Silencio de los inocentes y silencios políticos en vulneración de DDHH
por DIEGO ANCALAO GAVILÁN 24 octubre 2016
Cuando hablo del silencio de los inocentes me refiero al silencio de los niños que no son escuchados, particularmente a un bebé mapuche recién nacido, a cuya madre, Lorenza Cayuhan, comunera mapuche, la hicieron dar a luz engrillada y junto a tres gendarmes hombres en la sala de parto.
En cuanto al silencio político, no solo me refiero a ciertas autoridades, sino al personal médico. ¿Qué clase de profesional permite una violación de DDHH de este tipo? Se ha vulnerado claramente el Art. 2 de la Ley 20.284 que establece Derechos y Deberes del Paciente y que señala que “la atención que se proporcione a las personas con discapacidad física o mental y a aquellas que se encuentren privadas de libertad, deberá regirse por las normas que dicte el ministerio de Salud, para asegurar que aquella sea oportuna y de igual calidad”. El derecho al trato digno, planteado en el Art. 5 de esta ley, también se ha vulnerado.
Es absolutamente inaceptable, por la vulneración de derechos humanos básicos, violencia institucional y violencia de género. En los tratados sobre Derechos Fundamentales firmados y ratificados por Chile, se contempla la obligación de respetar la dignidad de las personas, aun cuando ellas estén privadas de libertad; el Estado tiene la obligación de respetarlos, así como los Derechos Fundamentales de las personas, los cuales están contenidos en la Constitución Política. Nada justifica las violaciones a los derechos humanos efectuadas por agentes del Estado.
Las convenciones internacionales resguardan el derecho al apego de la madre y su hijo, el derecho a la dignidad y la privacidad. Derechos claramente transgredidos al dar a luz una mujer engrillada y con tres gendarmes hombres en la sala, pues debía estar solo el cuerpo médico y si iban a estar gendarmes debían ser mujeres, así lo dice el propio programa de mujeres embarazadas e hijos lactantes de Gendarmería.
Ninguna mujer, independientemente de su origen o condición social, se merece parir engrillada, pero ¿por qué engrillan a una mujer en el parto?, ¿por qué a una mujer mapuche?, ¿solo por ser “india”?, si las condiciones para que escape una mujer dando a luz son nulas, menos cuando es por cesárea.
No existe ninguna posibilidad de que escape del hospital una mujer en esas condiciones, entonces es inexplicable que hoy se encuentre en una sala de la Clínica de la Mujer con tres gendarmes dentro de la sala, cuestión que claramente “altera la recuperación de la salud de Lorenza y también sus derechos", como aseguró la propia defensora penal penitenciaria María Cristina Melgarejo, que se vio en la obligación de presentar un recurso de amparo en la Corte de Apelaciones de Concepción.
Todo tratado internacional dice que un reo pierde el derecho a la libertad, pero no pierde los derechos humanos, derechos humanos violados en este caso. Como dijo José Cayuhan, hermano de Lorenza, "se nos viola la dignidad de poder tener un bebé en libertad. Se supone que Lorenza estaba siendo operada, estaba con anestesia, es imposible, ilógico que ella pudiera salir arrancando si estaba de esa manera".
Ninguna mujer, independientemente de su origen o condición social, se merece parir engrillada, pero ¿por qué engrillan a una mujer en el parto?, ¿por qué a una mujer mapuche?, ¿solo por ser “india”?, si las condiciones para que escape una mujer dando a luz son nulas, menos cuando es por cesárea.
Al ver las prontas reacciones públicas en defensa de la ex ministra Blanco por un Photoshop en portada de un medio que la satirizaba, me pregunto ¿por qué no se han visto las mismas enérgicas reacciones a favor de la comunera mapuche que se le han violado sus derechos? Siendo respetuoso con la autoridad competente, quisiera insistir en que las madres mapuche también son mujeres y humanas, que en caso de violación a sus derechos, también se les debe defender con la misma fuerza que a otras mujeres. No quisiera pensar que en Chile hay ciudadanos de primera y cuarta clase.
A propósito de esto, recodaba las fuertes reacciones de la subsecretaria del Ministerio de la Mujer, por algunas fotografías de un grupo ranchero y su bailarina. Ahora, en un caso brutalmente distinto y grave, en que existen reales violaciones a los derechos humanos, quisiéramos ver no solo declaraciones sino también acciones concretas de esa autoridad, defendiendo como corresponde los derechos de esta mujer mapuche torturada.
Como decía Natalia Zañartu, Doctora© en Psicóloga e investigadora del Centro de Estudios Mapuche de la U de Concepción, la cosificación de la mujer es una cosa, “pero otra muy distinta es la obligación moral y legal de alzar la voz ante este caso y hasta el día de hoy, al menos, no hemos escuchado nada”.
Ni hablar de los cuidados del lactante, si se vulnera el puerperio de la mujer, es además separada de su hijo, se violenta el apego y la lactancia a libre demanda, todo lo que es hoy ampliamente reconocido como beneficio para el recién nacido y su futuro desarrollo integral. Todo eso en un contexto de estrés, violencia y tortura. Claramente obligarte a parir con grilletes es lisa y llanamente tortura, hay que decirlo con todas sus letras.
Tengo muy presente que estas opiniones me traerán muchas críticas de un sector político, incluso al que pertenezco, pero no les estoy hablando a ellos, les estoy hablando a las personas de buen corazón, luchadoras por los derechos de la mujer y de los más necesitados, como nuestra Presidenta, Michelle Bachelet, que ha dado muestras concretas en su defensa por los derechos de la Mujer no solo en la ONU, sino que en su Presidencia, un ejemplo de lo cual es la creación del Ministerio de la Mujer.
Cuando se trata de defender los derechos de los débiles y del pueblo al cual pertenezco, el silencio no es una opción, porque te hace cómplice de la injusticia, y “no me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos”, como dijo Martin Luther King.
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