Por mi y todxs mis compañerxs...
Usted
supo, oyó, omitió y silenció voluntariamente el horror y el estigma del
apellido innombrable. En ese silencio culpable y ominoso usted dejó de
lado la dignidad y la empaquetó junto a la nobleza y decidió tapar las
manchas de su infame legado, escondidas a la sombra, creyendo que nunca
la luz de la memoria alcanzaría sus retorcidos escondites.
En
estos cuarenta años usted supo, oyó, omitió y silenció voluntaria y
alevosamente el secuestro, la detención ilegal en lugares ilegales, los
parrillazos, las manipulaciones, las violaciones individuales y en
grupo, los ratones en la vagina, los médicos tomando el pulso para
indicar cuánto más resistiría un hombre o una mujer torturada.
Usted
supo, oyó, omitió y silenció, años de impunidad que son siglos, leyes
de amarre, pactos del silencio, decretos de secreto, leyes de secreto,
proyectos de ley que forraban de más impunidad a los criminales.
Usted
supo, oyó, omitió y silenció los descuentos por planilla para el pago
de abogados que defendieron y defienden con argumentos imposibles y
humillantes a los sádicos, crueles, asesinos apatotados, escondidos y
parapetados en uniformes militares.
Usted
supo, oyó, omitió y silenció la operación retiro de televisores, los
cuerpos dinamitados en la Colina Dignidad y en el desierto, los
entierros de restos de desaparecidos y ejecutados, pedacitos de la nada
que se convierten en el desastre cotidiano de una búsqueda que no cesa.
Usted
supo, oyó, omitió y silenció los aterradores tentáculos que la
dictadura instaló en Chile entero pagando con los recursos del fisco la
sordera, la ceguera, la mentira y el ocultamiento voluntario de esta
historia donde usted carga con el apellido alevoso.
Usted
ya le hace honor a su apellido. Usted hoy día vuelve nuevamente a
parapetarse en los crímenes olvidando todo lo que ha costado, a pesar de
gente como usted, que esta parte de la historia de los vencidos sea
reconocida como lo que fue y no como le hubiera gustado al coronel de la
muerte.
Por
fortuna yo no olvido, ni perdono ni me reconcilio, porque en este país
por la gente como usted, hemos perdido la confianza en los partidos que
blindan figuras imposibles, las retocan como si este fuera un
espectáculo teatral donde usted podrá sacarse la máscara, pero no podrá
borrar las huellas de la sangre que han libado para seguir subsistiendo.
A mí me da lo mismo que usted se vaya o se quede, que explique o
silencie, a mí lo que me importa es que en nombre propio y de los que
nos faltan a todos cada día, usted falló porque las heridas que causó su
padre, usted las ha vuelto a abrir, incapaz de comprender que el
presente está lleno de memoria.
Yuri Gahona
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