22/04/2017 |
Por Mario López M.
Ajenos al quehacer político, los jueces especiales para casos de derechos humanos han dado importantes pasos en establecer verdad y perseguir a responsables de crímenes de lesa humanidad. Aún se ve lejos el castigo, más distante todavía la reparación y casi indistinguible la posibilidad de reconciliación.
Uno a uno caen los mitos de la dictadura. El abyecto plan que justificó atrocidades y que solo vivió en las mentes afiebradas de quienes lo crearon. También rondan represores que se enquistaron en democracia, entre ellos el escolta de Pinochet y DINA que fue alcalde de la UDI.
Mientras se debate qué hacer con los presos que sufrirían enfermedades terminales y cómo instalar a los nuevos inquilinos en Colina I ante el hacinamiento de criminales en Punta Peuco, jueces dedicados a casos de DDHH, con exiguos medios y nula colaboración de quienes mantienen pactos de silencio, siguen estableciendo verdad.
Dos sentencias judiciales derribaron sendos mitos. El Plan Z, que solo fue un invento para justificar las bestialidades cometidas en su nombre, y el de los represores que buscaron lavar su imagen disfrazándose de demócratas y alcanzando poder desde cargos públicos.
El fantasioso Plan Z
Una sentencia por la que se procesó por torturas a cinco agentes del Estado pasó casi inadvertida. Entre los procesados no había nombres conocidos, aunque las víctimas fueran políticamente relevantes para la comunidad de Valdivia y el hecho repudiable como delito. La importancia radica en que se trata de la primera resolución que establece cómo la dictadura ideó una puesta en escena -el Plan Z-, para justificar crímenes de lesa humanidad.
La prensa adicta al régimen, encabezada por El Mercurio, se hizo eco de tan maquiavélicos planes y justificaron los deleznables hechos de violencia que se desataron en su nombre. Hoy, tras 44 años, una resolución del ministro Álvaro Mesa, que procesó a los agentes del Estado por torturas a los entonces intendente, alcalde y directiva del PS de la zona en el año 1973, viene a poner las cosas en su lugar.
Así lo dijo a Cambio21 el abogado querellante Roberto Ávila: "Es una sólida resolución producto de más de cuatro años de investigación en que se acumularon más de ochenta testimonios incluidos conscriptos, militares, funcionarios de gendarmería, víctimas e inculpados. Hay cerca de medio centenar de documentos emanados de diversas instituciones. Es particularmente significativo como se establece judicialmente el carácter fantasioso del llamado plan Z. Por último el procesamiento del fiscal militar Puga es de la mayor relevancia".
Se refiere al fiscal Bernardo O'Higgins de Las Mercedes Puga Concha -hermano del sacerdote Mariano Puga-, a quien se le sindica como uno de los responsables de las torturas.
Nunca existió
El "Plan Z" fue creación de mentes afiebradas. Consistía -según se dijo en esos años-, en una planificación para asesinar masivamente a personal de las FFAA. La CIA reveló en 1999 que "nunca existió", y que fue solo "una operación de guerra psicológica de Pinochet".
Cambio21 obtuvo documentación exclusiva que revela los alcances de esta gigantesca mentira.
El expediente esconde uno de esos documentos que se pueden calificar de históricos, desconocido hasta ahora, con las declaraciones en el Parte de Carabineros de Chile, 1ª Comisaría de Valdivia, Tenencia Gil de Castro, firmado el 24 de noviembre de 1974 por René Quezada de la Plaza, comisario y mayor de Carabineros y por Rubén D. Aracena González, teniente de Carabineros y jefe de la Tenencia.
En el documento dirigido a la Fiscalía del Ejército de Valdivia (causa rol 1455-73), se da cuenta que la "Unidad Popular, específicamente el Partido Socialista, con anterioridad al 11 de septiembre de 1973, elaboró planes destinados a la neutralización de las FFAA y Carabineros, como igualmente comenzó a planificar la acción a desarrollar ante la evidencia de un enfrentamiento, ya sea con civiles o las FFAA". El documento detalla acciones consistentes en el "secuestro de familiares de jefes y personal de las FFAA y Carabineros".
Los secuestrados, apresados en acciones tipo "comando", serían reunidos en un lugar y luego, ya en cautiverio, serían cambiados por "armas". Agrega, que los que se opusieran "serían fusilados".
También asegura el documento que las poblaciones de uniformados serían rodeadas y conminadas a entregar las armas y rendirse. El plan Z detallaba, según el parte policial "emboscar patrullas (militares) y obtener la mayor cantidad de armamentos".
Para llevar adelante su plan, las autoridades de la época, se valdrían del apoyo de barcazas cubanas que llegarían por el río a Valdivia.
Se restablece la verdad
Desde luego, el Plan Z solo tuvo existencia en la mente de unos pocos, aunque fueron muchos quienes defendieron su existencia. El 18 de septiembre del 73, El Mercurio titulaba a 8 columnas: "El ex gobierno marxista preparaba un autogolpe de Estado". Según esta información, la ade Allende habría fomentado un plan de asesinato masivo de militares, dirigentes políticos y periodistas de la oposición, sin olvidar a sus familias. El nombre en código era "plan Z".
Muchos fueron condenados, incluso a muerte, teniendo por justificación el mentado plan. El doctor Sandor Arancibia, quien reside actualmente en Francia, fue uno de los condenados por "traición a la Patria", de acuerdo con el parte policial que acogió como verdad absoluta el Consejo de Guerra.
"Así que voh hijo de p.... ibas a matar a mis hijos", le decían mientras le torturaban. No hubo defensa real, los pasaban a manos de los torturadores y cuando estaban "blandos", debían comparecer ante el Fiscal Militar. Si negaban lo que decían las declaraciones "voluntarias" prestadas frente a los torturadores, eran nuevamente enviados a sus manos, para que "meditaran" sus dichos, relató a Cambio21 el ex Intendente Arancibia.
El entonces secretario de la Junta de gobierno, coronel Pedro Ewing, el 22 de septiembre de 1973 en conferencia de prensa informó que el 19 de septiembre, día del Ejército, "Allende proyectaba invitar a almorzar al Alto Mando a La Moneda. Sorpresivamente, sus guardias, disfrazados de camareros, acribillarían a los oficiales, mientras que en el parque los militares que se aprestaban a desfilar y los dirigentes de la oposición serían ejecutados. En las provincias se producirían masacres similares". Al día siguiente se iba a instaurar la "República Popular Democrática de Chile".
Labbé: el disfraz no bastó
La justicia ordenó el procesamiento y la consiguiente detención del coronel retirado Cristián Labbé, quien fuera jefe de la escolta del dictador Augusto Pinochet. Se lo acusa de torturas a presos políticos. El exuniformado fue alcalde elegido democráticamente al amparo de la UDI tras el retorno de la democracia. Gozaba de libertad bajo fianza desde diciembre pasado, tras estar detenido bajo la acusación de haber secuestrado y torturado a un sindicalista en 1975, en el caso Tejas Verdes. Esa es solo una de las aristas que lo involucran en violaciones a los DDHH.
"Despáchese orden de detención del procesado Cristián Labbé Galilea", sostiene la resolución emanada del juez instructor para causas de Derechos Humanos Álvaro Mesa. El procesamiento y la orden de poner al exalcalde de Providencia ante la presencia del Tribunal, emanaron en la causa en que se investigan las torturas causadas a Harry Cohen Vera y otras tres víctimas y que diera a conocer en exclusiva Cambio21.
"Las torturas por las cuales se le procesa son las que conllevan el mayor grado de perversidad que he conocido en mis 32 años como abogado penalista. Todo atentado contra la vida o la integridad corporal tiene un motivo, algo que sin justificarlo puede explicarlo, habitualmente un agravio, un dolor o una odiosidad del victimario; incluso en los crímenes de odio racial, religioso o político esto se mantiene. Sin embargo, mi representado Harry Cohen fue torturado salvajemente con el simple motivo de enseñar esta práctica deleznable. Mi representado no tenía participación política alguna, fue escogido al azar simplemente porque vestía con barba y ropa no formal; un hippie de la época", dijo el abogado querellante Roberto Ávila a nuestro semanario.
De hippie a extremista
El 7 de noviembre de 1973 Harry Cohen se dirigía desde Santiago a Futrono, donde residía parte de su familia. Lo hacía cada cierto tiempo por razones de negocios y por encargo de su hermano, quien vivía con él en Santiago. El pelo largo y la barba destacaban en la desgarbada figura de un muchacho de aquella época, ajeno a la política, más preocupado de su trabajo como técnico eléctrico y de ayudar a los suyos.
Molestado en oportunidades anteriores por militares por su aspecto, ya estaba acostumbrado. Lo que vendría después no estaba en lógica alguna. "Yo no era activista ni militante político -dijo Cohen a Cambio21-, era solo un observador de lo que pasaba".
En Futrono, a la mañana del día siguiente de su arribo, se encontró de sopetón con un aspecto de fiereza que jamás había imaginado. Militares camuflados y fuertemente armados rodearon su casa e ingresaron violentamente apuntando a todos en la familia. Él y un familiar fueron hechos prisioneros y trasladados a la comisaría del pueblo.
Al mediodía, un helicóptero del Ejército se posó en la plaza de la ciudad. Allí fueron conducidos los prisioneros y entregados a Boinas Negras que operaban hacía unas semanas en el lugar. El general Nilo Floody estaba a cargo del destacamento de unos 200 hombres llegados desde Santiago en la búsqueda y exterminio de "extremistas". Cristián Labbé estaba entre los oficiales que comandaban a los efectivos militares.
Ya al interior de la aeronave se percató que junto a él se encontraban en la misma condición de cautivos Leonardo Santibáñez, Juan Rosales y Jaime Rozas, todos habitantes de esa localidad. Destino: Panguipulli.
"Me pregunté muchas veces por qué me detuvieron, qué hice de malo. De ser una persona normal, que nunca se metió en nada y de pronto aparecer rodeado de militares en ropaje de combate, con camuflaje, con soldados en actitud belicosa, y ser preso, trasladado, amarrado arriba de un helicóptero en que amenazaban lanzarnos al lago Riñihue... fue una locura, no entendía nada, era como ver una película de terror, pero que me estaba sucediendo a mí", recuerda Cohen.
Valiente soldado
Lo peor estaba por venir. Fue encerrado en una celda. Allí estaba cuando por primera vez vio de frente a Labbé. Jamás olvidará ese rostro, la voz, la violencia con que fue encarado por el militar, por solo mirarlo a la cara: "Ante mi apareció un militar fuertemente equipado, quien mirándome de manera amenazante me gritó: ¡baja la mirada concha de tu madre!... Ante la sorpresa y el temor no reaccioné en forma instantánea, provocando en él un estado de histeria que derivó en que sustrajera el corvo, avanzara hacia mí y profiriendo insultos y amenazándome con cortarme el cuello..."
Seguiría escuchando la voz por algún tiempo, en cada sesión de tortura, donde ya no lo podría mirar a la cara, pues una capucha lo impedía. "Las torturas que sufrí fueron sin sentido, las preguntas acerca de lo que hacía yo o mi familia eran acompañadas de descargas de corriente, que aumentaba si no les parecía adecuada mi respuesta. En cada oportunidad que fui torturado era izado con mis manos amarradas a la espalda, capucha en mi cabeza y electrodos puestos en brazos, pies y caderas. Era un ritual que comenzaba en silencio y luego se venían las preguntas, insultos y amenazas. Los golpes de corriente eran insoportables", relata Cohen a nuestro medio.
"Después de los hechos y durante mucho tiempo, no supe nada de Labbé, hasta que lo vi en televisión y me conmocioné. Si lo viera frente a frente... Tengo tantas cosas que decirle, que quizás no pueda decirle nada, pero lo primero que se me viene a la mente es: ¡hijo de puta, asesino!... Porque lo que vivió Labbé, lo disfrutó y hasta la fecha con sus odiosidades y mentiras, lo sigue disfrutando. No es algo personal, pero si veo que puedo ayudar a castigar a alguien que ha hecho mal las cosas, lo haré, denunciando lo que a mí me hizo para ayudar así a otros también a hacer justicia"", reflexiona.
"De esta no escapa"
Labbé negó haber estado allá en ese tiempo: "En relación a su consulta, si yo conocí o ubiqué a una persona de nombre Harry Cohen Vera, que pudiera haber estado detenido o retenido al interior del Regimiento, debo señalar que no existe ninguna posibilidad de que eso haya ocurrido, ya que no existieron personas detenidas bajo mi mando", aseguró el exalcalde UDI.
Para el también abogado querellante Luis Toro, "existe contradicción con otros juicios en los que ha declarado Labbé y cuyas fechas no coinciden con sus dichos. Es más -afirma-, el teniente coronel (r) Arturo Bosch González declara ante el Ministro Solís, en otra causa, que ubica a Labbé en la zona de Valdivia junto a 200 a 300 efectivos de comandos especiales Boinas Negras que llegaron allí en octubre de 1973 y se quedaron hasta noviembre de ese mismo año".
En la causa (Rol 5-2013) el ministro ordenó la detención del exalcalde en calidad de procesado en el Destacamento de Montaña N° 8 Tucapel de Temuco, debido a que su libertad constituye un peligro para la seguridad de la sociedad, teniendo además en cuenta la sanción legal probable por los delitos en que se le atribuye participación. Suma a ello que en la causa existen diligencias pendientes y además que está procesado en el caso Tejas Verdes. "Ahora sí no podrá escapar", dijo a Cambio21 el abogado Toro.
Al cierre de esta edición, la Corte de Apelaciones de Temuco denegó el recurso de amparo.
La segunda sala rechazó el recurso de amparo rol 54-2017 interpuesto por la defensa del coronel (r) Cristian Labbé Galilea. Mediante esta acción se pretendía dejar sin efecto el auto de procesamiento por tortura dictado en contra del ex militar y que le fué notificado el martes por el ministro de esa corte Alvaro Mesa Latorre en esa sureña ciudad luego de su detención por la PDI en Santiago.
En lo inmediato el rechazo del recurso significa que el coronel (r) continuiará sometido a prisión preventiva en el regimiento Tucapel frente al cual se han realizado concurridas marchas de repudio.
A la salida de los alegatos el abogado Avila señaló que "el rechazó del recurso hace justicia, complica aún más la situación procesal del coronel, pero su interposición a pesar de su desastroso resultado, es comprensible pues la defensa del sr Labbé tiene por delante una tarea titánica; tratar de convencer a los Tribunales y a la opinión pública que su defendido es inocente".
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