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miércoles, 14 de diciembre de 2016

Se tipifica otro atropello a los derechos de la mujer durante el parto y sus circunstancias: la Violencia Obstétrica con métodos y medicinas no adecuados

14/12/2016 |
Por Felipe Reyes
El informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) la incluyó por primera vez como un acto de violencia y de abuso sobre los derechos humanos de una persona.
Este lunes se dio a conocer el informe anual del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), el que, por primera vez, incluyó un capítulo dedicado exclusivamente a la Violencia Obstétrica.

La situación se originó a raíz del caso de Lorenza Cayuhán, en que la Corte Suprema ratificó que Gendarmería tuvo un trato discriminatorio hacia ella durante el parto por ser mujer y por ser mapuche.

Cayuhán dio a luz con grilletes en sus pies, custodiada por funcionarios de Gendarmería y fue constantemente acompañada con medidas de seguridad excesivas, pese a que las posibilidades de fuga eran nulas debido al complejo estado de salud por el que pasaba.

Informe de INDH

Fue la propia presidenta Michelle Bachelet quien dio a conocer el informe, momento en que afirmó que "con dolor y vergüenza es que hemos visto en ocasiones que las instituciones chilenas no han estado a la altura, como ocurrió con los niños vulnerados y como ocurrió también con Lorenza Cayuhán, quien denunció una situación humillante en el proceso de su parto", dijo la presidenta.

El documento del INDH relata que "este caso sintetiza varios problemas de derechos humanos preocupantes. Por un lado, el de la deshumanización del sistema carcelario, que impacta, en este caso, a una mujer embarazada. Por otro lado, las condiciones del parto de Lorenza permiten revisar el tema menos discutido en Chile, de la violencia hacia las mujeres que, en el marco del embarazo, el parto y el puerperio, ejercen los agentes de salud", situación que en esta ocasión la violación fue ejercida por parte de Gendarmería y no del servicio de salud.

Violencia Obstétrica

Sobre la definición de Violencia Obstétrica, más allá de ser la ejercida durante el embarazo, el parto y el puerperio, hace referencia a un "conjunto de prácticas de los equipos de salud que son cuestionadas, como acciones que causen daño físico o psicológico, que se expresen en un trato cruel, inhumano o degradante o en un abuso de medicalización, menoscabando la capacidad de decidir de manera libre e informada respecto de dichos procesos reproductivos", según el Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO).

Uno de los tantos testimonios que se han podido visibilizar por el surgimiento de agrupaciones que denuncian la violencia obstétrica es el de Evelyn.

"Me demoré mucho en entender que una episiotomía mal hecha es tan grave como la mutilación genital que les hacen a las mujeres en África. Es lo mismo, pero acá se le baja el perfil bajo el argumento de que era necesario. El momento más lindo de mi vida, el parto de mi hijo, me lo hicieron pedazos".

Una realidad acallada

Conversamos con la presidenta del Colegio de Matronas de Chile, Anita Román, quien se refirió a la Violencia Obstétrica y al informe del INDH.

"Como institución lamentamos que el Instituto Nacional de Derechos Humanos haya presentado este informe sin antes haber consultado al Colegio de Matronas, siendo que nosotras nos desempeñamos en el sector público principalmente. El informe entrega una sola mirada, que es la del sector civil, algo sumamente respetable, pero es parcial", indica Román.

"Hay muchas técnicas que se aplican dentro del ejercicio del trabajo de parto, y que no tienen que ver con violencia sino que con la necesidad de evitar daños. Son situaciones que se conversan y que suceden en un proceso de alta vulnerabilidad puede ser percibido como una agresión. Como Colegio nos encontramos trabajando y revisando estas prácticas, pero la crítica y la carga no debe ir solamente a las matronas, sino que se debe dirigir al Estado", argumenta.

"El informe deja en claro algunas incongruencias, como que el Ministerio de Salud aprueba la utilización de medicamentos que son violentos, por lo que falta sentarse a hablar, situación que no se hizo antes de publicar este informe, y solamente se denostó a un grupo cuya única misión en sus años ha sido evitar que las madres mueran en el parto", expresó.

Quien es una de las primeras profesionales que comenzó con una mirada crítica de la instancia del parto en el país fue la antropóloga médica Michelle Sadler, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

Ella puso la luz de alerta sobre lo que estaba sucediendo en las maternidades chilenas, cuando como parte de la investigación para su tesis, se instaló en dos hospitales a observar partos.

"Hasta ese momento, yo tenía visibilizada la violencia que relataba la literatura internacional: las intervenciones innecesarias, el hecho de que las mujeres no fueran protagonistas de su parto. Pero lo que no sabía, era la crudeza que se vive a diario en las maternidades", dice Sadler.

"La OMS reconoció el año pasado que el maltrato y la falta de respeto en la atención del parto existe, pero no ha dado una definición específica al término violencia obstétrica. Quienes estudian el tema suelen guiarse por lo que dice la Ley sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia dictada en 2007 por Venezuela, el primer país en tipificar la violencia obstétrica de manera legal. En esa norma se reconoce que puede existir violencia en la relación entre el equipo médico tratante y la mujer en edad reproductiva, la que se expresa en el trato deshumanizado, en un abuso de medicación y patologización innecesarias de los procesos naturales, lo que trae como consecuencia la pérdida de autonomía de la mujer y de su capacidad de decidir libremente sobre su cuerpo, su sexualidad y reproducción, impactando negativamente en su calidad de vida", indica la profesional.

"La violencia obstétrica puede dividirse en dos dimensiones, una relacionada con las intervenciones innecesarias, las cesáreas, las inducciones, el uso de la oxitocina sintética, las episiotomías, y la que habla sobre el maltrato y la falta de respeto en la atención del nacimiento", explica Sadler.

"Esa dimensión, que te reten, que te humillen, que no te entreguen información, es para muchos todavía difícil de reconocer como violencia, porque está normalizado por los equipos médicos y también por las mujeres. Eso ocurre porque desde hace décadas la reproducción se asume desde una visión patologizada de la mujer. Es algo que nosotras mismas tenemos integrado, al punto de que cuando menstruamos decimos que estamos enfermas. Y en esa concepción, la única forma de salvarnos de nuestro destino biológico patológico es entregándonos al control médico", concluyó la antropóloga.

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