CARTA PÚBLICA DE JORGE Y ALEXIS
Chile, 12 junio 2012
Amada familia,
queridos y estimados amigos y amigas, organizaciones sociales, de trabajadores,
estudiantes, pobladores, de derechos humanos y de comunicación popular, a todos
ustedes un fraterno y agradecido abrazo de nuestra parte.
Lo primero es decir
que en relación a los hechos del día 7 de marzo, ocurridos en zona rural de
Junín de los Andes, se trató de un control policial fortuito. Fue un control
bastante minucioso, tanto de nuestros documentos como el allanamiento a las
mochilas y al vehículo.
Esperamos hasta el
último momento que terminaran de hacer su registro y verificaciones, pero
cuando nos plantearon llevarnos hasta la comisaría para un chequeo más intenso,
tuvimos que actuar en consecuencia, dado que ahí se ponía gravemente en riesgo
nuestra libertad y de parte de uno de nosotros, quizás a perpetuidad.
Por tanto ni hubo
reacción precipitada o antojadiza, ni menos premeditada, sino un incidente
enmarcado en el histórico conflicto social y de clases del cual somos parte.
Intentamos una reducción a ambos policías y conminarlos a tirar sus armas y
rendirse.
Todo se frustró
porque el sargento Aigo se resistió y se produce un enfrentamiento prolongado
con las consecuencias conocidas.
El conductor de la
camioneta quedó en medio del fuego cruzado. Por el bien y la verdad, esta
persona no tiene nada que ver con los hechos sucedidos, no sabía ni que
andábamos armados ni quiénes éramos en realidad.
La primera noche la
caminamos hasta el amanecer, cuando decidimos escondernos en un acantilado,
donde nos atrincheramos. Nunca llegaron a ese lugar, a pesar de que veíamos el
gigantesco despliegue policial por tierra y aire, cómo rastrillaban la zona y
revisaban con binoculares.
Y nosotros sólo
contábamos en ese momento con el arma de puño, nuestra disposición combativa y
una fruta como único alimento. La comimos durante los primeros dos días, pues
no encontrábamos agua, sino hasta días después.
Aún no sospechábamos
lo que nos tocaría vivir en todo ese tiempo: una odisea y a la vez un verdadero
viaje místico por nuestro wallmapu.
El primer indicio de
ello fue en el amanecer cuando un traru (águila mora) se para en el acantilado
muy cerca a acompañarnos en nuestra trinchera. El segundo, al atardecer nos
sobrevuela en forma rasante un gran manque (cóndor).
Esa noche salimos
furtivamente del primer cerco para iniciar una larga, durísima y extenuante
marcha por nuestra vida y libertad.
Desde el primer paso
de esa marcha nos confesamos que no nos íbamos a dejar atrapar con vida. No por
valentía, sino porque a esta altura, por lo sucedido y por el odio de los
ricos, eso significaba terminar prácticamente nuestros días encarcelados. Y lo
peor, encadenando a nuestros hijos y familia a esa realidad y vida de mierda.
Afortunadamente esos
días, con el radio de comunicación que andábamos trayendo, logramos dar con la
frecuencia del puesto de mando del operativo, donde incluso se reportaban los
helicópteros. Esto fue vital y lo que nos permitió una ventaja táctica.
Pudimos salirnos del
cerco diario y siempre moviéndonos de noche.
Llegamos a tener las
rutinas y formas de operar de las fuerzas que nos buscaban.
El cerco llegó a ser
tan estrecho que escuchábamos los reportes de las patrullas a corta distancia
por donde nos movíamos y su salida simultánea por el handy.
Así pudimos tener una
pequeña ventaja, pues sabíamos que un helicóptero buscaba permanentemente y que
otro se encargaba de desembarcar equipos de búsqueda por la mañana y de
evacuarlos por la tarde.
Al mediodía los aprovisionaba
de comida y estaba permanentemente en tareas logísticas.
Básicamente, había un
cerco o anillo estratégico que abarcaba todas las rutas cercanas, con retenes,
un segundo anillo con puestos de observación y un tercer anillo móvil que
incluía patrullas montadas y los equipos aerotransportados, donde había
rastreadores y equipos de choque.
La pequeña ventaja
técnica nos posibilitaba la iniciativa táctica que junto al trabajo en equipo y
la disciplina, creemos fueron vitales en nuestra victoria, que así la
consideramos.
Fueron días y noches
de muchísima presión, los más duros de nuestras vidas, pero también los más
mágicos. Se trata de la relación con la Ñuke Mapu, la madre tierra, que con el
paso de las semanas se hizo vital y única aliada para lograr sobrevivir en esas
condiciones, terreno y clima.
Encontramos hierbas y
raíces que nos permitieron por lo menos mantenernos, así otros alimentos cuyo
valor energético es alto, entre esos, pequeños animales y otros que nos
permitió no sólo sobrevivir, sino darnos las fuerzas para afrontar la travesía
y marcha de resistencia a lo largo de nuestras imponentes montañas andinas.
Estamos convencidos
que nuestra sobrevivencia en estas condiciones tiene que ver tanto con los
acumulados históricos de la formación combatiente en la resistencia de nuestros
pueblos del continente como también gracias a que siempre pedimos permiso a los
gnen y protección al pillán mahuiza.
Tuvimos sin duda
situaciones límites y en que casi nos morimos, más allá del accionar del enemigo
y su cacería humana, sino que tienen que ver con el terreno y el clima.
Fueron los días en
que nos llovió. Implicaba además cruces de ríos y zonas de estepas inundadas y
soportar fríos bajo cero mojados. Y en noches cerradas y lluviosas, a estar al
borde de la hipotermia.
Habíamos guardado
pequeños palitos secos con los que logramos milagrosamente prender para hacer
fuego y secarnos... y así continuar en condiciones la marcha.
Después de dar cuenta
de una larga, durísima pero victoriosa lucha contra el enemigo y contra
nuestras propias limitaciones, de comprometernos con la Ñuke Mapu, hoy estamos
más fortalecidos y convencidos del camino de nuestra lucha de resistencia y
construcción del poder popular insurgente, autónomo y libertario.
Hermanos(as),
familia, pueblo nuestro, podemos decir también que sí sirven las cadenas de
protección que sabemos algunos nos han tendido, contribuyendo a nuestra
sobrevivencia y victoria.
Así también debemos
decirles que junto con esto y nuestro compromiso con la resistencia indígena y
popular del continente, lo que más fuerza nos dio, sobre todo en las
situaciones más al límite, fue la carita y voz de nuestros hijos, que se
aparecían en esos momentos nítidamente, que las fuerzas y esperanzas volvían
para reiniciar la marcha.
Por último, no
podemos dejar de agradecer los comunicados y la reivindicación que han hecho de
nosotros nuestras organizaciones.
Estamos orgullosos de
ser parte de ellas y también orgullosos de todos quienes nos han apoyado con su
solidaridad, denuncia y movilizaciones.
De cómo se ha
enfrentado esta batalla en medio de cercos militares, políticos,
comunicacionales y todo el plan contrainsurgente de los estados
democrático-policiales que continúan persiguiendo y reprimiendo a los pueblos
en todo el mundo.
De verdad hemos
sentido su cariño y compromiso, y se lo agradecemos con el alma y con nuestra
lucha que no cesará hasta vencer o morir, porque sólo la lucha nos hace libres
y nos permite construir una sociedad libre de explotación y marginación, entre
iguales y en armonía con nuestra naturaleza.
Jorge Salazar y
Alexis Cortés, mayo 2012.
¡¡Construyendo fuerza
y unidad continental, hasta vencer o morir!!
¡¡Solo la lucha nos
hace libres!!
Frente Patriótico
Manuel Rodríguez
MIR Ejército
Guerrillero de los Pobres
.
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