"Yo confundí la frontera del bien y el mal, de lo
moral y lo inmoral, y me situé en el lado opuesto de lo ético", admite
el ex agente, condenado por los asesinatos, en 1982, del sindicalista
Tucapel Jiménez Alfaro y, al año siguiente, de Juan Alegría Mundaca, en
declaraciones a la agencia EFE de España.
Carlos
Herrera Jiménez, agente de la policía secreta chilena condenado a doble
cadena perpetua por homicidios calificados, dijo a la agencia EFE de
España que las ejecuciones de opositores durante la dictadura de Augusto
Pinochet fueron "miserables homicidios".
"Fueron miserables homicidios dispuestos por torpes jefes militares
que, ante su limitación intelectual para neutralizar a los opositores
con mejores ideas, ordenaron su eliminación", precisó Herrera en la
cárcel para violadores de derechos humanos de Punta Peuco, a unos 35
kilómetros al norte de Santiago. También contó cómo le enseñaron a
torturar y cómo hacían desaparecer a los detenidos.
Las órdenes de ejecución fueron dadas "a jóvenes oficiales que
solamente queríamos cumplir de la mejor forma nuestro cometido", añade.
"Yo confundí la frontera del bien y el mal, de lo moral y lo inmoral,
y me situé en el lado opuesto de lo ético", admite el ex agente,
condenado por los asesinatos, en 1982, del sindicalista Tucapel Jiménez
Alfaro y, al año siguiente, de Juan Alegría Mundaca.
Jiménez lideraba una incipiente reorganización del movimiento sindical y Alegría, un carpintero alcohólico y apolítico, fue asesinado para tender una cortina de humo sobre el primer crimen.
Herrera Jiménez, primer agente de la dictadura chilena en admitir sus
crímenes, volcó en un documento, que reveló a la agencia EFE, sus
reflexiones críticas sobre su papel represivo, con críticas hacia los
mandos "que dieron las órdenes y hasta hoy esconden la cara".
"No pretendo justificar hechos por los que ya hace tiempo asumí mi
responsabilidad penal y militar ante los tribunales", dice y revela que
por ello "me han considerado un traidor".
"Entendí que las personas muertas nunca fueron traidores a la patria,
sino que sólo pensaban distinto. Recapacité que yo no ingresé a la
Escuela Militar para convertirme en asesino de mis connacionales, sino
para servir a mi país", expresa Herrera en el texto.
"Con vergüenza, observo cómo mis jefes militares y los mandos
institucionales de la época niegan hoy los hechos que ellos mismos
ordenaron a subordinados que hoy estamos presos por cometer violaciones a
los derechos humanos", agrega.
Herrera, que también cumplió una condena de 10 años por el asesinato
de un transportista, Mario Fernández, en el norte de Chile, ha
solicitado varias veces el indulto, que le ha sido negado por distintos
Gobiernos.
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