Pese
a las luchas estudiantiles recientes el panorama de la educación
superior en Chile no ha variado ni un ápice. Al punto que algunos
analistas políticos hablan de un movimiento estudiantil "derrotado".
Expresémonos más bien en términos de reflujo normal que, eso sí, sin una
ofensiva bien preparada en aras de obtener sus históricos objetivos
puede/podría, saldarse con una batalla perdida más. Los tecnócratas de
la Nueva Mayoría están prestos a maniobrar para acomodar las demandas en
el sistema capitalista neoliberal que funciona a full. Pese al
triunfo innegable que significó el retiro de la denominación de la DC
Claudia Peirano como subsecretaria de Educación. Porque lo que ella
nombra sigue vigente: salvar el sistema que permite que clanes
capitalistas privados vinculados a sectores políticos representados por
la Nueva Mayoría se enriquezcan con la producción de educación y
títulos.
Así
es, el pago de matrículas siderales y el consiguiente endeudamiento de
las clases medias asalariadas sigue como si nada. A ningún dirigente
estudiantil se le ha ocurrido plantear una huelga de pago de matrículas y
una moratoria en el pago de la deuda crediticia. Lo peor de la
paradoja: las universidades públicas chilenas son tan caras como las
privadas. Y la ciudadanía que vive de un salario aguanta y aguanta.
No
obstante que las pruebas de que este es un sistema basado en la
circulación de capitales en busca de ganancias llueven. En el marco del
diseño neoliberal del sistema educativo chileno la mentada prohibición
legal al lucro debe leerse como una pura declaración formal. El Mercurio
( editorial del 25/02/2014) le echa la culpa a "la falta de
herramientas apropiadas para cautelar el cumplimiento de prohibición del
lucro". El Mercurio justifica a la multinacional "educativa"
estadounidense Laureate cuando ésta persevera en hacer jugosos negocios
lucrativos en Chile con la Universidad de las Américas, de la cual es
propietaria (sostenedora se dice). Y si lo hace Laureate es porque los
vericuetos de la normativa lo permiten. La situación ha sido denunciada
hace algunos días por Víctor Pérez, rector de la Universidad de Chile.
Este critica a la ministra Schmidt y sostiene que “es inaceptable que no
se investiguen con rigor y, a tiempo, todos los antecedentes que hay
sobre la forma en que el grupo Laureate ingresó y opera en Chile”. Cosa
que la Concertación nunca hizo ni la Nueva Mayoría hará, a menos de
masivas movilizaciones estudiantiles y ciudadanas.
Los
enormes montos de dinero del y con aval Estado que circulan para que
funcione el dispositivo mercantil privado de educación y satisfacer la
demanda han generado enriquecimiento privado y su corolario en la
formación orgánica de poderosos intereses económicos y políticos. Estos
se esconden detrás del discurso ampuloso y tecnicista de los expertos
que, pese a los floreos y escarbando un poco, en el fondo, siempre
terminan por defender una concepción mercantil de la educación y un
sistema de producir conocimiento ajustado a los parámetros de la libre
circulación global de capitales prestos a invertirse donde haya
posibilidades de ganancia.
El
ministro PPD designado de Bachelet, Nicolás Eyzaguirre, por haber sido
empleado del grupo económico Luksic y alto funcionario del Fondo
Monetario Internacional —una de las instituciones clave en el "buen"
funcionamiento del capitalismo neoliberal planetario e impulsor en los
ochenta del Consenso de Washington— sabe de más como funciona el
sistema. En otras palabras, como hacer ajustes estructurales a todo
nivel para que el capital privado nacional y global se expanda. Y sobre
todo a proceder con tacto a reformas "adaptativas" (el término es de R.
Lagos) tan necesarias para preservar un sistema cuestionado por sus
rigideces neoliberales. No es posible que el mercado y el capital manden
siempre y en cada espacio social logren ahogar las iniciativas de
emancipación social y creatividad cultural, se dicen los ciudadanos. El
silencio de Eyzaguirre con respecto al tema de Laureate dice más acerca
de sus convicciones que las desleales declaraciones sobre sus antiguos
compañeros de colegio y de adolescencia.
Las cosas por su nombre
El
escándalo del negociado educativo de Laureate fue rápidamente sacado de
la escena pública mediática. Opinólogos, jóvenes políticos de
"izquierda" incapaces de tomar distancia crítica con el democratismo
formal de moda (Gabriel Boric) y comentaristas de la derecha y de la NM
se dedicaron a darle crédito democrático a la conspiración destituyente
derechista-imperialista contra el Gobierno del Presidente Maduro de
Venezuela. La Comisión Nacional de Acreditación (CNA) comprobó que el
24% de las operaciones de la Universidad de las Américas correspondían a
transferencias al grupo empresarial Laureate. En un documento oficial
del organismo regulador se puede leer: “Los pagos a empresas
controladoras representan un 12% de los costos operacionales totales
anuales en el período 2006-2012 y corresponden a servicios de apoyo
educacional, administrativos y derechos de propiedad intelectual”. Forma
de obtener ganancias pese a la prohibición de lucro.
Hay que cotejar el discurso con la realidad, es decir, con el conjunto de prácticas, intereses, mecanismos, modus operandi
y principios ideológicos basados en la "libertad" de los mercados y en
una visión de la educación destinada a formar mano de obra asalariada
preparada bajo el calificativo abominable de "capital humano". Estos
son postulados con los cuales Eyzaguirre está completamente de acuerdo
en el fondo, pero, bien sabemos, su tarea será, precisamente,
embolinarle la perdiz al movimiento estudiantil.
Saltó
Peirano (defendida hasta el final por Bachelet, Eyzaguirre y
Peñailillo), el fusible, y quedó su esencia bajo la forma Eyzaguirre, el
"buena onda". El "converso" Eyzaguirre no es, como dice el rector Peña
de la UDP, un "converso" al estilo Paulo de Tarso, sino uno al estilo de
los marranos (forzados a la conversión) o judíos españoles que para
salvar sus vidas de la represión desatada por la Inquisición (XV)
debieron aparentar una conversión a la fe católica, pero sin renunciar a
sus profundas convicciones y prácticas rituales judaicas. En el caso de
Eyzaguirre, que es un economista neoliberal y lo seguirá siendo, no hay
una conversión a posturas socialdemócratas o keynesianas. Lo que se
juega, en el caso del ministro designado, es el poder, el prestigio y su
incondicional adhesión al clan de los poderosos, pero no la vida. La
única manera de demostrar su fe en la educación pública concebida como
un derecho social y un bien público gratuito sería anunciar la creación
en regiones de una universidad pública y gratuita por año con fondos del
Estado. Imitar en ese aspecto las políticas públicas universitarias de
Argentina, Brasil y Venezuela. No por algo esta política, que significa
gasto público y alza de impuestos a ese grupo social del 1 al 5%, es tan
odiada por el FMI (el Alma Matter del ministro de Educación de
Bachelet) que ha demostrado ser un guardián de la austeridad y de
políticas que favorecen al capital en detrimento de los trabajadores.
La
realidad es que los enormes montos de dinero del y con aval Estado que
circulan en el modelo educativo chileno han generado poderosos intereses
económico-políticos que asoman en el discurso de los intelectuales
orgánicos de los empresarios educativos: los Brunner, Aylwin, Oliva,
Matte, Peirano, Schmidt y Cía. Los llamados "expertos" defienden una
concepción mercantil de la educación, un sistema de producir
conocimiento sujeto a los parámetros de la circulación de capitales
prestos a invertirse donde haya posibilidades de ganancia y, también,
una mentalidad o subjetividad meritocrática; léase: individualismo
competitivo. La esencia de la filosofía neoliberal.
El
caso Laureate y sus vínculos con la derecha y el Estado, por intermedio
de la ministra Schmidt y de su esposo Gonzalo Molina, abogado del
bufete que asesora al grupo Laureate, es un ejemplo entre otros de las
poderosas redes de intereses políticos y económicos que se despliegan en
el lucrativo negocio de la educación. El otro caso, no menos
significativo, esta vez en la Nueva Mayoría, es el de las ramificaciones
del empresario de la educación secundaria y dirigente DC Walter Oliva,
financista de la senadora Ximena Rincón y, por lo tanto, una real
influencia en el gabinete entrante.
Estamos
frente a una endogamia clánica en un capitalismo concentrador de la
riqueza social. Y ante una Nueva Mayoría dedicada a aceitar la
infraestructura del poder económico y político. La especialidad del
bacheletismo es construir puentes con los poderes neoliberales. Todos
los ministros y subsecretarios aseguran y preservan estrechos vínculos
con los grupos económicos (bancos, AFPs, Isapres, Minero-exportador,
empresariado educativo, retail, farmacias, telecomunicaciones,
energéticos) que controlan la economía nacional.
Pero
el fenómeno es extensivo a todo el sistema privado de educación
superior. No hay universidad privada que esté por encima de toda
sospecha. Basta darse el tiempo de investigar los vínculos de los
miembros de los comités de administración de cada una para constatar el
entramado transversal de intereses. Como, de la misma manera, basta con
seguirle la huella curricular a cada subsecretario de
Bachelet-Peñailillo para saber cual es el sector económico capitalista o
de poder (FFAA) con los que se vinculan para representarlos con el fin
de preservar su poder e intereses. En términos políticos: la alternancia
del duopolio político en la administración del Estado asegura la
hegemonía o dominio de fracciones de la clase dominante que coinciden
hoy en proceder a pequeñas reformas que ni siquiera corresponden a un
proyecto socialdemócrata sino que se enmarcan en la misma racionalidad
capitalista-neoliberal del modelo impuesto a sangre y fuego por la
dictadura cívico-militar.
Si
la dirigencia estudiantil no enfrentó política ni discursivamente a
Bachelet-Eyzaguirre-Peñailillo, en las próximas semanas tendrá que
hacerlo en el terreno de la intervención pública con propuestas y
argumentos claros y contundentes y, por sobre todo, con el trabajo de
construcción de una relación favorable de fuerzas con despliegue
asambleístico y movilizador desde abajo y con un discurso y prácticas
articuladoras y solidarias con las expresiones del movimiento de
trabajadores. Fiel a la clave del éxito de la política transformadora.
Unica manera de galvanizar al movimiento estudiantil en pos de masivas
movilizaciones y de reconquistar el apoyo ciudadano.
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