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martes, 28 de septiembre de 2010

Mamones, mamados y mameros


escrito por Rafael Luís Gumucio Rivas

La ex Concertación ha demostrado una gran capacidad para producir arribistas, nuevos ricos, empresarios, gerentes de bancos y lobistas y, para el colmo, la mayoría “mamones”.

En todas estas competencias para la utilización del poder en beneficio personal, quienes se llevan los palmares son, por lo general, los antiguos dirigentes del fenecido Mapu, una organización construida, exclusivamente, para repartirse el poder - me da pena que mi padre haya sido uno de los fundadores de semejante conglomerado, cuyo símbolo central haya sido “el pituto o muerte”-.

Como la Concertación está bien muerta, no faltan los sepultureros de última hora - entre ellos lleva los palmares el ex Mapu Eugenio Tironi, hoy convertido en un psiquiatra freudiano, que pretende explicar que la Concertación está entre “Eros y Tanatos, sumándole el complejo de Edipo – se enamoró de la mamá Michelle Bachelet y dominada por los celos, terminó asesinando a su padre, Ricardo Lagos Escobar; ambos personajes han preferido convertirse en altos funcionarios de la ONU, que seguir alimentando los sueños eróticos de su malhadada hija, la Concertación.

Eugenio Tironi, convertido en terapeuta, pretende analizar el destino de la Concertación una vez que su madre, Michelle Bachelet, destetó a sus hijos putativos –hoy huérfanos de padre y madre -. No se le ocurre nada mejor que proponerles que hagan el duelo: la verdad es que han tenido muchas pérdidas en tan poco tiempo: primero, la de Lagos, de Insulza, de Bachelet, todos ellos, actualmente, al servicio del mundo, pero lo que es más grave, perdieron nada menos que la “teta del Estado” que, en 20 años, se había convertido en el maná que les permitía resistir en el viaje por el desierto.

Lagos Weber, Carolina Tohá, Osvaldo Andrade, Ignacio Walker y José Antonio Gómez, además de otros líderes, van a tener que enfrentar el tortuoso mundo de la política como huérfanos: ninguno de ellos ha demostrado capacidad, hasta ahora, para ocupar el lecho vacío que dejaran sus padres. No faltan quienes creen que la huida al exterior de estos dos ex presidentes de la república pueda permitir que, de una vez por todas, la Concertación haga la autocrítica necesaria de sus múltiples errores, abusos e, incluso, corrupción, que llevaran a que la ciudadanía los rechazara en las pasadas elecciones presidenciales.

Otros creen que es necesario que la Concertación se declare difunta y se atreva a construir una nueva mayoría social y política, capaz de oponerse a la derecha y plantear una visión de país mínimamente convincente. Personalmente pienso que esta combinación política, tal como está, carece de sentido, por consiguiente, lo más sano sería cortar de cuajo su existencia.

Entre eros tanatos es muy posible que algunos partidos de esta alianza política busquen, inconcientemente, la segunda alternativa. Algo de esto está ocurriendo con la Democracia Cristiana que hoy es una alianza de familia y no un partido político - los Walker, los Zaldívar, los Sabag, los Rincón…son equivalentes a las doce tribus de Israel – por ejemplo, bastó el voto díscolo de los Sabag, padre e hijo, para que ardiera Troya en el partido de la Flecha Roja.

“Mal de muchos, consuelo de tontos” reza el famoso refrán: es cierto que la Coalición por el Cambio está tan dividida y padece la enfermedad de los “díscolos”, tal cual le ocurriera a la Concertación en su gobierno, sin embargo, este fenómeno, lejos de favorecer a la oposición, lo único que hace es radicalizar la crisis de representación política que vengo denunciando desde hace tiempo.

Rafael Luís Gumucio Rivas

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