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martes, 15 de noviembre de 2022

OPINIÓN POLÍTICA Ministra Maya Fernández, cierre Punta Peuco

    

Cuando el presidente Boric presentó a la nieta de Salvador Allende como Ministra de Defensa fue sin duda alguna un bello gesto, esos  son saludos a la historia, una venia con respeto para la memoria, mecanismos para que el olvido no se instale en ningún lugar. Sólo algunos días antes y rompiendo el protocolo como nuevo presidente Gabriel se acercó a la estatua del presidente Allende, el mismo que defendió con su vida el programa de un gobierno popular. Que lo defendió de veras y desde las primeras luces de aquella mañana eternamente triste del día 11.

Nos alegramos, nos acordamos de los porteños bajando desde los cerros en carretas con banderas y guitarras, en el sur los campesinos analfabetos conociendo la época para sembrar el trigo. El color atún de los pescadores y el oscuro/tierra de los mineros. Algo parecido nos sucedió cuando la vimos en aquella foto de los nuevos tiempos anunciados, nos estábamos volviendo a emocionar, ese volver a creer que lo mantienen los viejos y que se transmite de hijo en hijo para que el fuego no se apague.

Aquel gesto envió una señal al mundo militar.

El asunto es saber si lo entendieron y alcanzaron a ver en el horizonte aquella señal. Maya en el Ministerio de Defensa también entregó esperanzas para las familias de todos aquellos que fueron arrancados de sus lugares de trabajo, de las calles de todos los pueblos, los que fueron asesinados pensando en su guitarra y los que sencillamente murieron con un poema a medio terminar. El maestro rural que enseñó tantas veces que la tierra es redonda con flores bonitas mientras lo maltrataban hasta matarlo, esos, los agentes del Estado y militares de todas las raleas.

Los dolores de la patria se mantienen. Ser Ministra de la Defensa Nacional no es asunto fácil.

Los protocolos, las tradiciones, los saludos, las marchas, los estandartes, esa abominable música militar, en realidad y en honor a la verdad los que mandan son los que usan charreteras y telas bien planchadas. Los pocos civiles son algo parecido al arroz, acompañamiento para un buen decorado necesario para la foto. No se guardan registros fotográficos de las masacres cometidas por los militares. Sus historiadores han instalado a los uniformes como salvadores eternos del alma de la patria, hombres pulcros y sin pecado.

Hay que cerrar Puntapeuco.

No han pasado siglos desde que los uniformados quemaban libros, asesinaban y salían a la caza del hombre con toda la impunidad que les regaló la dictadura de Pinochet, y de la cual son cómplices todas las ramas de las fuerzas armadas, carabineros y la PDI. Se instalaron al mismo nivel de los nazis, el desprecio y es de público conocimiento que las bibliotecas militares están abarrotadas de literatura fascista. Fueron agentes de investigaciones los que asesinaron a Eduardo Jara estudiante de periodismo y que se autoproclamaron COVEMA. Fue un teniente del ejército que murió colocando una bomba en la Catedral de Punta Arenas. Hubo cristales rotos.

Los militares chilenos quemaban vivas a las personas en una de las peores facetas del Terrorismo de Estado. En Dachau el hombre moría de hambre acá los rociaban con bencina y después un fosforo. Silencio guardaba Chahuan/Guzmán/Longueira/Coloma.

Hay que cerrar PuntaPeuco ahora.

Jamás se pensó que Maya Fernández por ser familiar de Salvador Allende sacaría un corbo y se lanzaría al cuello de los que asesinaron a su abuelo. Eso nadie lo pensó, pero si ingenuamente comenzaron a manifestar que cerrar Punta Peuco sería una señal de orden, de autoridad, del justo ejercicio de una Ministra sencillamente porque aquel penal es la impunidad de cuerpo entero. Ninguno de los que cumplen condena se merece una estatua, aunque la UDI se las haya ofrecido.

Se observa con profundo respeto que la actual Ministra de Interior sea la hija de José Toha, el mismo que salió a las calles de Santiago para intentar calmar el 29 de junio del 73 junto a Pinochet, aquel militar indigno que tiempo después lo mandará a matar. Ustedes uniformados ni por historia, ni por tradición son creíbles. Ustedes allá, los maltratados en este lado.

Punta Peuco es sencillamente el regalo de la Concertación a las gorras llenas de laureles dorados, porque se sabe que los laureles se ganan en batallas contra enemigos verdaderos, armados y bajo bandera. Aquello no sucedió en este país.

Debemos alegrarnos que no haya habido guerra después de 1990, habíamos estado condenados a una derrota sin importar quién fuera el enemigo. Conocer que el alto mando, los comandantes en jefe eran ladrones e impuros y que habitan actualmente prisiones militares es dantesco. Es inimaginable pensar que una camarilla uniformada estaría dirigiendo desde las alturas a miles de soldados en batallas entre himnos interminables. Menos mal que en estos tantos decenios no ha habido guerras.

Hay que cerrar PuntaPeuco urgentemente.

Toda una vida generala fastuosa y llena de boato, muy distante del cabo de rancho en algún regimiento en el norte o el sur. Ya no es la desigualdad entre los chilenos pobres y desarrapados, esa diferencia también está al interior de cuarteles regimientos y barcos. Nada más falso que levantar la voz para manifestar estar dispuestos a dar vida si así fuera necesario. El asunto es a qué precio. Comandante en Jefe en oferta, con descuentos y liquidación permanente.

Robar y regalarse dinero en el alto mando de los militares es sencillamente la prolongación de una característica de la dictadura, allí está el Banco Riggs. En esos espacios a los cuales el mundo civil está prohibido, se mantienen los fuegos/juegos de halagos a sus ex colegas que sostienen estar injustamente encarcelados.

Los militares NO son neutrales, no están lejos de la política, su forma de estar siempre en la contingencia lo hacen desde sus tanques, o en desfiles que son exhibiciones para que la población comprenda que ellos son los dueños de la vida y también de la muerte de los injustos. No es creíble vociferar una falsa neutralidad. Afirmar que están bajo el poder civil y que siempre respetarán la constitución y las leyes no es creíble. Muchos altos mandos luego de haber llevado una vida regalada ingresan a la UDI o RN, algunos llegando a ser constituyentes como Arancibia.

PuntaPueco debe morir, hay que tener la dignidad para cerrar aquella fosa.

Hay ministerios donde se hace la pega pero en Defensa Nacional no. Todo igual, algo así como un gato pardo que ronronea bajo las pesadas cortinas del ministerio que está muy cerca de la Casa de los Presidentes. Maceteros con flores siempre vivas, y salen muy caro. No son barato la compra de sus camiones, cañones, balas, tanques y toda una larga lista del supermercado de la muerte, en un mercado exclusivo donde circulan billones y billones de dineros verdes.

A Carmen Gloria Quintana le prometieron que cerrarían PuntaPeuco, eso se lo dijo la Michelle.

Se espera que en la política y el arte de gobernar existan gestos que marquen la diferencia a los anteriores. Pasos atrevidos que dejen su impronta en la historia de los pueblos. Allende llevó a la cárcel a los que asesinaron al general Shenaider y fue Pinochet quien los liberó. Mantener una cárcel de lujo para condenados por crímenes de Lesa Humanidad no es sostenible, posiblemente NO querer matar al pinochetismo que sigue vivo sea una de las razones. Allí están los republicanos, el alto mando militar completo, los del rechazo que viven para mantener la Constitución de Guzmán/Pinochet.

Ministra Maya Fernández. Nos imaginamos en usted guarda fotos y recuerdos de su abuelo.

Los nietos de los que no están sencillamente le solicitan un gesto digno, un pasito pequeño para que aporte a la historia. Usted sabe que Salvador se la escribió entera con la mejor pluma de socialista tolerante, fraterno y también con los ejecutados y los detenidos desaparecidos

Sencillamente cierre PuntaPeuco, eso nada más pero tampoco menos. La historia no la juzgará, sencillamente se lo agradecerá. De usted depende que los nietos de los que no están entren tranquilos al sueño. La historia ha sido muy justa con usted. Haga lo mismo con los que ven pasar los días mirando fotos tomadas en  máquinas de cajón que existían en esos tiempos cuando el abuelo tenía el pelo negro. Maya en esas pausas que todos se gastan no olvide a Irene y la Nora que alegres fueron a firmar a las oficinas del registro civil que sus compañeros serían para siempre y se los asesinaron.

Esas fotos eran en blanco y negro… el tiempo se niega a que sean sepia.

 

Por Pablo Varas

 

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