Kast, Kaiser, el cura Karadima o el Ku Klux Klan
Gabriel Boric, después de salvar escollos, avanzó a segunda vuelta. Ahora, debe acercarse a los votantes de Yasna Provoste, Marco Enríquez Ominami y del profesor Eduardo Artés. Ahí se halla su cantera natural. De no existir unidad, el fascismo ingresará a rajatabla en la política y nadie sabe cuánto tiempo permanecerá en el poder. A Gabriel Boric, en esta dramática encrucijada, le corresponde alinear a quienes aún creen en la democracia. El apoyo que recibió el domingo 21 de noviembre, no es mezquino. Se trata del impulso que podría catapultarlo y ganar el 19 de diciembre. Plataforma para crecer en la correcta dirección, hacia tiendas políticas hermanas. Sin claudicar, manteniendo el timón en el rumbo adecuado, aunque amenacen vientos traicioneros, los cuales desean perturbar su navegación. Si corrige una coma de su programa, puede desencantar a sus electores.
¿Qué hizo la UDI, descendientes del pinochetismo, encargada de mantener vivo el recuerdo del dictador? Esta semana se apresuró en entregarle al monje José Antonio Kast, su incondicional apoyo, cuya expresión de velón de funeral, asusta. Nada de condiciones o vamos a consultar con nuestros aliados. Como actúan dirigidos por talibanes, no hay opciones a discrepar. Hacerlo, se encuentra ajeno a sus principios. Llámese fascismo, ultraderecha o integrismo. A la hora de concurrir a las urnas, no se equivocan.
Defienden sus privilegios, porque Dios así lo quiere. Marchan a los sones de Lili Marleen, comulgan cada domingo y en familia, rezan el rosario. Sí, saben de tradiciones y lealtades hacia los suyos, y las privilegian por encima de todo. Sienten orgullo de sus prerrogativas, sean sus apellidos, relaciones familiares, sociales y las cuidan, como si fuese el hueso de un beato. José Antonio Kast, se apoya en lo que dijo Hermann Göring: “Lo único que hay que hacer para esclavizar a la gente es asustarla. Si logras imaginar una forma de asustar a la gente, puedes hacerle lo que quieras”.
De acuerdo a los resultados de este 21 de noviembre, se abre un paréntesis de duda y se ignora cuál va a ser el destino de la izquierda de Chile. No la coja, menos aún la entreguista. En cuanto a la Concertación, la cual gobernó el país por varios años, es un modelo político fracasado, cuya existencia la impuso la dictadura. La diseñó a su gusto y medida, sin dejar nada al albur. Aceptaron a ciegas el modelo neoliberal, trampa que no les permitía realizar cambios estructurales. De triunfar José Antonio Kast, se convertirá en castigo para los sectores obreros y populares del país, y el futuro de la genuina izquierda, se trocará en pesadilla. Debido a nuestra soberbia, al suponer que la derecha pinochetista permanecía moribunda, mordimos el anzuelo. Ha habido titubeos, pasos en falso y una seguidilla de errores, donde debemos asumir nuestra culpabilidad. Nada de escabullirse.
Nos engolosinamos con triunfos, marchas multitudinarias, las cuales nadie supo encausar. Escuché decir: “Nosotros ahora, somos herederos de las protestas”. Hoy José Antonio Kast, junto al diputado electo Johannes Kaiser y el espíritu del cura Fernando Karadima, es decir el Ku Klux Klan, muestran el fanatismo supremacista, entroncado con la esencia del fascismo. Johannes Kaiser, acólito de Kast, dijo dominado por su pasión depredadora: “Las mujeres feas deben ser violadas y por ello, los autores recibirán una medalla”. No satisfecho, agregó, movido por su delirante entusiasmo: “Las mujeres dejan de ir al parque, pues tienen miedo que un emigrante las pueda violar”. Desde luego, inmigrantes que no han venido desde Europa, como es el caso de su familia. Al día siguiente, renunció al Partido Republicano, y no a su condición de diputado. Cuando asuma, si es que asume o renuncia por dignidad, a las mujeres del Congreso Nacional, les corresponde organizar una recepción de acuerdo a su jerarquía. En esa oportunidad, le deben arrojar el contenido de su menosprecio.
Por Walter Garib
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