Elizalde esclavo de su silencio
por MARCELA JIMÉNEZ 19 mayo, 2017
A poco más de una semana de que salieran a la luz pública las inversiones de parte del patrimonio del PS en empresas investigadas por el Ministerio Público, como SQM y Pampa Calichera, el tono de las recriminaciones internas ha disminuido. Efectivamente, ya no abundan las declaraciones críticas y el foco público poco a poco ha comenzado a desviarse hacia otros temas de la agenda. Sin embargo, ello no responde a que la crisis interna que atraviesa el socialismo decantara, sino a que se instaló internamente entre dirigentes y parlamentarios la premisa de la prudencia y el silencio, con el objetivo de evitar agrandar el conflicto.
Una suerte de paz romana interna que, durante los últimos días, ha llevado a los parlamentarios y dirigentes del PS –según confesaron– a “cuadrarse públicamente” con la dirigencia actual del PS, liderada por el ex ministro Álvaro Elizalde, porque la evaluación colectiva apunta a que avivar el fuego de las recriminaciones políticas por los errores en el manejo de la crisis y la deficiente conducción política de la tienda solo agudizaría la problemática actual. “Se está quemando la casa y eso la mayoría lo entiende, por eso está primando la prudencia”, explicó un ex integrante de la mesa directiva.
En el partido cuentan que es comentario obligado internamente que en la calle les han gritado ladrones a Elizalde y a la senadora Isabel Allende, y que se palpa la molestia ciudadana y el descrédito del PS. “La posverdad existe y Megadestruyó la imagen del partido en media hora”, se lamentó un ex dirigente de la colectividad.
Un histórico del PS agregó que “la crisis es tan preocupante, que nadie piensa en cobrarle a la mesa directiva alguna cuenta política por sus errores, porque, si sale mal de esta, será malo para todos en el PS y durante mucho tiempo”.
Por eso, no es casual que la dura carta contra la directiva del partido, que a principios de la semana sacaron algunos ex integrantes de la ahora cuestionada comisión patrimonio, constituya el último gesto público de reproche y, tanto la comisión política como el almuerzo que el timonel tuvo el martes en el Congreso con la bancada de diputados, concluyó con el anuncio de convocar a un nuevo comité central donde se discuta el tema de las inversiones de la tienda.
Pero eso ha sido de la puerta del PS para afuera, porque internamente –reconocen en el partido– impera un clima denso, complicado y de decepción con el desempeño de la actual dirigencia. Es más, ese mismo almuerzo del martes de Elizalde –quien llegó acompañado por el secretario general Andrés Santander– con los diputados socialistas, estuvo marcado por una ácida discusión, un duro intercambio de reproches y trascendidos de amenazas de parte de los dirigentes respecto a sancionar a los parlamentarios que sean disidentes del actuar de la mesa directiva.
La tensión interna en el PS es absoluta y se grafica en el relato de algunos asistentes a dicho almuerzo en el Congreso, donde el timonel habría perdido los estribos ante la bancada, molesto por los cuestionamientos y la presencia de la prensa en una instancia que pensó sería reservada. Nadie dijo nada al respecto, porque –explicaron en la bancada– se decidió ese día “guardar silencio, no golpearlo públicamente” y cerrar filas para evitar mayores daños a la imagen partidaria. “La mesa directiva además pidió mesura a los parlamentarios”, acotó un comensal de dicha cita.
Así, si el jueves y viernes de la semana pasada llovieron las críticas a las falencias del manejo que tuvo Elizalde de la crisis, su demora para reaccionar públicamente y la ausencia de una bajada política colectiva, hoy la mayoría esquiva opinar públicamente. Eso sí, dicha paz romana no alcanza para aplacar el debate interno, que ha puesto el acento, ante la directiva PS, en que son los parlamentarios –en un año de campaña– los que pagan los principales costos de los errores de conducción de la crisis, porque son los que están en terreno y enfrentan la molestia de las bases y los ciudadanos en los distritos y circunscripciones.
El problema del timonel PS no son solo las críticas a su errado manejo de la crisis por el tema de las inversiones, sino que cuando este estalló las heridas internas en el socialismo no habían alcanzado a sanar tras meses de dilatar la definición presidencial, Guillier no había cautivado aún a los huérfanos de Lagos para comprometerlos activamente en su campaña y Elizalde no tuvo tiempo para alinear a los sectores del partido aún molestos con él.
Otro de los cuestionamientos que se ha hecho es que pasan los días y no se vislumbra una línea política clara para enfrentar la crisis que desató el tema de las inversiones y por tanto, el silencio ha sido la única estrategia a la cual echar mano para evitar que se siga viendo “un PS abatido” y dividido públicamente, lo que va unido a la ausencia de un diseño comunicacional que neutralice el impacto negativo del caso inversiones.
El analista político Max Colodro coincidió en cuanto a que “en general el manejo de la crisis por parte de Elizalde ha sido errático”, principalmente porque aún “no ha logrado explicar inversiones que suponen evidentes conflictos de interés” de su partido. A nivel interno en el PS, Colodro agregó que el timonel socialista dejó que se le abriera “un flanco de críticas del mundo parlamentario y de los integrantes de la comisión a cargo del patrimonio”, pero especialmente está el hecho de que “no ha logrado imponer la imagen de una conducción colectiva”.
Estilo complejo
Es cierto que todas las directivas de cualquier partido deben enfrentar crisis y conflictos, y que la mayor parte del tiempo son el foco de todas las críticas internas. En el caso de Elizalde, han sido un factor extra las características de su estilo liderazgo, que –reconocen en su entorno de confianza– tiene poca tolerancia a las críticas, tiende a aislarse en momentos de conflicto y es reacio a aceptar ayuda. A excepción de su esposa, la abogada Patricia Roa, en el PS se comenta que una de sus principales debilidades es no contar con un equipo de colaboradores de peso, que lo ayude a conducir más asertivamente al partido.
A eso se suma que, en su debut como timonel, pese a haber ganado las elecciones internas con más del 60% de los votos, ciertos sectores no le perdonan la decisión del comité central del PS, el 9 de abril, de elegir a Alejandro Guillier y no a Ricardo Lagos como el abanderado presidencial del socialismo. Elizalde jugó un rol clave en inclinar la balanza a favor del senador por Antofagasta y todo el laguismo lo responsabiliza de ello.
El problema del timonel PS no son solo las críticas a su manejo de la crisis por el tema de las inversiones. Estas estallaron en un momento en que Guillier no había cautivado aún a los huérfanos de Lagos para comprometerlos activamente en su campaña y Elizalde no tuvo tiempo para alinear a los sectores del partido detrás del candidato. Su apuesta política por Guillier como candidato presidencial no lo ha convertido en la figura clave de su campaña, como al parecer esperaba.
Con todo, en todas las tendencias del PS coinciden en señalar que no existe el ánimo de cobrarle ahora “boletas políticas” por sus errores a Elizalde, precisamente por esta suerte de paz romana que se instaló para salvar a la colectividad de este pésimo momento político. “No hay conductas activas para desestabilizar la conducción de Elizalde, pero, cuando pase esta situación, sí le van a pasar la factura de todo, porque ha cometido muchos errores en demasiado poco tiempo. Cuando esto pase, ahí va a tener problemas”, reconoció un miembro del círculo de confianza del timonel.
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