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viernes, 23 de julio de 2021

Opinión

 

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Vivimos en Chile

por  23 julio, 2021

Vivimos en Chile

__ ¿Tía, pero por qué la Sra. Elisa y la Machi hablan en Mapudungun, si la Constitución es de Chile y para todos los chilenos? Me pregunta Belén, mientras manejamos buscando estacionamiento en el centro de Santiago, en pleno taco frente a tribunales donde se encuentran protestando un grupo de personas, Constituyentes entre ellos, solicitando libertad a los presos políticos. Belén, es hija de una de mis mejores amigas de Traiguén y acaba de entrar a la Universidad en Santiago, es Mapuche y primera generación en su familia en ir a la universidad.

__¿Pero si estamos en Chile y la Constitución es para Chile y el idioma de Chile es español, no deberían hablar en castellano en la constituyente?

__¿Por qué crees que no hablas Mapudungun Belén, si tú, y tu familia materna y paterna son Mapuche? Le pregunto para invitarla a pensar por sí misma la respuesta y situar al centro de la conversación las tensiones de vivir en un país que solo reconoce una identidad nacional homogénea. Hubo silencio, y un – Nadie me enseñó pu, tía. La conversación derivó en reflexiones en torno a la relevancia de la lengua e identidad, a las posicionalidades ético políticas de hablar en una lengua que no es la dominante, y la violencia racista entretejida en pensar la prohibición que constituyentes indígenas hablen su propio idioma. Terminamos, con su madre (mi amiga) contándonos las múltiples frases en Mapudungun que domina, aprendidas en el programa de interculturalidad y salud del Hospital de Traiguén (la misma ciudad de Elisa Loncón).

La conversación cotidiana que ilustra una de las autoras de esta columna, nos invita a pensar dos reflexiones que son fundamentales para entender por qué decimos que quejarse de que  la Presidenta de la CC, Elisa Loncon y la Machi Francisca Linconao estén hablando en Mapudungun es violencia racista. Primero, porque pensar que en Chile solo se debe hablar castellano en un espacio formal, como lo es la Convención Constituyente, es desconocer que la razón por la que los idiomas indígenas no son reconocidos y son mayormente desconocidos en Chile, es por la historia de ocupación territorial, discriminación y prohibición del uso de estos idiomas en Chile.  El derecho a hablar en lenguas propias es un aspecto fundamental para pensarse (e imaginarse) como un Estado Plurinacional  y es  parte de las demandas de los Constituyentes de escaños reservados. Segundo, es además, un acto de discriminación porque desconoce acuerdos internacionales de reconocimiento de las naciones originarias, su cultura y su lengua, un principio básico de los Derechos Humanos. Un derecho que se encuentra amparado en la Ley Indígena, el Convenio 169 de la OIT, y la Ley Contra la Discriminación.

Escuchar hablar Mapudungun en las sesiones de la Convención Constituyente y el rechazo que esto ha generado en los medios y redes sociales, nos invita a cuestionar la idea de Chile como un país  homogéneo donde solo viven personas pertenecientes a un solo tipo de cultura, fenotipo, etnia, raza, género, orientación sexual, capacidades, entre otras categorías de diferenciación. Es una invitación a reflexionar sobre por qué incomoda tanto escuchar a alguien hablar en Mapudungun, sin entender que esta incomodidad tiene su raíz en la negación de nuestra historia e identidad. Desde diferentes organismos internacionales, como las Naciones Unidas, se ha propuesto que es fundamental en todas las sociedades el respeto y promoción de las lenguas indígenas como un aspecto crucial de los derechos humanos. Las lenguas indígenas entretejen un cúmulo de conocimientos, historia y tradiciones que definen la identidad de los pueblos que las hablan. Reconocerlas no solo contribuye a la promoción de valores y culturas, sino que también aporta conocimientos, y formas de comprender el mundo que son diferentes. Sí! Vivimos en Chile, un país construido en un territorio donde vivían, han resistido y existen naciones originarias que nos recuerdan cada vez más que somos diversos y que esa diversidad es parte de nuestra riqueza.

 

Fentrem mañum, küme antü nieaymün!

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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