Militar torturado en los ’70 relató vejámenes que habría ordenado padre de subsecretaria de Bachelet
Un nombre que se ha repetido con frecuencia en
los últimos días es el de Víctor Echeverría, quien en 1973 fue designado
como encargado de inteligencia del Regimiento Buin. Esto, luego de que
Michelle Bachelet designara a Carolina Echeverría, hija del uniformado, a
la cabeza de la Subsecretaría de Fuerzas Armadas.
Durante la anterior administración de Bachelet, un grupo de marinos
en retiro torturados durante la dictadura acusó que quien en ese
entonces se desempeñaba como subsecretaria de Marina los habría
emplazado a retirar las acciones judiciales en contra de militares
acusados de crímenes de lesa humanidad, a cambio de homologar sus
pensiones con la del resto de los miembros de la Armada jubilados.
En el marco de las violaciones a los derechos humanos, se denuncia
que el padre de la futura subsecretaria tuvo un papel importante en las
torturas desarrolladas en el Regimiento Buin a los uniformados
“constitucionalistas”.
Uno de estos, Carlos Pérez Tobar, detalló a Radio Bío Bío
los vejámenes que sufrió por cerca de ocho meses en el regimiento, tras
ser arrestado y sometido a “horrendos interrogatorios con un sistema de
torturas que es casi inimaginable”, bajo las instrucciones de Víctor
Echeverría.
“Salí con nueve roturas en los tímpanos y una lesión tremenda en el
oído interno que me ha sido muy difícil incluso poder estudiar”, sostuvo
Pérez, quien asegura que vive “con un ruido permanente en los oídos que
es incluso peor que la tinnitus“.
Al respecto, manifestó que el proceso irregular que se llevó en su
contra lo habría gatillado en parte su participación en la contención
del “Tanquetazo”, insurrección militar contra el presidente Salvador
Allende en 1973. Sin embargo, lo que inició la seguidilla de horrores
fue su negativa a tomar parte en una ejecución ordenada el 11 de
septiembre por el 2º comandante del Regimiento Buin, Hugo Gajardo
Castro.
Además de las torturas, Pérez detalló que estuvo al menos por cinco
meses atrapado en una pared de barro en una superficie “un poquito mayor
que un ataúd”.
En el intertanto recibió una condena de muerte por un tribunal
militar, sentencia que fue rebajada a cadena perpetua ya que se
estableció que sus presuntos delitos no se desarrollaron en tiempos de
guerra.
Más tarde se ordenó su expulsión del país, y pese al dolor que
manifiesta haber sentido por no poder desenvolverse en su país de
origen, agradece la solidaridad internacional con las víctimas de la
dictadura. En especial, destacó los beneficios a los que accedió en
Suecia, donde pudo tratar parte de sus lesiones.
“Por supuesto, la hija no tiene por qué asumir la responsabilidad del
padre. Sin embargo, ojalá ese señor hubiera hecho algo”, declaró.
Escucha la entrevista de Tomás Mosciatti y Katherine Ibáñez a Carlos Pérez Tobar.
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