Vistas de página en total

domingo, 1 de diciembre de 2019

CRÓNICAS DE UN PAÍS ANORMAL

La dialéctica de los puños y las pistolas: los verdugos y sus sirvientes

By Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)  Diciembre 01, 2019
El ultraderechista Hermégenes Pérez de ArceEl ultraderechista Hermégenes Pérez de Arce
Ninguna persona bien nacida puede aplaudir la violencia: el fascismo, el pinochetismo, el franquismo…no ha sido más que la violencia concentrada de los pocos ricos contra una mayoría de pobres. El episodio del Mall de la Dehesa, por ejemplo, es el reflejo y muestra del odio de los privilegiados – arribistas o no – en contra de los ciudadanos comunes y corrientes.
Algunos hechos anteriores a la explosión social del 18 de octubre se fueron guardando en la memoria colectiva de cómo los plutócratas odian a quienes osan penetrar el sagrado santuario de su propiedad, que es el único dios de los potentados de Chile, (recordemos los episodios de las “nanas” de algunos elegantes condominios de Santiago, el del prepotente barrigón que fustigó y expulsó a dos damas por ocupar las playas de su “propiedad”, y muchos otros).
Cuando los privilegiados se asustan ante el peligro de ver amenazadas su propiedad privada recurren al fascismo: en Italia, por ejemplo, “la revolución a medias” de las tomas de las fábricas en Turín, (segunda década del siglo anterior), llevó a los terratenientes de la Emilia a recurrir a los fachos de Mussolini a fin de que marcharan sobre Roma y se tomaran el poder.
En Chile, durante la Unidad Popular, los hacendados, después los empresarios, la aristocracia obrera y, finalmente, algunos de los profesionales, pedían a gritos que los soldados sacaran al Presidente, Salvador Allende, del poder e instalaran en su lugar a un militar, con el objetivo de eliminar a los peligrosos rebeldes: la democracia era buena mientras los pobres votaran por los ricos, pero era funesta cuando ponía en peligro sus privilegios.
La violencia siempre ha sido favorable a quienes detentan el poder, y las respuestas exitosas siempre han sido (y lo serán) la no-violencia activa y la desobediencia civil.
Personalmente, no avalo la frase de Carlos Marx cuando expresaba que “la violencia es la partera de la historia”, pues el niño que nace de ella ha sido siempre la reacción; el pensamiento ultraderechista, de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX surgió como respuesta al terror sembrado por  la Revolución Francesa; José Le Maistre, en su obra Consideraciones sobre Francia, 1797, hace el elogio del verdugo, cuya misión consistía en cortar las cabezas para restaurar el reino de la religión y del absolutismo. Según el biógrafo Émile Faguet, Le Maistre “era un absolutista feroz, teócrata rabioso, legitimista intransigente, apóstol de una trinidad monstruosa del Papa, del rey y del verdugo…partidario de los dogmas duros e inflexibles, una figura de la Edad Media del inquisidor y del ejecutor, un pretoriano del Vaticano…” (Cit. de Isaiah Berlin:223)
Los enemigos de Le Maistre eran todos aquellos que incitaban a la ´gente a subvertir el orden establecido´:
“protestantes y jansenistas , deístas y ateos, masones y judíos, científicos y demócratas, jacobinos, liberales, utilitaristas, anticlericales, igualitaristas, materialistas, idealistas, juristas, periodistas, reformadores seculares e intelectuales de todo género; todos aquellos que apelan a principios abstractos, que depositan fe en la razón individual o en la conciencia del individuo; los que creen en la libertad individual o en la organización racional de la sociedad, reformadores y revolucionarios. Esos son el enemigo del orden establecido y hay que acabar con ellos cueste lo que cueste”. (José Le Maistre y los orígenes del fascismo, tomado de El fuste torcido de la humanidad, I. Berlin:204).
Edmundo Burke, en su obra Reflexiones sobre la Revolución Francesa, escribía sobre “la multitud puerca”, también sobre las ocupaciones infamantes: “La ocupación de un peluquero, o de fabricante de velas de sebo, no puede ser un honor para nadie…para no referirnos a varios otros empleos más serviles…el Estado padecerá opresión si permite que gobiernen…tales personas”. (Burke:75).
Jacob, Burckhardt, amigo personal de F. Nietzsche y colega en Basilea, escribía: “La palabra libertad suena rica y hermosa, pero nadie debiera pronunciarla si no ha visto y experimentado la esclavitud bajo las masas vociferantes llamadas ´pueblo´…Conozco demasiado la historia para esperar del despotismo de las masas algo que no sea una tiranía futura, lo que significará el fin de la historia”. (Citado en Capitalismo, democracia y reformas, Flacso:50).
Para el escritor francés Gustav Flaubert ´el sufragio universal era la vergüenza del espíritu humano, igual (o peor) que otras nociones absurdas tales como el derecho divino de los reyes o la infalibilidad del Papa” (Flaubert, Correspondencia, 1930:282).
 El dramaturgo H. Ibsen, en El enemigo del pueblo escribía: “¿Quién integra la mayoría en cualquier país? ¡Me parece que todos debiéramos convenir en que los estúpidos constituyen por todo el mundo una mayoría aplastante, terrorífica! Pero en nombre de Dios, ¡no puede ser correcto que los tontos gobiernen a los sabios!... La mayoría tiene poder el poder por desgracia…pero ¡la mayoría no está en lo justo! ¡Los que están en lo justo son unos cuantos individuos como yo! ¡La minoría tiene siempre la razón! (Op.cit.:51)
Para un escritor inglés del siglo XIX las leyes de protección de los pobres estimulaban la pereza y la depravación: “Las leyes de pobres trataban de impedir la existencia de mendigos; han convertido la mendicidad en una profesión legal; e implementaron con el espíritu de una previsión noble y sublime, que contenía toda la teoría de la virtud; han producido todas las consecuencias del vicio…Las leyes de pobres, elaboradas para acabar con la miseria, han sido prominentes creadoras de miseria…” (Op.cit.:56).
Se hacía necesario evitar que los pobres recurrieran a la asistencia pública y, para lograrlo, había que estigmatizarlos “encarcelándolos en correccionales, obligándolos a usar ropas especiales, separándolos de sus familias, cortando su comunicación con los pobres del exterior y, cuando morían, permitiendo que sus cuerpos fueran utilizados para la disección”. (Op.cit.:58).
 Es triste constatar que en el tratamiento de los pobres el capitalismo, en su fase neoliberal, ha avanzado muy poco, y hoy, como en el siglo XIX, el ideal de los dueños de Chile es que los pobres trabajen para ellos sin derecho a réplica, so pena de morir de hambre o de ir a la cárcel a reunirse con sus familiares.
En Chile, quien nace pobre, muere pobre, y el que se ha creído el lema de la “meritocracia”, (votando en el caso concreto por el millonario Piñera), ha tenido suficiente tiempo para darse cuenta de cómo lo han engañado y, a lo mejor, una vez que se le pase el miedo, los patrones volverán a las andadas.
Para nadie es extraño que hayan reaparecido los furiosos partidarios del tirano Pinochet y que traten de convencer a los seguidores del “tontódromo” de la televisión de que los militares y carabineros no atropellaron los derechos humanos. Durante varios años la televisión de Luksic, C13), y de la Universidad Católica han tenido las pantallas al servicio, por ejemplo, de los relacionistas José Antonio Kast y de Hermógenes Pérez de Arce, a fin de que hagan apología de la tiranía, pero en cambio niegan las cámaras a los familiares de detenidos desaparecidos.       

Ya es hora de dejar de lado la hipocresía y de recordar que los “conversos”, (Enrique Correa y ´´Oscar Guillermo Garretón, antes del MAPU), se han devenido en los sirvientes de los verdugos, y se solazan brindando por la libertad económica reinante con todos ellos. Hoy reaparece el personaje principal de Le Maistre , el verdugo.


Bibliografía:
(la mayoría de las citas han sido tomadas de la obra Capitalismo, democracia y reformas, editada por Flacso, en el artículo 200 años de retórica reaccionaria. El caso del efecto perverso, de Albert O. Hirchman:27-67) 
Isaiah, Berlin, El fuste torcido de la humanidad, Península, Barcelona, 1990, en José Le Maistre y los orígenes del fascismo, Pág.171-289.
                                   La liberté et ses Traitres, Edit. Manuel Payot, Paris, 2007.
Brian, Loveman y E. Lira, El espejismo de la reconciliación política. Chile 1990-2002, LOM, 2002
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
30/11/2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores