El Gobierno anunció que estamos en una fase que con impropiedad bautiza como "una Nueva Normalidad” o “una normalidad diferente". Muy errónea denominación.
La nueva etapa de la pandemia y del estado de excepción constitucional de catástrofe, lejos de ser normal, tiene todas las características de un período bastante anormal. El Gobierno ha dicho que, según sus cálculos, el 85% de la población se infectará y, por ende, se incrementarán los fallecimientos.
Pero, por otro lado, en esta etapa se mantiene el toque de queda en todo el territorio del país, es decir, se restringe el derecho constitucional a la libre circulación. Cabe preguntarse: ¿ el Gobierno restringe ese derecho, en razón del probable contagio de la población?, si es eso, no vemos allí relación lógica alguna.
Cuando se impuso esta medida, la autoridad no entregó las razones que habrían existido para decretar el toque de queda y nada ha expresado ahora para mantenerlo. ¿El Gobierno pretende hacer pensar a los chilenos y chilenas que es en la noche cuando se producen los contagios?
Pues bien, no hay antecedentes de ninguna especie que demuestren dicha afirmación. Todo lo contrario, los estudios indican que los contagios se producen en circunstancias de aglomeraciones, como es el caso del transporte publico, el que se usa durante el día. También se ha pretendido justificar el toque de queda al indicar que en las noches aumenta la comisión de delitos. Sin embargo, no se entregaron pruebas que demuestren esto, simplemente porque el mayor número de delitos se comete en el día y no en la noche. 
En consecuencia, no existen motivos ni sanitarios ni de orden público policial para que todo el país continúe sometido al toque de queda. Tal disposición que, por resolución inmotivada del Gobierno se mantiene vigente, se ha tornado en una restricción incondicional y arbitraria del derecho de las personas a desplazarse libremente, a cualquier hora.
Esta restricción no se extiende solo a zonas en cuarentena, sino a todas las regiones y comunas. De lo que se viene comentando, se puede concluir: la fase de la pandemia que malamente el Gobierno denomina “Nueva Normalidad" es un período durante el cual los contagios continuarán en un grado importante y la restricción del derecho a la libre circulación se mantendrá vigente. 

Esta última relevante circunstancia lleva a sostener que el toque de queda solo permanece para teñir de autoritarismo al Gobierno. La población vivirá amedrentada, en una suerte de nueva democracia protegida. Es la nueva normalidad coronavirus que el Gobierno nos ha anunciado para el tiempo inmediato.

Enjaular a la población desde las 22 horas hasta las 5 de la mañana en una especie de arresto domiciliario nocturno, carece de toda vinculación lógica y causal con lo contagios del COVID-19 y tampoco se relaciona con la necesidad de controlar la delincuencia.

El toque de queda, a esta altura de la pandemia, ha pasado a ser un instrumento del régimen para condicionar, amedrentar y controlar a la población lo que demuestra nuevamente el giro autoritario del Gobierno y el desprecio hacia los derechos y libertades fundamentales de las personas.
El toque de queda debe levantarse porque intimida a la gente, porque restringe la libertad y el derecho de las personas para realizar cualquier actividad que no esté contemplada por la autoridad, porque la gente debe conseguir una autorización policial mediante salvoconducto para desarrollar actividades limitadas y porque durante la noche el país está controlado por las fuerzas militares y policiales, lo que ha significado en algunas localidades actos abusivos.

Al no existir motivos que justifiquen el toque de queda, lo cierto es que la "Nueva Normalidad" del Gobierno no es más que la imposición de una fase autoritaria que reprime a la población y la "encierra" en las noches. Todo este cuadro, a mi juicio, obedece a los propósitos no confesados de mantener cautivo al movimiento social bajo la presencia de las fuerzas militares y policiales.
Este parece ser el motivo último del toque de queda. La "Nueva Normalidad", con el imperio del toque de queda es una situación de anormalidad. Es un régimen autoritario que ha usado la pandemia para someter a los chilenos y chilenas, y para afirmar su deslegitimado Gobierno. Todo ello sin ningún contrapeso debido a la desidia de una oposición que no ha sido capaz de cumplir su rol en momentos críticos del país. 

Ningún país, salvo Perú y Chile, ha impuesto toque de queda. Además, hay antecedentes históricos en que, en contextos complejos como el que vivimos, algunos gobiernos han impuesto medidas que vulneran derechos fundamentales.

La pandemia produce angustia, ansiedad y miedo. El control militar y policial incrementa las tensiones  psicológicas y genera rechazo.

Hoy en Chile nada justifica la vigencia del toque de queda.
El toque de queda debe levantarse.