Por María Elba Troncoso
No está marcado con rojo en el calendario, pero es un día que se
recuerda. El 29 de marzo simboliza el sacrificio de miles de jóvenes que
vieron en la resistencia una forma de sobrevivir a la dictadura.
Sin embargo esta conmemoración se diluye y cada año al dolor de la
familia Vergara Toledo, se le suma la pena de las víctimas de una
violencia desmedida
El
29 de marzo de 1985, los hermanos Rafael Mauricio y Eduardo Antonio
Vergara Toledo, de 18 y 20 años de edad, murieron en un supuesto
enfrentamiento con la policía en la Villa Francia, dando origen a lo que
hoy se recuerda como el Día del Joven Combatiente.
La muerte de los jóvenes miristas no fue la única ocurrida esa
fatídica fecha. En horas, la dictadura dio muestra contundente de su
política de exterminio a sus detractores.
Esa misma noche, Paulina Aguirre Tobar, también miembro del MIR, fue
baleada en una emboscada de efectivos de la CNI en el Arrayán y al día
siguiente aparecieron degollados los cuerpos de los profesionales
comunistas José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino.
Habían sido secuestrados horas antes por agentes de la Dirección de
Comunicaciones de Carabineros, DICOMCAR.
El recuerdo de un padre
"Nosotros nos enteramos como una hora después de que ocurrió el
crimen. Nuestros vecinos escucharon la noticia en la radio Cooperativa y
nos vinieron a avisar que habían matado a dos jóvenes que parecía que
eran el Rafa y el Eduardo. Después de eso, a nosotros nos allanaron la
casa, porque andaban buscando una tercera persona que podía ser el Pablo
(hijo mayor) ¡Ese mismo día entraron a nuestra casa, se llevaron
nuestras cosas y nos robaron!"
Así recuerda Manuel Vergara, uno de los momentos más duros de su
vida, cuando se concretaron sus más profundas aprensiones: Dos de sus
cuatro hijos había sido asesinados por una patrulla policial cuando se
disponían a asaltar una panadería en una acción conocida como
"recuperación de dinero", para financiar la resistencia.
En conversación con Cambio21, recordó lo
difícil que era la vida para quienes se oponían a la dictadura. "Como
muchos otros jóvenes que se tuvieron que ir de sus casas porque los
estaban buscando para meterlos presos y matarlos, mis hijos estaban en
la resistencia y clandestinos y tuvieron que hacer eso porque peligraban
sus vidas, su seguridad".
"Nosotros estábamos con los niños y sabíamos los riesgos que corrían,
porque Luisa (su esposa) y yo trabajábamos en la Vicaría de la
Solidaridad y sabíamos la gravedad que era estar en grupos o partidos
contra la dictadura, sobre todo el MIR", agregó.
"Eran momentos muy difíciles y nosotros, como familia, abiertamente
estábamos en la resistencia, desde nuestra población y nuestra comunidad
cristiana. Uno estaba a favor de la dictadura o estaba en contra, así
de simple era. Nosotros como padres en nuestros trabajo y ellos desde su
propio frente y no nos podíamos ver. Yo siempre digo que no tuve la
conciencia de haber estado en la resistencia contra un poder tan malo y
tan poderoso y yo creo que mucha gente le pasó eso", reflexionó.
Las condenas
La versión oficial del crimen de Rafael y Eduardo Vergara Toledo fue
que se había producido un enfrentamiento, pero de acuerdo a las
investigaciones, ambos fueron acribillados. Eduardo murió
instantáneamente, mientras que su hermano falleció de un tiro en la
nuca.
El suboficial de Carabineros, Jorge Segundo Marín Jiménez, fue
condenado a 10 años y un día como autor del homicidio calificado de
Rafael y del homicidio simple de Eduardo. El teniente Álex Vicent Ambler
Hinojosa fue sentenciado a siete años de cárcel como autor del
homicidio calificado de Rafael, al igual que el suboficial Francisco
Nelson Toledo Puente.
Para el padre de los jóvenes fallecidos, las penas no son
suficientes, sobre todo porque aún no está claro si hay más involucrados
en el caso de Rafael y porque cumplida la mitad de la condena, podrán
acceder a beneficios carcelarios. "Marín mandó una carta que confirma
que el Rafa quedó malherido y lo llevaron a la Comisaria y allí lo
fusilaron y no como se señaló en la investigación, que dice que lo
remataron ahí mismo, entonces al menos hay más testigos u otras personas
implicadas".
La importancia de la fecha
Para Manuel Vergara, cada 29 de marzo "es una expresión muy
importante de los jóvenes que combaten las injusticias en nuestro país.
En ese día se hacen presentes nuestros hijos y también otros muchos
jóvenes que dieron su vida por nuestra libertad y también los que
sobrevivieron".
Consideró "legítimo que exista un Día del Joven Combatiente, porque
recoge la historia de Chile y del mundo, porque son los jóvenes los que
logran transformar el mundo" y lamentó que la prensa centre las noticias
en lo malo y no se aproveche el "día para la reflexión, así como sucede
con el día de la mujer. Sería lindo que se instaurara oficialmente este
día, pero eso del ‘joven combatiente' como que a los políticos no les
gusta, cuando eso de combatir contra el mal es una maravilla", añadió.
El padre de los jóvenes que inspiraron el Día del Joven Combatiente,
hizo un llamado a la reflexión en torno a la violencia: "Hay que
recordar y valorar lo que hacen los jóvenes y también hay que entender
que hay mucha impotencia, sobre todo en los que están marginados del
sistema. Hay expresiones fuertes y duras porque hay mucha rabia e
impotencia porque sus reivindicaciones no se toman en cuenta y las
promesas no se cumplen. Detrás de eso hay desesperación porque no
encuentran como expresarse y falta que los medios de comunicación los
tomen en cuenta".
Fernando Montes S.J. Rector de la Universidad Alberto Hurtado:
"Hay que saber escuchar las rabias profundas tras las protestas"
El padre Fernando Montes sabe de protestas. La universidad que
dirige se encuentra a metros del sector estación Los Héroes, en la
Alameda, uno de los lugares donde se concentran las manifestaciones en
la capital y muchos de sus alumnos son partícipes de las convocatorias
que realizan los diferentes movimientos sociales.
En diálogo con Cambio21 lamentó que el Día
del Joven Combatiente no se vea en su real dimensión. "La muerte de los
hermanos Vergara Toledo es un tema muy doloroso. Más allá que se pueda
cuestionar que ellos respondieron con violencia a la violencia del
Estado, ese círculo hay que cortarlo y ojala aprovechar este día para
lograr una profunda reconciliación verdadera, sobre la paz y la
justicia, no solo el mero olvido".
"Lamento lo que hacen estos muchachos que salen y que ni siquiera
habían nacido cuando ocurrieron los hechos, porque deja de tener toda
significación recordar la violencia en el gobierno militar y se
convierte en violencia contra la sociedad como tal y eso es una lástima.
El momento y la situación son absolutamente distintos y obviamente en
la actualidad los muchachos pueden expresar su descontento, pero cuando
entran a usar otros medios como la bomba Molotov hay mucha
irracionalidad y peligro para la vida", añadió el sacerdote jesuita.
Llamó a reflexionar y a escuchar las profundas problemáticas tras los
encapuchados. "Muchos jóvenes tiene justas causas para salir a las
calles, pero entre ellos se mezclan chiquillos que más que una protesta
expresan muchas rabias que ya no tienen que ver con la dictadura, sino
que rabias muy profundas por las injusticias actuales y ojala puedan ser
escuchados en lo profundo y ver qué origina esa protesta que daña al
conjunto de la sociedad".
Las víctimas de la violencia en democracia
Estremecedoras
fueron las imágenes que el año 2008 mostraron la agonía de René Palma
Mancilla, un joven de 26 años que fue baleado en el pecho durante la
conmemoración del Día del Joven Combatiente en la Villa Francia. Murió
desangrado en un centro asistencial de Cerrillos, hasta donde fue
llevado por el entonces alcalde Alejandro Almendares, en un desesperado
recorrido por calles sitiadas.
Al año siguiente la niña de 11 años, Kattya R.M. quedó con lesiones
de gravedad, al ser alcanzada por un perdigón en la comuna de Pudahuel.
Además, cada conmemoración del Día del Joven Combatiente deja un
saldo de lesionados, cortes de luz y millonarias pérdidas para
particulares y el Estado. El año pasado fue uno de los más tranquilos:
54 detenidos y siete Carabineros heridos.
El caso de Pablo Vergara Toledo. El otro hijo muerto en dictadura
Pablo era el hijo mayor de Manuel Vergara y Luisa Toledo y fue el
primero de los hermanos en ingresar al MIR. El año 84 fue sacado por la
fuerza de su hogar para ser interrogado y torturado por la CNI, después
de eso pasó a la clandestinidad y tras la muerte de sus hermanos se fue
al exilio. Volvió en forma clandestina en marzo de 1988.
La noche del 5 de Noviembre de ese año murió cuando presuntamente
intentaba poner un explosivo en una torre de energía eléctrica en el
cerro Ñielol de Temuco.
"Aún no se puede concluir que pasó", explicó su padre, "el
departamento de Derechos Humanos de la PDI, que son los más confiables
en este tipo de trabajo, no ha logrado establecer si terceras personas
manipularon el explosivo, por lo que el caso sigue abierto".
"El explosivo no era para matar a nadie, Pablo iba a hacer una
proclama referida al triunfo del No y no tengo duda que alguien manipuló
la bomba sin que se dieran cuenta. Hay interés de esclarecer lo que
sucedió, pero nosotros estamos cansados", reconoció y añadió, "para
nosotros perder tres hijos por la dictadura es algo muy terrible, es un
dolor que no se olvida. No sabemos porque no nos hemos vuelto locos y
creemos que es porque siempre hemos estado acompañados de mucha gente
que nos quiere y entonces toda esa pena y ese dolor lo volcamos por
seguir luchando contra las injusticias. Apoyamos a los jóvenes, a los
que han perdido a sus hijos, a los hermanos mapuches. Hemos volcado este
tiempo de dolor en ayudar a los demás".
"Yo creo que la dictadura es lo más perverso que hemos tenido en
Chile, lo más malvado. La dictadura eliminó la familia nuestra porque
éramos seis y quedamos tres. Y siento impotencia de ver que los
militares siguen en el poder", concluyó.
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