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sábado, 24 de octubre de 2015

PULSO SINDICAL Nº 295 DEL 10 AL 22 DE OCTUBRE DE 2015

Saludar con efusividad y mucho afecto a las decenas de compas que a través de facebock han consultado por el Pulso Sindical. Es un gran aliciente saber que esperan nuestra opinión, pero también nos pone nuevos desafíos. El esfuerzo debe seguir puesto en no fallar, en lograr transmitir lo que humildemente creemos debe ser el hacer y el actuar de la organización sindical.
Al inicio saludar a los trabajadores de las empresas BAUERLE S.A. (36) EMPACK (45), HORMIGONES DOS LTDA (26), quienes en este Octubre han resuelto su incorporación a la CGT, mismo Octubre que en algunos días mas marcará un nuevo año en nuestro trabajo sindical, desde que naciéramos para luchar sin pausa por los derechos de los trabajadores.
La línea trazado por la CTGACH, que continuara la COTIACH y el MOSICAM, se ha hecho más nítida y clara, cuestión que nos enorgullece y a la vez pone nuevos desafíos.

Queridos y recordados Manuel Caro, Arsenio Angulo, Samuel Moya, Olga Hernandez, Alfonso Seguel, Francisco Venegas y tantos otros fundadores que han hecho un alto en el trabajo sindical, sepan que seguimos construyendo lo que fuera vuestra aspiración cada día que pasa, trabajando ahora para que vengan los relevos que darán nuevos bríos a esta hermosa pelea de la clase.
Eduardo Lara, Rene Rosales, Galvarino Arqueros, Luis Lira, Elisa Figueroa, Juan Muñoz, Juan Villaman, Ivan Llanos, Carlos Chandía y quienes como ustedes partieron en distintas fechas en todos estos años, les recordamos con cariño sincero pues aportaron su cuota en la siembra y les ofrecemos orgullosos los frutos.
De los que están y de aquellos que nos dejaron, aprendimos a preparar la tierra y hemos seguido obteniendo logros de ella. Hasta hoy y por siempre, seguimos fieles a la clase fortaleciendo con cada paso los principios de independencia y autonomía que nos guían.
Construimos lo nuestro, cada día y con infinidad de acciones, sin hipotecar conciencias, prescindimos de la militancia partidaria cuando nos exigieron obsecuencia y le collereamos al “aparato” cuando creyó que el dictaba las pautas y acciones del movimiento sindical. Hicimos lo que había que hacer y nos enorgullecemos de aquello.
La organización es de los trabajadores y de nadie más. Son quienes la financian y la engrandecen y cuando comprendan definitivamente que son ellos y no otros quienes deben dirigirla, se harán imbatibles, serán los constructores de la nueva sociedad.

Vivimos un tiempo difícil, quizás el más complejo desde que salimos de la dictadura.
Muchas conciencias se entregaron o están a la venta al mejor postor.
No resulta extraño ver pontificando por avances en la medida de lo posible, a los mismos que reclamaban la hoguera hace algunos años para aquellos que, sin ambigüedad llamaban, a la conciliación y al abandono de las plataformas de lucha.
¿Cuando terminó la explotación, que no le han avisado a los trabajadores?,
¿En que momento los abusos pasaron a ser faltas leves con las que se debe convivir?
¿Por que las demandas de los trabajadores son resueltas por burócratas en el Parlamentos, junto a los representantes de los partidos políticos enquistados en las direcciones sindicales del nivel superior?
Estas y otras preguntas debieran tener una respuesta negativa y un rechazo rotundo en cada organización de trabajadores. Sin embargo tal cosa no sucede, es mas, no son pocos los dirigentes que aceptan de buenas a primeras el llamado de la patronal y son capaces de entregar a sus compañeros de trabajo, ya sea pasando la lista de los mas aguerridos y/o suscribiendo acuerdos sin autorización de la base.
El sistema busca destruir todo atisbo de conciencia social con el consumismo y el individualismo. Son nuestros principales enemigos y no hay que descuidarlos.
Si los trabajadores son capaces de renunciar a la huelga y entregan sus peticiones por un bono de termino de negociación es porque están llenos de deudas, porque en la familia y en el hogar se instaló el vicio del consumo, adorar lo superfluo querer vivir como ricos, intentar “subir de clase” como si ser pobres y humildes fuera una deshonra.
Cuando los patrones consiguen que el trabajador se quede horas y horas trabajando sin timbrar tarjeta, porque eso subirá la productividad y con eso tendrá un empleo seguro y a cambio acepta un bono “por el lado” y le agregamos que ese trabajador no logra ver al sindicato como el instrumento que lo defiende y prefiere ir solo, es que el individualismo lo tiene tomado.

Cierto. Todo lo anterior pudo estar presente en algún nivel antes del golpe militar, pero no hay duda alguna que tales conductas se han multiplicado por miles en los últimos 25 años.
¿Es por que se acabaron las utopías? o por que – como dice el editorial del Clinic N° 617 – de lo que se trata es de “reconocer el mundo que vivimos no de refundarlo”?.
¿O sea, tendremos que aceptar como algo inevitable y convivir con la corrupción, la traición, en suma, la inmoralidad?
Por supuesto que no. Tenemos el derecho, el deber de rebelarnos contra eso.
Pero que se entienda bien, la rebelión del humillado, de ese que avasalla a su igual porque equivocadamente cree que es el camino para surgir, solo puede venir con posterioridad a la reeducación, que es el gran imperativo del momento.
Rebelarse contra el modelo, contra el sistema, es una decisión de cambio profundo y esta rebelión no la harán ni los trabajadores ni el resto de la estructura social, en las condiciones en que se encuentran.
Tenemos que entender esto de una buena vez, trabajar con la convicción de que si los trabajadores no se la juegan, es porque no están educados para hacerlo.
Si no educamos a la clase trabajadora en sus deberes y derechos seguirán escogiendo a los equivocados para dirigir la organización y mirando impotentes como son dilapidados los recursos económicos del sindicato.
Seguirán aceptando que la negociación colectiva es una cuestión técnica más que de correlación de fuerzas, por lo que se debe necesariamente pagar a entendidos para lograr buenos resultados.
Continuarán creyendo que el solo marcar la rayita en un voto les asegura cumplimiento de las promesas y la solución a todos los problemas.
En suma, no lograrán asumir que para mejorar su vida y las de sus seres queridos, así como las de sus compañeros de trabajo, hace falta rebelarse contra el modelo.

Rebelarse entonces no es solo la suma de forros quemados, calles cortadas, ni la acumulación de acciones audaces, es por sobretodo la convicción de que las cosas no dan para más y que solo las cambiamos con el involucramiento efectivo de millones, en acciones resueltas y asumidas por todos.  

Si solo los miles de lectores del Pulso - cansados ya de lo que se vive - asumen que hay que rebelarse, tendremos miles de conciencias que se pondrán al servicio de la causa.

Si conseguimos que cada dirigente sindical espere a sus compañeros de trabajo – sindicalizados y no sindicalizados – a la entrada del turno y le entregue el informativo sindical donde explican que significa rebelarse contra el sistema, estaremos dando el primer paso para que los más dubitativos se atrevan a engrosar nuestras filas.

Por eso hay que hacer carne en la masa, posterior a nuestra propia convicción, del llamado del CIUS a rebelarse contra el sistema el próximo 5 de Noviembre.

MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente C.G.T. CHILE

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