Los sindicatos y la independencia política de los trabajadores
Los sindicatos son organizaciones de defensa de los derechos de los trabajadores. Ir más allá de lo gremial constituye una tarea fundamental para que la clase trabajadora se diferencie de los partidos empresariales y corruptos como la Nueva Mayoría y Chile Vamos.
02 de noviembre 2016
Licenciado en Historia, Universidad de Chile
Vicente Mellado Carrasco, Licenciado en Historia, Universidad de Chile.
Los sindicatos son organizaciones que tienen por función principal representar las demandas de los trabajadores de una o varias empresas ante la parte patronal. Canalizar demandas como el mejoramiento económico de los trabajadores y defenderlos ante cualquier vulneración de sus derechos por parte de las empresas, constituyen tareas fundamentales de un sindicato.
Resulta evidente que la directiva sindical que logra estos objetivos obtendrá un gran respaldo social de los trabajadores y lo más importante: confianza de la base en la dirección sindical. Cualquier dirigente sindical sensato tendrá acuerdo en que proteger al trabajador ante el abuso de la empresa es suficiente y es indicador de que la tarea está cumplida.
Directiva que defiende a los trabajadores es un sindicato que cumple con su razón de existencia. Sindicato que cumple con su razón de existencia no tiene por qué tener mayor proyección que las cuatro paredes de la empresa.
Sin embargo, ahí reside el gran problema del sindicalismo.
Podrán ser excelentes dirigentes sindicales aquellos que responden a las demandas de la base y resuelven hasta la más mínima queja de sus socios. Pero no podrán hacer nada cuando los trabajadores vayan a votar por los candidatos de las coaliciones políticas empresariales de Chile: La Nueva Mayoría y Chile Vamos. No podrán hacer nada cuando un socio golpee o acose a una mujer.
Afirmamos que la directiva sindical y el sindicato que limita su acción social al ámbito del gremio o empresa —incluso si es una directiva honesta—, produce una conciencia política conservadora en la clase trabajadora. Esta incluso abre la posibilidad real de convertirse en una conciencia política reaccionaria y pro capitalista.
La estrategia del Estado capitalista, los empresarios y la burocracia sindical: mantener a los trabajadores “encerrados” en el sindicato
Los sindicatos contienen elementos progresivos que permiten el avance de la conciencia de clase de los trabajadores, así como conservadores, que frenan su desarrollo y la hacen estancarse en una posición determinada. El primer elemento progresivo es constituir una organización social con identidad propia, diferenciada de los empresarios y sus funcionarios al interior de la empresa. Sin embargo, limitarse a las demandas económicas y contingentes al interior del lugar de trabajo constituye un obstáculo para que los trabajadores se conviertan en un sujeto con personalidad política propia. Es un elemento conservador y puede llegar a ser regresivo. Esto porque tiene como efecto que el trabajador se niegue a sí mismo el derecho de hacer política, delegando este derecho en otros grupos o clases sociales.
El Estado capitalista, los empresarios y las burocracias sindicales se han encargado de garantizar esto último: que los trabajadores no lleven adelante acciones políticas y se dediquen exclusivamente a resolver problemas de contingencia al interior de la empresa.
El Estado tiene una estructura legal que impone a los sindicatos dicha función determinada. Es una imposición coercitiva. Cualquier acción social que lleve a cabo un sindicato por fuera de lo establecido por ley es considerada ilegal, y en muchas ocasiones penalizada.
La legislación laboral si bien constituye un marco de protección relativo de los derechos fundamentales de los trabajadores, es a su vez una camisa de fuerza coercitiva que impone una limitada acción social a los sindicatos. Esta estructura legal fue creada para “encerrar” a las directivas sindicales en asuntos exclusivamente gremiales.
La Ley del Trabajo trae consigo una enorme presión a los dirigentes sindicales de adaptarse a su estructura burocrática. Los dirigentes terminan dedicándose única y exclusivamente a los problemas cotidianos de los trabajadores —como lo establece el Código del Trabajo en Chile— y no de los problemas de contingencia nacional —la lucha contra las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y la violencia contra la Mujer— que atentan directamente contra la vida del pueblo trabajador.
Esto último es precisamente lo que el Estado, las patronales y sus partidos quieren evitar con sus leyes: que los trabajadores critiquen la actual estructura económica, social y cultural del país.
Porque la crítica de una estructura social y política determinada implica cuestionarse la dirección y administración de toda una forma de producción económica y social. Eso es hacer política, independiente de que se milite o no en un partido político.
El Estado impone la estructura legal que limita la acción de los trabajadores. Los empresarios y sus partidos presionan al Estado para que así sea. Por último, las empresas buscan un aliado al interior de los lugares de trabajo para extender y afianzar su control sobre los trabajadores: la burocracia sindical.
Definimos a la burocracia sindical como aquella directiva de un sindicato, federación o central sindical que ha reemplazado a los trabajadores en la toma de decisiones que antes ejecutaban estos en una asamblea democrática. El burócrata es un dirigente sindical ajeno a la vida del trabajador: primero, deja de trabajar y se dedica única y exclusivamente a los asuntos contingentes y administrativos del sindicato. Segundo, en el proceso de alejamiento de la base sindical, el burócrata pasa más tiempo en reuniones con los gerentes de la empresa que con los trabajadores, adoptando métodos y prácticas sociales propias de los patrones. El resultado final de esta práctica social de muchos dirigentes sindicales es la cooptación política por la propia empresa. Cuando la empresa compra a los dirigentes con prebendas y privilegios, tenemos una burocracia sindical completa: una directiva sindical ajena a la vida de los trabajadores y aliado de los empresarios al interior del sindicato.
Conclusión: el burócrata sindical es un elemento conservador al interior del sindicato cuya función es contribuir —junto al Estado y los empresarios— a que el trabajador desarrolle una conciencia política pasiva y conservadora. Es decir, que los trabajadores no deben hacer política por sí mismos.
Parece que estamos afirmando algo contradictorio. La idea del Estado, las patronales y los dirigentes sindicales de empresa (o burócratas) es tener trabajadores despolitizados, preocupados única y exclusivamente de lo contingente en la empresa. Pero para lograr la despolitización, las burocracias deben tener una política: convertir a los trabajadores en sujetos pasivos y conservadores. De este modo, cuando ocurren las elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales, los trabajadores que salen a votar, lo hacen por los candidatos de partidos políticos que controlan el Estado, que son aliados tanto de los empresarios como de sus propios dirigentes sindicales. Más increíble aún, muchos dirigentes sindicales se lanzan a concejales y a diputados. Solo ahí dicen hacer política. Eso es falso. Su política es convencer a los trabajadores de que limiten su conciencia a sus intereses individuales del gremio. Con eso los únicos ganadores son los empresarios y sus partidos políticos— que en el caso de Chile son la Nueva Mayoría y Chile Vamos.
“Hacer política”. Los trabajadores más allá de lo sindical
Sorpresa produjeron las elecciones municipales el pasado octubre de 2016 en Chile. En Valparaíso fue electo como Alcalde Jorge Sharp, ex dirigente estudiantil perteneciente al partido político del diputado Gabriel Boric —Movimiento Autonomista.
Parece ser una alternativa para los trabajadores. En efecto, no proviene ni de la Nueva Mayoría ni de Chile Vamos. Hasta el momento es libre de corrupción y de malas prácticas presionado por las empresas. Sin embargo, ¿es Jorge Sharp una alternativa que permita a los trabajadores ir más allá de su sindicato? Creemos que no.
Para que los trabajadores rompan los límites que impone el Código del Trabajo, las empresas y las burocracias sindicales, deben colocarse a la cabeza de la lucha contra las AFP e impulsar comisiones de mujeres al interior de las empresas para luchar contra la violencia de género.
El Movimiento Autonomista no hace de estas demandas una piedra angular de su programa de acción política. Y tampoco quiere que los trabajadores construyan una identidad propia que puede ser la creación de partidos políticos de trabajadores sin empresarios o patrones, que luchen por un gobierno propio de los trabajadores.
Para cumplir esta tarea, los jóvenes y nuevos dirigentes sindicales que están presionados fuertemente por la estructura legal burocratizante del Código del Trabajo deben tomar la lucha contra las AFP y contra la violencia de género, y plantearse una alternativa política independiente. Solo de este modo podrán cimentar un camino propio, diferenciado de los partidos políticos ajenos a la vida del pueblo trabajador —como es La Nueva Mayoría y Chile Vamos.
Y también diferenciarse de aquellos que dicen luchar por las demandas de los movimientos sociales pero que no bregan por su despliegue autónomo e independiente del Estado y las patronales.
Esa es la tarea de los trabajadores que quieren construir un sindicalismo diferente al tradicional o disputar proyectos políticos nacionales.
Miércoles 2 de noviembre
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