Vistas de página en total

viernes, 30 de noviembre de 2018

OPINIÓN


Autor Imagen

Las enseñanzas de la captura de Pinochet 20 años después

por  30 noviembre, 2018
Las enseñanzas de la captura de Pinochet 20 años después
Vale la pena mirar atentamente la historia legal desde el año 1998, porque ha ocurrido más de lo que muchos escépticos quieren admitir. Los casos contra Pinochet, Videla y todos aquellos que aparecían en las órdenes de detención emitidas por jueces europeos no acabaron con el final de los juicios en Europa. Los procedimientos legales en Europa debilitaron tanto la posición de estos sospechosos criminales en su propio país, que al final allá fue posible llevarlos ante la justicia. Así sucedió en Chile, donde algunos oficiales de inteligencia y militares de alto rango fueron condenados y encarcelados, y así también fue el caso de Argentina, donde 500 sospechosos de alto rango fueron condenados a prisión. En mayo de 2016, 15 altos cargos militares fueron condenados en Buenos Aires por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante la operación Cóndor, plan de coordinación transnacional de acciones y mutuo apoyo entre los servicios de inteligencia del Cono Sur y Estados Unidos.

Existen casos criminales que conmocionan no solo a un país, sino a todo el mundo y no solo en un momento determinado, sino a través de los años. Los crímenes más graves de Estado, desde los procesos de Núremberg con el juicio contra Eichmann y Auschwitz, en Jerusalén y Frankfurt, son de ese tipo de procesos.
El arresto del ex dictador chileno Augusto Pinochet el 16 de octubre de 1998 en Londres se enmarca dentro de este tipo de hechos. Este acontecimiento influyó entonces y lo sigue haciendo hasta hoy, en los movimientos de derechos humanos y en la persecución penal de los crímenes internacionales en todo el mundo, pero sobre todo, en la historia de Chile.
Pocas personas han descrito de forma tan conmovedora el impacto que tuvo el arresto de Pinochet, como lo hizo el escritor chileno Ariel Dorfman, quien sobrevivió la tortura y el exilio:
“Sucedió algo muy dramático en esa sala de tribunales de Belmarsh (un distrito de Londres). Algo para nada simbólico. Al menos para algunas personas el mundo cambió repentinamente. Para algunos, la vida ya nunca más sería la misma”.
También otros chilenos y chilenas relatan cómo los familiares de los desaparecidos, los asesinados y los sobrevivientes de torturas se reunieron en octubre de 1998, esperando ansiosos el devenir de los hechos, llenos de miedo y traumatizados, temiendo que el ex dictador regresaría tranquilamente a casa y las cosas tuvieran un inesperado y terrible final.
Quien conozca la historia de Chile, conoce bien cuál fue el papel que tuvo el general Augusto Pinochet, que fue investido como comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas por el propio Presidente socialista elegido democráticamente, Salvador Allende, y que tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, estuvo al mando de una de las dictaduras militares más sangrientas de Latinoamérica.
Por supuesto, todos anhelamos un mundo distinto, mejor y más justo. Un mundo en el que no se cometan crímenes internacionales, crímenes de lesa humanidad, masacres ni graves violaciones de los derechos humanos. Procesos como los que hubo contra Eichmann o Pinochet siempre llegan tarde, a menudo demasiado tarde y siempre son un medio bastante limitado; pero se trata de delitos que trascienden cualquier sistema jurídico, lenguaje, entendimiento humano o sentimiento. Por eso, cuando luchamos por superar de forma política o jurídica los crímenes de Estado y la injusticia de los Estados, no debemos hablar de victoria o de derrota, sino que debemos moderar las expectativas a veces demasiado altas y reconocer que la ley, así como también otros medios utilizados para aproximarse a estos crímenes siempre serán mucho mejores que guardar el silencio y la incredulidad.
Instaurando un sistema de terrorismo de Estado, Pinochet hizo detener, torturar y forzar al exilio a más de diez mil personas. Las imágenes de personas torturadas en Estadio Nacional son imposibles de olvidar. En ese entonces, era imposible imaginar que fuera posible arrebatarle el poder a ese ser siniestro, y aún menos, pensar que algún día tendría que rendir cuentas por sus crímenes. Solo gracias a la persistencia de la oposición, especialmente la movilización de los sectores más pobres de Santiago de Chile y el exitoso plebiscito contra el dictador en 1988, fue posible dar paso a un período más democrático en Chile. Sin embargo mediante leyes de amnistía y reformas constitucionales Pinochet y sus secuaces supieron protegerse contra cualquier intento de enjuiciamiento penal. De hecho, el ex dictador siguió siendo durante varios años comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, y en octubre de 1998, estando de vacaciones en Londres, gozaba de ser senador vitalicio.
Entonces, ¿cómo fue posible poner esto se invirtió y darle un giro al mundo? En 1996, el abogado progresista Carlos Castresana presentó en España una denuncia en virtud del principio de Jurisdicción Universal de tan solo diez páginas, inculpando a los generales argentinos Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera por genocidio y otros delitos. Siguiendo este ejemplo, varios abogados y activistas en el exilio interpusieron una demanda penal contra Pinochet. Las investigaciones fueron ganando importancia a medida que los afectados aportaban nuevas pruebas y traían nuevos testigos a Madrid, hasta que finalmente algunos de los jueces de instrucción, entre ellos Baltazar Garzón, quien luego se hiciera conocido mundialmente, pusieron en marcha verdaderas investigaciones.  Así, un caso que parecía no tener importancia y repercusión, se convirtió en un asunto de Estado.
Cuando los activistas de derechos humanos se enteraron del viaje de Pinochet a Londres, inmediatamente se pusieron en contacto con los abogados españoles y estos a su vez con jueces de instrucción. El juez Garzón emitió una orden de detención internacional y la policía británica arrestó a Pinochet. En una decisión histórica, la Cámara de los Lores confirmó, en noviembre de 1998, el arresto de Pinochet y aclaró que ni siquiera los altos funcionarios de Estado gozan de inmunidad si se trata de graves violaciones de los derechos humanos. Esta parte de la historia jamás será olvidada por los abogados y abogadas.
No obstante, este caso abrió otra arista interesante en cuanto al rol de la sociedad civil. Hasta ese entonces, los crímenes de lesa humanidad habían sido asuntos de Estado, y de no ser porque los aliados vencedores de la Segunda Guerra Mundial y el Estado de Israel, llevaron adelante el caso de Eichmann y Göring, nadie hubiese asumido ese papel.
En el caso de Pinochet, las cosas fueron distintas. En cambio el proceso en España fue impulsado por la sociedad civil, quienes además aportaron pruebas contra Pinochet. Ya en tiempos de la más dura represión, los grupos de derechos humanos, especialmente dentro de la Iglesia, habían recopilado datos, documentos y testigos de los crímenes del régimen, y habían sacado estas pruebas de Chile a riesgo de vida. Estas informaciones y pruebas fueron clave para la acusación contra Pinochet en las décadas siguientes, y especialmente, en la situación que se presentaba a finales de 1998.
Es bueno ver que incluso en los tiempos en los que las relaciones de poder están cimentadas y cuando es inimaginable que quienes gobiernan con brutalidad puedan ser enjuiciados algún día, vale la pena prepararse para futuros procesos judiciales. Y es que la historia, incluyendo la historia jurídica, es un proceso abierto. No se sabe qué va a suceder, ni qué medios jurídicos conducirán al éxito.
Tras el arresto de Pinochet, se formó rápidamente una red de abogados de derechos humanos y de defensores de los derechos humanos en Inglaterra y España, que luego presentarían cargos contra otros dictadores y torturadores de Latinoamérica y del mundo entero. En España y en Bélgica, donde el marco legal era entonces favorable, este movimiento celebró algunos éxitos prometedores, como algunas órdenes de detención y condenas iniciales.
Poco antes, a inicios del verano de 1998, una coalición de Estados y de organizaciones no gubernamentales se había reunido en la Conferencia Estatal de Roma para crear el estatuto de un tribunal histórico, justo 50 años después de los tribunales militares de Nuremberg y Tokio. Crearon un tribunal penal permanente, independiente del Consejo de Seguridad de la ONU y con una fiscalía fuerte, aunque sin la participación de Estados poderosos como China, India, Rusia y los Estados Unidos. Así, en julio de 2002 se inauguró la Corte Penal Internacional en La Haya.
Fue una temporada en la que tras el fin de la Guerra Fría muchos creían que los derechos humanos podrían ser aplicados universalmente. Pero la historia se desarrollaría de manera distinta. En Bélgica los cargos penales contra el ex primer ministro israelí, Ariel Sharon, por una masacre de palestinos, y la denuncia contra el mando supremo de Estados Unidos, Tommy Franks, en la primavera de 2003, llevaron a que el Parlamento en Bruselas cambiara las leyes favorables al procesamiento de crímenes internacionales de tal forma que impidieran futuros procedimientos.
En España se restringió a base de reformas la competencia de los tribunales españoles para perseguir crímenes extraterritoriales. El principal protagonista entre los jueces, Baltasar Garzón, se vio enfrentado a una serie de demandas totalmente arbitrarias. Sus investigaciones lo convirtieron en el blanco de críticas de gobiernos extranjeros.
Información publicada por WikiLeaks muestra cómo el fiscal general español urdió una trama completa con diplomáticos de la embajada de Estados Unidos con el fin de impedir los procedimientos por tortura en Guantánamo que había iniciado Garzón. Al final su investigación por corrupción en el Partido Popular (partido conservador de España) y la investigación de los crímenes del franquismo, le costaron el puesto a Garzón.
La evidente presión política por parte de los estados y actores poderosos condujo en pocos años a serios contragolpes al enjuiciamiento transnacional de crímenes internacionales. También la Corte Penal Internacional se vio fuertemente criticada por juzgar solo a los sospechosos procedentes de África.
Sin embargo, existen buenas razones para llevar ante la justicia a los sospechosos de cometer crímenes en el Congo, en Sudán y en la República Centroafricana. En la década de 2000, África vivió algunos de los peores crímenes de la historia reciente. Además, la mayoría de los países africanos ha firmado el estatuto de la Corte Penal Internacional, sometiéndose así a su jurisdicción.
No obstante, el enjuiciamiento de delitos internacionales no es (aún) una práctica universal, y la ley no se aplica a todos por igual. Solo en los casos en que el procesamiento penal no conlleva costos políticos, se llevan adelante juicios penales, como el enjuiciamiento de criminales nazis, o de quienes cometieron crímenes en la ex Yugoslavia y África. No es de extrañar, pues, que los representantes africanos que a menudo son acusados de tales delitos, critiquen este doble estándar y argumenten que los órganos de persecución penal internacional son simples instrumentos neocolonialistas de Occidente.
Aún así, vale la pena mirar atentamente la historia legal desde el año 1998, porque ha ocurrido más de lo que muchos escépticos quieren admitir. Los casos contra Pinochet, Videla y todos aquellos que aparecían en las órdenes de detención emitidas por jueces europeos no acabaron con el final de los juicios en Europa. Los procedimientos legales en Europa debilitaron tanto la posición de estos sospechosos criminales en su propio país, que al final allá fue posible llevarlos ante la justicia. Así sucedió en Chile, donde algunos oficiales de inteligencia y militares de alto rango fueron condenados y encarcelados, y así también fue el caso de Argentina, donde 500 sospechosos de alto rango fueron condenados a prisión. En mayo de 2016, 15 altos cargos militares fueron condenados en Buenos Aires por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante la operación Cóndor, plan de coordinación transnacional de acciones y mutuo apoyo entre los servicios de inteligencia del Cono Sur y Estados Unidos.
Este fenómeno es conocido como efecto Pinochet-Videla: si en el país donde se cometieron los delitos, no es posible el enjuiciamiento de los sospechosos por razones políticas, entonces los afectados acuden a otros foros legales: ya sea a tribunales regionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Europea de Derechos Humanos, o bien a países terceros en los que es posible aplicar el principio de jurisdicción universal. Se puede decir que la justicia penal internacional está organizada y juega por bandos.
La pregunta es ¿por que no debemos subestimar estos esfuerzos? El mejor ejemplo es Brasil. En dicho país no hubo un tratamiento jurídico de los crímenes de la dictadura militar y ahora el ganador de las elecciones presidenciales Jair Bolsonaro, propaga la tortura y asesinatos y vende la dictadura militar renovada como opción política. También en Colombia o en México han quedado impunes muchos crímenes cometidos desde los años 60 contra opositores y disidentes. Esa impunidad todavía repercute hasta el día de hoy en el comportamiento violento de la policía y los militares, como ocurrió en el caso Ayotzinapa en México, o el caso de los llamados “falsos positivos” en Colombia.
Por lo tanto, la persecución penal del personal militar, especialmente en América Latina y América Central, no debe considerarse simplemente como el sacrificio de los esbirros que han pagado sus culpas, sino como el resultado de luchas políticas y sociales y el trabajo de superación de los crímenes de la época, lo cual puede contribuir a comprender el presente y a prevenir conductas similares en el futuro.
Es gratificante ver que en los últimos años en Francia, los Países Bajos y Suecia se hayan creado unidades y departamentos de investigación especializados y dirigidos específicamente a delitos genocidas. Asimismo la Corte Penal Internacional tiene en curso investigaciones preliminares (preliminary examinations) por presuntos delitos de tortura cometidos por las Fuerzas Armadas británicas en Iraq y por delitos cometidos por diversos actores en Afganistán. Incluso en Alemania, la Fiscalía Federal está cada vez más interesada en los crímenes internacionales cometidos ya sea en Sri Lanka, Gaza o  Estados Unidos.
Y hay que hacer una mención especial a la investigación estructural de la situación en Siria que está llevando a cabo el Fiscal Federal y sobre todo la orden de detención emitida por el Tribunal Federal de Justicia contra Jamil Hassan, jefe del servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea siria. El presidente Bashir al-Assad, uno de los mayores criminales de nuestro tiempo, no parece que pueda ser llevado ante la Corte Penal Internacional ni ante algún tribunal especial en un futuro cercano. Sin embargo, su círculo cercano de inteligencia, el personal militar y aún él mismo ya no son intocables, como parecían ser los dictadores hace unas décadas. De hecho, ahora tienen que pensar con mucho cuidado dónde viajan y qué les depara el futuro, porque varios de los ministros de Assad se enfrentan hoy a procedimientos penales y podrían ser arrestados si es que viajan a Europa o Latinoamérica.
Pero el principio de la Jurisdicción Universal no solo rige en Europa. El caso más importante en África es el caso contra el ex dictador del Chad, Hisséne Habré. Inspirados por el éxito en el caso Pinochet, los sobrevivientes y sus abogados llevaron adelante la lucha en los tribunales de Chad, Senegal, Bélgica y a nivel internacional, incluso ante la Corte Internacional de Justicia. En un veredicto histórico, un tribunal especial especialmente formado en Dakar / Senegal condenó a Habré a cadena perpetua, entre otros delitos, por la tortura masiva cometida durante su régimen a partir de 1982.
En resumen, lo que vemos es menos de lo que esperaban muchos en medio de la euforia tras el arresto de Pinochet. Sin embargo, el movimiento en favor de los derechos humanos cuenta hoy con muchas más herramientas jurídicas que hace 20 años. De esta manera el papel del las organizaciones no gubernamentales, pero en especial el de las personas victimizadas y sus familiares es determinante, pues es su compromiso el que permite impulsar la investigación y documentación de los delitos de derechos humanos.
Por supuesto, todos anhelamos un mundo distinto, mejor y más justo. Un mundo en el que no se cometan crímenes internacionales, crímenes de lesa humanidad, masacres ni graves violaciones de los derechos humanos. Procesos como los que hubo contra Eichmann o Pinochet siempre llegan tarde, a menudo demasiado tarde y siempre son un medio bastante limitado; pero se trata de delitos que trascienden cualquier sistema jurídico, lenguaje, entendimiento humano o sentimiento. Por eso cuando luchamos por superar de forma política o jurídica los crímenes de Estado y la injusticia de los Estados, no debemos hablar de victoria o de derrota, sino que debemos moderar las expectativas a veces demasiado altas y reconocer que la ley, así como también otros medios utilizados para aproximarse a estos crímenes, siempre serán mucho mejores que guardar el silencio y la incredulidad.
Además, hay que decirles a los cínicos que el hecho de luchar por esclarecer la verdad, por rechazar socialmente estos delitos, por superarlos y condenarlos por medio de la justicia, siempre es una ayuda a las víctimas y a la sociedad entera, para superar los traumas del pasado y luchar aquí y ahora por un mundo más justo y mejor.
*Columna publicada originalmente en Eldiario.es
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

Rafael Harvey: La historia del capitán que incomoda al Ejército

Harvey

Un recurso de protección suyo ante la justicia civil reveló procedimientos irregulares en los ascensos de la institución, y cuentas anónimas lo acusan de ser quien filtró el polémico audio del comandante en jefe en una charla en la Escuela Militar. Con una familia con larga tradición castrense, hoy espera que se defina su futuro para resolver los pasos que seguirá.


En cuestión de días, o incluso horas, el capitán Rafael Harvey Valdés sabrá su futuro en el Ejército, la institución a la que pertenece desde que tenía 16 años, y la misma de la que formaron o forman parte su hermano, padre, abuelo, bisabuelos e incluso tatarabuelos. Un hombre cuyo apellido tiene tradición en la denominada “familia militar”, pero que, sin embargo, está en una posición incómoda por enfrentarse al mismo cuerpo del que forma parte.
Un recurso de protección presentado por él ante la Corte de Apelaciones -es decir, la justicia civil y no la militar- reclamando por lo que él describe como una denegación arbitraria de su ascenso al interior del Ejército le provocó el más reciente dolor de cabeza a la institución: fue a raíz de esa causa que la entidad castrense tuvo que reconocer que había infringido sus propios protocolos a la hora de decidir los ascensos, promoviendo a efectivos que tenían causas abiertas por fraude al fisco.
La última semana no ha sido fácil para Harvey. Y no sólo por la causa judicial. El pasado jueves, The Clinic publicó el audio de una reunión “privada” en que el comandante en jefe  del Ejército, Ricardo Martínez, reveló ante cerca de 900 oficiales graves irregularidades que vinculan a subordinados. Sus dichos desataron una ola de cuestionamientos –incluyendo órdenes de La Moneda para que entregara los antecedentes a la Justicia- y reinstalaron los cuestionamientos hacia la institución castrense, que ya está siendo investigada por la ministra en visita, Romy Rutherford, por gastos fuera de norma en pasajes.
Y aunque se ha mantenido la reserva de la fuente de información, cuentas anónimas en redes sociales comenzaron a apuntar Harvey como el supuesto filtrador. Esto, en medio del anuncio de Martínez de que iniciará una acuciosa investigación –que incluye acciones legales-, por el “peligro” que podría significar el tema para la institución.
El capitán Harvey mide sus palabras. Dice a La Tercera que pretende hablar más en extenso cuando el ministro Alberto Espina defina qué va a ocurrir con su carrera en el Ejército, lo que podría ocurrir este mismo viernes. Sin embargo, sí deja en claro que no hay ninguna prueba de las denuncias anónimas.
-El mismo medio desmintió la información, pero en la era de la post verdad quedó casi instalado en algunas redes que habría sido yo. No hay prueba de eso- asegura Harvey, para luego agregar un punto que revela su tensa espera:
-Prefiero no referirme a las acciones del comandante en jefe. Podría hablar más cuando esté la decisión concreta respecto a mi retiro.

Denuncias y presentaciones

Rodeado siempre de militares, a Rafael Harvey jamás se le pasó por su cabeza que se le atribuiría la filtración de información que hoy tiene al Ejército, y a su principal hombre, sumidos en una crisis.
El hoy capitán, de 38 años, ingresó a la Escuela Militar en 1997, egresó en 2000 como oficial instructor intérprete y, además, juró como abogado en abril de 2016. Es padre de dos niñas de 1 y 3 años, ha señalado que no se identifica con ningún partido político y entre las unidades que integró se encuentra la denominada División de Doctrina.
Ahí, dicen sus cercanos, trabajó en las Tablas de Organización y Equipo de las Unidades Ejército (TOE), donde se manejan algunos de los documentos más sensibles que se guardan en el Ejército.
Fue a partir de 2015 -como se desprende de sus recursos en tribunales- que sus acciones comenzaron a llamar la atención del Alto Mando, pues ese año, cuando se desempeñaba en el Regimiento Tacna, denunció un acto “reñido con lo correcto, con la ley y con la ética” que involucraba a efectivos en ejercicio.
Denunciar situaciones supuestamente irregulares de parte de sus superiores, según Harvey, es lo que lo tendría al borde de pasar a retiro.

Acusado de sedición

Fue en 2016 cuando ocurrió uno de los hitos de la pugna de Harvey con el Ejército. Ese año, el capitán logró que, por unanimidad, el pleno de la Corte Suprema autorizara -aplicando la presunción de inocencia- su juramento como abogado, pese a que se encontraba procesado por el delito más grave que contempla el Código de Justicia Militar: sedición.
Ese año, el máximo tribunal también declaró como ilegal la acción de la Junta de Apelaciones del Ejército en que oficializaba el pase del capitán al escalafón de complemento de la institución. Y en 2017, fue el Ministerio de Defensa quien denegó la firma de su retiro.
Pero lo cierto es que sus declaraciones han ido más allá que su caso personal.
En sus acciones, Harvey define sus denuncias como actos “heroicos”, considerando que serían pocos los que se atreven y asegurando que en la institución que integra hay una verdadera “red de protección a la corrupción”.
“No asumen el riesgo de denunciar por conducto regular, actitud del todo entendible al ver las consecuencias que tienen los militares que denuncien algún hecho de corrupción”, manifestó en un informe dirigido a la Junta de Apelaciones de Oficiales Jefes y Superiores.
La disputa está siendo analizada por la Corte de Apelaciones, luego de que Harvey presentara un recurso de protección en contra de la junta que definió pasarlo a retiro. Y su caso también llegó al Congreso. A fines de octubre, el diputado Jorge Brito (RD) presentó la denominada “Ley Capitán Rafael Harvey”, que, según señaló el parlamentario, busca proteger a aquellos uniformados que denuncien casos de corrupción al interior de las Fuerzas Armadas.
Desde el Ejército niegan tajantemente cualquier irregularidad en el caso, insistiendo, en reiteradas ocasiones, que todas las resoluciones que se han dictado en relación al mencionado capitán, sus anotaciones, paso al escalafón de complemento y llamado a retiro, se ajustan a la normativa y responden a hechos que estarían contenidos en su hoja de vida.
En todo caso, ha trascendido que a Harvey se le habría confirmado su salida, por lo que mañana entregaría el cargo que ocupa en la sección “Estándares de Preparación” de la División Doctrina, y su uniforme.
Aun con la dura postura que tiene respecto de la entidad, sus cercanos comentan que él sigue creyendo que el Ejército de Chile es una institución “noble” y que, en caso de “salir” quienes buscan perpetrar la cultura del secretismo y la impunidad, podría reestructurarse. Algo que explica que ya esté evaluando los pasos que seguirá en caso de que se confirme su paso a retiro de la institución.

AHORA CON MAYOR FUERZA


Viernes 30 de Noviembre 2018
HOY LEVANTAMOS NUESTRAS PANCARTAS CON DIGNIDAD POR NUESTROS DETENIDOS DESAPARECIDOS Y EJECUTADOS POLÍTICOS
VUELTA 112 DOS AÑOS DANDO VUELTA POR VERDAD Y JUSTICIA, VIERNES 30 DE NOVIEMBRE 2018 A LAS 13:00 HORAS MORANDÉ CON ALAMEDA.
AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS Y EJECUTADOS POLÍTICOS.
Me gusta
Comentar

jueves, 29 de noviembre de 2018

Padre de Camilo Catrillanca denuncia seguimientos y pide al gobierno retirar al cuestionado Comando Jungla (que si existe) de La Araucanía

El padre de Camilo Catrillanca, Marcelo Catrillanca, atribuyó a maniobras de inteligencia las revelaciones de prensa que han informado sobre diligencias y seguimientos al comunero fallecido en un operativo policial del "Comando Jungla" al interior de la comunidad Temucuicui, en Ercilla.

Catrillanca padre llamó al Gobierno a aclarar si declaró la guerra total al pueblo mapuche en la macrozona Araucanía.

"Le pediría a toda la ciudadanía en general, al pueblo mapuche, no caer en esta mala intención que existe de parte de servicios de inteligencia, porque ellos están acostumbrados a tergiversar la información, por lo tanto solamente pedirle a la gente tranquilidad", comentó.

"No cabe duda, es lo que estamos diciendo y eso es lo que hemos venido diciendo que acá tiene que retirarse (el "Comando Jungla"), porque sino cuantos caídos vamos a tener y si no, por último, hay que decirle al Gobierno que se pronuncie si va a hacer una guerra en la región", recalcó.

Estudiante terminó con 34 puntos en hombro y mano tras brutal acción de Carabineros

Con 34 puntos repartidos entre su hombro y su mano terminó la jornada de este miércoles 28 de noviembre la estudiante de Derecho de la Universidad de Valparaíso, Josefa Silva, luego de una brutal acción represiva por parte de Carabineros.
JOSEFA SILVA
El hecho ocurrió cerca del mediodía en el marco de una concentración afuera de la Facultad de Derecho de la casa de estudios porteña, en apoyo a los trabajadores portuarios eventuales movilizados. En un momento, mientras los manifestantes se refugiaban del accionar de los uniformados al interior del recinto, el “guanaco” de Carabineros comenzó a lanzar su potente chorro hacia el ingreso del edificio, caracterizado ser completamente de vidrio.
“Me dispuse a cerrar las puertas pa protegernos del agua que nos tiraban sin motivo alguno, cuando llegan y tiran DIRECTAMENTE a la puerta que, insisto, era de VIDRIO, lo que obviamente provoca ke se rompa y caiga encima mío un vidrio (como se puede ver en el video) provocándome heridas en el hombro y 3 tajos en la mano”, se relata en una declaración publicada por Josefa Silva en su muro de Facebook. 
La estudiante debió ser atendida por sus propios compañeros, quienes lograron detener el sangrado por un momento e intentaron que no perdiera la conciencia a raíz de la abundante sangre que emanaba desde sus heridas, en espera de la llegada de una ambulancia para ser trasladada al Hospital Carlos Van Buren.
“Recuerdo haber estado acostada en la camilla (…) con ganas de llorar pero no de dolor físico, sino de impotencia, rabia, y dolor emocional. Están matando gente wn, y lo único ke kieren es silenciar nuestra voces de protesta, sea cual sea el costo. El fascismo avanza re piola por ahí y darle cara cada día significa un mayor riesgo. Pero no es momento de retroceder wachxs, acá en volá son vidrios, en wallmapu son balazos”, apuntó posteriormente Josefa Silva.

Ante el asesinato de Camilo Catrillanca: Urge una verdadera educación en Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas

Ante el asesinato de Camilo Catrillanca: Urge una verdadera educación en Derechos Humanos para las Fuerzas Armadas/ Agencia Uno


Las fuerzas armadas y de orden no deben olvidar nunca que su función está sujeta a directivas que establece el poder civil, del mismo modo, el poder civil y los partidos no deben ser cobardes en la defensa de este principio.

Jorge López VegaPor  / 29.11.2018
La Constitución de la República señala en su artículo 5° inciso 2° “es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos (humanos), garantizados por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. De esta pequeña frase se derivan varias obligaciones para el Estado de Chile. En primer lugar, el respeto, que se refiere al deber de abstención de conductas que vulneren las garantías fundamentales de las personas y, en segundo lugar, la tarea de promoción, es decir, la ejecución de acciones que tiendan a la educación de todos los órganos públicos para que el despliegue de la función pública se desarrolle desde un enfoque de derechos humanos, con el objeto de que los servicios públicos y los particulares convivan en una cultura democrática.
Desgraciadamente el papel aguanta todo y pese a la serie de compromisos del Estado de Chile en esta materia no se cumple en la práctica esta promesa. Si ya es un desafío que la administración del Estado asuma su función en un marco de derechos humanos, la ejecución de las labores que se encargan a las fuerzas armadas dentro de ese marco deja mucho que desear.
A pesar del camino que fijó la “transición” y las reformas parciales a nuestro sistema político, las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad Pública han sido sin duda uno de los órganos más reacios a adopar y ajustar su labor a las exigencias de la democracia. Muestra de ello han sido los pactos de silencio que aún permanecen vigentes en nuestro cuerpo castrense tanto personal en ejercicio como en retiro, de la misma forma, que el General(R) Juan Emilio Cheyre, el “General del nunca más” (respaldado por la Concertación y la derecha, que incluso fue director del SERVEL) fuese condenado por encubrimiento en el marco de la Caravana de la Muerte.
Ante este escenario, se hace fundamental, que el pueblo como sujeto político redefina a las fuerzas armadas que el poder civil requiere para Chile, es necesario que se revise íntegramente la doctrina que se le está enseñando a los cadetes en las escuelas matrices. Un verdadero contrato social debe asegurar que quienes detentan el uso de las armas y la fuerza legítima del Estado desarrollen su actividad dentro del marco de respeto a los derechos humanos, con el objeto que las armas y saber militar no se vuelva contra el propio pueblo.
Las fuerzas armadas y de orden no deben olvidar nunca que su función está sujeta a directivas que establece el poder civil, del mismo modo, el poder civil y los partidos no deben ser cobardes en la defensa de este principio.
No es primera vez, que la clase política y el mundo de los DD.HH. tratan de reformar esta compleja relación jerárquica, en este sentido en el año 2011 el Instituto Nacional de Derechos Humanos ofreció una propuesta de reformulación de la educación en DD.HH. para las FFAA, en esta ocasión el Ejército se negó a realizar cambios en este aspecto, argumentando que la educación en DD.HH. que se ejecutaba cumplía los requisitos esperables para ello.
El INDH en su Boletín Informativo N°2 que versa sobre el Estudio sobre la integración de educación en Derechos Humanos en la formación de las Fuerza Armadas de diciembre de 2011, señaló que ninguna Fuerza Armada hace visitas al Museo de la Memoria pese a que otras fuerzas de orden y seguridad si lo hacen. Además, en relación a la educación, se consigna que “los contenidos se caracterizan por una fuerte concentración en los marcos doctrinarios y normativos del derecho internacional humanitario, con un escaso tratamiento de los derechos humanos y una ausencia de instrumentos específicos de derecho internacional en esta última materia”.
En relación con la ejecución de crímenes de lesa humanidad cometidos en el pasado el Boletín señala que “es posible constatar que los temas de memoria de graves violaciones de derechos humanos se encuentran ausentes en la formación de todas las ramas de las Fuerzas Armadas y en todos sus estamentos, no lográndose identificar acciones de reconocimiento y de reflexión crítica sobre tales hechos, orientados a generar condiciones que den garantías de no repetición de tan graves vulneraciones”.
De la misma forma, los gobiernos de la Concertación y la Derecha deben dar respuesta del porqué se han enviado a más de 7.000 militares a la Escuela de las Américas y gastado entre 2015 y 2017 más de 2 millones de dólares en la misma organización que educó a Manuel Contreras, Miguel Krassnoff y Raúl Iturriaga Neumann, que forma en técnicas de tortura, contrainteligencia y en las lógicas enemigo interno.
Ante esto se hace menester que el poder civil no tolere más conductas de parte de las Fuerzas Armadas que transgredan las garantías fundamentales de las personas, de forma que se sancione a través de la justicia (que también debe ser reformada) a los funcionarios que ejecuten este tipo de conductas. Por otro lado, urge una profunda reformulación de la doctrina que está educando a los futuros uniformados, que sea construida como resultado de un profundo debate democrático.
Cambios en ese sentido son los únicos que permitirán un verdadero “Nunca Más” de parte de las Fuerzas Armadas, estas transformaciones permitirían superar en parte el magro historial de transgresiones que tienen las fuerzas armadas en contra del pueblo chileno y solo así podremos confiar en unas FFAA democráticas para el siglo XXI.

Seguidores