El drama del Presidente Piñera: “no ser amado ni temido”
By Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo) Enero 20, 2020
Maquiavelo, en su obra maestra El Príncipe, se plantea el dilema de qué es más importante para el gobernante, si ser amado o temido por su pueblo. Según este pensador cualquier cosa que conduzca a la inefectividad política es condenable: “los hombres débiles son fácil presa de los hombres malvados, pues piensan más en soportar las injurias que en vengarlas…” (Maquiavelo, Discursos, II2.).
El gobernante debe tener las cualidades del león y de la zorra, pues es necesaria la fuerza del primero para defender el territorio, y la inteligencia y astucia de la zorra para evitar las trampas, propias de la política.
El Presidente Sebastián Piñera es la antítesis de las necesarias capacidades que debe reunir un buen gobernante, según el clásico fiorentino.
El Presidente debiera buscar ser amado por sus súbditos y, en el caso de Piñera, durante su primer gobierno y parte del segundo, ha logrado el más alto porcentaje de rechazo, incluso de odio, de su pueblo, en la lista de los Presidentes de la República a través de nuestra historia. No podemos acusarlo de indolencia en cuanto al intento de tratar de ganar la simpatía: cada pirueta, payasada, improvisación, discurso…que efectúa, lo hunde frente a la creciente antipatía y burla de los ciudadanos, que lo consideran un payaso mentiroso que, luego del 18-0, se ha transformado en un ser inútil e incapaz de regir el destino de la nación; cada vez que hace uso de la cadena nacional solo acrecienta, y cada vez más, el fuego, pues lo rocía con más parafina – ha ocurrido con del estallido social -.
No es fácil para un gobernante ser amado y son excepcionales los Presidentes de Chile que han logrado el amor y admiración constante de los chilenos, entre quienes se cuentan Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende Gossens, aunque ninguno de los dos terminó su período de gobierno: el primero, debido su enfermedad respiratoria, y el segundo, muerto en combate contra la canalla militar.
La cualidad de ser amado es casi inalcanzable para quien usa la coerción, propia del Estado, que posee el monopolio de la fuerza. En general, el gobernante, para Maquiavelo, no debe poseer las cualidades cristianas propias de un padre de familia, pues la política responde a una ética muy distinta, que pertenece a la virtud que caracterizaba “la res publica” romana. El aporte principal de Maquiavelo es el haber separado, radicalmente, la ética cristiana de la ética política.
Si el gobernante no logra ser amado debe recurrir a la instauración del temor: en ambos casos, el ser amado o temido, el gobernante no debe exagerar so pena de ser destronado.
Sebastián Piñera no ha entendido – ni en su anterior período como Presidente, ni ahora, en la mitad de su segundo período – a sus gobernados, y sigue creyendo que el poder es un juguete, y de ahí a una empresa, que se convierte en vehículo para sus intereses económicos y los de sus familiares. Sus ministros son petimetres, que han estudiado en los mismos colegios católicos que él y su mujer o, como en el caso del ministro de Salud, funcionario de su Cínica Las Condes, es decir, el bien común se confunde con el bienestar de los Piñera.
Piñera, mal amado, ha intentado por todos los medios ser temido – les ocurría a los chilenos en tiempos de Pinochet -: desencajado y lleno de tics, declaró la guerra a los chilenos, sacó a los militares a la calle y, claro, los ciudadanos, fueron las víctimas de un brutal atropello a los derechos humanos – tal como en dictadura, pero hoy frente a ciudadanos sin miedo y con la denuncia y pruebas de miles de celulares que han demostrado que la Fuerza Pública no ha cambiado mucho en brutalidad a la que actuaba en la época de Pinochet.
Actualmente a los chilenos sólo les resta el seguir perdiendo el miedo y mantenerse unidos hasta poner fin al modelo neoliberal, y expulsar del poder a los abusadores de una plutocracia en decadencia.
Sebastián Piñera, ni temido ni amado, sólo le resta el papel de un rey destronado, que debe hacer todo lo que el Parlamento quiere, así los padres conscriptos estén tan desprestigiados como el Presidente mismo.
Es casi un lugar común el constatar que, según la encuesta CEP, todas las instituciones del Estado están desprestigiadas, sean el congreso, los partidos políticos, los carabineros, los militares, los jueces y, además, las instituciones de las distintas iglesias que pululan en Chile.
El problema es que un país, una nación, un estado o un gobierno no pueden funcionar por largo tiempo en el vacío, y más cuando el piloto automático marcha torpemente para cualquier parte, recordemos la película “¿Hay un piloto en el avión?
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
20/01/2020
Bibliografía
Luis, Althusser, Maquiavelo y nosotros, Stock-Imec, 1994
Isaiah, Berlin, La originalidad de Maquiavelo, FCE, 1979
Nicolas, Maquiavelo, El Príncipe y otros textos, Edic. Gallimard, 1980
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