Francisco. Como frutilla del postre, también espiaron a Florencia Macri, la hermana menor de Mauricio, y a su pareja, Salvatore Pica. Todo se hizo con el mismo cuento: que era para proteger a la chica, claro que sin avisarle. En cambio, contactaron a un arquitecto que estaba haciendo reformas en una casa de enfrente y desde ahí sacaban fotos y vigilaban.
    Lo mismo hicieron hasta con los propios aliados de Macri, entre ellos Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Emilio Monzó y Nicolás Massot. El objetivo fue ver con quién se reunían.
    Los jefes de Super Mario Bros recibían órdenes de Alan Ruiz --detenido en la otra causa--, que a su vez decía obedecer a Gustavo Arribas, titular de la AFI. Pero el grupo también se reunía en Casa Rosada con Susana Martinengo, coordinadora de Documentación Presidencial. Hay escuchas que indican que Martinengo le pasaba los informes a Darío Nieto, secretario presidencial, y éste a Macri.

    Cables

    Las andanzas del expenitenciario Jorge “El Turco” Sáez hicieron que la mirada del juez Villena se posara rápidamente en el Servicio Penitenciario Federal (SPF), porque Super Mario Bros evidenciaba relaciones con el SPF. A través de una penitenciaria que se presentó en el juzgado fue quedando en claro que el Area 50, inteligencia del SPF, y la Dirección de Seguridad, se había concretado una enorme operación de espionaje sobre los detenidos --ex funcionarios del gobierno de CFK y empresarios-- en el penal de Ezeiza, también en Melchor Romero y posiblemente en Marcos Paz. El juez ordenó los allanamientos y se encontraron cables y restos del tendido de espionaje.
    Toda la operación fue siniestra: se espiaba a los presos en sus celdas, en los salones donde se reunían con los abogados y hasta en los encuentros con sus parejas y familias. Había una clasificación de cada uno de los detenidos --semáforo rojo, anaranjado o verde, según su importancia-- y un protocolo que le indicaba a los agentes que debían informar si había quiebres en la familia, peleas en las parejas, las tácticas de la defensa y las estrategias empresarias.
    El objetivo era quebrar a una parte de los detenidos, lograr que se "arrepientan" y declaren contra CFK o contra el peronismo, y en el caso de los empresarios, que entreguen sus empresas.

    Celda

    En la causa de Lomas se confirmó que uno de los objetivos de Macri y de la AFI macrista era meter presos a Hugo y Pablo Moyano. El expresidente decía que los camioneros encarecían la logística argentina y, desde una mirada empresaria, apuntaba contra los dirigentes gremiales con las herramientas que fueran: judiciales, de espionaje y mediáticas. Al punto de que el juez Villena encontró evidencias de que ya se había preparado una celda, con cámaras y micrófonos ocultos, para alojarlos.
    El abogado Facundo Melo, de Super Mario Bros, contó que se tuvo que ir de la AFI porque no estuvo dispuesto a obligar a uno de sus defendidos, barrabrava de Independiente, a declarar contra los Moyano.
    En la semana que pasó, Pablo presencialmente y Hugo por Zoom, estuvieron con el juez Villena. El dirigente camionero y su abogado, Daniel Llermanos, explicaron que vieron grabaciones, seguimientos y hasta el armado de material de programas de televisión --con mano de obra de la AFI y el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich-- que luego fue puesto al aire por el periodista Luis Majul.
    Como ya se conoció en su momento, el juez Luis Carzoglio denunció una maniobra de la AFI con el mismo contenido: dos altos cargos de la central de espías, el director de Legales, Sebastián “El Enano” De Estéfano y el director de Finanzas, Fernando Di Pasquale, fueron a ver al magistrado para que firmara una resolución para detener a Pablo Moyano. El texto estaba escrito y la presencia de Di Pasqueale sugiere que tal vez iban a ofrecerle dinero. La insólita visita de ambos directores en el juzgado de Carzoglio fue reconocida por Arribas en el Congreso.

    Trucho

    El falso abogado Marcelo D'Alessio también reportaba a Arribas, aunque con intermediarios. Su trato cotidiano era con dos comisarios, Aníbal Degastaldi y Ricardo Bogoliuk, que formaron parte de una estructura armada por la AFI en el Gran Buenos Aires. Los expolicías bonaerenses reportaban a Pablo Pinamonti y éste a la estructura en la que revistaban otros directores de la AFI.
    Como se sabe, el juez Alejo Ramos Padilla descubrió que D'Alessio armaba causas falsas en un entramado en el que apareció la pata judicial, a través del procesado fiscal Carlos Stornelli, y la pata mediática, con el también procesado periodista Daniel Santoro. En el expediente de Dolores ahora se investiga, por ejemplo, cómo se le hizo un guion al arrepentido Leonardo Fariña; ya constaba cómo apretaron al exgerente de Pdvesa, Gonzalo Brusa Dovat, y cómo se dibujó una falsa declaración en la causa del Gas Natural Licuado. Todo supervisado por la AFI y los ministerios de Justicia y Seguridad.

    Masivo

    El instrumento del espionaje ilegal fue masivo. En la AFI, la actual interventora, Cristina Caamaño, encontró una computadora donde se había borrado todo, pero se borró mal el hackeo de 88 correos electrónicos: eran cuentas de organizaciones kirchneristas, pero también del radicalismo. La causa la instruye Marcelo Martínez de Giorgi.
    Igualmente en la AFI se encontraron investigaciones, más profundas y menos profundas, de los periodistas que cubrirían la cumbre del G-20, clasificándolos de acuerdo a su sintonía con el gobierno de Macri. La investigación también está a cargo de Martínez de Giorgi.
    En la causa de Dolores quedó evidenciado que se accedía a los archivos de Migraciones para saber las entradas y salidas del país, entre otros, de los jueces. No sólo se buscaba saber cuántas veces viajaron y adónde, sino con quién. Todo indica que esa información --que investiga el juez Rodolfo Canicoba Corral-- se usaba para presionar a los magistrados.

    Maquinaria

    El macrismo puso en marcha una gigantesca maquinaria de escuchas ilegales sobre las que hay numerosas causas judiciales. Por ejemplo, grabaron de forma clandestina a los presos en Ezeiza y con eso armaron un expediente al que llamaron Puf, porque supuestamente eran diálogos que mostraban que la denuncia contra D'Alessio se armó en el penal. Las escuchas de ninguna manera demuestran eso, pero el expediente sigue abierto. En el centro de la escena esta Martin Irurzun, responsable de la Dajudecu, el organismo que realiza las escuchas: desde que estuvo en sus manos, se produjeron difusiones masivas de audios obtenidos de forma ilegal. Irurzun fue uno de los hombres clave de Cambiemos en Comodoro Py. En su momento, el juez Claudio Bonadio quiso usar ese expediente para contrarrestar el de Dolores. Hoy el expediente lo tiene Martínez de Giorgi.
    De la misma manera armaron un show con aquella escucha entre Oscar Parrilli y Cristina Kirchner, diálogo que no evidenciaba ninguna ilegalidad pero se usó en programas de televisión adictos. Algo similar hicieron con un llamada entre Lázaro Báez y su abogada, la que utilizaron mediáticamente pero sobre todo para apretar al empresario y lograr que se "arrepintiera". La causa estaba cerrada, pero Parrilli le está pidiendo a Canicoba que la reabra.

    Mesa

    Entre las doce causas que se tramitan en distintos distritos, el juez Sebastián Ramos instruye un expediente significativo: el que se conoce como "la mesa judicial". En realidad, las reuniones en un gobierno para determinar las estrategias judiciales no constituyen un delito en sí mismo, pero la cuestión es que aquella mesa parece que fue el puente de mando de operaciones ilegales. En las reuniones se sentaban a veces el propio Macri, siempre Arribas, el titular de la AFI; el ministro de Justicia, Germán Garavano; el subsecretario de Relaciones con el Poder Judicial y subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Juan Bautista Mahiques; el exjefe de asesores, José Torello; el operador Pepín Rodríguez Simón, a veces el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a veces el amigo presidencial y también operador, Daniel Angelici, casi siempre el secretario de Legal y Técnica, Pablo Clusellas, y para las operaciones contra los Moyano, el exministro de Trabajo, Jorge Triacca. Todos están imputados en esta causa.

    Política

    Buena parte de las 12 causas judiciales son anteriores al gobierno de Fernández-Fernández: o sea que no constituyen revanchas, sino denuncias que se hicieron en su momento, aun cuando gobernaba el macrismo.
    Pero la cantidad de expedientes es una demostración de que cada una de estas operaciones ilegales no era producto de monotributistas del espionaje, sino que conformaron una estrategia global que tenía un objetivo básico: tapar los resultados de la política económica que favoreció a los sectores de más recursos, incluyendo el endeudamiento, el cierre de empresas, el aumento del desempleo, la caída del salario real.
    Por un lado, se buscó el control político, con el espionaje a CFK y otros dirigentes. El macrismo supo a través de los espías, por ejemplo, que la expresidenta se reunió con Sergio Massa a fines de 2017, algo de lo que no dieron cuenta los medios. También se buscó el control político vigilando a los propios dirigentes de Cambiemos, que no se mostraban los suficientemente duros, que amagaban con lanzar la candidatura de María Eugenia Vidal, o que dialogaban demasiado con la oposición.
    Como era de esperar, el uso masivo de la escoria del espionaje derivó en maniobras para quitarle las empresas a los empresarios, para hacerlos renunciar a licitaciones y un agente trucho como D'Alessio no se privó de extorsionar, exigiendo dinero a cambio de no armar causas truchas o plata para que no se publique tal o cual falsedad.
    El corazón de las operaciones fueron las escuchas y el espionaje para armar causas judiciales y presionar para que los ex funcionarios o empresarios se "arrepientan" y declaren contra CFK y el peronismo. La detención en sí misma fue un extorsión para que declaren contra la exmandataria. Como es obvio, hubo casos de corrupción como el de José López, a quien se le encontraron nueve millones de dólares, pero la ofensiva hablaba de tesoros enterrados, bóvedas, cuentas en Seychelles u otros paraísos fiscales y sociedades en Panamá. Lo que se encontró de ese estilo fueron sociedades, cuentas y blanqueo de la familia Macri o fabulosos negocios en peajes, energía eólica, construcción y líneas aéreas, siempre con los Macri como beneficiarios.
    El espionaje global, como se ve en los expedientes, fue al servicio de esas políticas económicas y esos negocios.

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