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martes, 4 de julio de 2017

Opinión


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El espejismo de las cuentas alegres de la derecha en las primarias

por  4 julio, 2017
El espejismo de las cuentas alegres de la derecha en las primarias
El manejo porcentual es una buena manera de hacer cuentas alegres, pero es una mala herramienta a la hora de realizar cálculos estrictos sobre resultados electorales. Con porcentajes se pueden omitir votos y ciudadanos concretos, pero al final la regla de "un hombre, un voto" no miente y termina por corregir el exitismo exagerado. Todo sigue igual, excepto en la imagen de la política. Esta tiene el brillo de un hipotético triunfo de Chile Vamos, porque todavía está oscuro.

Hay tres cosas que no deben hacerse con los resultados: primero, extraer una media estadística nacional de adhesiones, porque los votos obtenidos por los bloques corresponden a bolsones electorales y no a una muestra que pueda extrapolarse de manera pareja a todo el país; segundo, comparar electoralmente a Chile Vamos y el Frente Amplio como si hubieran competido entre ellos, porque cada uno tenía su competición interna en un escenario de adhesión ideológica y no de enfrentamiento programático; y, tercero, dar por buen resultado que haya votado el 13% de todo el padrón electoral, porque es un indicativo más bien magro del interés ciudadano y no al revés, máxime vis a vis los propios resultados de elecciones similares anteriores y, sobre todo, la capacidad de convocatoria institucional de Chile Vamos, con sus parlamentarios, concejales, alcaldes y consejeros.
Es evidente que la expectativa de votación era muy baja y el millón setecientos mil electores que concurrieron a las urnas cogió por sorpresa a los comandos. Pero, aun así, nada permite sostener que es un buen resultado y que en las elecciones de noviembre irá a votar un 40% o más del padrón. ¿En qué se basaría tal cálculo?
Si se considera que Chile Vamos obtuvo 1.417.637 votos, que equivalen a un 10.38% del total de los catorce millones de electores que tiene el padrón al 2016, los 827.547 votos de Piñera alcanzan apenas al 5.85% del mismo.
De igual manera, si efectivamente Chile Vamos sacó 612 mil votos en el Gran Santiago, sumando además a Puente Alto y San Bernardo, más del  50 por ciento de esos votos se obtuvo en ocho comunas: Las Condes, Vitacura, Providencia, La Reina, Ñuñoa, Lo Barnechea, Puente Alto y Peñalolén, en algunas de las cuales fue a votar hasta el 35% del padrón de la comuna.  Pero en otras partes, el norte del país por ejemplo, los resultados fueron más bien escasos.
Si se considera que Chile Vamos obtuvo 1.417.637 votos, que equivalen a un 10.38% del total de los catorce millones de electores que tiene el padrón al 2016, los 827.547 votos de Piñera alcanzan apenas al 5.85% del mismo. De igual manera, si efectivamente Chile Vamos sacó 612 mil votos en el Gran Santiago, sumando además a Puente Alto y San Bernardo, más del 50 por ciento de esos votos se obtuvo en ocho comunas: Las Condes, Vitacura, Providencia, La Reina, Ñuñoa, Lo Barnechea, Puente Alto y Peñalolén, en algunas de las cuales fue a votar hasta el 35% del padrón de la comuna. Pero en otras partes, el norte del país por ejemplo, los resultados fueron más bien escasos.
Por cierto, un cálculo bastante conservador sobre un universo de nueve millones de votos en noviembre, manteniendo las proporciones, pone una meta de cuatro millones de votos para Chile Vamos. ¿Dónde van a ir a buscarlos?
Por cierto, el mismo dilema tendrá la Nueva Mayoría, con la diferencia de que no tiene otro ejercicio electoral que calcular el valor de arrastre de los cargos de elección directa que posee el sector. O sea, matemáticas compuestas.
Para el Frente Amplio todo es ganancia, pero en perspectiva de futuro, y a condición de que transforme su esfuerzo electoral en fuerza parlamentaria. Si no lo logra, el día después verá llegar la merma y el fraccionamiento. No son malos sus resultados, pero tampoco meten miedo. Simplemente apuntan al 5% tradicional de la izquierda extraparlamentaria, a menos que se transforme en fuerza de multitud, para lo cual debe desplegarse de manera más incisiva en la sociedad. La gente sigue en la casa.
El manejo porcentual es una buena manera de hacer cuentas alegres, pero es una mala herramienta a la hora de hacer cálculos estrictos sobre resultados electorales. Con porcentajes se pueden omitir votos y ciudadanos concretos, pero al final la regla de "un hombre, un voto" no miente y termina por corregir el exitismo exagerado. Todo sigue igual, excepto en la imagen de la política. Esta tiene el brillo de un hipotético triunfo de Chile Vamos, porque todavía está oscuro.
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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