¿Balas para los Mapuche?
por CRISTHIE MELLA AGUILERA 17 junio, 2017
Balas para los Mapuche es el llamado a veces tácito, pero muchas más veces abierto y claro que se escucha en la Araucanía y que cada vez hace más eco en la capital de Chile.
Fuera de la Araucanía es muy probable que pocos estén enterados de esta noticia que no suena mucho. El sábado recién pasado, dos jóvenes Mapuche, de 24 y 23 años de edad, Luis Marileo Cariqueo y Patricio González han resultado muertos por disparos efectuados por un carabinero en retiro, Ignacio Gallegos Pereira, dueño de un fundo en la comuna de los Sauces. La prensa local, por la que se ha informado del incidente, ha dicho que se habría tratado de un asalto que fue repelido por el ex carabinero, según su versión, en ausencia de testigos. Frente a este hecho, cuestionamientos han emergido respecto de la libertad condicional otorgada a Luis Marileo, luego de haber cumplido 3 de una condena de 10 años de cárcel por la muerte de un agricultor en 2012, cuya esposa acusa a Luis Marileo. En efecto se encontraba con libertad condicional, de acuerdo a una resolución judicial que hoy aparece inconcebible para quienes lo sindicaban como responsable. Lo que se sabe es que Marileo se había entregado voluntariamente por esa acusación, señalando su inocencia, como se puede ver en un video que está disponible en youtube. En él, afirmaba que su lucha por las reivindicaciones no incluía matar personas ni delinquir. Como en otras causas que involucran a Mapuche, quedan muchas dudas por resolver. Este joven había anteriormente sido absuelto de otros cargos que se le imputaban, luego de pasar meses detenido, siendo aún menor de edad. La libertad condicional de que gozaba había sido definida por una comisión Regional en atención a haberlo mantenido preso anteriormente por una causa en la que se acreditó su inocencia. Como en muchos otros casos, desenlaces extraños en causas extrañas.
Existen abogados independientes que han acusado montajes desde el inicio de los juicios a Mapuche en la Araucanía, con muchos de ellos detenidos por largos períodos para luego terminar absueltos frente a la debilidad de las pruebas. Estas pruebas en la mayoría de los casos la constituyen versiones de testigos protegidos por personal de carabineros. Es en la Araucanía, lugar donde partió la Reforma Procesal Penal el año 2000, donde el imperio del Derecho ha cobrado mas protagonismo y donde los discursos de objetividad e imparcialidad han estado lidiando con la realidad de las resoluciones judiciales, que no siempre aparecen claras desde su propia lógica, tras las irregularidades en los juicios, como si se intentara limpiar los desaciertos. En el escenario de este incidente, Fiscalía ha decidido asumir la legítima defensa del ex carabinero, brindándole protección en calidad de víctima, sin cuestionar su proceder ni dudar de su versión, lo cual también es otro contrasentido en cuanto a procedimientos judiciales regulares. Resulta por lo menos extraño que se asuma como hecho la versión de quien ha disparado. Sienta un pésimo precedente, que se suma a lo ocurrido en otras muertes de jóvenes Mapuche, como la de Matías Catrileo, respecto de validar el disparar a matar. Envía el mensaje de que la impunidad garantizará el derecho de aquellos que se sienten amenazados por el movimiento de reivindicación Mapuche, con todo el sistema de control social a su favor y en defensa de sus intereses, por sobre cualquier consideración de derechos humanos.
Es preocupante la atmósfera que se ha instalado en la Araucanía, donde reacciones destempladas alimentadas de racismo puro llaman a armarse en contra de los Mapuche. Los peligros de estos discursos que no han sido abordados por las autoridades están a la vista.
Es en la Araucanía, lugar donde partió la Reforma Procesal Penal el año 2000, donde el imperio del Derecho ha cobrado mas protagonismo y donde los discursos de objetividad e imparcialidad han estado lidiando con la realidad de las resoluciones judiciales, que no siempre aparecen claras desde su propia lógica, tras las irregularidades en los juicios, como si se intentara limpiar los desaciertos.
Más llama la atención la invisibilidad con que acontecen estos hechos tan graves. Solo la prensa local reporta, y a su manera. El resto de los medios parece ciego o sordo a circunstancias que no son nuevas, lo que ocurre en este contexto parece no tener ningún impacto en la agenda de Santiago. La lista de jóvenes Mapuche muertos en circunstancias poco claras se ha hecho cada vez más larga y desde hace ya varios años. Sin embargo, no está generando el impacto que debiera, en términos de prestar mas atención a lo que ocurre desde hace mucho en ese territorio, una zona militarizada. Hay una negligencia respecto del tema que ha sido puesta en el tapete en innumerables ocasiones por organismos de Derechos Humanos, con relators constatando los abusos.
Cabe preguntarse, y es lo que los diferentes gobiernos no han hecho hasta ahora, desde dónde surge esta violencia. Qué será lo que gatilla estos escenarios tan sangrientos, con los resultados conocidos. Y por otro lado, que es lo que mueve a mucha gente que vocifera que hay que defenderse de estos mapuche y lanzar balas, como lo que ocurrió en esta ocasión, qué era lo que ellos buscaban y por qué la respuesta fueron balas.
La historia de la región y del país nos enseña, aunque muchos lo olvidan, que la Araucanía o el Wallmapu fue ocupado y “pacificado” por el ejército chileno, para así luego con iniciativas gubernamentales iniciar la ocupación del territorio, proceso nada amable, por cierto. ¿Como se logró ese proceso? También con balas…a pura violencia descarnada.
Ya conocemos hasta el cansancio la manoseada frase que explica que la violencia genera violencia. En lo micro y, volviendo al presente de esta historia que se repite, me ha tocado observar procesos de daño psicológico en jóvenes y niños Mapuche traumatizados por violentos allanamientos en sus casas y comunidades, desde bebés a niños de 4, 5, 8 y más años hasta jóvenes de 14, 15 y 16, por los cuales la Corte de Apelaciones de Temuco ha acogido recursos de protección, instruyendo a carabineros y fuerzas policiales de abstenerse de ejercer violencia sobre ellos. Todas esas resoluciones y recursos han sido desestimados e incumplidos. La fuerza y la violencia con que se irrumpe en las comunidades militarizadas, donde los niños y ancianos no pueden ni dormir por el asedio y las consecuencias del estrés postraumático, parecen sacadas de películas de guerra y comandos. El daño psicológico producto de los allanamientos ha sido documentado y yo misma lo he podido ver entrevistando adolescentes, en donde claramente rabia e impotencia emergen del dolor de la impunidad cotidiana y completamente normalizada del abuso de poder, legitimado desde el propio Estado.
No es casualidad que Luis Marileo perteneciera a la comunidad cacique José Guiñón. Fue en torno a esta misma comunidad de Ercilla que el Servicio de Salud Araucanía Norte, advertía ya en el año 2004 los efectos traumáticos de los allanamientos en los niños y adolescentes, lo que ameritó una evaluación e intervención en salud mental con 11 niños víctimas de secuelas físicas y psicológicas. A la fecha de ese informe, Luis Marileo era por cierto un niño de esa comunidad, con 12 años, formando parte de ese grupo. Si ese informe hubiera sido más leído y tomado en cuenta por el Estado, si hubiera tenido mayor impacto la denuncia de los atropellos, quién sabe si el destino de Luis Marileo Cariqueo sería otro. De hecho, los profesionales señalaban en sus conclusiones: “se hace necesario sensibilizar y hacer partícipe a la opinión publica de que existen en nuestro país situaciones graves y desconocidas para la mayoría de las personas, que atentan contra el futuro de los niños Mapuche y están interfiriendo gravemente en sus desarrollo”. Hoy, 13 años después podemos ver el nivel de alteración del desarrollo con vidas truncadas a corta edad, destino sellado desde la infancia y en virtud de la injusticia que reina en este territorio.
¿Se le puede juzgar a Marileo por querer detener ese abuso? ¿Es legítimo condenarlo a priori, sin primero investigar como corresponde las circunstancias de su muerte? Los jóvenes Mapuche no son delincuentes, como se ha querido construir con el discurso punitivo y colonizador que desconoce las dinámicas de abusivas, como lo desconocen quienes justifican el uso de armas en contra de los Mapuche.
Se requiere entender estos procesos y no olvidar que la violencia no surge aislada, ha sido una práctica de nuestra historia pasada y reciente, que hoy se ve con mayor crudeza en territorio Mapuche, promovida y sostenida por los desaciertos y la negligencia del Estado chileno que se niega a reparar el daño causado y que mantiene un “ejército” avasallador para proteger los intereses de quienes fueron puestos ahí por medio del uso de la violencia. La respuesta de reivindicación del territorio Mapuche surge en un contexto de usurpación y violencia histórica, tal como en otros tiempos otros jóvenes se alzaron contra la violencia del Estado en nuestro país, asumiendo la lucha como un medio legítimo para responder frente a la barbarie que imponía en ese tiempo la dictadura. Hoy ya no tenemos dictadura, pero hemos conservado las mismas prácticas abusivas en territorio Mapuche, los allanamientos, el hostigamiento, la tortura y las amenazas y por sobre todo los montajes judicales, que son un germen de rabia contenida que de tanto en tanto es repelida con balas. ¿No será demasiado ya? No será tiempo de prestar mas atención y de dedicarse a abordar este tema tan urgente y tan descuidado por la élite en Santiago?
Las balas no pueden seguir siendo la respuesta. No más balas para los Mapuche.
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