Patricio Queipul, ahora tiene 19 años y
los ojos grandes y taciturnos como la mayoría de los niños y jóvenes de
la comunidad. De muy pequeño, se crió con su tío, el lonko Víctor
Queipul, desde que su madre se fue rumbo al norte en busca de trabajo.
“Patito”, como lo llama su familia, era más bien un niño retraído que
iba al colegio San Francisco de Asís, como la mayoría de los menores que
viven Temucuicui. Esa era su vida, antes que todo comenzara. Y que el
acoso policial le fracturara la vida en dos.
A los 11 años, camino al colegio, la
policía lo detuvo para interrogarlo, unas semanas después lo golpearon y
hasta durmió en un calabozo. A los 12, recibió siete perdigones
en su cuerpo y estuvo internado de urgencia. Su caso era conocido como
la cara de la violencia que enfrentan los niños en las comunidades
mapuche.
En 2010, lo acusaron de incendiar el
peaje de la ciudad de Victoria junto a unos encapuchados. Patricio se
asustó con la idea de pasar años en la cárcel por la Ley Antiterrorista.
Entonces no lo pensó dos veces, tomó una mochila y una carpa y subió un
cerro al sur del río Malleco. Se declaró clandestino.
Ahora, después de cinco años, su nombre
volvió a sonar, cuando el miércoles, junto el joven Luis Marileo, fue
absuelto por unanimidad en el Tribunal de Angol en el juicio por la
causa “Peaje Quino”. En medio de esas audiencias, el martes,
Raúl Castro Antipán reconoció que habría sido infiltrado en la zona
mapuche por orden de la Dipolcar de la región. Hubo tantas
contradicciones en su declaración, según la defensa de los menores, que
fue ese motivo el que terminó por cambiar la suerte de Queipul y
Marileo.
“El Estado me robó casi todo, el
Estado me robó la niñez”, dice ahora, al otro lado de la línea desde
Lliu Lliu, el balneario a donde se fue a descansar con Noelia, su pareja
y la pequeña niña de siete meses a la que cuida como si fuera su padre.
En medio de las escandalosas declaraciones de Raúl Castro Antipán. ¿Cuál fue tu primera reacción cuando salieron absueltos?
Estaba tranquilo, era inocente de las
cosas que me estaban acusando y cuando me preguntaron sobre ese compadre
(Castro Antipán), el testigo, yo no tenía ni idea quién hasta el
juicio, esa fue la primera vez que le vi la cara. Entonces, yo estaba
seguro de que todo era mentira.
¿Cómo reaccionaste cuando Castro Antipán empezó a confesar que era una especie de infiltrado?
Esa parte fue un montaje, algo que
estaba inventando el fiscal, la gente que estaba ahí, los Carabineros,
los fiscales sabían que me habían baleado, entonces él va y dice lo
mismo: que me conoció cuando me habían baleado. Una vez más, se demostró
que todo lo que decía él en el Tribunal era una mentira (…) En un
principio, no cachaba nada y cuando empieza hablar de la Dipolcar…Ahí
recién me vine a enterar que había algo que se llamaba así. Él (Castro
Antipán) había participado en el caso Turbus.
En el juicio, también le preguntaron si
él había participado en otros hechos iguales y él dijo que sí, que hace
tiempo venía trabajando con personal de la Dipolcar, chuta, dije,
necesitaba tener a alguien a quien condenar. Todas las personas que
Castro iba nombrando estaban todas libres, él era el único que había
estado procesado. No sé, como que siento que esto viene por una cosa más
política.
Juan Patricio, tu familia y tu prima Vania Queipul han declarado que esta persecución viene de años…
A los 15 años podía caer preso por esa la ley (Antiterrorista) chuta, no sé si habrá terrorismo en la región, pero que uno reclame por el derecho a la tierra, eso no es terrorismo para mí.
A los 15 años podía caer preso por esa la ley (Antiterrorista) chuta, no sé si habrá terrorismo en la región, pero que uno reclame por el derecho a la tierra, eso no es terrorismo para mí.
¿Es cierto que no terminaste de estudiar por el acoso de Carabineros del que fuíste víctima?
Alcancé a estudiar hasta sexto básico,
no fui más, me hacían burla en la escuela por ser mapuche, me molestaban
mucho, pero también a los 12 años fue la primera vez que me detuvieron
camino al colegio. Me hicieron daño, anduve clandestino dos años, y
después de cinco años me dicen que soy totalmente libre. Como le dije, a
los 12 empezaron las persecuciones, me fueron a buscar varias veces a
la comunidad y así hasta los 18. Estar clandestino, como le podría
explicar, es algo muy triste. Yo tenía quince años y no podía dormir en
mi casa, dormía en el monte, en el cerro, pasé frío y hambre y por eso
me agarré una enfermedad a las rodillas, que es el reumatismo. Ahora
cada vez que hace frío o está a punto de llover, me duelen las rodillas.
Además, en ese tiempo no podía ver ni a mi familia.
¿Crees que la confesión de Raúl Castro Antipán pone en duda los otros juicios a los comuneros?
Claro, porque por ejemplo, lo que
atestiguó Raúl Castro contra mi persona, era que decía que él había
actuado en algunos hechos y a todas las personas que el nombraba estaban
en libertad, como le conté. ¿Cómo se le pude creer a una persona así?
Además él ha sido el único imputado en todo esto. A él, no lo conocía ni
en pelea de perro, le puedo decir, porque él decía que me conocía y yo
recién ahora para el juicio vine a conocer su rostro. Antes, él era
testigo protegido.
Antes no podías salir de la comunidad. ¿Qué fue lo primero que hiciste cuando fuíste absuelto?
Me vine al mar altiro, a Lliu Lliu con Noelia (su pareja). No tenía dudas de que iba a salir libre, yo lo sabía, como sabía que era inocente, estaba muy tranquilo.
Me vine al mar altiro, a Lliu Lliu con Noelia (su pareja). No tenía dudas de que iba a salir libre, yo lo sabía, como sabía que era inocente, estaba muy tranquilo.
¿Estás de acuerdo con interponer una demanda como lo señaló tu abogado? ¿Sientes que te deben algo con tanta persecución?
¿Qué es lo que me deben a mí? A mí el
Estado me debe casi todo, de partida el Estado me debe la niñez, más
encima no pude estudiar, no pude hacer nada. Entonces, ahora me veo y no
hago nada profesionalmente, ahora que paguen por todos los daños que
sufrí. Estoy completamente de acuerdo con la demanda, incluso le plantee
al abogado que yo era el más interesado en eso. Al fin y al cabo, todo
esto igual, me jodió sicológicamente, fue tanta persecución…Ahora recién
pude salir con mi pareja lejos, a la playa. Antes, no podía salir de la
comunidad. Lo más lejos que llegué una vez, fue a Victoria. Ahora,
después de cinco años, puedo decir que estoy libre de todo.
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