Confederación General de Trabajadres
Una
interesante conversación surgió entre varios compañeros y compañeras,
en relación al acto del Primero de Mayo organizado por la CUT.
¿Deben los trabajadores participar de él?
Soy de los miles que creen que no hay que hacerlo y estas son algunas de las razones que lo explican.
Hace un buen tiempo
que esta conmemoración en nuestro país perdió su norte. Cada vez son
menos las organizaciones que hacen sus propios actos o salen a activar a
la calle, como se acostumbraba en tiempos no tan lejanos.
Ya
no se trata de la confluencia de muchos hacía el acto de masas, donde
las diversas organizaciones sindicales lucen orgullosas su lienzos,
manifiestan su sentir, a la vez que los convocantes dan cuenta de su
gestión, al tiempo que enuncian las acciones futuras.
La
conmemoración del primero de mayo en Chile se ha transformado en un
ritual del que participan los mismos de siempre, donde lo único que va
cambiando es el nivel de “los invitados”. Por algunos años fueron
parlamentarios de la entonces oposición y algunas figuras de todo tipo.
En la última edición desfilaron ministros y parlamentarios.
Sin
embargo, en uno u otro escenario, las demandas sentidas de los
trabajadores, esas que se deben mantener hasta que sean satisfechas,
brillan por su ausencia.
Ya no se reclama la
jornada de 8 horas diarias continuas para todos los trabajadores, ni se
habla de aspiraciones hasta ahora insatisfechas, como la obligación
patronal de entregar alimentación y locomoción por día trabajado.
En
el discurso oficial del primero de mayo recién pasado ni siquiera
fueron capaces de preguntar a los invitados que les acompañaron, que
había pasado con la promesa de la campaña electoral de terminar con el
Multirut y que termino con un proyecto de “regulación” del mismo.
Preocupa
que el sindicalismo oficialista se este haciendo el tonto, como si las
cosas se fueran a arreglar por el simple hecho de que se apruebe una
reforma tributaria tibiona.
¿Por
que no se demanda con fuerza el efectivo derecho a huelga, la
obligación de garantizar el pago de gratificación, el término de la
polifuncionalidad o se denuncia el intento de instalar por la vía de una
ley la flexibilidad laboral?
No se puede avalar con la presencia de trabajadores y sus banderas, un acto cubierto cada vez más con el ropaje del oficialismo.
No
se puede permitir que la presencia de miles de personas, que de seguro
creen en la redención de la clase, sirva como moneda de cambio para
reformas cosméticas.
Se
trata de argumentos contundentes, sin embargo son muchos los
descontentos que pese a su malestar evidente siguen asistiendo a la
ceremonia. Hay que estar ahí dicen, no se puede entregar el espacio a
reformistas y revisionistas. La ceremonia se repite año a año, pero todo
sigue igual y peor.
Que
se queden ellos con su show, que sigan vendiendo el producto malo, los
demás a re-encantar a los trabajadores, a construir organización.
¿Para que seguir
yendo a un acto formal que no sirve para nada y solo da un barniz de
representatividad a un ente sindical que desde hace mucho tiempo
agoniza, instrumento con base de barro sostenido solamente por su
relación con el poder, que lo prefiere a él en vez de una gran masa de
trabajadores movilizados demandando respuesta a sus justas
reivindicaciones? ¿Por que no hacer otra cosa?
Quiero ser bastante claro para analizar otro elemento que está presente en esta y otras fechas conmemorativas.
Desde distintas vertientes llegan grupos cuya único objetivo es provocar y descalificar a los organizadores.
No
sería gran cosa si esto se diera en el terreno de las ideas, en la
entrega de material que grafique el descontento y motive a los
asistentes a promover cambios, o en la generación de debates abiertos
entre los que manifiestan.
Si todos estamos contra el capital y rechazamos la explotación, ¿como no ser capaces de buscar puntos de encuentro?.
Sin embargo, y por lo que se puede ver, no hay condiciones para lo anterior.
Por
un lado el actuar de los pacos rojos, por otro la generación de
escaramuzas que facilitan la irrupción de la policía que reprime a
diestra y siniestra.
¿Si
son tantos miles los descontentos, en que han topado para generar las
condiciones que les permitan realizar un acto alternativo, con
propuestas claras, donde cada referente pueda exponer sus ideas y buscar
la adhesión de los demás a ellas?
Aún
hoy y pese a los años que se viene reclamando contra “el reformismo”,
sigue sin aparecer el referente de clase que responda a las inquietudes,
a las preguntas de los trabajadores.
Es
claro que la CUT no respondió ni responderá a las demandas de los
trabajadores, porque siempre los ha usado como moneda de cambio en su
relación con el poder.
¿Y
cuando los que creen estar mas claros dejan de lado diferencias de
forma y se unen en un proyecto que levante las aspiraciones de la clase?
¿O es que, derechamente, ni a unos ni a otros les interesa lo que quiere la clase?
Un comentario inicial para un tema que año a año se pone de actualidad en esta fecha.
El ingreso mínimo.
Según
el gobierno, el monto reclamado por algunos parlamentarios y el
sindicalismo oficial - $ 250.000 – podrá ser alcanzado con suerte el
próximo año.
Esta
noticia no trajo anuncios de paro ni de movilizaciones, ni siquiera
generó una discusión profunda. Solo opinan de esto los mismos de
siempre, muy pronto los veremos en la tele y los demás medios
pontificando sobre el ingreso mínimo.
Lo concreto, lo claro es que se trata simplemente de un valor tirado al aire, que no es reflejo de ningún análisis.
¿Y
como podría serlo si los $ 250.000 ya los planteo un cura hace años
llamándolo “sueldo ético” y la CUT y algunas organizaciones sindicales
de base lo viene reclamando desde el año 2009?
Solo
un dato a tener en consideración. Entre el 2009 y hasta abril de 2014
el IPC ha aumentado un 14,8%, por lo que una demanda de ingreso mínimo
real no debería ser inferior a $ 287.000.
Estos $ 287.000 o
cualquier cifra mayor que salga al ruedo, debe ser demandada por la vía
de la organización sindical y la negociación colectiva.
No serán los patrones ni el gobierno, ni los parlamentarios los que den respuesta efectiva a esta demanda de los trabajadores.
Solo depende de la fuerza de los trabajadores mismos.
Esa es la primera y gran lección que se debe sacar a 128 años de la gesta de Chicago.
MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE
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