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La policía chilena, además de estar violando gravemente los derechos humanos, situación constatada por organismos internacionales, está en franca indisciplina y descontrol, lo que hace pensar más allá del consumo de droga ¿sobre cuáles son las reales conexiones que existen entre el narcotráfico y las policías?
La corrupción ha impregnado las instituciones del Estado desde hace décadas. El millonario desfalco ocurrido en carabineros y las fuerzas armadas, dan cuenta de ello. Sin embargo, siendo los recursos estatales un elemento imprescindible para la gestión de los distintos gobiernos, requiriendo, además, de mejores organismos fiscalizadores externos, hoy, más preocupante que el mal uso de estos dineros, resultan los diferentes videos que circulan por redes sociales, donde se evidencia el presumible consumo de cocaína por parte de agentes policiales.
La síntesis de este hecho, es que han pasado más de 60 días en el “Oasis” y no hemos escuchado ninguna justificación seria, que desmienta el consumo de cocaína en carabineros, situación que resulta altamente cuestionable.
En contraposición, hace más de 1 mes, salió un informe respaldado por el Colegio de Químicos y Farmacéuticos que contradice la tesis de la cuestionada institución, sobre el uso de mentholatum, pues su utilización no es paliativa contra las bombas lacrimógenas. Por lo demás, esta suposición, más allá de la existencia y comprobación del estudio, es evidentemente ridícula.
Lo que queda por dilucidar tras las diversas denuncias a carabineros, es un camino complejo y lleno de horror, donde figuran situaciones relacionadas directamente con una lógica terrorista y criminal, como son: la utilización de soda caustica en el carro lanza agua, las más de 350 personas con daño ocular por balines y perdigones, Gustavo Gatica, Fabiola Campillay y Oscar Pérez, torturas, violaciones y muertes.
Este escenario de horror, solo puede ser modificado si se interviene la política de Estado de manera profunda, llamando como primer punto a la reestructuración total de carabineros, desde la formación policial que reciben, para que obtengan una educación efectivamente profesional, con respeto hacia los derechos humanos y con real enfoque de género.
No obstante, esto se hace efectivo, es urgente exigir la implementación de medidas antidrogas en las instituciones estatales. Tal como se entregan estudios de los compuestos químicos de las armas de represión, asimismo deberían entregar, como mínimo, resultados de narcotest de los agentes policiales en servicio activo.
La policía chilena, además de estar violando gravemente los derechos humanos, situación constatada por organismos internacionales, está en franca indisciplina y descontrol, lo que hace pensar más allá del consumo de droga ¿sobre cuáles son las reales conexiones que existen entre el narcotráfico y las policías?
Al respecto, es totalmente plausible preguntarse ¿por qué hemos vivido tantos años bajo el flagelo de la droga y nunca se ha visto un despliegue policial de la misma magnitud que en las manifestaciones sociales, con guanacos, zorrillos y fuerzas especiales, pero esta vez reprimiendo a los narcotraficantes?
Creo que esta pregunta da, para lo que muchos ya nos hemos imaginado, por lo que, si es verdad que existe algo de democracia todavía en este país, el reclamo es fuerte y claro hacia los/as parlamentarios/as: ¡Háganse cargo y exijan reformas estructurales en carabineros ahora!
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