El ex juez de la Corte de Apelaciones Alejandro Solís, ha alertado sobre la “impunidad biológica” que se ha ido instalando en las causas por violaciones a los derechos humanos. A los limitados avances en materia de justicia se ha sumado el paso del tiempo y el consiguiente fallecimiento de testigos, familiares de las víctimas y represores.
Es exactamente lo que ha sucedido en la mayoría de las causas y lo que se está produciendo día a día: cuando los crímenes se cometieron, las autoridades cómplices encubrieron y el Poder Judicial no investigó los hechos delictuales ni protegió a las víctimas del terrorismo de Estado. Posteriormente, tampoco se dispusieron todas las medidas necesarias para ello, y el tiempo transcurrido fue un nuevo argumento para justificar los lentos y en muchos casos nulos avances.
Los dichos del
ministro Alejandro Solís confirman esta apreciación que han denunciado
persistentemente las organizaciones de derechos humanos y las familias
de las víctimas.
Por eso las autoridades del nuevo gobierno y el Poder Judicial deben disponer, sin más dilaciones, las medidas que, desde hace años, han venido reclamando, entre ellas:
• La necesaria
designación de más jueces con dedicación exclusiva. Los recientes fallos
judiciales se han demostrado completamente insuficientes: en general
los procesos que han concluido han condenado a un reducido grupo de
victimarios y responsables, con bajas condenas y sin haber avanzado en
el establecimiento de la verdad sobre el destino de las personas
detenidas desaparecidas.
• Término de
beneficios a ex represores que conduzcan a la excarcelación de los
mismos, sin el cumplimiento cabal de las condenas impuestas.
• Fortalecimiento de
los órganos auxiliares de la justicia, especialmente la Brigada
investigadora de delitos contra los derechos humanos de la Policía de
Investigaciones (PDI), y recomposición de los equipos desarticulados
durante el gobierno pasado. Ello permitirá, además, dar cumplimiento
oportuno a diligencias solicitadas por las familias querellantes.
• Hay que dar un paso
más en la reparación social a las víctimas y castigo a los represores:
la degradación de los militares condenados que no hayan colaborado con
las investigaciones judiciales. Hasta ahora caben en esta categoría
todos los militares condenados y procesados.
• Disposición, de parte
de las autoridades civiles, de las medidas necesarias para ubicar todas
las evidencias, documentación y archivos aún existentes en los
organismos policiales, de inteligencia y militares que, según indican
múltiples antecedentes, todavía existen.
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