Escrito por Arnaldo Pérez Guerra
El
ejército niega todavía que Cheyre esté vinculado con el asesinato de
dos niños en Guayacán, Región de Coquimbo, ocurrido en diciembre de
1973. La querella fue presentada por los abogados Hugo Gutiérrez y Juan
Bustos en julio de 2001 contra el ex dictador Pinochet, e interpuesta
por los familiares de Rodrigo Palma Moraga y Jimmy Christie Bossy, de 8 y
9 años de edad respectivamente. Los menores fueron fusilados por una
patrulla militar que custodiaba unos gaseoductos en una población del
sector La Herradura (Guayacán), habitada por funcionarios de Impuestos
Internos.
"¿Qué saben ustedes...?"
La
tarde del 24 de diciembre de 1973, tres niños -Rodrigo Javier Palma
Moraga, Jimmy Christie Bossy y Patricio Díaz Gajardo-, jugaban en las
cercanías de la población ubicada en la parte superior de los estanques
para el almacenamiento de combustible en Guayacán, Coquimbo. El padre de
Patricio, al regresar de su trabajo, vio a los niños y se llevó a su
hijo a casa. Los otros dos menores quedaron ahí, y no llegaron jamás a
sus hogares, cuestión que causó alarma en el barrio. Los vecinos se
organizaron en parejas para buscarlos, y se vieron obligados a infringir
el toque de queda que, ese día, por ser Navidad, se alargó hasta las
21:00 hrs.
Nelson
Díaz, padre de Patricio, y Luis Varas, utilizaron un automóvil.
Llegaron hasta la portería de los estanques. Allí se percataron que,
extrañamente, no había ningún militar, ni guardia. Los estanques eran
custodiados permanentemente por los militares. Horas antes habían
constatado la presencia de muchos soldados, que disparaban sus
metralletas de manera habitual sin que nadie supiera hacia qué blancos.
Claro, a los pobladores les habían dicho que ahí "se podían producir
atentados extremistas", pero nada de eso había ocurrido. El personal que
custodiaba los estanques pertenecía al Regimiento de Artillería
Motorizado Nº2 "Arica" de La Serena.
Los
vecinos, alarmados y frustrados por la búsqueda inútil, regresaron a
sus casas. Nelson Díaz y Luis Varas fueron detenidos por una patrulla de
militares que les revisaron su auto e, incluso, dispararon sobre el
techo del Fiat-600 en que se movilizaban. Contra la muralla y con las
manos en la cabeza, fueron amenazados de muerte en caso de moverse. Así
permanecieron allí, en espera de alguien de mayor rango apareciera; y
eso ocirrió algo después, cuando un capitán les presentó excusas y los
dejó en libertad. Como consecuencia de la desaparición de los menores,
la vida del barrió cambió radicalmente. La casa de Raúl Palma, padre de
uno de los niños, se veía permanentemente custodiada.
La
población fue cercada y se sometió a las familias de los menores a
"arresto domiciliario". Toda la población fue allanada por militares
armados quienes los interrogaron sobre "la desaparición de los menores" y
"qué sabían de eso".
Balas militares
Como
si el arresto domiciliario no hubiera sido suficiente abuso, los padres
de los menores empezaron a ser trasladados a menudo al regimiento, para
ser torturados. Mientras tanto se efectuaban intensas búsquedas para
dar con el paradero de los niños, participando el Cuerpo de Bomberos de
Coquimbo, carabineros e Investigaciones con una brigada de Homicidios
que enviada especialmente desde Santiago. Carabineros utilizó perros
policiales "expertos en rastreo". Sin embargo, la búsqueda fue
infructuosa.
En
agosto de 1978, niños del vecindario -que jugaban en el sector-,
encontraron los restos de los menores sepultados a orillas del camino
que conduce a la playa La Herradura, cercano a los depósitos de
combustible, y a una distancia de, aproximadamente, 100 metros de las
casas. Estaban a una profundidad no superior a 20 centímetros, lo que
resulta completamente incomprensible dado que en el lugar se buscó
afanosamente, incluso con los perros policiales.
"Debido
a esto y otros antecedentes presumimos que los cuerpos fueron colocados
allí con posterioridad", señala el abogado Hugo Gutiérrez. En el
Instituto Médico Legal de Santiago, se realizaron los peritajes. Los
padres fueron citados para la entrega de los restos, entrevistándose con
un médico legista, que practicó la autopsia. Les indicó que la causa de
muerte era "a consecuencia de impactos de bala de grueso calibre,
provocándoles la destrucción del 75% del cráneo", y agregando que "esos
proyectiles los usan sólo el Ejército". Sin embargo, el médico les
señaló que "no podía certificar esa causa de muerte". "Efectivamente el
certificado señala 'causa de muerte indeterminada'", agrega Gutiérrez.
En
la querella se cita, en calidad de inculpados, a Ariosto Lapostol
Orrego, comandante del Regimiento Arica, Juan Emilio Cheyre Espinoza,
que en el momento de ocurridos los hechos se desempeñaba como ayudante
del comandante Lapostol (su "delfín"), y va dirigida contra Augusto
Pinochet y "todos los que resulten responsables". También se cita a
Osvaldo Pincetti (*), que mantuvo secuestrados a los padres de los
niños, y al oficial Carlos Verdugo Gómez, que formaba parte de la Unidad
Especial de Inteligencia del Regimiento "Arica".
Se
presume que el grupo que estaba de guardia en ese momento, fue el que
fusiló a los niños. Después, escondieron los cuerpos para volver a
enterrarlos en las cercanías cuando la búsqueda de la policía y los
vecinos terminó. Por eso no había ningún militar cuando los vecinos los
buscaron en los estanques. Los padres nunca presentaron el caso en
ninguna instancia, "por temor. No se califica todavía la participación
de Cheyre. Lo citamos en calidad de 'inculpado'. No sabemos qué
participación tuvo, y queremos que declare lo que sabe. Es razonable
pensar que él, como ayudante del comandante, supo de los hechos y está
al tanto de la participación de la patrulla militar. El ministro Guzmán
hasta ahora no ha citado a nadie en el proceso", señala Hugo Gutiérrez.
Lapostol, Moren y Cheyre
El
ex comandante del Regimiento "Arica" de La Serena, Ariosto Lapostol
Orrego, niega que sus oficiales hayan participado en los fusilamientos
de la Caravana de la Muerte, o dando un tiro de gracia por orden de
Arellano. El año pasado, señaló a Canal 13: "Yo le ordené en forma
taxativa al entonces teniente Cheyre que ninguna persona ni ningún
oficial, ni suboficial, cabo, sargento, soldado, participara en nada, ni
en un consejo de guerra, a la orden del general Arellano". Sin embargo,
Lapostol confirmó que "los ejecutados fueron elegidos por Arellano".
En
la Caravana de la Muerte viajaba el capitán Marcelo Moren Brito, que
formaba parte de la Agrupación de Combate Santiago-Centro bajo el mando
también de Arellano Stark. Moren Brito viajó a Santiago horas antes del
golpe militar en septiembre de 1973. Moren no era un desconocido en La
Serena: era en ese momento, el segundo comandante del Regimiento
"Arica".
Este
artículo Arnaldo Pérez Guerra, fue publicado por El Siglo y La
Insignia, en marzo del 2002, bajo el título "La responsabilidad de
Cheyre"
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