Los verdaderos responsables de la tragedia porteña
- Jorge Escalante
- Periodista
- Era verano de 1962. Junto a mi hermano y un grupo de amigos de Plaza
Victoria nos hicimos bomberos de la 10ª Compañía de Escala de
Valparaíso. Una mañana soleada sonaron las bocinas de incendio. Corrimos
para llegar a la compañía cuando los dos carros se alistaban a salir.
Era un siniestro de bosques en una de las quebradas de los cerros. Cerca
de las cuatro de la tarde cambió el sentido del viento. Alcanzamos a
sentir un ruido sordo profundo. Las llamas avanzaron veloces por el
callejón de la quebrada. Sólo recuerdo que alguien me agarró por el
cinturón de cuero de la cotona y me alzó hacia arriba a una pequeña
planicie. Mi hermano también salvó con vida. Pero tres compañeros
murieron quemados. Apenas unos metros arriba estaban las casas de madera
de pobladores humildes. Todas se incendiaron.
Las tragedias porteñas por estas causas son históricas. Han
transcurrido décadas para aprender a prevenirlas. Pero histórica es
también la negligencia de alcaldes, intendentes, ministros de
Planificación y Vivienda y los respectivos seremis. Ha llegado el
momento de decir ¡basta! a tanta desidia de estas autoridades.
Son los culpables directos de esta nueva tragedia y todas las
anteriores. Culpables por omisión. Porque jamás han siquiera intentado
una planificación para empezar a erradicar a los humildes que viven al
fondo y borde de esas quebradas que cada año cobran vidas humanas y
animales y cuantiosos daños.
Ese plan podría durar años. No importa. Pero cada año que transcurre,
con ese plan en operación reduciría la magnitud de las tragedias. Ya no
se sostienen las excusas de que Valparaíso es una ciudad imposible de
planificar debido a su estructura geográfica. Eso es falso. Si ni
siquiera lo han intentado. Nada es imposible cuando se trata de salvar
vidas y destrucción de los más humildes.
Pero ante cada desastre salen a las calles a declarar lo mismo: que
el viento es muy fuerte, que los cerros son muy empinados, que las
calles son estrechas, que los incendios los provoca el humano, que la
gente construye sus casas y chozas en lugares de alto riesgo, que faltó
presión de agua y cuentan los muertos y damnificados indicando los
lugares de los albergues. Todo eso es verdad pero no basta, porque son
sólo declaraciones después de tragedias evitables desde hace décadas.
El Comité de Defensa de Valparaíso, el Consejo Ciudadano de
Valparaíso y el Colegio de Arquitectos demandan desde hace años a estas
autoridades para que armen un proyecto y le den vida para comenzar a
resolver este grave conflicto. Es posible. Aunque por año se resuelva
sólo un cerro. Hay que construir viviendas en un lugar seguro para ir
trasladando a esos humildes. Hay que prohibir fiscalizando que la gente
vuelva a construir al fondo o borde de quebradas. Pero todo esto
requiere un tremendo esfuerzo y autoridades empeñosas y conscientes.
Desde estas líneas, y como porteño nacido y criado en los cerros,
llamo a que un grupo de abogados lleve a juicio a estas autoridades por
esta y anteriores tragedias con costo de vidas humanas y animales.
Estas autoridades tenían y tienen el mandato y la facultad de
planificar, asistir y erradicar a los pobres de Valparaíso y Chile hacia
una vivienda digna y segura. Ya no no sirve el “es que tal autoridad no
lo hizo”. Da lo mismo. ¡No han hecho nada! Las tragedias de Valparaíso
se repiten cada año con iguales consecuencias.
Escribo esta columna con indignación y tristeza por mis humildes
porteños que cada vez siguen sufriendo la desidia de estas autoridades.
¿Esperarán a que se incendie medio Valparaíso y muera calcinada la mitad
de la población para salir de nuevo a contar los muertos y los daños?
¿Se pudo entablar un juicio por los 83 reos fallecidos en el incendio
de la Cárcel de San Miguel? Por cierto que se pudo. ¿Por qué? Porque
hubo gendarmes que no hicieron lo que debían hacer por omisión y
negligencia. El hacinamiento y condiciones inhumanas en las cárceles
tienen también autoridades responsables. Entonces, ¿cuál es la
diferencia con la omisión y la negligencia de las autoridades en las
reiteradas tragedias de los cerros de Valparaíso? ¡Ninguna! El fondo de
la figura jurídica es la misma.
Valparaíso es un Patrimonio Cultural de la Humanidad y ha estado a
punto de perder esa calidad. La ciudad es hoy un desastre. Absolutamente
abandonada. Mugrienta. Descuidada. Basurales en calles de cerros y
plan. Basurales en las quebradas de los cerros que aumentan la
combustión del fuego. Construcciones históricas a punto de perecer bajo
las llamas por conexiones eléctricas envejecidas. Ascensores que se
enmohecen por el abandono. Edificios construidos en los cerros que mes a
mes roban a los habitantes el derecho de admirar la majestuosidad de
ese escenario de fantasías. No existe control de la ciudad. En
Valparaíso impera hoy la ley de la selva y el lucro del mercado que
llena los bolsillos de los siempre poderosos. Mientras los humildes
sufren el abandono y velan a sus muertos en las tragedias.
Pero Valparaíso es sólo la muestra trágica de un país reactivo que
sólo actúa después de ocurridas las tragedias. La Ley Zamudio. La Ley
Emilia. Los proyectos y las leyes aparecen después de cada desastre.
Después de la muerte. Después del dolor. Después del crimen. Hablemos
claro, Chile es un país metido a grande entre las naciones desarrolladas
cuando apenas somos unos subdesarrollados. Los gobiernos salen a
pregonar por el mundo los 18 y 20 mil dólares per cápita. ¿Dónde están
aquellos miles de dólares en los cerros porteños y en las villas
miserias de Santiago y otras provincias?
En Valparaíso, el viento, el agua, los grifos, las estrechas calles,
la noche y la bruma no tienen culpa. Sabemos que los incendios los causa
el ser humano. Los verdaderos responsables de estas tragedias son las
autoridades que debieron actuar para prevenir y no lo hicieron.
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