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miércoles, 29 de diciembre de 2021

Opinión

 

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La primera tarea del Presidente electo

por  29 diciembre, 2021

La primera tarea del Presidente electo

La elección presidencial tuvo un fuerte componente generacional. En buena medida, fueron los jóvenes entre 18 y 30 años quienes más contribuyeron a la aplastante victoria de Boric. El rango etario recién mencionado, sin embargo, tiene algunas características a las que el Presidente electo debe prestar atención. Se trata de un grupo que halla certezas en sus propias emociones y que, en consecuencia, está expuesto a sacralizar o demonizar –con matices, por cierto, pero también con facilidad– las circunstancias que tiene en frente.

Las últimas semanas de campaña dieron cuenta de aquello. En sus redes sociales, los candidatos no recibieron cumplidos, sino alabanzas; no fueron blanco de críticas, sino de insultos. La generación en cuestión no dio espacio a tonalidades.

La última semana también se ha caracterizado por esos ribetes emocionales. El Presidente electo no ha recibido elogios, sino que ha sido objeto de un enaltecimiento irrisorio, que no solo tiene como materia de beatificación a su persona o sus acciones, sino que también al contexto que lo rodea; su perro, el ciprés, e incluso sus tatuajes, se han convertido en elementos que han adquirido, para la generación que le dio el triunfo, un significado que los hace dignos de veneración.

Estas circunstancias, al contrario de lo que puede parecer, no son beneficiosas para el nuevo gobernante. Una generación que es capaz de adorar con tanta rapidez y vehemencia el actuar de un Presidente, y de idolatrar su entorno, es también capaz de hacer lo contrario.

La primera y más inmediata tarea del nuevo Mandatario, en consecuencia, es comenzar a contener aquellos relatos que lo retratan como una especie de mártir que viene a subsanar todas las injusticias que nos legaron los 30 años. Quien ingrese a La Moneda el 11 de marzo debe ser visto, sobre todo por la generación acerca de la que hemos hablado, como un ser humano con tantos defectos como cualquier otro, de lo contrario, sus errores y/o concesiones no solo serán vistos con decepción, sino que también como una traición.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.

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