By Walter Garib Enero 27, 2020
Si la cultura, piensan en el Ministerio de Educación, no se censura y manipula, no es cultura. El cantautor y poeta chileno, Víctor Jara, asesinado en dictadura y el filósofo, novelista y poeta español Fernando Savater, han sido arrojados a la hoguera, es decir, lo que han escrito. Nos referimos a la hoguera que desde el tiempo de la dictadura, permanece activa. Engrosan la lista de quienes atentan contra la moral, las buenas costumbres e inducen a nuestra juventud, a seguir caminos de perversión. A Jara y Savater se les ocurrió crear bellos poemas, sin embargo, a los iletrados que evalúan sus escritos en el Ministerio del Analfabetismo, los juzgaron subversivos y fueron expurgados de los textos de lectura. Dirige, digiere y manipula esta oficina de la Santa Inquisición, sor Marcela Cubillos, destacada militante de la UDI, apéndice de la dictadura. Confesa desde cuando se fundó bajo el amparo de la oligarquía y la SOFOFA, quienes precisaban de un partido para guarecerse. Es sabido que Sor Marcela se ruboriza hasta perder el habla, si en un escrito ve expresiones obscenas, de acuerdo al manual de las buenas costumbres, que rige a esta administración y es lectura obligatoria.
¿Qué diría si ve escrito este pensamiento?: “Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?” Lo tacharía y lo arrojará al fuego, por sugerir lujuria, amor clandestino y por tratarse de un atentado contra la moral. Entonces, el texto no puede ser incluido en un libro de lectura escolar. Sin embargo, da el caso que la autora es la poeta Sor Juana Inés de la Cruz de nacionalidad mexicana. Otro poeta chileno dice: “Te dije que no fueras. Te lo dije y fuiste. Mira lo que pasó, no volviste nunca más. Te esperé en la esquina por años, vi pasar tanta gente, menos a ti. Me iba triste y llorando, mi única alegría, era volver mañana. Así envejecí”. Este poema titulado: “Fuiste”, es del obispo de Concepción, Fernando Chomalí.
Suponemos, que sor Marcela Cubillos es mujer culta debido a su profesión de abogada y por haberse educado en colegios de elite. En la enseñanza secundaria debe haber leído al Arcipreste de Hita, fray Luis de León, tal vez a Rabelais, frailes deslenguados que han producido obras maestras. En la universidad tuvo que haberse topado con Marx, Gramsci, Bakunin y desde luego, con su adorado Adam Smith, y debería de haber hecho de ellos, adecuadas lecturas. Censuras de por medio, pues desde aquellos tiempos, aún no se extingue la pira de los libros que se quemaron en la dictadura militar.
Como la curiosidad es infinita, nadie deja de leer las obras prohibidas, aquellas tildadas de obscenas. Es sabido que basta que un libro sea prohibido, para que en semanas aumenten los lectores y se disparan las ventas. Así sucedió con Oscar Wilde y Henry Miller entre otros, pues se suponía que sus textos atentaban en contra de la moral.
El Decamerón, libro de cuentos donde hay eróticos, que critica al clero, ha sido expurgado y en los colegios de nuestra época, cuando se leían las obras recomendadas en los programas, uno intuía que la traducción estaba manipulada. El caso más emblemático se halla en el cuento, donde hacen creer a un hombre joven, que está embarazado. Concurre al médico, que se encuentra coludido con los bromistas, y el facultativo le comenta que está embarazado. El burlado llega a casa y le explica a su mujer, que en lo sucesivo, ella a la hora del amor, no debe insistir en ponerse encima de él. En la traducción hecha en la España franquista, el final es otro muy distinto. La iglesia, prohibía esta práctica, la cual consideraba contra natura. Algo así ha sucedido con “Las Mil y una Noches” e infinidad de textos de la literatura universal.
Que el Ministerio de Educación haya habilitado una oficina destinada a censurar, expurgar, calificar, dirigir e incluir a los autores que ella estime los adecuados para ser conocidos por nuestra juventud, constituye un regreso a la dictadura. Sor Marcela Cubillos, aunque no lo crea —pues es creyente— vuelve a mostrar la intolerancia de esa derecha cavernaria. ¿Acaso en un algún momento de su vida, no leyó en clandestinidad obras de autores prohibidos? Si no lo hizo, se explica su proceder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario