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viernes, 29 de mayo de 2020

Opinión


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Hambre, arte y censura

por  29 mayo, 2020
Hambre, arte y censura

Hace unos días, un grupo de artistas visuales de reconocida trayectoria proyectó la palabra “HAMBRE” sobre un edificio de Plaza Italia. El diputado RN Diego Schalper se indignó y dijo que dicha proyección era aprovecharse e “instrumentalizar esta legítima angustia que muchas personas sienten para ponerle colores políticos” y eso “es algo inaceptable en tiempos de pandemia”. Pidió que “la Fiscalía investigue y persiga a sus autores”. O sea, para Schalper exponer la palabra HAMBRE es un delito y también lo sería hacer consciencia de que muchos la sufren por la pandemia. Luego, Los artistas recibieron amenazas graves por diversos medios.
Al día siguiente, el mismo grupo proyectó la palabra “HUMANIDAD”, un vocablo tímido e inocente de una virtud universal, más necesaria que nunca. Después, otro grupo proyectó la palabra “SOLIDARIDAD”, vinculada a la caridad, la compasión y el cristianismo. Pero entonces, esa misma noche sucedió algo increíble: llegó un camión con varios focos de poderosa luz blanca que apuntó sobre la “HUMANIDAD” y la “SOLIDARIDAD”, como si ambas fueran fugitivas de un campo de exterminio, hasta que las eliminó. Es una escena dramática y patética. Provocó miedo, tanto que hasta la empresa contratista que llevó los focos blancos decidió apagarlos e irse rápidamente del lugar, sin cobrar al productor que los había contratado.
Pues bien, el llamado de Schalper a la persecución y la  censura se consumó como pecado en sus tres expresiones: “De palabra, obra y omisión”.
Es incomprensible que Schalper, abogado y miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, que se califica de socialcristiano y liberal, haya dicho tal barbaridad. Máxime, si estudió un posgrado en derechos sociales y culturales en Berlín. Ya que allí mandaron tanto Hitler como Stalin, quizás Schalper se concentró solo en el estudio de los derechos culturales en tiempos de esos dictadores, y eso explique todo esto.
En Chile, por lo menos, el artículo 19 N° 12 de la Constitución asegura la libertad de emitir opinión sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio, lo que incluye los medios artísticos. El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en sus artículos 2 y 15, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 19.2, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos en su artículo 13, todos ellos promulgados por el general Pinochet en 1989, obligan a Chile a asegurar a toda persona el derecho a beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales de sus producciones literarias o artísticas, a respetar la indispensable libertad para la actividad creadora, y consagran el derecho a la libertad de pensamiento y expresión, que comprenden la libertad de buscar, recibir y difundir ideas de toda índole, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística o por cualquier medio de su elección.
Por otro lado, quizás Schalper ignore que, en particular desde mediados del siglo XIX, el arte asumió un rol de provocar sentimientos o emociones, recrear estados de ánimo, expresar ideas o conceptos y ejercer una crítica de lo establecido. Es normal que el arte sea tan crítico, como propagandístico de su mensaje. Se hace eco de reivindicaciones o anticipa tendencias de cada periodo histórico. Eso sucede desde hace más de dos siglos con las artes visuales, la literatura, la música y otras expresiones del Arte. Para nombrar ejemplos conocidos, los Durero y Caravaggio sobre la Peste Negra; Goya cuando España era invadida por Francia; el Guernica de Picasso mostrando el bombardeo; los murales de Siqueiros y Diego Rivera en México; las decenas de grafitis pintados sobre los restos del muro de Berlín; Warhol; Dalí; Christo; los artefactos de Nicanor Parra, y millones de obras plásticas más. Muchas veces los artistas nos anuncian lo que viene. No los censuremos, porque saldremos perdiendo.
Por último, si hoy quisiera censurar las palabras HAMBRE o HUMANIDAD o SOLIDARIDAD, dichas o escritas a propósito de la pandemia, expresadas en lugares o por medios destacados, respecto del HAMBRE existente y venidero  tendría que censurarse a Francisco I que ya lo hizo hace más de dos meses, a la ONU, la FAO, los obispos, varios titulares de medios de comunicación, columnistas de todo signo y hasta el ministro de Salud. Es inútil intentar tapar la luz del sol con un dedo. La censura está prohibida y, cuando se ejerce, en general golpea de vuelta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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