
Fuentes del partido afirman que persiste un malestar generalizado de las bases frente al actuar de su abanderado Alberto Undurraga. Movimientos que se dan en medio de una coyuntura de supervivencia política, donde los resultados de las próximas elecciones serán determinantes para el futuro de la DC.
En los últimos días, los movimientos políticos y declaraciones del candidato presidencial de la DC, Alberto Undurraga, han inquietado las aguas al interior de la colectividad.
El pasado fin de semana el parlamentario advirtió que, si el Socialismo Democrático finalmente optaba por una primaria amplia que incluyera al Partido Comunista, iría directo a la papeleta de primera vuelta. Definición que no pasó por la Junta Nacional del partido, lo que provocó una serie de reacciones y molestia en parlamentarios y la militancia.
A esto se suma la incomodidad que generó su participación en un encuentro en el Café Torres, donde el líder del partido compartió junto a exmilitantes DC que hoy se sitúan en la centroderecha, como la senadora Ximena Rincón, Gutenberg Martínez y Mariana Aylwin, en un “reencuentro de amistad cívica de excamaradas”.
El episodio generó un fuerte sismo político que sacudió a la falange y, según fuentes internas, persiste un malestar generalizado de las bases partidarias.
“No sé quién lo habrá asesorado diciéndole que él como presidente podía hacer lo que se le ocurriera, sin respetar los acuerdos políticos internos”, señala una militante. Declaraciones que van en línea con quienes interpretan que la dirección de la DC, bajo la figura de Undurraga, buscaría “dar pie para que la falange pueda negociar con los partidos hacia la derecha”.
Esos movimientos se dan en medio de una coyuntura de supervivencia política para los democratacristianos, donde los resultados de las elecciones de este año pueden darle un respiro al partido, o provocar derechamente su declive.
¿Dónde estará el domicilio de la Democracia Cristiana durante el próximo periodo presidencial? Es la pregunta que hoy divide aguas en el partido, entre quienes creen en la necesidad de “fortalecer el centro” y construir puentes hacia la derecha, y quienes acusan que esta estrategia es un “suicidio” para un partido que podría caer en el aislamiento si no acude a las negociaciones con el progresismo.
“El sepulturero de la DC”
“Lo que tiene que hacer el presidente del partido –además de candidato presidencial– es ir a primarias amplias. Aquí no hay vueltas personales, ni gustitos propios, tiene que obedecer el mandato de la Junta Nacional. Y en ese contexto, debo decir responsablemente que, si el diputado Undurraga no va a primarias amplias, se va a convertir en el sepulturero de la DC”, dijo esta semana el senador Iván Flores.
El parlamentario DC –evidentemente molesto– advirtió que ya existen movimientos internos que han manifestado estar en desacuerdo con las decisiones de Undurraga. “Lo que está haciendo es el camino más corto para generar un suicidio asistido y eso no es tolerable en política. El aislamiento que se va a provocar a la Democracia Cristiana puede ser un golpe mortal”, manifestó Flores.
El diputado democratacristiano y vicepresidente de la Cámara, Eric Aedo, se sumó a las voces de preocupación por las intenciones del abanderado del partido. En conversación con El Mostrador, el parlamentario señaló que “la idea del camino propio en las próximas elecciones electorales, principalmente en la elección parlamentaria, equivale a la eutanasia política”.
“Esa no es la vocación de la Democracia Cristiana. Lo que tenemos que buscar es un acuerdo parlamentario, ojalá con el Socialismo Democrático (…). Un partido no está llamado a desaparecer, sino que a florecer y a crecer en la ciudadanía. Y en ese sentido, creo que históricamente el camino de la Democracia Cristiana ha sido junto a los sectores con una visión progresista del país”, dijo.
Las heridas que dejó el banquete en Café Torres
Que el domicilio de la Democracia Cristiana se sitúe en la centroizquierda es una definición en pugna al interior de la colectividad. Y es que el encuentro de la directiva junto a personalidades ex-DC y militantes de Amarillos y Demócratas, fue una acción concreta del entendimiento entre el centro y la centroderecha que busca un sector de la falange.
La molestia de la militancia frente a este episodio en el Café Torres no solo quedó en chats privados, sino que también se manifestó en un carta abierta firmada por cerca de 80 militantes, quienes calificaron este almuerzo como un “acto político significativo en el contexto de la inestabilidad e incertidumbre del partido, con consecuencias mayores sobre la opinión pública”.
El comunicado define a los asistentes como quienes “alcanzaron las más altas cimas del poder y del servicio gracias al partido”, y como los causantes “del declive y apagamiento de la Democracia Cristiana”.
“Instituir una conciliación de facto con miras a una acción política común, fruto de una tregua o de una amnistía unilateral, que comprometa al partido a través de su presidente, hoy candidato presidencial, es un acto que desborda la institucionalidad, la organización, las instancias regulares de la Democracia Cristiana, y la voluntad libre de su militancia”, declaran en el escrito.
En ese sentido, fuentes internas advierten sobre la necesidad de recordar que la Democracia Cristiana no nació como un partido híbrido de centro. “La DC sostuvo sobre sus bases doctrinarias la Doctrina Social de la Iglesia, la encíclica Rerum novarum, es imposible que dé lo mismo la izquierda que la derecha. Están matando el nacimiento de la DC”, sostiene un militante.
Una parte de las bases del partido ha declarado que la falange “está perdiendo su razón de ser”, ya que debería influir en las políticas públicas y sociales del país. En cambio, “ahora lo único que le queda es negociar para ocupar ciertos espacios de poder y ocuparlos con los mismos personajes con que el movimiento conservador interno quiere dar garantías”. “Sería un atentado hacia todos nuestros fundadores llevar a la DC hacia la derecha”, afirman.
Si bien la Democracia Cristiana arrastra divisiones internas hace varios años, el actual ciclo electoral es clave para su supervivencia, debido a su alicaída representación en el Congreso. Es por eso que las definiciones político-doctrinarias serán determinantes para su futuro.
“El lugar del partido en la historia hoy día está en la construcción de un Chile más seguro, más desarrollado económicamente, como lo hicimos en la década del 90 con Aylwin, con Frei y luego también con Lagos. Tiene que ser junto al Socialismo Democrático y no junto a la derecha”, manifestó el diputado democratacristiano Eric Aedo, descartando cualquier posibilidad de tender puentes hacia una eventual coalición por fuera de la centroizquierda.
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