27/05/2017 |
El ex presidente del partido reconoce que polémica abre un debate sobre la necesidad de actualizar la identidad de izquierda del partido
-¿Dónde cotiza usted, compañero?
-En una AFP.
-¿Y dónde están sus fondos?
-No lo sé, compañero.
-¿Usted sabe que sus fondos están en el mercado financiero, verdad?
-Pero es obligatorio.
– Sí, pero usted elige el fondo, compañero.
El ex presidente del PS Osvaldo Andrade recuerda una de sus tantas conversaciones con militantes y otros dirigentes en los turbulentos días que vivió su partido tras el reportaje de Mega que lo acusaba de haber invertido su patrimonio en el mercado financiero, en empresas cuestionadas como SQM o Pampa Calichera. Andrade fue uno de los socialistas que dio explicaciones en el reportaje, pero después no volvió a hablar. Hasta ahora. El diálogo lo usa para describir lo que él cree ha sido una consecuencia de toda esta polémica: la necesidad de actualizar la visión ideológica del PS y su relación con el mundo mercantilizado de hoy. Desde su oficina distrital, en Puente Alto, el ex presidente de la Cámara entrega detalles sobre cómo funcionaba la Comisión Patrimonio del PS. Pero también habla con La tercera del candidato presidencial de su partido y de la coalición oficialista, Nueva Mayoría, que cree extinta.
¿Cómo se explican las inversiones en SQM y Pampa Calichera, en autopistas, empresas eléctricas?
Se trata de recursos completamente legítimos, producto de un procedimiento legal que permitió que se nos indemnizara por los bienes confiscados en la dictadura. El PS fijó un procedimiento. Una parte de ese patrimonio había que conservarlo, no podíamos correr el riesgo de dilapidarlo y para eso se fijaron tres líneas. Activos físicos, recuperación de sedes; apoyo a la capacitación y formación, e invertir estos fondos en el sistema financiero. Lo que le permitiese al PS ,por la rentabilidad, vivir sin la necesidad de tener que recurrir a mecenas o a la empresa privada para andar pasando la poruña. Reivindico completamente lo que hizo el PS: se hizo un fideicomiso ciego voluntario. Se nominó a una comisión que duró un montón de años, con autonomía para el manejo de los recursos, con el compromiso de que la dirección no estaba informada de las empresas donde estos recursos se invertían, pero con el compromiso de que tenían que ser empresas solventes e inversiones fundamentalmente en renta fija, pues, aún cuando provocan una rentabilidad menor, nos garantizaban un buen recaudo.
¿Cómo responde al cuestionamiento ético-moral que se ha hecho al Partido Socialista?
Aquí no hay trucherías, no hay boletas, no hay facturas. No hay sociedades con nietos. El cuestionamiento que se ha planteado y ese es el punto, creo yo, es ético-político, y es si el PS está en condiciones de operar en el mercado financiero con sus recursos. Sobre todo cuando tiene una visión de política ideológica de ruptura con el sistema. Me parece que es un debate que estábamos eludiendo y que, por cierto, esto lo abre. No me quiero hacer cargo del fariseísmo de la derecha. Hasta hace cuatro meses, todo el sistema político lo único que hacía era felicitar al PS por el buen uso que había hecho de sus recursos. Otra discusión es la que se ha provocado en el PS y ahí hay también cierta hipocresía, con el mayor respeto: todos los socialistas sabíamos que estos recursos estaban en el mercado financiero. Los que no sabíamos era en qué empresas estaban.
En el reportaje hay una diferencia de opinión entre usted y Álvaro Elizalde, presidente del PS. El dice que los informes de la comisión patrimonio eran generales y que no se conocía detalle de las inversiones…
La configuración de la comisión patrimonio fue un acuerdo congresal, el mandato fue un acuerdo congresal. O sea, fue un acuerdo de la instancia máxima del PS. La comisión patrimonio entregaba en el balance que el PS presentaba al Servel todos los años la información detallada del activo físico y el activo financiero. Lo que no señalaba eran las empresas donde estos recursos estaban incorporados. Su mandato era precisamente no entregar esa información. De esa manera cautelábamos un eventual conflicto de interés que pudiera existir. Sobre todo los parlamentarios al respecto.
¿Esa información llegaba solo a la mesa directiva?
El balance se aprobaba en los congresos. El procedimiento era conocido por todo el PS. El detalle de las empresas no era conocido ni por los militantes ni por los dirigentes.
¿Es efectivo que usted preguntó si se estaba invirtiendo en empresas cuestionadas, antes de querellarse en los casos Penta y luego en SQM?
Es anterior. Cuando salió el tema Cascadas y pregunté si teníamos inversiones en Pampa Calichera. Quiero decir con mucha franqueza que, advertido por un miembro de la mesa, cuando yo era presidente del partido -estoy hablando de hace cinco años- de que pudiera ser que tuviésemos algún tipo de inversión en la empresa esta. Yo lo consulté, y al ser afirmativa la respuesta le solicité a la comisión patrimonio, porque no estaba en condiciones de instruir, que se terminara con esa inversión, cuestión que la comisión patrimonio hizo.
¿No hizo lo mismo luego, cuando salta lo de SQM?
No. Cuando yo solicité lo de Pampa Calichera, entendí que la comisión patrimonio decidió no hacer más inversiones allí. Hasta ahí me quedé. Entiendo, además, que el rescate de ese instrumento significó perder esa rentabilidad, incluso hubo que pagar una multa, aunque el detalle no lo sé. Desde la reivindicación del procedimiento, reconociendo que lo de SQM fue un error político que nos ha generado todo este lío ahora. Lo que esto ha provocado es una discusión que el PS tenía larvada. Cuál es la identidad de un partido de izquierda en una sociedad de mercado. Cuál es la identidad de un partido de izquierda como el PS que tiene una historia de reivindicación del mundo del trabajo. El PS, que entiende que su matriz ideológica era una sociedad de clase en la que estábamos al lado de los trabajadores.
Es contradictorio con lo que leyeron algunos cuando el PS apoyó a Alejandro Guillier. Se habló de que el PS había dado un giro a la izquierda…
Es parte del debate y también el tema parlamentario de las dos listas. Esto no es un problema de mecánica electoral, es parte de un debate político-ideológico. Porque, con todo respeto, cuando la candidata y la presidenta era socialista, era inevitable el rol articulador del PS. Por su densidad, por su historia, era un partido que tenía la misión de articular al centro con la izquierda. Cuando un partido se adjudica el rol de articulación, inevitablemente tiene problemas de identidad. Porque tiene que resignar muchas de sus articulaciones políticas e ideológicas en aras de construir coalición. Hoy día ese rol está agotado.
¿Cuán dañada quedó la imagen del partido?
Nos ha hecho mucho daño. Sin lugar a dudas. Fue un pencazo. Son muchos los que han dicho que hemos traicionado los ideales del partido. Entonces, cuando estoy en reuniones y compañeros dicen que ‘esto nos liquidó’… perdóneme, el PS ha soportado de todo en su historia. Para estar en este debate, sobrevivimos y hemos sobrevivido sin pedirle un puto peso a nadie.
Financiaban también las campañas del PS con el patrimonio. ¿Cómo operaba eso?
Cuando nosotros teníamos campañas o necesidades de recursos especiales, hacíamos como dirección una solicitud a la comisión patrimonio, por un monto específico. La comisión hacía liquidez y nos pasaban la plata y fijábamos un plazo de restitución. Como ellos tenían la seguridad de la restitución, porque el aporte mensual para el funcionamiento del partido salía desde allí, lo que hacíamos es que cada mes, en cada mensualidad, nos hacían el descuento de la cuota del préstamo.
¿De ahí salieron los más de mil millones que aportaron a la campaña de Michelle Bachelet?
Hicimos liquidez e hicimos un aporte desde la comisión patrimonio a la Presidenta. Esos $ 1.100 millones se los devolvimos a la comisión patrimonio, esta vez con la devolución del Servel. Como la Presidenta milita en el PS, tuvimos devolución de los votos presidenciales.
¿Es efectivo que el PS le aportó en 2013, durante su mandato, $ 18 millones a la campaña senatorial de Alejandro Guillier?
Lo hablé directamente con él. Se lo ofrecí cuando estábamos en la campaña senatorial. Me parecía que era una buena alternativa para el PS. Quiero ser más franco todavía. Le dije que me parecía que él podía ser una carta presidencial, estoy hablando de 2013. Esto se hizo en la calle París en la sede del partido y en la oficina del presidente del PS, tomándonos un café. Le dije: mire Alejandro, tengo la impresión de que usted tiene una perspectiva presidencial. Era mi intuición, olfato de viejo militante. Me interesaba apoyarlo. No teníamos cómo llevarlo, pero sí podíamos apoyarlo en la lógica de construirle una mayoría parlamentaria a la Presidenta Bachelet. El no lo requirió, habló con nosotros y devolvió el aporte. Así de simple.
¿Cuánto afecta esta polémica al hoy candidato presidencial del PS?
No tendría por qué.
¿Está debilitado el candidato Guillier, como se dijo esta semana?
Que no estemos en primarias es un problema que no va a ser fácil de soslayar. Los debates van a ser una fomedad tremenda. Confío en mi senador Ossandón, que le ponga pino (ríe), aunque ya lo tienen medio aplastado. Al margen de la broma, mi impresión de que la opción de acceder a visibilidad y acceder a ciertos recursos en las primarias, va a constituir un factor muy favorable para aquellos que lo van a tener. Hay que buscar un mecanismo para enfrentar aquello. Ha sido un poco lenta la gestión de la campaña. Hay que irrumpir con más fuerza.
No hay comando, no hay firmas, no hay programa…
El único candidato que tenía programa era Ricardo Lagos. No conozco ningún otro que lo tenga. Al candidato hay que arroparlo, pero no hay que agobiarlo.
¿Lo nota agobiado?
Noto cierta angustia de los partidos por hacer cosas y no está claro qué hacer. Entonces hay una tensión que no está bien clara. Tenemos experiencia al respecto. Al inicio de la campaña de la Presidenta Bachelet también hubo una tensión con los partidos y encontramos un punto. No digo que haya sido satisfactorio, pero encontramos un adecuado modo de relación que permitió que ella preservara una cierta idea de que estaba más allá de los partidos, pero no prescindía de ellos. Ahora no se encuentra la tonalidad. Se abruma al candidato. ‘¡El candidato tiene que ordenar a los partidos en el tema de los gobernadores!’, se dice. Pero si es un proyecto del gobierno…
¿No cree que si Guillier mostrara liderazgo, sería distinto el debate?
La pregunta es ¿qué es mostrar liderazgo? ¿Ordenar? Si es para eso, no veo ningún liderazgo. ¿Acaso Piñera tiene ordenado cómo va a concursar la derecha en las presidenciales? ¿Acaso Beatriz Sánchez tiene ordenados a los ocho o diez grupos del Frente Amplio?
¿Es un problema de conducción de los partidos, entonces?
La tarea está en encontrar el adecuado modo de relación entre los partidos con la candidatura, con sus equipos, con sus comandos. Para arroparlo pero no para agobiarlo. Cuando se sienta cómodo en ese plano, va a andar como avión.
Usted defendió en la semana que Guillier torpedeara a Carolina Goic…
¡Me parece muy bien! ¡Si está compitiendo! Ahora, claro, los partidos tenemos que conversar todo el tiempo, que en segunda vuelta nos apoyemos. Esas cosas se conversan. Pero los liderazgos tienen que concursar ante la ciudadanía. Nuestro candidato tiene que poner su punto de vista y si eso es contradictorio con Goic, con Sánchez, para eso es. Tiene que mostrar diferencias y tiene que hacerlo con pasión.
¿Sobrevivirá la coalición?
Se terminó la Nueva Mayoría. ¡Si la DC nos dijo hace tiempo que la Nueva Mayoría se terminaba con el gobierno de Bachelet! Ellos han dicho además que quieren otra cosa, de centroizquierda, sí, pero otra cosa. ¿Cómo va a continuar una coalición donde una de sus partes ya dijo que se acabó? No caigamos en el voluntarismo de la nostalgia.
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