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lunes, 8 de abril de 2024

La “doctrina Tohá” o cómo destruir la presunción de inocencia

 

La “doctrina Tohá” o cómo destruir la presunción de inocenciaOPINIÓNDiego Martin/AgenciaUno


Juan Legal
Por : Juan LegalEl nombre de este perfil corresponde a un seudónimo para proteger la identidad de su autor/a
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La “doctrina Tohá” deja en manos de los fiscales, los periodistas, los alborotadores, y de los que tienen intereses obscuros, la continuidad de los ministros y de los altos funcionarios públicos, lo que es inaceptable. ¿Y si son inocentes?


En el país de nunca jamás, donde nadie sabe nada de nada, la clase política está dedicada a pelearse por las mesas del Senado y la Cámara de Diputados, por los cargos y por las candidaturas. Este espectáculo deprimente y obsceno se desarrolla como una obra de teatro del absurdo, aunque los chilenos tengan problemas económicos angustiantes y las interminables listas de espera para la atención de salud reflejen, mejor que cualquier explicación o estadística, la enorme desigualdad que existe en nuestro país, y el temor a ser víctima de la delincuencia sea el pan de cada día en barrios y espacios públicos.

Los partidos y muchos políticos no respetan la palabra empeñada, firmada, proclamada, exhibida a sabiendas del dolo de incumplir. Porque, a estas alturas, no cabe duda de que, como saben que no tienen palabra, cuando firmaron sabían también que el documento suscrito no valía nada.

Patéticos títeres de otros, de los que de verdad ganan con el inmovilismo, con impedir que se aprueben las reformas, con la legalidad de abusos impresentables y que siguen cometiéndose invariablemente, a pesar del estallido social y de que tengamos un Gobierno de izquierda, con comunistas y frenteamplistas.

Los grupos económicos, el verdadero poder de Chile, siguen imponiendo su bloqueo, sus privilegios y su visión ideológica neoliberal. Acusan de ideologismo a las autoridades de Gobierno y, como niños bien educados, estos salen de inmediato a la prensa a hacer aclaraciones y, en algunos casos, a renegar de lo que son aún y de lo que han sido.

Muchos dirigentes son blandengues e incompetentes. Por eso viven asustados de las críticas y de los críticos. Y lo que es peor: la derecha los cachó y por eso los domesticó.

“Gallito de la pasión, no salgas a enamorar, que el día menos pensado algo te puede pasar, cocorocó, cocorocó, cocorocó”.

Si alguien considera desmedidos estos comentarios, vamos a probarlos.

¿Alguien tiene dudas de que reiterar la invitación a llegar a acuerdo en materia de tributos y en materia previsional es casi una humillación, porque todos sabemos que la derecha hasta la saciedad ha dicho que no va a ceder en ninguno de los dos temas? ¿Qué sentido tiene insistir? ¿Acaso el Gobierno piensa que la oposición va a pagar el costo político por su obcecación o por el empantanamiento de las reformas? ¿No saben que, a pesar de la actitud de la derecha, al final del día los gobiernos siempre pagan el mayor costo cuando no se avanza, aunque no sea su culpa? ¿No es más claro y menos ingenuo terminar con las frases sin sentido y salir todos con fuerza a emplazarlos, a sacarlos al pizarrón? Este es un ejemplo de debilidad.

Otra prueba. La llamada “doctrina Tohá” no solo no tiene asidero jurídico, sino que también destroza la presunción de inocencia, que es una conquista de la humanidad contra los abusos de poder. Esa presunción protege a los débiles y a los que son inocentes.

La “doctrina Tohá” deja en manos de los fiscales, los periodistas, los alborotadores, y de los que tienen intereses obscuros, la continuidad de los ministros y de los altos funcionarios públicos, lo que es inaceptable. ¿Y si son inocentes? ¿Y si un fiscal corrompido por los narcos decide formalizar al ministro de Justicia porque los inhibidores de celulares violan los derechos humanos de los presos?

Lo que pasa es que la “doctrina Tohá” es una capitulación, porque el Gobierno no se atreve a pedirle la renuncia al general director de Carabineros ante su pronta formalización, porque tiene que dar explicaciones todos los días en temas de seguridad ciudadana y esa petición de renuncia puede ser entendida como quitarle el apoyo a la institución de Carabineros. Además, si decidiera respaldarlo, tendría un conflicto con parte de sus propios adherentes, que quieren la salida de Yáñez por su rol el 18 de octubre y días posteriores.

Entonces aparece la “doctrina Tohá”. Dicho de otra manera, para salvar la cara y no tomar decisiones, nos cargamos la presunción de inocencia. No vale la pena referirse a la explicación de que el general tiene que dedicarse a su defensa porque es vergonzosa. Otra prueba del cocorocó.

“Este es el cuento del gallo pelado que salta la tapia y se queda enredado”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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