Todo comenzó con un viaje de dos horas en auto. Una visita que el entonces estudiante universitario de estudios latinoamericanos, Peter Kornbluh (61), quería realizar a la casa de Edward Korry, ex embajador estadounidense en Chile, para completar su tesis de título acerca de la intervención (norteamericana) estadounidense en el Golpe Militar chileno. Hasta ese entonces, en el año 1978, el Congreso de Estados Unidos había formado dos comités para indagar la presunta intervención de la CIA en el derrocamiento de Salvador Allende, pero el organismo de inteligencia sólo había entregado información parcial.
De ahí la sorpresa que se llevó el entonces veinteañero Kornbluh, luego de que Korry lo condujera hasta su estudio y le leyera, frente a su grabadora, decenas de documentos inéditos que revelaban, por ejemplo, las órdenes directas de Richard Nixon al director de la CIA para boicotear “a toda costa” que Allende asumiera la presidencia.
“Yo estaba atónito, estos eran documentos de los que ni siquiera el Congreso de mi país tenía idea”, recuerda hoy Kornbluh, mientras camina por la muestra “Secretos de Estado”, exhibición montada en el Museo de la Memoria y que recoge los archivos más relevantes revelados por el Archivo de Seguridad Nacional, ONG estadounidense de la que él es uno de los directores.
¿Cuáles fueron los primeros documentos que ayudaste a desclasificar? 
— No sé si fueron los primeros, pero definitivamente de los más importantes fueron las 30 mil páginas de “telecons” –o transcripciones telefónicas- que solicitamos usando la ley de libertad de información. Nixon tenía fama de contar con un sistema secreto donde grababa todas sus reuniones y conversaciones telefónicas, pero él no sabía que Kissinger tenía un sistema igual. Entonces fuimos directo a buscar las llamadas transcritas en septiembre de 1973, para ver si habían conversaciones sobre Chile, y ahí estaban. Kissinger haciendo un sumario del rol de los Estados Unidos, y donde ambos se estaban quejando –¡quejando!- de que la prensa liberal no les estaba dando crédito del derrocamiento de Allende. “En la época de Eisenhower, habríamos sido tratados como héroes”, le dice Kissinger a Nixon. Eso es muy fuerte.
¿Qué otras cosas descubriste?
Un memorándum de Kissinger a Nixon, luego de que Allende asumiera la presidencia –y luego de que fallara el intento de boicotearla, con el asesinato de René Schneider-. Kissinger escribe un largo texto a Nixon explicándole por qué deben destruir el modelo de Allende. “Si no hacemos esto”, escribe, “su modelo será reproducido en otros países del mundo”. Y no habla sólo de Latinoamérica. Kissinger temía que Italia y otros países europeos eligieran a gobernantes socialistas o comunistas.
Crees que en la actualidad existen procesos de intervención similares al que vivió Chile? 
— Hay gente que lo intenta comparar con lo que sucede actualmente en Venezuela, pero yo creo que se trata de otra cosa. En este momento no tenemos mucha evidencia de intervención ahí. Actualmente es muy difícil para Estados Unidos manipular los sistemas democráticos de estos –ahora- grandes países latinoamericanos.
¿Y fuera de Latinoamérica? 
— Bueno, ahora existen otros objetivos. Como el pelear contra el terrorismo, y por supuesto que existe intervención para ello. Pero cambiar gobiernos electos porque no simpatizamos con ellos, no sé, no veo las mismas acciones de antaño. Lo que uno ve es cómo personas como Trump y Maduro intentan debilitar las instituciones democráticas de sus países, y por ello es importante el fortalecer estas instituciones en todos los países. Los documentos de desclasificación son muy importantes para contar con el juicio de la historia. Pinochet murió sin haber sido condenado, pero los documentos que tenemos aquí –que incluyen su rol en el caso Quemados, o en actos de terrorismo en EE.UU. y la corrupción con sus cuentas del Riggs- no pueden ser negados.
Fuiste invitado a La Moneda para la conmemoración del 11 de septiembre, una ceremonia marcada por el –al parecer- pronto cierre del penal Punta Peuco. 
— Creo que la presidenta Michelle Bachelet está tratando de cerrar la etapa de Pinochet, y cerrar Punta Peuco es uno de los principales símbolos de ello. En vez de tener un hotel para los militares, ellos debiesen estar en una cárcel.
¿Qué te pareció el anuncio de la presidenta Bachelet sobre la Comisión Valech?
— Levantar el secreto de la Comisión Valech es lo más parecido a abrir una caja de Pandora. Con la evidencia y los nombres de los torturadores vamos a ver el surgimiento de muchos más casos judiciales, más peticiones para reparación, pruebas para juicios contra muchos militares que hasta ahora han escapado de su responsabilidad judicial y moral. Si decide hacer eso es porque está pensando en la evidencia y en cómo liberarla. Puede ser a través de una comisión encargada de investigar qué pasó con esos archivos, un proyecto de ley, o incluso una querella por obstrucción a la justicia contra los altos mandos por su pasividad.
Una pregunta que debiese hacerse la sociedad chilena es la que usamos para cerrar el recorrido de nuestra exhibición: “¿Dónde están los documentos chilenos? ¿Están desaparecidos, como tantas víctimas? Yo creo que no. Porque se pueden esconder, pero es muy difícil destruir todos los archivos. Mi organización tiene experiencia en otros países, como Paraguay, Guatemala, y México, donde los violadores a los DD.HH. intentaron esconder el registro de la historia, pero han fallado. En Guatemala intentaron quemar millones de páginas de documentos, pero ellos quedaron en bultos legibles por dentro, con mucha información (en ellos). Creo que con la voluntad del gobierno chileno, se puede saber dónde están esos archivos, o al menos qué ocurrió con ellos. Quién los desapareció, o quién los esconde.
Uno de los actos más importantes que se puede(n) desarrollar en lo que queda de la administración Bachelet, sería un decreto presidencial para crear una comisión con recursos para investigar esta pregunta. Porque simplemente pedirle a los militares “queremos los documentos” no es suficiente. Es tomar una posición pasiva, frente a lo que creo es un acto de encubrir un crimen.
¿Por qué crees que no se ha dado el paso de generar una comisión encargada de encontrar esos archivos?
— Siento que Chile sigue procesando militares aquí, entonces el Gobierno no quiere intervenir en procesos judiciales en curso. Pero creo que no sería muy difícil ponerlo en la agenda presidencial. A Bachelet sólo le quedan seis meses, y si no es ella, tendrá que ser el próximo presidente. En Chile aún se están buscando a muchas de las víctimas, pero creo que la historia también es una víctima en este país.