Las manifestaciones sociales que se han venido sucediendo desde el 18 de octubre han dejado en evidencia posibles riesgos tóxicos sobre los cuales no habíamos reparado con anterioridad. Desde ese día, y prácticamente todos los días, las manifestaciones pacíficas se han mezclado con disturbios en varias ciudades del país con lo cual ha surgido una verdadera contaminación del aire con armas lacrimógenas y productos de combustión de barricadas e incendios.
Las armas lacrimógenas están formuladas en base a un principio activo con actividad biológica irritante, entre los que se incluyen la o-clorobenzilidina malonitrilo (CS) o la oleorresina de pimienta (cuyo principal componente es la capsaicina, el mismo compuesto que causa el picor del ají). Estos agentes irritantes actúan sobre piel y mucosas para causar, de manera instantánea, manifestaciones que pueden incluir, dolor, lagrimeo y picazón de ojos; tos y dolor de vías respiratorias; y nauseas, vómitos y diarrea. En personas sensibles, la sintomatología puede agravarse y causar dificultades respiratorias y cardiovasculares. Estos principios activos son generalmente polvo a temperatura ambiente, por lo que son formulados con algún solvente propelente que permite su dispersión y que podría también contribuir a la toxicidad.
De manera paralela, el aire también está siendo contaminado con productos de la combustión de barricadas, las cuales se preparan con cualquier material combustible que se tenga a mano e incluyen, entre otros, neumáticos, maderas, plásticos, y basuras. Al combustionar, cada uno de estos materiales genera una variedad de compuestos, los que se mezclan con el vapor de agua y generan humo que también es irritante para las mucosas ocular y respiratoria. No solo eso: estos compuestos son generalmente mutagénicos (dañan al ADN) y carcinogénicos y se acompañan de material particulado, el mismo responsable del aumento de morbimortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias y cáncer en personas que habitan en ciudades con aire contaminado como Santiago.
Los incendios estructurales, por supuesto, contribuyen asimismo con el aumento de la concentración de estos compuestos en el aire y el asfalto mismo - sobre el cual se sitúan las barricadas-, también se quema y emite productos de la combustión al aire.
Dado que los agentes lacrimógenos son armas disuasivas y no letales, la sintomatología debiera ser aguda, reversible y transitoria. En estas condiciones, alejarse de la fuente de exposición lleva a una reversión de las manifestaciones. No obstante, si éstas son severas las personas tienen que asistir a un recinto asistencial para el manejo clínico de la intoxicación.
No existe en la literatura científica datos sobre los efectos que pueden ser inducidos por la exposición repetida (¡por varias semanas ya!) y concomitante a agentes lacrimógenos y productos de la combustión. Sin embargo, y con bastante certeza, podemos suponer al menos un riesgo de manifestaciones respiratorias sobre todo en personas más sensibles como niños y adultos con enfermedades crónicas y/o de edad avanzada que viven o trabajan en las zonas donde se desarrollan las manifestaciones. Grupos de riesgo son también los manifestantes y el propio personal policial.
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