Por María Cristina Prudant
 
A pesar de todo lo que está pasando en estos momentos en el país producto del estallido social, el comediante y humorista Juan Carlos “Palta” Meléndez siempre tiene una frase graciosa que arranca sonrisas y le permite continuar practicando para sus presentaciones, que aunque son escasas, no faltan.
 
¿Cuál es su impresión sobre el estallido social que hay en el país?
Estoy en modo zombie. Bueno, por un lado contento por todo lo que ha sucedido y  afectado económicamente porque los primeros en sufrir los efectos de una crisis como esta o cualquier catástrofe nacional, somos los artistas porque se suspenden todos los eventos, por lo tanto ha sido duro, estoy en modo copec, contento pero cagado económicamente.
 
Con respecto a lo que ha sucedido yo creo que el estallido de una cultura del abuso que se instaló en el gobierno de Pinochet y los gobiernos de turno posteriores la acomodaron y bueno, este es el resultado. Después de 30  años de este acomodo que se fue instalando a todo orden, con unas prácticas no correctas, pero a nivel país, ya no solamente del mundo empresarial y de la clase política que se acomodaron en el poder también aquí hay responsabilidades de todos compartidas porque yo me pregunto qué pasa con la persona que dice que los empresarios se coludieron y robaron y está colgado del cable y el que está colgado de la luz y reclama que el alcalde estaba arreglado. Entonces, esta es una mal práctica del abuso inmediato de aprovecharse, del oportunismo con la codicia.
Entonces, esta práctica se empezó a acomodar en el parlamento, el poder empresarial que abusó, se coludió, la creación del sistema de pensiones y todo acomodo fue creciendo y creciendo y los que crecimos con Pinochet, cuando se crearon las AFP yo estaba recién empezando a trabajar y todos entramos al sistema y a las Isapres porque había que estar y con el pasar del tiempo nos dimos cuenta que era un sistema abusivo.
 
Todo lo que sabemos y en este acomodo reventó una generación que ya son nietos de los que vivimos el golpe militar y son jóvenes que en su gran mayoría  no ve ninguna posibilidad de ver a sus padres y abuelos por siempre endeudados, porque con esta creencia que la clase media iba a tener un mejor  estatus y una mejor calidad de vida a través del endeudamiento, es confundir la felicidad con el endeudado. Entonces, somos un país que está ocultando una pobreza a través del endeudamiento, sosteniendo un sistema. Si antes del 18 de octubre el  país estaba bien, pero era mentira. Ahora estamos mal pero es verdad.

¿Pero algo bueno habrá detectado usted en este estallido de los jóvenes?
Entonces, revienta esta generación que además, por eso esta violencia inusitada porque además los jóvenes no tienen nada que perder. Si ahora el dicho es: vamos pa adelante qué más da eso es lo que dicen los jóvenes. Lo bueno de este gran movimiento, lo único positivo que yo veo, es que vamos a tener un plebiscito en abril y vamos a tener la posibilidad de cambiar la Constitución y en eso es en lo que deberíamos estar ya concentrados porque ya tenemos que dejarnos de andar preocupados de seguir hablando de otras cosas, que la violencia que aquí que allá, no preocupémonos del plebiscito, es la única posibilidad que realmente tenemos los chilenos de cambiar y de tener una sociedad más equitativa, lograr ojalá esta utopía de que sea todo correcto, de que cada uno en Chile gane un sueldo de acuerdo a su profesión u oficio que sea correcto.
 
¿Usted cree que en este momento están dadas todas las posibilidades para que se concrete una nueva Constitución o existe el riesgo de que se pierda esta oportunidad por falta de coherencia en la oposición?
Eso es lo que me preocupa dada la falta de coherencia de  algunos   y hoy tenemos esta gran oportunidad, pero eso tenemos que pensar que la unión hace la fuerza, no hay otra, como la protesta de Ucrania, donde la unión hizo la fuerza y allá fueron protestas mucho más duras que acá, con más muertos, en lo social fue mucho más grave, pero fue lindo tal cual como ocurrió con el triunfo del NO porque se logró la coherencia y acá tienen que hacer un esfuerzo todos, tanto los saqueadores de cuello y corbata y los de supermercados, de converger en un orden. Los saqueadores de cuello y corbata a ponerse la mano en el bolsillo, a hacer el esfuerzo y a tener el sueldo mínimo como corresponde, regular las pensiones y sigue siendo muy violento el silencio de las AFP, el silencio del Presidente de la República, el silencio de  los bancos.
 
Entonces en abril es el plebiscito, pero si en marzo el Piñera no da señales claras y concretas con respecto a todo lo que está reclamando la ciudadanía yo no dudo que va a volver un mayor estallido social duro y se pierda este tema del plebiscito y se vaya la atención para otro lado, la atención se concentre solo en la violencia de las protestas, pero eso no puede pasar porque aquí tenemos la gran oportunidad y eso es lo que a mí me tiene optimista que tenemos la posibilidad, con este movimiento social, de cambiar la suerte de Chile.
 
Hay una situación que no esperábamos que pasara y sin embargo se repiten las violaciones a los derechos humanos de una manera terrible. ¿Cómo ha visto usted esta situación?
Atroz. Se nota que no hemos avanzado en nada desde que Caín mató a Abel esto no ha cambiado en nada, al final el problema de los derechos humanos es que los humanos nunca están derechos y así no hemos aprendido lecciones que nos ha dado la vida.
El ser humano sigue siendo un ser violento que no logra entender , si ya vivimos el 73, ya vivimos miles de desaparecidos, ya vivimos una primera y segunda guerra mundial y hay conflictos en todo el mundo, yo creo que es un problema inherente al género humano. Llega un momento de la violencia desatada entre carabineros y los manifestantes, es un campo de batalla brutal, ya no se piensa, no hay coherencia.
 
No, lo considero atroz. Además, creo que carabineros quedó atrás con el manejo antidisturbios, no es una fuerza modernizada como ocurre en Europa que uno ve a los policías en las marchas cohesionados, en una sola fila de cientos de policías que forman una barrera y todos protestan  pero no pasan de ahí.
 
Aquí la policía sale con el guanaco disparando al tiro, no hay contención frente a la manifestación solo hay represión. Las policías están al debe en su  metodología. Además, con un  tipo de manifestante diferente al de Europa, que no anda jalado porque acá en las marchas el tráfico de cocaína era impresionante, todos tomando, eran manifestantes desatados y en ese ritmo la cosa es desatada y los carabineros defendiéndose de una turba disparan no más, sin pensar en nada. Pero el abuso ha existido.
Carabineros instaló su estilo de represión y disparó perdigones con metal que le destruyeron los ojos a más de 300 personas y ahora lanzan las bombas lacrimógenas a la cabeza de las personas y hay heridos en riesgo vital. ¿A su parecer quién controla a los carabineros?
Debería controlar el ministerio del Interior. La policía debería estar preparada con instrucciones precisas, pero no, aquí tenemos una banda de brutos que disparan no más. Su misión es dispersar a la gente a cualquier precio y que se vayan todos para la casa y ya no sigan protestando. Hay que meterle bala a estos cabros que están puro weveando, qué se creen, ah, rompiendo el orden, pum. Y además el factor sicológico de un carabinero que está presionado ahí recibiendo y llega un momento que no tiene control de la ira emocional, hay un tema de contención, de criterio.
 
¿El general Rozas debe renunciar?

Yo creo que debe haber una reestructuración completa en carabineros, del sistema, del gobierno y del Estado.
Hay una cultura del abuso institucionalizada. Por eso yo tengo hartas preguntas que hacer: