El expresidente del Senado y del PPD asegura en esta entrevista que Carolina Tohá es la única candidata de la primaria oficialista que puede crecer y superar las fronteras del sector de cara a una segunda vuelta. Y sostiene que ella no representa la continuidad del Gobierno. "Nosotros no fuimos invitados a este Gobierno, nosotros fuimos vetados", recuerda. Y dice que el Frente Amplio mantiene una visión de una izquierda de ayer y no del siglo XXI. Reconoce, además, que su sector ha cometido errores y afirma que la izquierda “tiene que volver a ser la representación del mundo popular".
Por Rodrigo Córdova y Eduardo MonrroyCOMPARTIR
Más de 30 años de amistad unen a Guido Girardi (PPD) con la candidata presidencial del Socialismo Democrático, Carolina Tohá (PPD). Si bien dice no tener un rol dentro de su campaña y asegura que las opiniones que dará de la carrera presidencial son “desde afuera”, se reconoce como un influencer externo de la exministra del Interior.
Y es que nadie duda de que el médico cirujano siga siendo quizás la figura más influyente del PPD, pese a que colgó su traje de senador en 2022. Girardi, de todos modos, dice seguir en la política de primera línea, aunque lo enmarca dentro de su rol en la Fundación Encuentros del Futuro, que está instalada en unas oficinas del barrio El Golf, donde recibe a The Clinic.
La sala refleja una de sus principales pasiones: la ciencia. En su escritorio, de hecho, tiene una réplica de un cráneo de la primera especie humana bípeda. Cuenta que existe una copia original y tres réplicas en el mundo, entre ellas, la que tiene en sus manos.
Pese a que su tema de interés es la ciencia y los avances tecnológicos, tiene una mirada firme sobre la contingencia política y le preocupa el avance de la ultraderecha a nivel internacional y nacional. Y también tiene una opinión formada de los desafíos que se le presentan a su sector y principalmente a su candidata Carolina Tohá.
“Estamos viviendo una nueva era de la historia de la humanidad”, asegura.
—¿A qué se refiere?
—Estamos entrando a convivir en un escenario de violencia y de miedo. Una sociedad que está en un ecosistema de miedo es una sociedad que pierde la capacidad reflexiva, que pierde su capacidad de pensar a mediano y a largo plazo. Está permanentemente activada en la sobrevivencia y en la inmediatez. Es lo que nosotros llamamos cerebros reptilianos reactivos menos reflexivos.
Y lo que pasa hoy día es que son las posturas extremas las que capturan las redes. Puede ser de izquierda y derecha, pero son estas las que más gritan, las que construyen liderazgos tipo influencers, que son los más agresivos, que son los más distópicos, los que ponen más contenidos falsos y son los que logran estar en la audiencia. Y eso hace que hoy los grupos extremos minoritarios puedan ser actores de captura de mundos mayoritarios en las redes sociales. Esto es un fenómeno mundial. No es un fenómeno local.
—¿Pero tiene un reflejo en Chile?
—Tiene reflejo en todas partes del mundo. Dependiendo de la fortaleza institucional, la fortaleza política tiene más o menos posibilidad de resistencia. Y en Chile es evidente que si no se toman ciertas prevenciones, los liderazgos del futuro serán quienes tengan más habilidad para capturar atención, por lo tanto, van a ser los líderes que sean capaces de desenvolverse en las redes con más contenido de falsedad, con más contenido de agresión, con más contenido de generar miedo, de generar incertidumbre.
—¿Y a nivel local se ha tomado en serio el avance de esos grupos?
—Tenemos un fenómeno claro en Chile de emergencia de grupos, o de personas, que han usado el espacio de las redes sociales como un espacio de construcción de liderazgos que son bien distópicos en todos los sectores políticos. El problema es que eso hace que los liderazgos de futuro, los razonables, los que tienen visión de futuro, vayan a desaparecer en el mundo entero. Por el contrario, van a prevalecer aquellos liderazgos que son capaces de activar la tensión y, por lo tanto, los que están sustentados en estructuras populistas, en estructuras amenazantes, en estructuras de falsedad. Pero el problema es que el mundo en el que vamos a vivir es uno de falsedad en donde no hay frontera entre lo que es verdadero y lo que es falso.
—¿Qué efectos se han generado?
—Ha ocurrido algo gravísimo: la normalización de la violencia. ¿Tú crees que hubiera sido posible que hace diez años una persona como Elon Musk hubiera podido hacer el saludo nazi en un evento tan importante como la asunción de Trump? Hace diez años lo hubieran despedazado desde el punto de vista comunicacional. Hoy en día es normal y hay otros que hacen lo mismo. ¿O hace 10 años en Chile hubiera sido aceptable que aparecieran Kast y Kaiser colgados como Mussolini en la plaza pública? ¿ O el video que circula donde acribillan y asesinan a Gonzalo Winter? Eso era imposible.
Hoy día la normalización de la violencia corre el cerco. Y eso es porque aquí hay una visión ideológica detrás. El problema es ese. Por eso hay que entender la dimensión política de esto. Hay una visión política tremendamente autoritaria que es la visión de los transhumanistas o de los libertarios, que tienen a sus propios Marx. Uno de ellos, Curtis Yarvin, es uno de los personajes más influyentes, cercano a Elon Musk y a Trump. ¿Qué dice Yarvin? Que no tienen que haber democracias, pues están obsoletas y tenemos que poner a tipos expertos en tecnología como jefes de los gobiernos para hacer una tecnomonarquía, o sea, tecnoimperios.

“La amenaza no es solo que la sociedad chilena se corra hacia la derecha, sino que pueda haber una experiencia de extrema derecha”
Guido Girardi asegura que esta visión, que denomina como transhumanista, es la que está proponiendo que el único valor fundamental es la libertad individual o el individualismo extremo, que identifica en discursos como los de Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario) el mandatario estadounidense Donald Trump.
—Pero ese tipo de liderazgos, como el de Trump o el de Milei, ¿tienen mayoría en Chile?
—El problema es cuántos pensaban que iba a ganar Milei en Argentina y cuántos pensaban que iba a ganar Trump en su primera elección. Hoy, la izquierda y el mundo liberal perdieron la representación de la rabia y la indignación contra los poderosos. Y los poderosos somos nosotros, somos la política. Lo que hace la extrema derecha es canalizar, por su estructura populista, este sentido de indignación del pueblo. Ellos son el pueblo contra la élite. Y cada vez que Trump golpea a la élite, en donde cada vez que dice algo absurdo, para su mundo, no lo es. Para su mundo es el instrumento de venganza contra la élite.
En Chile hay una amenaza de que la sociedad chilena no solamente se corra hacia la derecha, sino que pueda haber una experiencia de extrema derecha. Sin embargo, Chile tiene cierta fortaleza histórica que lo protege de Argentina, que ha vivido permanentemente una suerte de populismo histórico. En Chile tenemos un cierto sistema inmune que nos protege todavía del desplazamiento hacia los extremos. Hay que tomar conciencia de eso y por eso valoro mucho, desde fuera, las campañas de la Carolina, como son, y la de Matthei. Si bien tengo más cercanía con una que con otra, ambas se enmarcan en lo que es la defensa de la democracia y del sistema liberal, porque las extremas derechas por su visión ideológica, por su constructo a través de la del miedo, destruyen la democracia y las instituciones. Eso es lo que está haciendo Trump y lo que está ocurriendo en el mundo.
—¿Qué espacio tiene Tohá dentro de esa mirada?
—Tenemos un espacio. Lo que yo veo desde fuera es que en la primaria de la izquierda hay excelentes personas. Jeannette Jara es lo mejor que uno podría tener del Partido Comunista y Gonzalo Winter es una de las personas que uno le tiene más aprecio intelectual, no el único, pero uno de los que creo más brillante en el mundo del Frente Amplio.
Pero si queremos tener a alguien competitivo para ir a la primera vuelta y pasar a la segunda vuelta, no es el representante del Partido Comunista y no es el representante del Frente Amplio, aunque tenga todos los méritos de lo que es o lo que fue la experiencia del Frente Amplio como gobierno. Carolina es la única que puede ir más allá de lo que este Gobierno ha sido y más allá de lo que el Frente Amplio ha sido. Puede convocar a otros.
—¿No le pesa haber liderado el ministerio encargado de la seguridad hasta hace unos meses, cuando hoy todas las encuestas muestran que esa es la mayor preocupación de los chilenos?
—Le pesa y no le pesa. Chile necesita que los chilenos se crean a sí mismos de que Chile tiene futuro y que es un país maravilloso, que está sentado arriba de una mina de oro y que nosotros tenemos los recursos para salvar el planeta. Además de ese sueño, tenemos otro problema que es que estamos indexados a la inmediatez. La era digital mató la paciencia, y la paciencia era fundamental en el Estado analógico. El delivery del Estado analógico era uno en el que había que tener paciencia.
—¿Le pasó eso al Gobierno de Gabriel Boric?
—A todos. Hoy día murió la paciencia, la paciencia en la sociedad del futuro va a haber sido un accidente en la historia de la humanidad y hoy día todo el mundo quiere todo aquí y ahora. Es tan así, que si tu Uber se demora más de 3 minutos, tú lo cancelas. El problema es que el delivery del Estado, de este Estado viejo, que sirvió para el siglo XX, no es capaz de dar la respuesta y si no da la respuesta, mayor va a ser la rabia y la indignación de la gente. ¿Y cuáles son los deliveries más importantes hoy día? Seguridad, salud y crecimiento. Aquí tienen que haber candidatos y candidatas que, además de proponer este sueño largo, porque la gente necesita un puerto de llegada, tiene que tener la capacidad también de tener el delivery inmediato.
“Carolina Tohá tuvo que pelear muchas veces contra el PC y el Frente Amplio”
—¿Hay una autocrítica de su sector en tal vez no haber comprendido esa inmediatez que se necesitaba con la seguridad o crecimiento?
—Claro que lo hubo. La gran lucha que dio Carolina fue frente a un mundo… Yo provengo de la izquierda, nunca fui marxista, pero provengo de una izquierda democrática y creo que a una parte de la izquierda le costó mucho entender y separar lo que eran las posturas garantistas, que son necesarias, respecto a la protección y promoción de los derechos humanos, con lo que era el establecer como derecho humano el Estado de Derecho y la seguridad.
—¿En el Gobierno incluso?
—Diría desde antes y durante los inicios del Gobierno. Pienso que uno de los temas que el mundo progresista tiene que asumir a plena cabalidad, es que el Estado de Derecho, o la seguridad, son derechos humanos fundamentales, tan importantes como cualquier otro y que si no hay Estado de Derecho no hay democracia.
Ahí, evidentemente, hemos avanzado, porque desde decir, a los inicios, a algunas personas, que la quema de camiones en el mundo mapuche era una acción reivindicacionista, a hoy día, que este Gobierno diga que es una acción terrorista, es un avance. En materia de crecimiento, también. Ahí hubo un ideologismo antiempresarial, muchas veces bien ganado también por abusos, pero que hoy día no da.
—¿Tohá puede garantizar estas demandas? El mismo tema de seguridad le abre un flanco…
—Carolina Tohá, justamente, tuvo el doctorado más exigente y más profundo que puede tener una persona en esta materia. No creo que haya en Chile alguien, desde el mundo de la política, que tenga hoy día ese conocimiento, porque le tocó enfrentar esto con dureza y además pelear contra estas culturas muchas veces garantistas dentro del Gobierno. Tuvo que pelear muchas veces con el Partido Comunista que le votó en contra y mucha gente del Frente Amplio que le votó en contra.
No creo que haya alguien que tenga mejor preparación en eso. Y, en segundo lugar, creo que es una persona que en materia de crecimiento económico entiende perfectamente que estamos en otra etapa de la historia de la humanidad y que tiene otra visión, mucho más amplia. Tohá puede garantizar estas dos demandas que tiene la sociedad que son crecimiento económico, seguridad y además la salud.

Girardi: “El Frente Amplio mantiene visiones de una izquierda de ayer y no para el siglo XXI”
—¿Quién es el rival a vencer para Carolina Tohá? ¿Jara o Winter?
—Yo creo que representando Jara y Winter lo mejor de cada uno dentro de sus sectores, para mí hay algo muy pragmático: si queremos pasar a segunda vuelta, Carolina es la persona que representa la opción de crecer hacia un mundo que no es el oficialismo. No es la visión comunista la que tiene mejor opción. Además, tengo la convicción de que el Partido Comunista no representa un proyecto de futuro en ninguna parte del mundo. Representa un proyecto del pasado, pero que mantiene ciertas legitimidades, valores, que lo hacen todavía valioso para algunas personas.
—¿Y la opción del Frente Amplio?
—Creo que el mayor valor del Frente Amplio es que ha sido capaz de reponer la generación joven en política, que creo que es un aporte gigantesco. Pero con visiones de una izquierda de ayer y no para el siglo XXI. Ahora, para ser justos, el problema que tenemos es que la derecha liberal -lo que representa Evelyn Matthei- y el mundo liberal de izquierda no tienen una respuesta profunda y clara respecto de estos cambios que he mencionado en relación a la transformación y el rol que está teniendo la inteligencia artificial y los cambios que va a producir.
—¿Qué es lo que abandonó la izquierda?
—La izquierda a partir de los años 2000 se puso muy identitaria, lo que fue positivo, porque defendió el medioambiente, como yo mismo hice. Defendió los temas de género, a los homosexuales, defendió temas identitarios abandonando la representación de los temas sociales.
—¿Qué tiene que hacer la izquierda entonces?
—La izquierda tiene que volver a ser la representación del mundo popular, de ese mundo mayoritario que no se siente representado por la política, pero menos por la izquierda.
—Ubicó a Evelyn Matthei como la derecha liberal y la pone a la par de Tohá. ¿No se ha desperfilado ante los discursos de Kast y Kaiser?
—El riesgo de Evelyn es que intente asimilarse a lo que uno podría llamar la derecha reptiliana. Creo que el gran valor que puede tener su campaña es la preservación de los valores liberales y democráticos que gran parte de la derecha siempre ha defendido.
—¿No ha visto que desde Chile Vamos le hayan abierto la puerta a la extrema derecha?
—Creo que no. Son un dique a la extrema derecha, así como Carolina es un dique a la extrema izquierda. Así como tengo mucho respeto por Jadue, él representa una visión de extrema izquierda.

“Carolina Tohá no es la continuidad de este Gobierno, nosotros fuimos vetados para ingresar al Gobierno”
—En este desafío que menciona de Tohá por crecer, ¿cuánto debería entonces intentar distanciarse del Gobierno?
—Carolina no es la continuidad de este Gobierno, no lo es.
—Estuvo en el corazón del Gobierno…
—Pero no lo es. No es la continuidad. Nosotros no fuimos invitados a este Gobierno, nosotros fuimos vetados para ingresar a este Gobierno. Y Carolina, Mario Marcel, Álvaro Elizalde, Carlos Montes y un contingente muy grande de personas finalmente llegaron para colaborar en un momento de crisis profunda. Cuando se fracasa en el proceso constituyente y se viola la confianza del 80% de la sociedad que votó a favor de esto y se dilapida una oportunidad histórica, eso genera un conflicto político, y creo que este grupo lo que hizo fue ayudar a que el Gobierno y el propio Presidente -que yo valoro mucho- fuera transitando hacia una política mucho más en sintonía y sincronizada con lo que era la realidad. Es decir, hacia una visión más de socialismo democrático que a una izquierda tradicional. Pero Carolina y nosotros no somos continuidad de este Gobierno.
—En ese sentido, ¿hay una mirada muy crítica con lo que ha sido este Gobierno?
—No quiero decir que todo lo que hizo este Gobierno es malo, sino que nosotros tenemos una visión distinta en muchos temas. Yo no soy un estatista per sé, y creo que todavía en una parte de la izquierda hay un estatismo que no da cuenta de las insuficiencias del Estado. Yo creo que tenemos que salir un poco de las luchas puramente identitarias y volver a la dimensión social. Pero sobre todo lo que falta es la capacidad de entender el mundo que viene y tener propuestas de esta nueva realidad.
—Mencionó al Socialismo Democrático. ¿Qué tan importante fue el respaldo que recibió Carolina Tohá de ese sector y por qué costó tanto siendo partidos que se suponía eran hermanos?
—Todas las relaciones son complejas. Pero si nosotros queríamos ofrecer una alternativa de futuro y entendemos que viene un mundo desafiante que abre oportunidades y amenazas gigantescas, la única manera que tienen los partidos políticos irrelevantes de construir una opción es siendo instituciones relevantes. El PS y el PPD son partidos irrelevantes por sí solos, estamos hablando de partidos de un 5% o un 6%. Aquí lo que se juega es la posibilidad de ser insignificante en el futuro o transformarse en una fuerza real.
“No veo cómo la DC va a ser parte de un acuerdo parlamentario si no apoyan a Carolina”
—¿Qué valor tendría incorporar a la DC, que hasta ahora sigue al margen de esta centroizquierda?
—Para mí la DC es parte en la historia de Chile de una visión reformista y progresista. Frei Montalva fue un progresista, hizo la reforma agraria, participó de la nacionalización del cobre, tuvo un proyecto popular y nacional. La DC tuvo diferencias en la Unidad Popular, pero después fue clave en el proceso de transición a la democracia. Creo que hay una cultura democrática, popular, respetuosa de los DDHH y las libertades progresistas en gran parte de la DC.
—¿Esperaría un respaldo de ellos?
—La DC tiene un candidato que respeto mucho como Alberto Undurraga, pero no existe. Es casi un deseo personal de la institución y de él mismo de preservar, pero no ayuda al proceso de fortalecer un eje progresista democrático. Lo que uno esperaría es que la DC apoye a la Carolina y que pueda ser parte de un acuerdo parlamentario. No veo cómo va a ser parte de un acuerdo parlamentario si no apoyan a Carolina.
—Y yendo a su partido, el PPD, pasó de una etapa muy compleja durante el estallido donde se cuestionó a la clase política general y de un período con controversias como SQM, mientras que ahora el PPD tiene a la abanderada presidencial de la fuerza progresista. ¿Qué pasó ahí?
—Creo que los partidos son asincrónicos con el mundo que viene y deben repensarse. Ahora, creo que el hecho de que existan instituciones permanentes que tengan proyectos y visiones de futuro en un mundo polarizado es fundamental, pero tienen que ser partidos de nuevo tipo. El gran desafío de la política hoy es construir acuerdos. Esa es la única manera de sobrevivir en Chile y el mundo. Que nosotros seamos capaces de construir una visión de país compartida al 2025 que tenga acuerdos sobre cómo resolver los problemas de salud, educación. Que sea un acuerdo de la política, pero también de los territorios, universidades, el mundo intelectual y empresarial. Porque si no lo hay, no vamos a salir bien parados de esa crisis.
De hecho, nosotros en el Congreso Futuro estamos trabajando en Proyecta Chile, que es transversal, con todas las universidades, donde está la Sofofa, la Fundación Chile, el DUOC, los distintos IP, y más de 1.500 académicos que trabajan gratis buscando construir consensos académicos.
—¿Cuál es su rol dentro de la campaña de Carolina Tohá?
—No tengo ningún rol formal. Soy un influencer externo. Evidentemente Carolina es amiga mía desde los años 80, fuimos dirigentes estudiantiles, yo formé un grupo ecologista en los años 80 que se llamaba Pehuén, mientras que Carolina era dirigenta también. Hemos venido transitando juntos, desde la lucha de la dictadura. Es una persona extremadamente cercana en lo personal a la que estoy disponible a apoyar cuando me lo pidan, pero no soy parte de ningún comando.
—¿Conversa diariamente con ella?
—No. Si me piden opinión, la doy.
—¿Su futuro sigue vinculado a la política?
—Yo hago política. Estoy en primera línea, porque el Congreso del Futuro es política. Ahí trabajamos con todos.
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