Fuente El Clarin
El cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por
hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la
acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa.
Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.
El señalamiento consta en el libro El silencio
del periodista Horacio Verbitsky, también presidente de la entidad
privada defensora de los derechos humanos CELS. Se apoya en
manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados,
antes de fallecer por causas naturales en 2000.
“La historia lo
condena: lo muestra como alguien opuesto a todas las experiencias
innovadoras de la Iglesia y sobre todo, en la época de la dictadura, lo
muestra muy cercano al poder militar”, señaló tiempo atrás el sociólogo
Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires.
Los detractores de esa
postura sostienen que no está probada y que, por el contrario,
Bergoglio ayudó a muchos a escapar de las fuerzas armadas durante los
años de plomo.
En el Vaticano, lejos
de la mancha ignominiosa de la dictadura que aún sobrevuela sobre muchos
de los que tuvieron actividad pública en esa etapa de Argentina, se
espera que este hombre silencioso conduzca la estructura de la iglesia
con mano férrea y con una marcada preocupación social.
Los políticos
argentinos fueron varias veces blanco de la retórica filosa del
sacerdote, que los ha acusado de no combatir la pobreza y querer
enquistarse en el poder.
En el 2010, también se
enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó
una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“No seamos ingenuos:
no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva
al plan de Dios”, escribió Bergoglio en una carta días antes de que el
proyecto fuera aprobado por el Congreso.
Cardenal desde 1998,
muchos de los pares que eligieron a Bergoglio lo conocieron por su
inesperada y reconocida actuación de relator durante el Sínodo de
purpurados del 2001.
Hijo de un hogar de
clase media con cinco hijos, de padre ferroviario y madre ama de casa,
poco afecto a aceptar invitaciones privadas y poseedor de un
“pensamiento táctico”, según los especialistas, ahora deberá presentar
sus credenciales ante más de mil millones de católicos.
ólicos
F.
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