por Daniela Aceituno Silva 1 julio, 2019
Señor Director:
Llama la atención, la tribuna televisiva que el Canal La Red, a través de su programa Mentiras Verdaderas, le dio el pasado jueves 27 de junio a Julio Castañer, Coronel en retiro del Ejército de Chile, quien recibió, recientemente, condena, junto a otros diez uniformados, a una pena de 10 años y un día de cárcel por el delito de homicidio calificado en carácter de consumado respecto de Rodrigo Rojas De Negri y en grado de frustrado, de Carmen Gloria Quintana.
Legítimamente, nos podríamos preguntar con qué propósito se realiza esta entrevista, cuál es el mensaje que se quiere transmitir a la audiencia y en definitiva cuál es el rol que juegan los medios de comunicación y los/as periodistas y comunicadores/as, en este tipo de situaciones, que son delicadas y que todavía representan una herida abierta para quienes fueron sus principales víctimas, para sus familias, pero también para quienes, desde un sentido profundo de compromiso con los derechos humanos, solidarizamos con el dolor humano vivido en los tiempos de dictadura.
No digo que un medio televisivo no pueda abordar estos temas, pero no es posible permitir el formato de entrevista propuesto facilite el que victimarios, que han sido procesados por una justicia chilena, que además no ha cumplido con estándares de debida diligencia ni de reparación, tenga el llano privilegio de contar "su verdad". Porque convengamos en que no todas las personas que hoy están privadas de libertad, cualquiera sea el delito por el cual hayan sido condenadas, tienen esta posibilidad. Y considerando que aquí estamos frente a delitos de lesa humanidad, que tienen una connotación política y social distinta a los delitos comunes, me parece más bien, que un programa como el que transmistió el pasado jueves, contribuye a la banalización de la violencia política ejercida con todo el aparataje estatal y a su justificación, cuestión que desde el derecho internacional de los derechos humanos ha sido señalado como algo que los Estados deben resguardar. En este sentido, me pregunto, cómo el Consejo Nacional de Televisión aborda estas situaciones, por las sanciones que pudiera desplegar en este caso y por cómo se anticipa a preveer que tengamos a criminales de lesa humanidad, exculpándose en una entrevista de un programa populoso, en horario prime. También, esta situación, es un llamado de alerta que significa preguntarnos por la educación en derechos humanos recibida por parte de editores y de periodistas y comunicadores y de lo relevante que es, para que el tratamiento de la noticia no significa una revictimización ni mucho menos una abierta violación a los derechos humanos.
No digo que un medio televisivo no pueda abordar estos temas, pero no es posible permitir el formato de entrevista propuesto facilite el que victimarios, que han sido procesados por una justicia chilena, que además no ha cumplido con estándares de debida diligencia ni de reparación, tenga el llano privilegio de contar "su verdad". Porque convengamos en que no todas las personas que hoy están privadas de libertad, cualquiera sea el delito por el cual hayan sido condenadas, tienen esta posibilidad. Y considerando que aquí estamos frente a delitos de lesa humanidad, que tienen una connotación política y social distinta a los delitos comunes, me parece más bien, que un programa como el que transmistió el pasado jueves, contribuye a la banalización de la violencia política ejercida con todo el aparataje estatal y a su justificación, cuestión que desde el derecho internacional de los derechos humanos ha sido señalado como algo que los Estados deben resguardar. En este sentido, me pregunto, cómo el Consejo Nacional de Televisión aborda estas situaciones, por las sanciones que pudiera desplegar en este caso y por cómo se anticipa a preveer que tengamos a criminales de lesa humanidad, exculpándose en una entrevista de un programa populoso, en horario prime. También, esta situación, es un llamado de alerta que significa preguntarnos por la educación en derechos humanos recibida por parte de editores y de periodistas y comunicadores y de lo relevante que es, para que el tratamiento de la noticia no significa una revictimización ni mucho menos una abierta violación a los derechos humanos.
Resultan contradictorios y de señal inequívoca, capítulos televisivos de esta naturaleza, justamente un día después de la Conmemoración que a nivel mundial ha establecido la Organización de Naciones Unidas de recuerdo de estos crímenes y de las víctimas de la tortura. Sin duda, los medios de comunicación deben realizar su trabajo con pertinencia y considerar los contextos históricos y políticos pasados y presentes.
Transmisiones de esta naturaleza, ameritan disculpas públicas de parte de la estación televisiva, hacia Carmen Gloria Quintana Rodrigo Rojas De Negri y hacia las familias y organizaciones de la sociedad civil que a diario realizan un trabajo de sensibilización y de formación para un Nunca Más. De lo contrario, independiente del fallo establecido por la justicia, podría quedar en algún sector de la población, la duda de si los hechos ocurridos en julio de 1986 en Estación Central, en el marco de una protesta contra la dictadura, en el que un grupo de militares comandados por el Ejército de Chile, interceptó, golpeó, roció con combustible y quemó vivos a dos jóvenes, resultando viva una de ellas, es o no una mentira verdadera.
Daniela Aceituno Silva
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