Bachelet pone “filtro” a los partidos para ingresar al gabinete y bloquea disidencia al programa de gobierno
Entre abrazos y declaraciones,
explicaban en el Comando que lo que se quiere es “que nadie se salga de
la fila” y, para eso, ese filtro apunta, agregaron, a que “no se
instale gente en el gabinete a hacer defensas doctrinarias que vayan en
contra del programa de gobierno”.
Mientras
aún no se terminaban de contar los votos, pero la victoria de Michelle
Bachelet era incuestionable, se agolparon los rostros de la Nueva
Mayoría en las dependencias del comando instalado en el hotel San
Francisco. Una escena propia de las noches de victoria, una que también
es conocida como el desfile de los currículos y el festival de los
codazos. Es que después del último abrazo de felicitación, ahora viene
la definición de los nombres para el futuro gabinete, uno del cual la
hoy Presidenta electa ya definió el principal filtro para hacer su
selección: compromiso absoluto con su programa de gobierno.
Un criterio que será central y que servirá de requisito rector para definir ministros, subsecretarios, intendentes y otros cargos
en el Estado. La idea, explicaron, es neutralizar ruidos internos que
entrampen la agenda de reformas que quiere impulsar Bachelet y que, si
bien en líneas gruesas en la Nueva Mayoría todos están de acuerdo, lo
cierto es que hay matices más que considerables en los detalles que
hacen la diferencia.
Entre abrazos y declaraciones,
explicaban que lo que se quiere es “que nadie se salga de la fila” y,
para eso, ese filtro apunta, agregaron, a que “no se instale gente en el gabinete a hacer defensas doctrinarias que vayan en contra del programa de gobierno”.
Desde el comando, incluso,
recalcaron que este requisito es “un criterio que se cae de maduro”,
porque Bachelet –recordaron–desde el primer día de campaña, ese cuando
aterrizó en Santiago
a fines de marzo, habló de cambios y reformas estructurales de fondo.
Un discurso y programa que –acotan– fue refrendado tres veces este año
en las urnas, con su triunfo en las primarias del 30 de junio, la
primera vuelta de noviembre y anoche.
Es más, varios comentaron que, en los
días previos a la segunda vuelta, el jefe programático del comando,
Alberto Arenas, ya hizo la “bajada” de este diseño/requisito para
integrar el gabinete en reuniones con algunos de los partidos y
dirigentes de la Nueva Mayoría.
En el comando y desde la Nueva Mayoría
tienen claro que, más allá del desfile de currículos, los nombres para
su gabinete y quién estará en cada ministerio es algo que en líneas
gruesas lo definirá Bachelet. Que sabe que debe manejarse y respetar los
“equilibrios” políticos de su coalición en ese diseño, algo que es
parte de la “realidad” de la política, agregan, pero que también debe
administrarse con cuidado ante las tensiones internas de la NM,
especialmente entre el PPD y la DC.
La dirigencia de la Falange se reúne hoy
para precisamente consensuar internamente los “criterios” que quieren
“presentarle” a Bachelet cuando se reúnan con ella. Las “aspiraciones”
de la DC apuntarán –explicaron desde la propia directiva– a tener “un
tercio” del gabinete, que el partido quede representado en el comité
político de Palacio, pero no en el Ministerio del Interior, y que las
nominaciones no terminen siendo “fin de la carrera política” de algunas
de sus figuras, en otras palabras –graficaron– que no sea un “cementerio
de elefantes”.
En el resto de la Nueva Mayoría dicen
que la DC está “presionando”, que ha pedido “compensaciones” en el
futuro gobierno, que se ha “victimizado” y “lloriqueado” argumentando
que teme que el PS, PPD y el PC le pasen la aplanadora. Una sensación
que se alimentó a raíz de hechos simbólicos, pero contundentes, en las
parlamentarias de noviembre, como fue la derrota senatorial de Soledad
Alvear y el repliegue de poder que representa para su marido, Gutenberg
Martínez.
Por lo mismo, comentaron que no fueron
gratuitas ni al azar las declaraciones que hizo ayer el senador electo
por la VIII Cordillera, Felipe Harboe, quien no sólo habla como figura
del PPD, sino que como parte del círculo bacheletista. En entrevista en La Tercera
dijo que “cualquiera que quiera vetar el programa de Michelle Bachelet
va a tener una sanción política y social muy fuerte. No creo que haya
intenciones de gran parte de la DC de andar vetando ni mucho menos, he
visto que hay un sector de la DC que va a apoyar esas
transformaciones. Lo que no significa aceptar exigencias de subsidios ni
compensaciones que no son adecuadas. Se requiere convivir en una
coalición política en torno a un programa y al éxito del gobierno de
Michelle Bachelet”.
Palabras que sacaron más de una roncha
en algunos sectores de la DC, pero que en el PPD reconocieron que tenían
el objetivo claro de dar una señal y marcar la cancha a la DC.
Desde hoy vendrá la ronda de varios días
de saludos protocolares a la Presidenta electa, pero después de eso
Bachelet espera tomarse vacaciones de fin de año. Si bien se dice que en
esa pausa igual aprovechará de afinar nombres del ajedrez ministerial,
se comentó ayer que será Rodrigo Peñailillo –uno de sus más cercanos
asesores– quien hablará con los partidos, escuchará peticiones,
sugerencias, propuestas y aspiraciones.
No se sabe cuándo Bachelet haga los
anuncios sobre su gabinete, aunque sí es bastante unánime el criterio de
que debería estar despejado en su estructura central –ministros y
subsecretarios– antes del 15 de enero. “Es que la presión es mucha”,
señalan
Las señales
Anoche, con el acento de la televisión
puesto en la alta abstención, durante algunas horas de la jornada se
afinaba cómo contrarrestar la estrategia de un sector de la derecha que,
desde los días previos a la segunda vuelta, ya ponía en tela de juicio
la “representatividad” que tendrá el gobierno de Bachelet para llevar
adelante su agenda de reformas.
Un punto que quedó en segundo plano, ya
que al final la abstención no fue tan brutal como pronosticaron algunos,
ya que sufragó la misma cantidad de gente que para las municipales de
octubre del 2012, cuando debutó el voto voluntario. Pero, aparte de eso,
de todas maneras comunicacionalmente se recalcará una y otra vez que el
programa de reformas fue ratificado por la ciudadanía en tres
elecciones este año, junto con el hecho de que Bachelet cuenta con una
mayoría en ambas Cámaras del Congreso, menos frágil además que con la
que contó en su primer gobierno.
No fue gratuito que en su primer
discurso ya electa, en las afueras del Hotel San Francisco, Bachelet
reafirmara su agenda de reformas: “El lucro no puede ser el motor de la
Educación” y que se consolide una nueva Constitución creada 100% en
democracia “que garantice que la mayoría nunca más sea acallada por una
minoría”, fueron algunas de las señales que dio la Presidenta electa.
En la Nueva Mayoría, en tanto,
recalcaban que esas son las tareas a partir de marzo, pero que, hasta
entonces, el foco estará en “evitar que en el Congreso” la saliente
administración de Sebastián Piñera deje amarres, como –ejemplificaron–
la elección del director del Servicio de Impuestos Internos o el veto a
la Ley de Televisión Digital.
Rejas y más rejas
Anoche celebraron todos en el Hotel San
Francisco, los que trabajaron por Bachelet por 9 meses y los que –según
varios– aparecieron sólo ahora, al momento de abrir las botellas de
champaña.
Cuando la brecha de 62% de Bachelet ante
el 37% que obtuvo Evelyn Matthei era una tendencia clara, el salón VIP
que aglutinó a lo más granado de la Nueva Mayoría y al que la prensa no
tenía ningún acceso, quedó vacío y recién ahí se pudo ver a los alcaldes
más emblemáticos del nuevo oficialismo, como Josefa Errázuriz y
Cristián Vittori, el ex candidato Claudio Orrego, los ex ministros José
Antonio Viera-Gallo, Nicolás Eyzaguirre, José de Gregorio y Francisco
Vidal, el saliente diputado Juan Carlos Latorre, el radical Patricio
Tombolini y alguno que otro dirigente de los años 90, como Enzo
Pistaccio.
Se hizo todo para que la prensa no se
topara con dirigentes, parlamentarios ni rostros. Durante la tarde y
hasta cuando el recuento de votos iba en el 10% de las mesas escrutadas,
había un silencio absoluto, porque se instaló un férreo control de las
vocerías en el que nadie podía hacer declaraciones.
Guardias de seguridad apostados en
distintas puertas y accesos, dejaban a la prensa acorralada en la carpa
dispuesta para los medios, donde había aire acondicionado, televisores,
café, galletas, agua y sándwiches a destajo, pero casi nulo acceso a
información.
Luego vino el triunfo y las cosas se
relajaron, todos celebraban, daban declaraciones, pero el saludo entre
Matthei y Bachelet fue por señal “oficial”, lo mismo que cuando llegaron
los ex Mandatarios Ricardo Lagos Escobar y Patricio Aylwin, encuentro
al que no se tuvo acceso.
En la Alameda retumbó el jingle
de campaña y los acordes de la “Sonora de Tommy Rey”, mientras la gente
bailaba en la calle y la fiesta se había desatado, una vez que la nueva
Presidenta electa concluyó su discurso prometiendo que “no los vamos a
defraudar”.
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