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miércoles, 2 de enero de 2019

Felipe Harboe, senador PPD: “Un gran acuerdo sobre Carabineros pasa por cómo vamos a resolver el problema que tenemos con el TC”


Autor: Jorge Arellano

EL EXSUBSECRETARIO Y SENADOR PPD FELIPE HARBOE.

Dice que no es posible una reforma a la institución, y otros proyectos, sin reestructurar el organismo. “No estoy disponible” para un pacto y que después parlamentarios recurran a dicho tribunal, sostiene.

Fue subsecretario de Carabineros y hoy está preocupado por la crisis en la institución. El senador Felipe Harboe plantea algunos pisos mínimos para un gran acuerdo nacional en torno a la materia, aunque plantea que esto pasa necesariamente por reestructurar el Tribunal Constitucional.
También es claro en señalar que el PPD debe ser un partido de centroizquierda, recalca sus diferencias con el Frente Amplio y propone una gran Alianza Democrática. ¿Ser candidato presidencial? Hoy dice no haberse planteado esa posibilidad.
¿Cómo analiza el complejo escenario en Carabineros?
Evidentemente, ha habido una crisis política e institucional a partir de la creación del Comando Jungla y las consecuencias que este tuvo en el homicidio de Camilo Catrillanca. Evidentemente, Carabineros se encuentra en una crisis muy compleja y me da la impresión de que con el cambio de mando se va a iniciar un proceso de transición.
Como exmiembro del gobierno de la Concertación y luego como senador oficialista, ¿hace alguna autocrítica? Se sostiene que esos gobiernos fueron muy laxos con el control hacia la institución, ¿lo comparte?
Cada vez que pedimos mayores atribuciones y control civil, nos encontramos con una UDI y algunos de RN que se oponían, porque ellos decían que nosotros queríamos politizar a Carabineros y, lejos de ello, lo que queríamos justamente era, en aquellos tiempos, iniciar un proceso de control civil democrático como ocurre en todas las democracias modernas. Pero ¿con quién nos encontrábamos al frente? Con los Alberto Espina, los Andrés Chadwick, los Baldo Prokurica, los Jorge Ulloa, los senadores designados, que, en general, prohibían todo tipo de injerencia del mundo civil en las FF.AA. y de Orden.
Pero ahora el gobierno ha planteado buscar un gran acuerdo con la oposición para una reforma mayor a Carabineros, ¿usted está dispuesto a ese acuerdo? ¿Cuál es el piso mínimo para esto?
Me alegro de que, finalmente, un gobierno de derecha se dé cuenta de la necesidad de hacer una reforma a las instituciones policiales y me aventuro a decir que tiene que extenderse a las Fuerzas Armadas. Cualquier acuerdo en esta materia pasa necesariamente por devolver la facultad soberana del Presidente de la República para poder designar y remover a los comandantes en jefe y al general director sin necesidad de ningún tipo de oficio al Congreso; eliminar la obligación o limitación que tiene el Presidente para elegir entre las primeras cinco antigüedades, lo que no tiene ninguna lógica a estas alturas; en el caso de la policía, debiera contar con un 911, terminar con el 133. ¿Qué tiene que ver esto con la delincuencia? Mucho, porque si usted tiene un 911, lo que hace es que tiene un control externo.
Y las condiciones del acuerdo.
Esto pasa porque en el proceso de elaboración del acuerdo participemos todos, esto no es solo una propuesta del gobierno a la cual la oposición dice sí o no, necesariamente por sentarnos en una mesa y ver cómo avanzamos en diferentes áreas. Un gran acuerdo sobre Carabineros o en materia de seguridad y cualquier acuerdo político en Chile, a mi juicio, pasa por cómo vamos a resolver el problema que tenemos con el Tribunal Constitucional.
¿Por qué lo relaciona con lo que pasa en Carabineros?
Tiene mucha relación, porque basta que hagamos un acuerdo en alguna materia y después eso no le guste a un grupo de senadores o diputados de la UDI o la derecha y vamos a terminar en el TC y va a ser el TC el que nos diga: “¿Sabe? Esto sí y esto no”. Yo no estoy disponible para eso.
Pero, por ejemplo, en la reforma al Ejército, ¿usted descarta que haya una postura de la oposición pasándole la cuenta al gobierno por decisiones como la del pacto migratorio, como lo ha planteado el ministro Alberto Espina?
Una oposición inteligente es una oposición colaborativa, pero también firme en principios y convicciones. No puede una oposición que aspira a ser gobierno negar la sal y el agua o bien hacer oposiciones a todo lo que presente un gobierno. Hay que evaluar en su mérito cada una de las propuestas. Lo que sí es importante es que el gobierno comprenda que tiene que terminar con esta bipolaridad, que plantea un discurso de grandes acuerdos nacionales, pero a la primera diferencia plantea que hay un obstruccionismo.
El Presidente se ha calificado con una nota sobre seis en lo que va de su gestión. ¿Usted cómo evalúa al gobierno?
Cuando uno observa la opinión pública es evidente que está muy por debajo incluso del cinco. El gobierno pasa, pero pasa raspando. No han sacado adelante ninguna reforma estructural, la reforma tributaria está naufragando, la reforma a las pensiones está recién empezando a discutirse, el Aula Segura terminó en Aula Democrática. Ha ido de más a menos. La voluntad originaria de plantear grandes acuerdos nacionales que se tradujeron en importantes modificaciones, pero al corto andar cayeron algunos en la tentación populista de ir gobernando en función de las encuestas, incluso traicionando su propio ideario. Es lo que hoy día está generando el auge de José Antonio Kast. Mi percepción es que la ultraderecha se está comiendo a la centroderecha.
Usted ha sido apuntado como una de las figuras de la oposición con las que se puede buscar acuerdos. ¿Se siente parte de ese grupo?
A mí me ha tocado servir a dos presidentes de la República, el Presidente Ricardo Lagos Escobar y a la Presidenta Michelle Bachelet, y jamás me negaré a conversar con un gobierno que quiere que al país le vaya bien, siempre estaré disponible, pero en la medida en que esa disposición del gobierno sea real y genuina y no signifique una disminución de derechos o libertades.
¿No cree que para el Ejecutivo es difícil llevar a cabo su tarea cuando hay una oposición tan fragmentada?
Evidentemente, eso es una complicación, pero el gobierno ya tiene identificado con quiénes puede buscar algunas alternativas de acuerdo y no siempre los funcionarios de gobierno tienen la misma claridad que tiene el Presidente.
¿Ya pasó el tiempo de los diagnósticos en la oposición y ahora la oposición debe empezar a articularse?
Corresponde ir construyendo un ideario de una oposición constructiva que le ofrece al país una alternativa de gobierno más progresista, más fundada en la equidad, pero no abandonando el crecimiento y la seguridad, que son elementos fundamentales. Este 2019 va a ser el año de la rearticulación política.
¿Cuál es el arco para esa rearticulación? ¿Desde la DC al Frente Amplio?
Hoy día las siglas de los partidos políticos son completamente insuficientes en razón de la nueva realidad social, política, cultural y tecnológica. Más bien, hablaría de una gran “alianza democrática”, que crea en las libertades, en los derechos, pero también en los deberes ciudadanos, en la gradualidad, en la responsabilidad; que esté consciente de la necesidad de redistribuir con mucha fuerza, pero que también sepa que para redistribuir hay que crecer.
¿Se pueden sentar a conversar con el Frente Amplio?
Siempre se puede conversar, pero hay que tener un ideario común, y cuando uno observa que hay un sector del Frente Amplio que es más bien maximalista y pretende cambiar todo en dos o tres años, eso es imposible. La falta de experiencia de gobierno de algunos los hace pensar que es posible refundar la democracia y el país en tres o cuatro años y eso no es posible. Aquellos que hemos gobernado sabemos lo difícil que es gobernar. Tenemos que tener ideas estructurales comunes, o sea, no es posible que haya algunos que todavía piensen que en Venezuela, en Nicaragua, en Cuba hay democracia. Entonces, hay una diferencia estructural, con ellos no tengo muchos elementos comunes, lo que no significa que uno se cierre a un pacto electoral.
En el PPD hay un debate en torno a si el partido debe autodefinirse como de “izquierda” o de “centroizquierda”. Usted cree lo segundo, ¿por qué?
Me alegro que se dé esta discusión; durante muchos años fui parte de la disidencia, de la minoría, por plantear esto. El PPD crecientemente fue reduciendo su espacio de representación y se fue intentando parecer más al PS, e incluso en algunos casos al PC, y eso significó que una parte importante de nuestros militantes se fue, porque fue perdiendo esa identidad que nos dio origen. Por lo tanto, insisto en que el PPD tiene que ser calificado como un partido de centroizquierda. Reducir el concepto y ser un partido solo de izquierda no le suma nada, al contrario, el PPD no va a sumar tampoco a un eventual pacto electoral con el mundo del PS, porque tiene que diferenciarse de ellos, compartiendo elementos fundamentales, pero diferenciarse, porque la pregunta es: si yo soy de izquierda, ¿por qué tendría que estar en el PPD y no en el PS o en el PC?
¿Cómo evalúa los meses que lleva Heraldo Muñoz a la cabeza del partido?
Muy positivo. El PPD salió de la plana de los escándalos, como estuvo durante el tiempo anterior. Le ha dado un nuevo aire al PPD; a pesar de la edad de Heraldo, sus planteamientos, el tipo de discusión que se ha planteado en la mesa es bastante adecuado, se les ha dado espacio a jóvenes y eso es muy importante. Creo que la formación política es clave y sí hecho de menos eso, y también tener un trabajo social mucho más potente.
Muñoz fue bien evaluado en la CEP; Lagos Weber ha planteado su disponibilidad para tratar de llegar a La Moneda, ¿qué le parece?
Me parece muy bien que estén Heraldo y Ricardo en la encuesta CEP, y más allá de las aspiraciones de unos o de otros, mi percepción es que lo más relevante es que no se vaya a confundir de nuevo popularidad con liderazgo. La clave es que quien tome las banderas de la opción presidencial del PPD o del mundo de la centroizquierda tenga la capacidad política de articular acuerdos suficientes para crear una mayoría electoral, porque vimos que en la última elección se privilegió la popularidad, se desechó a candidatos que eran menos populares, pero tenían más capacidad política y terminamos como terminamos. No hay que cometer los mismos errores. Todavía es muy prematuro plantear una candidatura presidencial.
¿Usted está dispuesto a asumir una candidatura presidencial del partido?
Yo hoy día soy senador y la verdad es que no me he planteado ni siquiera esa posibilidad todavía.
Pero tampoco lo descarta.
No hago especulación política. Generalmente, actúo sobre la base de la evidencia, pero ¡ojo!, cualquier figura del PPD que pretenda aspirar a la Presidencia de la República debe, necesariamente, demostrar su liderazgo en la elección municipal y de gobernadores regionales.

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