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lunes, 1 de julio de 2019

El fantasma de Bachelet que ronda e incomoda en la ex Nueva Mayoría

El fantasma de Bachelet que ronda e incomoda en la ex Nueva Mayoría
Este debate no se ha dado de manera oficial en la centroizquierda y menos todavía con la seriedad que quizás requiere, pero sí hay un círculo de personeros de gran influencia de la otrora Nueva Mayoría que cree que, dada la realidad que arrojan los números, la ex-Presidenta debiese “ser más categórica” respecto de su determinación de nunca más volver a postularse a la Presidencia de la República, para así terminar con las suposiciones. Un escenario poco factible, ya que, en primer término y debido a su cargo, la exjefa de Estado no puede pronunciarse en relación con la política local contingente y, segundo, porque –según acusaron– mientras este Gobierno “le siga haciendo la campaña”, el pensar en olvidar a la ex-Mandataria se transformó en una utopía.

La última encuesta CEP fue decidora en conocimiento y evaluación de personajes públicos. Y para sorpresa de muchos, la ex-Presidenta Michelle Bachelet es la única, hoy, con alguna posibilidad de arruinar el plan número uno de la actual administración piñerista, que es pasar sí o sí la banda presidencial a uno de los suyos. Porque, más allá de algunas intenciones individuales de varias figuras de la ex Nueva Mayoría, la realidad les choca de frente y nadie genera mayor interés en la opinión pública, ya que quien aparece después de la ex-Mandataria es el excandidato presidencial Alejandro Guillier, en el décimo lugar.
Un panorama paupérrimo para el exbloque de centroizquierda, pues, más allá de las heridas que quedaron abiertas luego de haber entregado por segunda vez La Moneda a la derecha y a Sebastián Piñera, para bien y para mal las cifras de la CEP trajeron de regreso el fantasma de Bachelet. Incluso, se ha comentado que en su entorno más estrecho algunos ya le estarían planteando la posibilidad de volver, argumentando la necesidad de defender el "legado" de su Gobierno, las reformas, que la administración de derecha ha tratado de desmantelar.
La idea no gusta e incomoda sobremanera en la centroizquierda, pues da cuenta del desastroso escenario político que viven.
Sin propuestas políticas y sin figuras capaces de aglutinar al sector para tratar de sobrevivir y levantarse, hay pocas luces que le marquen el camino a la otrora Nueva Mayoría. Con una Democracia Cristiana que busca desmarcarse del eje de izquierda y que ha profundizado los reclamos de sus pares a tal punto que, para muchos, suena inviable proyectar una sana convivencia, sumado esto a la crisis del Partido Socialista, en que, tras sus elecciones internas y las acusaciones de narcorredes, se desató una guerra civil interna de incalculables daños, los pronósticos del sector se tornan poco alentadores.
El último de los salvavidas y que asoma como el punto de inflexión entre la convicción o “agachar el moño”, son las elecciones municipales del próximo año, pero si registran una derrota significativa de la centroizquierda –como ya vaticinan algunos–, sería la sentencia final para cualquier intento de este sector de competir a la derecha en las presidenciales.
La incapacidad de renovación que presentó la centroizquierda constituye un tema que recorre los pasillos diariamente y, al constatar que las cifras reflotan el fantasma de Bachelet, por ahora contestan con un tajante “ninguna posibilidad”. Una reacción que responde al hecho de que la figura de la ex-Mandataria y su Gobierno aún son vistos como factor de desunión y culpable del estado actual de descomposición que vive la oposición.
En el PS aseguraron que, del cien por ciento de bacheletistas que existieron, hoy no quedaría más de un tercio y aquello lo ejemplificaron en la falta de estructura de trabajo en defensa de lo que alguna vez se llamó su legado. “No están las huestes unidas en torno a su legado”, afirmaron en la colectividad, donde agregaron que no existe siquiera un texto al cual ceñirse. Los que alguna vez se plantearon como escuderos del trabajo realizado, casi no se les escucha en estos días.
Una herida que no ha cerrado y que atraviesa desde el PS a la DC, ya que los primeros siguen recordando la distancia con que fueron tratados a pesar de ser su partido, y los segundos, sacaron a flote lo que consideraron un ninguneo que llevó, a finales de la administración, a enfriar las relaciones con La Moneda. Y esta es una de las razones de por qué hoy –sentencian– “no hay un milímetro de agua en la piscina” para ella.
En el PS aseguraron que, del cien por ciento de bacheletistas que existieron, hoy no quedaría más de un tercio y aquello lo ejemplificaron en la falta de estructura de trabajo en defensa de lo que alguna vez se llamó su legado. “No están las huestes unidas en torno a su legado”, afirmaron en la colectividad, donde agregaron que no existe siquiera un texto al cual ceñirse. Los que alguna vez se plantearon como escuderos del trabajo realizado, casi no se les escucha en estos días.
Otro de los obstáculos que la exjefa de Estado encontraría en el PS, es el del actual mandamás, Álvaro Elizalde, quien el día del cambio de gabinete, durante la segunda administración bacheletista, fue notificado minutos antes, una decisión que no vio venir y que lo dejó bastante golpeado, y sumado a aquello, que su reemplazante fue su eterno rival, Marcelo Díaz. La salida de Elizalde se produjo en el marco del desembarco de la tesis de centro que trajo a Jorge Burgos para reincorporar las fuerzas de la antigua Concertación. Decisiones como aquella, argumentaron, son las que la han alejado aún más de los suyos.
Miembros de su exgabinete se sumaron a los cuestionamientos a la idea, señalando que “a nadie le gusta la idea y ella lo ha descartado de plano”. Argumentaron que la Bachelet “cruzó un techo” y que en el extranjero puedo hacer “mucho más que en el país”. También señalaron que la única forma en que se lograría llevar a la ex-Mandataria nuevamente a la papeleta, sería como la candidata de “toda la oposición” y que nunca se la podría exponer a una primaria presidencial. “Tendría que ser un consenso total”, sentenció un exministro.
Para el director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, la prueba de la centroizquierda "respecto de que está pensando seriamente en el futuro, es abandonar toda posibilidad de pensar en Bachelet como candidata presidencial. Si es que la centroizquierda se niega a esa realidad, que es una figura del pasado y no del futuro, lo que se va a producir es una crisis aún mayor que la que estamos observando hoy”.

Sin cerrar puertas

Si bien no son pocos los que, transversalmente y seguros de sus palabras, le cerraron definitivamente la puerta a un eventual regreso de Bachelet 3.0, existe un reducido grupo que, como contrapunto, tiene una reflexión: “Nadie es tan grande en este momento como para cerrar puertas chicas. Si estuviera disponible, habría que considerarla”.
Este debate no se ha dado de manera oficial en la centroizquierda y menos todavía con la seriedad que quizás requiere, pero sí hay un círculo de personeros de gran influencia de la otrora Nueva Mayoría que cree que, dada la realidad que arrojan los números, Michelle Bachelet debiese “ser más categórica” respecto de su determinación de nunca más volver a postularse a la Presidencia de la República, para así terminar con las suposiciones. Un escenario poco factible, ya que, en primer término y debido a su cargo, la ex jefa de Estado no puede pronunciarse en relación con la política local contingente y, segundo, porque –según acusaron– mientras este Gobierno “le siga haciendo la campaña”, el pensar en olvidar a la ex-Mandataria se transformó en una utopía.
Para Morales, si se presenta el año 2021 como candidata, lo más probable es que termine de manera muy similar a como acabó Eduardo Frei el 2009, es decir, "como una ex-Presidenta derrotada ampliamente en las urnas. Una de las razones, por un liderazgo agotado, porque hay un recuerdo inmediato que no es bueno y, por último, va a ser casi imposible que consiga el apoyo de la DC". Con ese escenario, agregó que Bachelet tendría que enfrentar, además, "una candidatura de izquierda, emanada desde el Frente Amplio”.
Uno de los vacíos más grandes que habría dejado la exgobernante y que le pasaría la cuenta hasta hoy, es la ruptura del mito. El conflicto de Caval la sacó del pedestal, rompió con este imaginario de "la madre de Chile”, recalcó un exasesor de su Gobierno. Y contra eso, difícil pelear.
El director de la Escuela de Publicidad de la UDP, Cristián Leporati, dijo que “tanto en su primer Gobierno como en el segundo, fue hipotecando su imagen, su credibilidad y votación. El activo de opinión que tenía, grato, cercano, simpático, ya no lo tiene, aunque mantiene sus atributos de personalidad. Y aunque lo tuviera, ya no es relevante para la gente, porque la cantidad de pasivo que tiene, en términos de acciones u omisiones, la hacen, como proyecto político, inviable”.

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