Los hechos pasaron hace más de 4 décadas. Pero el paso del tiempo no ha sido sinónimo del esclarecimiento de la verdad de los hechos que cambiaron para siempre la historia de Chile.
Un reportaje publicado por el periodista Peter Kornbluh en Ciper da cuenta de que, entre 1972 y 1973, la central de inteligencia de los Estados Unidos (CIA) financió a un selecto grupo que funcionó como sus “operadores” en el país con el fin de desestabilizar y provocar la caída del gobierno de Salvador Allende.
Esto, sin embargo, no es información nueva. Fue en 1974 cuando el New York Times publicó un reportaje que hablaba del plan de la CIA, que incluía un financiamiento secreto a la huelga de los camioneros de 1972 que significó un duro golpe económico para el país y el gobierno de la Unidad Popular.
Lo nuevo, es que la reciente liberación de cables secretos da cuenta de que, en paralelo, habían cinco personajes claves con los que la CIA consultaba y coordinaba sus acciones contra Allende.
Los agentes tienen nombres de código: “FUBRIG-1”, “FUBRIG-2”, “FUERMINE-5”, “FUBARGAIN-1” y “FUPOCKET-1”.
El reportaje da cuenta de que dos de ellos eran de directivos del diario El Mercurio, otro era un militar de alto rango, otro un dirigente de la Democracia Cristiana y el quinto otro actor político no especificado.
Después de la publicación del mencionado reportaje del New York Times, el grupo se reunió con otros agentes de la CIA en Santiago y se elaboraron informes directos con destino a Washington.
Esos cables muestran, por ejemplo, cómo el agente de la CIA en la DC tuvo conocimiento del financiamiento que entregó la agencia estadounidense al viaje que realizaron Enrique Frauss, Pedro Jesús Rodríguez, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona a EE.UU. en octubre de 1973, con el fin de justificar la necesidad del golpe de Estado que derrocó a Allende un mes antes.
“Fuermine-5” cree que ‘los fondos que pasaron por sus manos fueron aproximadamente US$4.000, los que fueron cambiados en el mercado libre en vez de hacerlo al cambio fijado por la estación de la CIA. El siente que eso ayudará a ocultar apropiadamente la identificación incluso dentro del PDC sobre el origen de estos fondos’”, dice el cable.
“Por primera vez en nuestra relación con ‘Furbargain-1’ él mostró su descontento sobre el creciente sentimiento de incomprensión hacia el gobierno de Chile por parte del gobierno de Estados Unidos. Dijo que otros altos oficiales que han viajado a Estados Unidos y están más familiarizados con ese gobierno, podrían parcialmente entender las actuales actitudes y acciones del gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, la mayoría de los oficiales jóvenes (junior) están molestos y preocupados sobre lo que ellos sienten como el fracaso de Estados Unidos de ser un ‘buen amigo’ de Chile a pesar de los importantes sacrificios realizados aquí en la lucha mundial contra el comunismo”, se lee en otro apartado.
En otro cable, la CIA le hace manifiesta su preocupación a los directivos de El Mercurio por los “exagerados desmentidos” que realizaron del reportaje del New York Times.
“La respuesta de El Mercurio tendrá aquí efecto neto en el aumento de más preguntas que respuestas. Este aumento de la cobertura acrecentará la presión y el posible escrutinio de los agentes de la estación envueltos; y puede afectar a aquellos no directamente involucrados. El 13 de septiembre ‘FUPOCKET-1’ fue interpelado aquí por un reportero de Newsweek sobre su conocimiento del financiamiento. ‘FUPOCKET-1’ negó todo conocimiento sobre el financiamiento del extranjero”, dice la estación de la CIA en Santiago.
Otro cable da cuenta de uno de los agentes de la CIA en El Mercurio tenía un importante cargo: “El Mercurio pudo haber tomado esta posición, porque además de su visión de derecha, la administración actual ignora el financiamiento (CIA) que tuvo lugar cuando ‘FUBRIG-2’ dirigía el show. ‘FUBRIG-2’… (tachado en el original) dijo a COS (el jefe de la estación de la CIA en Santiago) que actualmente nadie en El Mercurio sabe de ese financiamiento”.
Además de El Mercurio, la CIA también financió una radio en Santiago.
Los mencionados cables forman parte de una carpeta especial a la que accedió el Congreso de Estados Unidos a fines de la década del 70, relativa a la investigación de las muertes de John F. Kennedy y Martin Luther King.
Estos son parte de la llamada Kennedy Assassination Records Act, promulgada en octubre de 1992, la que contiene cinco millones de páginas de documento y tuvo una fecha límite de desclasificación de 25 años, cumplidos el 26 de octubre de 2017.