Integración escolar y encuesta CEP: pucha que somos distintos
- Guillermo Marín Vargas
- Cientista Político, M(c) en Estudios Sociales y Políticos
Latinoamericanos. Coordinador de nuevociclo.cl. Secretario Ejecutivo en
observatoriodecide.cl.
-
- “¿Cuál es la idea de mezclar las peras con las manzanas? No digo que seamos mejores o peores pero pucha que somos distintos.” Machuca
El guionista de la película Machuca plasma muy bien en esta
frase el dilema de la integración en la escuela. Lo retrata en una época
en que la discusión política era álgida, con una sociedad profundamente
identificada con proyectos políticos diferenciados y confrontados, en
el Congreso, en las calles y también en las salas de clase. En el fondo
la pregunta que se hace la madre de niño pije –o cuico de nuestros
tiempos– es si tiene sentido, si es bueno o provechoso juntar peras y
manzanas, es decir, niños de diferentes sectores geográficos, con
diferente color de pelo, con padres con diferente nivel de escolaridad,
con ingresos familiares desiguales y con formaciones anteriores
diferenciadas en calidad y profundidad de los contenidos. El resultado
de este conflicto es conocido. Por la fuerza se impuso que esa
integración no tenía sentido y que efectivamente la educación no debe
tener ese rol integrador, manteniendo las desigualdades de cuna y
perpetuando en el tiempo nuestra segregada sociedad.
Hoy nuevamente la discusión de esa sala de clases retratada por el filme Machuca
vuelve a generar polémica. Uno de los pilares de las reformas del
actual gobierno es justamente la educación. Entre los énfasis de la
reforma que ha generado más polémica está lo vinculado a la integración
social en la escuela, paradójicamente el mismo tema que se discutía en
los setenta. Michelle Bachelet dijo hace unos días que su gobierno
compartía desafíos con el gobierno de Salvador Allende, y cómo no va a
ser así, si las desigualdades y exclusiones de los años de la Unidad
Popular se mantienen, con algunos avances en cobertura, pero manteniendo
la desintegración y desigualdad.
Ahora, la pregunta que se hace el personaje de madre cuica en la
película es relevante a la hora de reflexionar sobre el rol de la
educación: ¿es necesario juntar peras con manzanas? ¿Le hará bien al
país juntar diferentes en la sala de clases? La respuesta de muchos y
muchas para parecer progres será: “Obvio, por supuesto, que se
mezclen”. Pero, señora, señor, seamos sinceros. Parte del eco que hacen
las campañas de la derecha en contra de la reforma tienen relación con
el chileno que tiene profundos resquemores con que su hijo de un colegio
subvencionado, donde se paga 30 mil al mes, se junte con el niño del
colegio subvencionado de 15 mil. Para qué decir entre los que pagan más.
Los argumentos típicos para sostener esta sensación son “en ese colegio
hay cabros malos” o “quiero que mi hijo se junte con gente bien, en
esas escuelas los niños son más peleadores” o, incluso, “si pago más es
porque quiero que mi hijo esté con personas parecidas a él”.
La reciente encuesta CEP nos entrega luces acerca de esta sensación
ambiente de la sociedad chilena. El 59% de los encuestados prefiere los
colegios particulares subvencionados, mientras que sólo un 35% las
escuelas públicas y un 52% se muestra a favor del copago. La discusión
acerca de la eliminación del copago, la eliminación de la selección y el
fortalecimiento de la educación pública, es también un debate acerca
del desarrollo de nuestra sociedad. Está claro que el mercado en
educación ha generado que las brechas entre ricos y pobres aumenten.
Pero ¿lograron las movilizaciones estudiantiles instalar la idea de
cambio estructural en educación, promoviendo la integración entre peras y
manzanas? Al parecer no.
La lucha contrahegemónica cultural, es decir, a nivel de las
subjetividades de los chilenos en torno a estas ideas, no está ganada.
Diecisiete años de dictadura neoliberal más veinticuatro de inmovilismo
en torno a las políticas públicas relacionadas con estos temas pasó la
cuenta. La sala de clases de la película Machuca se replica hoy
en las mesas, calles, aulas y en el Congreso. Es necesario que los
actores sociales y políticos que desean cambiar esta situación tomen
conciencia de que la lucha por generar un nuevo sentido común acerca de
la sociedad que queremos no está ganada. La derecha ha embestido con sus
ideas impactando justamente a aquellos que tienen profundos reparos en
que sus hijos se junten con otros de menores recursos. Vale la pena
entonces entender que para avanzar en estas materias queda un largo
camino de cambio de la actual institucionalidad, pero también de
transformación de mentalidades. La respuesta a la pregunta de las peras y
las manzanas parece obvia, pero, a la luz de los hechos, parece ser un
tema aún en disputa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario